La reedición ampliada, revisada y necesaria de un clásico.
Stanley G. Payne (Texas, 1934) ha reeditado, todo un acierto, uno de sus títulos más clásicos, publicado por primera vez en 1997 y ahora revisado y actualizado. Se trata del volumen ‘Franco y José Antonio. Historia de la Falange y del Movimiento Nacional (1923-1977)’, editado por Espasa. Lo primero que llama la atención es el atrezzo, es decir, la portada, bañada en los tradicionales colores negro y rojo de Falange, unos tonos que intimidan y que, a los que hoy peinamos canas, nos transporta a una época llena de momentos oscuros y trágicos, teñidos de inevitables miedos atávicos.
‘Franco y José Antonio’ abarca un periodo de cincuenta y
cuatro años del pasado siglo, un tiempo que parece lejano pero que en realidad
está ahí, próximo, vivo, palpitante. En la Introducción, Payne cuenta que no es
la primera ocasión que escribe sobre fascismo y remite al lector a su primer
trabajo, elaborado con metodología poco ortodoxa a finales de los años
cincuenta. El historiador norteamericano visitó la España de aquel tiempo y se
movió a través de las escasas fuentes de información existentes entonces, recurriendo
a las técnicas de la historia oral, entrevistas y testimonios, como método de
investigación. Sus trajines por aquel país en reconstrucción no pasaron
inadvertidos para las autoridades franquistas que, no obstante, le permitieron
desarrollar su trabajo sin inmiscuirse. El libro fue publicado y penetró en
España, de contrabando, dentro de la mítica colección Ruedo Ibérico.
Habla Payne de que, aunque existen varios modelos de
fascismos, dos son los más destacados por su repercusión internacional: el
italiano y el nacionalsocialista alemán, el nazismo, que, además, contenía en
su doctrinario elementos diferenciales entre los que destacaba su antisemitismo. Sin embargo, el fascismo
español estuvo principalmente influenciado por el modelo transalpino y no en
vano, durante los años 1934-1935, el partido de José Antonio Primo de Rivera recibió
subsidio económico desde Italia. Algo parecido le ocurrió a su padre, que buscó
también inspiración para su dictadura en el régimen italiano, sin olvidar que Alfonso
XIII era ferviente admirador de Don Benito. Y algo que llama poderosamente la
atención es que, siendo un grupo político que apenas contaba con 5.000
afiliados a finales de 1934, a lo largo de la Guerra Civil y la posguerra desempeñó
un papel muy relevante.
Para enmarcar el contexto histórico, el historiador
norteamericano dedica un importante capítulo a desmenuzar la evolución de los
partidos de la derecha y del sentimiento nacionalista desarrollado en España
durante el primer tercio del siglo XX que, tras varios intentos infructuosos,
desembocaron en la creación de la Confederación Española de Derechas Autónomas
(CEDA), que concurrió a las elecciones republicanas. Ello le permite iluminar
su relación con la formación falangista, de la que José Antonio Primo de Rivera,
hombre de raigambre nobiliaria y ancestros andaluces, leído, culto, apasionado,
arrogante, estudiante de Derecho y abogado de éxito, consiguió convertirse en
líder. Su fusilamiento en noviembre de 1936 en Alicante, donde se encontraba preso,
frustró sus expectativas políticas. El Ausente, como así fue llamado a partir
de entonces, adquirió una fuerza y un relieve de primer orden dentro del
panorama español de la época. Payne no pasa por alto tampoco, los varios planes
de fuga del líder falangista, a los que Franco, de manera tibia, respaldó
económicamente.
El pensamiento de José Antonio Primo de Rivera resulta
complejo. Aunque se declaraba fascista, concibió un fascismo sui generis, puesto
que determinados matices del modelo italiano y del nacionalsocialismo alemán no
le convencían. No obstante, incluso para sus propios seguidores no terminaba de
ofrecer el perfil de un líder político, pues sus pretensiones culturales y su
refinamiento le restaban carácter para este cometido. Tras conocerlo, Unamuno
lo definió como «un muchacho que se ha metido en un papel que no le
corresponde. Es demasiado fino, demasiado señorito y, en el fondo, demasiado
tímido para que pueda ser un jefe y ni mucho menos un dictador». Por su parte,
uno de los intelectuales del nacionalsindicalismo, Ramiro Ledesma Ramos opinaba
que en él imperaban «contradicciones de
tipo irresoluble, procedentes de su formación intelectual y de las
circunstancias político-sociales de donde él mismo ha surgido». Esas
contradicciones le convertían en una víctima, capaz de «devorar su propia obra
y – lo que aún es peor – la de sus colaboradores». Su ideología, además, bebía
de manantiales diversos: de Ortega, de su admiración por la aristocracia
inglesa, del fascismo italiano e incluso del socialismo. Algo semejante ocurría
con el mismísimo Duce.
