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Ibon, es la primera vez que hablamos y la pregunta inicial es inevitable: qué significa escribir para ti o a qué te dedicarías si no fueras escritor?
Fíjate, en su día lo primero que yo quería ser era médico. Era mi objetivo durante la infancia. Pero siempre me gustó mucho leer y llegó un día que, casi como un hobby, empecé a escribir un libro. Hoy en día, para mí la escritura lo es todo, significa pasar fuera de mí unos cuantos meses al año, viviendo otras vidas.
Comenzaste como autor de libros de viajes, pero derivaste hacia el género negro. Por qué esa elección, tratándose, además, de un género con unas características tan específicas?
Durante muchos años estuve recopilando rutas por todos los rincones del País Vasco y en esas excursiones encontré lugares en los que, sin saber muy bien por qué, tuve la sensación de que podría localizar alguna novela. Y por fuerza tenía que pertenecer al género negro, porque era el que me gustaba. A mí, cuando abro un libro, lo que me atrae es que sea de crímenes e investigación.
Recientemente, has participado en Barcelona Negra, donde comentaste que este género atraviesa uno de sus mejores momentos. Sin embargo, no crees que quizá hay un exceso de autores y una saturación de novelas policiales?
No tengo sensación de que exista saturación. Es verdad que hay muchos libros y muchísimos nuevos autores, que merecen su oportunidad. Más bien yo lo veo como la capacidad de elegir entre diferentes opciones y escritores con estilos muy distintos. Incluso te diría que, dentro del propio género, podemos encontrar muchas corrientes, lo que me parece una gran suerte.
En el género negro, el reto intelectual de descubrir al culpable ha pasado definitivamente a un segundo término?
Creo que ahora tiene mucha más importancia que el lector se vea trasladado al escenario y sienta que está allí, que el propio descubrimiento del asesino. En todo momento, el lector sabe que vas a jugar con él, que le vas a presentar a diferentes posibles asesinos y que siempre acabará siéndolo el que menos se pensaba, aunque es verdad que ya deambulaba por ahí suelto desde el principio. La mayoría de las novelas actuales no están pensadas para que el lector localice al asesino, él espera que se lo descubras tú.
Algunos autores que cultivan el género negro le han incorporado elementos mágicos y de leyenda. En ‘Alma negra’ tú también lo haces. De dónde procede tu interés por estos elementos, más propios del género fantástico?
Me parece que, sobre todo en el País Vasco, disponemos de una riqueza de mitologías y leyendas muy potente, que te proporciona un ingrediente extra para la novela, ya que te permite generar un suspense añadido y te ayuda, en este caso la leyenda de Alma negra, a construir todo un relato en torno a los vecinos, a trazar el esqueleto de la narración y amplificarlo, incrementando la propia inquietud que puede generar un asesinato.
Te consideras un escritor de brújula o de plano?
Pues, lo cierto es que intento empezar todas mis novelas con mapa, me creo unos esquemas maravillosos, muevo los post-its de aquí para allá y juego a criminólogo en casa. Sin embargo, luego, la escritura me va llevando de un sitio a otro y al final el mapa acaba desbaratado, el asesino suele ser el que estaba previsto y todo lo que estaba programado acaba cambiando durante el camino. O sea que soy más de brújula, aunque intento no serlo.
En una entrevista tuya, he escuchado que lo primero que necesitas para sentarte a escribir es un escenario, que visitas con frecuencia para ambientarte. No sé si esto es muy habitual. Creo que muchos escritores de género negro preparan primero la historia y luego eligen el lugar donde desarrollarán la acción.
Pienso que a mí me ocurre eso porque, como te decía antes, procedo de la escritura de las guías de excursiones. Tengo una serie de escenarios metidos en la cabeza, sé que puedo exprimirlos y, tras profundizar en ellos y elegir el más adecuado, es cuando pienso en qué tipo de trama podré desarrollar allí.
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Ese escenario es un territorio bien conocido para ti: la geografía de Euskadi y de su paisaje. Quizá por esa razón, al menos yo lo percibo así, los vascos os mostráis más preocupados por la ecología y el medio ambiente que en otros territorios?
