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Fotografía: Esther Ramírez Ortiz® |
Nº 637.- Desde su Sevilla natal, Andrés González-Barba ejerce el periodismo
cultural y la literatura. En el territorio de la ficción ha conseguido abrirse
ya un hueco consistente, frecuentado tanto por lectores jóvenes como adultos.
Su fascinación por los clásicos del género policiaco le ha llevado a
profundizar en su conocimiento y a rendir homenaje con sus novelas a autores
tan señalados como Arthur Conan Doyle o Robert Louis Stevenson. Sin embargo,
parecía que a este binomio británico le faltaba algo. Así que para cerrar el
círculo, según me cuenta, termina de publicar ‘La muerte de Patrick O’Connelly’
(Algaida), centrada en los once días que la escritora Agatha Christie anduvo
desaparecida. Desde el 3 de diciembre de 1926, tras una fuerte discusión con
Archie, su primer marido, nada se sabía de ella. Los medios de comunicación de
la época, Scotland Yard y centenares de voluntarios desplegaron una actividad
sin límites para averiguar el paradero de la famosa escritora. Los rumores de
suicidio se sucedieron, e incluso de asesinato, pero nada se podía confirmar
porque el cuerpo de la autora no aparecía por ningún lado. ¿Dónde estuvo Agatha
Christie? ¿A qué se dedicó durante ese tiempo? A su desaparición hay que
sumarle el asesinato de un irlandés, Patrick O’Connelly, acaecido en el Swan
Hydropathic Hotel, el balneario donde la autora de ‘El misterioso caso de
Styles’ había buscado refugio. Sobre esta ficción, bañada en los aromas del
thriller, y algunos otros aspectos de la vida de la escritora más vendida del
mundo pude conversar con Ángel González-Barba un martes del mes de julio, con
la grabadora conectada, una botella de agua fresca al lado y el ventilador a
pleno funcionamiento. En el fondo, un ruido de truenos presagiaba la tormenta
que iba a caer sobre València, pero que finalmente cambió de rumbo.
Andrés, ¿cómo surge la idea de escribir esta novela?
Surgió porque Agatha Christie es una autora muy
reconocida en su faceta literaria, la segunda escritora británica más leída
detrás de Shakespeare, y a mí me llamaba la atención la existencia de ciertos
episodios de su vida que no están suficientemente relatados, como su
desaparición en el año 1926, reflejada en los periódicos de entonces y de la
que ella, cuando reapareció, nunca quiso hablar. De hecho, ni siquiera lo contó
en su propia autobiografía. Así que comencé a documentarme y se me ocurrió escribir
una interpretación de lo que pudo suceder durante esos días.
Has escrito novelas relacionadas con autores
británicos como Arthur Conan Doyle,
Roberto Louis Stevenson y ahora Agatha Christie, ¿qué te atrae de ellos para
que bucees en sus atmósferas literarias y construyas esos homenajes tuyos tan
interesantes?
Mira, ha sido una etapa que creo haber cerrado con
esta novela. Agatha Christie me atrae mucho, porque todos los buenos lectores
siempre hemos tenido unos referentes, digamos dentro de la cultura popular, que
nos han influido. Nadie puede escapar a la influencia de personajes tan
clásicos como Sherlock Holmes, el Doctor Jekyll, John Silver, Hercule Poirot o
Miss Marple. Y esta es una forma de rendirles un homenaje a ellos y a sus
autores.
En un mundo de literatura negra, cuajado de
violaciones, abusos, corrupción y cadáveres descuartizados se agradece una
novela detectivesca al viejo estilo, una novela problema. ¿Resulta fácil para
un escritor actual ceñirse a este tipo de estructura literaria y nadar contra
corriente?
Lo que planteas es cierto. Hoy el que no publica una
novela negra parece que va un poco por detrás de las exigencias del mercado, de
las editoriales y de los propios lectores. ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ es
una novela clásica, en la que establezco un juego. A lo largo de la lectura, yo
le voy suministrando al lector una serie de pistas y él ha de resolver el
problema para ver quién está detrás del asesinato de Connolly. Por tanto, es
una novela muy deudora con el modelo clásico policial y, al mismo tiempo, también
le rinde homenaje.
Sin embargo, ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ también
tiene un puntito de novela histórica, porque a fin de cuentas retrata un
momento determinado de la historia inglesa.
Sí, he intentado ser lo más fiel posible al ambiente
de los años veinte, pero sin abrumar al lector con demasiados datos. Doy unas
cuantas pinceladas, por ejemplo, cómo vivía esa sociedad, sus aficiones (el
golf se estaba poniendo de moda en aquel momento) o que Agatha Christie
conducía un coche. Me interesaba una novela lo mejor contextualizada posible,
pero sin que ello se convirtiera en un elemento determinante. Solo pretendía
que esos detalles ayudaran a mejorar la historia y el desarrollo de los acontecimientos.
Me ha llamado la atención comprobar que Agatha
Christie practicó el surf. Por algún sitio he visto alguna fotografía de ella
con una tabla.
Sí, es un dato real. Lo leí en su autobiografía. Ella viajó
con Archie, su marido, a una gira de trabajo por el Pacífico Sur y lo que
cuento en la novela sucedió realmente. Practicaron el surf en Hawái y estuvo a
punto de ahogarse. Creo que fue una de las primeras mujeres británicas que se
atrevió a hacerlo, lo que nos proporciona una idea de lo adelantada que estaba
esta mujer para su época.