En las elecciones de 1936, Falange obtuvo un mínimo número de
votos, lo que les impidió acceder al parlamento. El progresivo deterioro de la
realidad política, salpicada de atentados y asesinatos entre elementos de uno y
otro signo, provocó que José Antonio se mostrara partidario de una contienda
civil como única solución viable para el futuro de España. Y a pesar de que
buscó alianzas, se mostraba dispuesto incluso a ir a la lucha, aunque fuera sólo
con sus propios recursos (10.000 fusiles). Animado por este impulso, concertó
una entrevista con Franco, entonces jefe del Estado Mayor, en la que, siguiendo
su táctica habitual, el futuro dictador se mostró cauto y desvió la conversación
hacia otras cuestiones, pues no quería verse involucrado en algo que,
claramente, constituía un acto delictivo. La posterior detención y
encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera, paradójicamente o quizá no
tanto, provocó un auge de la Falange que alcanzó dimensiones de afiliación
nunca conocidas en el partido. Hasta aquel momento, Falange disponía de escaso
margen de maniobra dentro de un espectro político muy fragmentado, ocupado por
partidos de toda índole, desde católicos y liberales hasta socialistas y
comunistas. Por otro lado y, a diferencia de lo que ocurría en Italia y
Alemania, los militares españoles continuaban detentando poder, lo que limitaba
igualmente las posibilidades de éxito de una posible movilización fascista.
Como cuenta Payne, iniciada la guerra y especialmente durante
los primeros meses, entre otras cosas las milicias falangistas fueron
utilizadas por las fuerzas insurgentes como ejecutoras de la represión
antirrepublicana, casi siempre supervisadas por mandos militares. Los soldados
se necesitaban en el frente y alguien debía de ocuparse de este «trabajo» en la
zona sublevada. Franco llevaba idea de «reducir a un común denominador los
varios partidos e ideologías del movimiento» en palabras de Serrano Suñer. Por
ello, en abril de 1937, mediante el Decreto de Unificación, agrupó las
distintas fuerzas, no militares, que intervenían en el conflicto dentro de un
nuevo conglomerado denominado FET de las JONS, que permitió que el propio
dictador se erigiese en el jefe nacional de Falange. El resultante ideológico
de todas estas circunstancias fue un régimen ecléctico, mezcla de derechismo y
religión, que nunca abandonó los principios fundamentales de autoritarismo,
nacionalismo, tradicionalismo y catolicismo, un «fascismo frailuno» en palabras
del hispanista tejano.
En sucesivos capítulos, rematados con un copioso apartado de
notas y una amplia bibliografía, reflejo del inmenso trabajo de documentación y
lecturas llevado a cabo por Payne, el libro desmenuza aspectos tan relevantes
del movimiento falangista como la Sección Femenina, la Organización Juvenil
Española, el SEU, la participación de España en la II Guerra Mundial a través
de la División Azul, la Organización Sindical y la última etapa del Movimiento
y sus disidencias, que condujeron a su disolución en el año 1977. No cabe duda
de que la victoria de Franco en la Guerra Civil difuminó en gran medida la
figura y la obra del fundador de la Falange y promotor del fascismo en España.
De José Antonio Primo de Rivera se ha escrito y se seguirá
escribiendo. No albergo ninguna duda de que continuará siendo un personaje
atractivo para la historiografía de nuestro país, pues su prematura muerte, que
lo elevó a la categoría de mito, dejó muchas incógnitas por despejar, algo que
siempre constituye un irresistible reto para investigadores, historiadores y también
escritores de ficción.
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 23/10/2024
‘Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español.
Stanley G. Payne. Ed. Espasa. 2024. Tapa dura con sobrecubierta, 928 páginas. Precio:
29,90 euros.