Fotografía: Vicente Carvajal |
Blog de literatura, entrevistas, libros, cómics, balonmano, recuerdos y otras cosas.
«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)
jueves, 23 de febrero de 2023
Men Marías: «Hay una serie de fuerzas, que intervienen en la vida del ser humano, de las que no podemos escapar»
miércoles, 8 de febrero de 2023
Elvira Navarro: «La memoria de cada persona tiene un componente de ficción»
Elvira, contaba Vargas Llosa en una entrevista reciente que,
en una ocasión, caminaba por París con Julio Cortázar. Durante la conversación,
el escritor argentino le dijo: «Esta tarde tengo que escribir ‘Rayuela’ y no sé
qué va a pasar». ¿Te sucede a ti algo parecido?
Me ocurre lo mismo, sí. Nunca tengo claro hacia donde voy,
sobre todo cuando el libro está en ciernes y también cuando lo llevo
medianamente desarrollado. Además, soy bastante caótica, porque no escribo la
novela unitariamente sino que estoy trabajando sobre un tema y de ahí surgen
varias ramificaciones. Una vez que tengo la sensación de que ya ha escrito todo
lo que quería escribir, hago un trabajo de montaje. Pero en ese momento el
libro es algo informe todavía. ‘Las voces de Adriana’, por ejemplo, llegó a
tener trescientas páginas y le quité la mitad porque quedaba un Frankenstein.
Así que, cuando ya tuve clara la línea de la narración, lo desmonté y lo volví a
montar.
Sé que a ti eso de los géneros no te importa mucho. ‘Las voces
de Adriana’ es una novela en la que has incluido prosa, poemas, diálogos,
relatos cortos... ¿En una novela cabe de todo?
Pues en esta novela desde luego que sí. Han cabido relatos y
algo parecido a poemas, pero quizá en todas las novelas no suceda igual. Si lo
pensamos genéricamente, la novela es un género que se presta a contener en su
interior múltiples formas o diversos estilos, pero siempre pensando que lo que
incluyas ha de funcionar dentro del libro.
miércoles, 1 de febrero de 2023
Francisco J. Leira Castiñeira: «Hay que construir la Historia contando con la aportación de la sociedad civil»
Francisco, tu labor como investigador/historiador se ha centrado hasta
ahora en la Guerra Civil, ¿por qué te atrae tanto ese tema?
Me atrae porque aún quedan muchas historias que no se conocen de viva
voz, que permanecen ocultas, como en una nebulosa, y no se han contado en el
plano social ni institucional, quedando reducidas al ámbito familiar. La Guerra
Civil y el Franquismo marcan un punto de ruptura en el siglo XX. Es lo que
pudimos ser y no fuimos a causa del golpe de estado.
La Historia con mayúscula se ha ocupado siempre de los grandes
movimientos, de los grandes hechos y las
grandes figuras. Sin embargo, a ti te interesan los Nadies, esas personas que
participan y sufren las directrices del devenir histórico sin comerlo ni
beberlo…
Realmente, creo que es una cuestión generacional. De alguna manera, yo
también me siento como una especie de Nadie en este mundo que vivimos. A veces
pienso que la influencia que podemos ejercer en los cambios sociales y
políticos se ha visto reducida por culpa de los grandes poderes que no somos
capaces de controlar. Por eso me he centrado en investigar a esas personas que,
digamos, no han sido tan relevantes y, sobre todo, en descubrir cuál fue la
interacción que tuvieron ellos con el mundo que les rodeó, algo que, también de
algún modo, explica la interacción que tengo yo con el mundo que me rodea a mí.
Por tanto, ahí hay una cuestión de identificación personal mía, y de otros
historiadores que, igualmente, se sienten identificados en este mismo sentido. Como
decía Pierre Vilar «Una parte del historiador también está en la Historia».
Este modelo de historiar, que tú has plasmado en ‘Los Nadies de la
Guerra de España’, recibe el nombre de Historia Pública. ¿Podrías definir este
término en pocas palabras?
Sería ese lugar en el que, tanto los que nos dedicamos a hacer Historia
como la sociedad civil, podemos tener un
espacio de debate. Se trata de una forma de construir la Historia contando con
la aportación de las personas, a través de información transmitida por su
propia memoria vivida o por la documentación, que ellas mismas puedan guardar
en su casa, siguiendo un método de trabajo riguroso. Este espacio de debate
para mí resulta fundamental. Creo que debemos fomentarlo para que la gente no
experta se sienta reflejada, se involucre y participe en él.
Si no lo entiendo mal, la Historia Pública concibe la Historia narrada
no a través de una voz única, sino de muchas, lo que la transforma en una
Historia coral, ¿es así?
Sí y en este libro creo que lo consigo más que en el anterior, a pesar
de que allí también hablaba de personas apenas conocidas a través de
entrevistas orales. Aquí, aunque son ocho capítulos con nombre y apellidos, he
pretendido que esas personas representen a otras que atravesaron situaciones
similares, teniendo siempre presente que las casuísticas son miles e intentando
abandonar ese discurso de las dos Españas, que parecen estar condenadas a
enfrentarse eternamente, porque no es real. Hay una gran diversidad de casos
particulares de personas que pensaban de un modo distinto y quiero que, a
través de estas mujeres y hombres, podamos estudiar muchos más casos. Por eso,
la mayoría de las personas que he incluido en el libro no procede de Madrid,
sino de otros territorios como Galicia, Andalucía, Catalunya…
Por tanto, al crear ese espacio de debate al que aludes, lo que haces es
democratizar el estudio de la Historia, ¿no?
Sin duda, claro. La Historia la construimos todos. Eso no quita que deba
ser seria y elaborada bajo un método riguroso, pero sí la democratiza y hace
bajar al historiador al pie de la calle. Cuando terminé los capítulos del libro,
basados en la documentación recibida y mis búsquedas de archivo, les pasé los
textos a las propias familias y ellas fueron las que descubrieron aspectos de
sus antepasados que no conocían. Al mismo tiempo, corrigieron algunos detalles
de mi trabajo, aportándome nuevas miradas. Ese intercambio me permitió
enriquecer el libro.