Estoy de acuerdo contigo. Cuando subo al monte me doy cuenta del respeto que los vascos tenemos al medio rural y a la montaña. El País Vasco está muy marcado por su orografía y por el mar. Desde luego la montaña está muy presente, siempre ha sido ese punto en el que habitaba lo desconocido, porque además la lluvia y la niebla ayudan a ello. Es un elemento con el que convivimos y respetamos. Es algo casi religioso. De hecho, todas nuestras cumbres están coronadas por su cruz y eso nos lleva a pensar en la imagen de pequeños altares paganos, ahora cristianizados.
De alguna manera y salvando las distancias del género que él cultivó, tu literatura entronca con el mundo de Ramiro Pinilla y sus ‘Verdes valles, colinas rojas’?
Bueno, Ramiro Pinilla fue un maestro enorme, uno de los grandes precursores de la literatura en el País Vasco. Creo que en mi escritura puede encontrarse su amor por el paisaje, porque también para él era muy importante el lugar donde localizaba sus novelas y sus escritos, algo vital para mí, como ya he dicho.
Has acuñado el término «euskalnoir», piensas que la novela negra vasca posee unas peculiaridades propias que la hacen merecedora de esa denominación?
Sí, el «euskalnoir» creo que ya existe. Hay un grupo de escritores que encajamos en esa denominación, tales como Mikel Santiago, Eva García Saenz de Urturi e incluso Dolores Redondo, aunque ella localiza sus libros en la Navarra vascófona. Todos tenemos en común un vínculo con el paisaje y un aislamiento geográfico, que utilizamos para generar tensión, sin olvidarnos del clima, con el que jugamos mucho.
‘Alma negra’ es la última novela de una tetralogía protagonizada por la ertzaintza Ane Cestero. Sin embargo, tú antes ya habías publicado otra tetralogía. El cuatro parece ser un número mágico para ti. Por qué te ocurre eso y por qué has decidido terminar con las andanzas de esta policía?
Es verdad que las dos series que he escrito han tenido cuatro entregas y creo que no es casualidad. De hecho, no me gusta hablar de trilogías, porque parece que nos referimos a libros vinculados entre sí y yo he tratado de huir de ese concepto de novelas entrelazadas. En mis series hay unos mismos personajes, pero son casos auto conclusivos, que admiten la lectura de cualquiera de ellos por separado. Además, pienso que ir más allá puede generar hartazgo tanto en mí como en los propios personajes.
Ane Centeno practica boxing, ama el café y toca la batería en un grupo de música, cuando su actividad policial se lo permite. Qué tiene ella de ti y viceversa, porque imagino que, después de cuatro libros juntos, algo os habréis intercambiado?
Creo que tiene bastante de mí, al fin y al cabo cuando buscas un protagonista para tus libros extrapolas muchas de tus historias y de tus maneras de hacer en ellos y también, de algún modo, pienso que entre Ane Centeno y Julia, la otra ertzaintza, he repartido bastante de mi propio carácter, al tiempo que he aprendido cosas de ambas. Por ejemplo, a Julia le he robado ese ritual diario de darse un baño en el mar, sin importar la fecha, la hora ni el tiempo que haga.
Hay un trasfondo de niños robados en ‘Alma negra’. Este fenómeno fue muy frecuente en Euskadi durante el franquismo y aún en la Transición?
Sí, sí, en el País Vasco hubo una potente red de robo de niños, concretamente en Bilbao, y además, fue una organización que no estaba basada en ninguna institución religiosa, sino en el poder económico y social de sus organizadores. Acudía gente de toda España tanto a deshacerse de bebés como a comprarlos.
Tras concluir la tetralogía, qué poso te ha quedado? Has aprendido cosas nuevas?
No te diré que he aprendido a escribir, porque ya venía enseñado tras publicar mi anterior tetralogía, pero sí creo que he aprendido a utilizar muy bien los ritmos y a comprender que al lector hay que sorprenderle en la primera página, y también en la última, pero teniendo en cuenta que, a lo largo de la novela, ha de haber muchos momentos de sorpresa para que no se aburra y reconecte.
El orgullo de estirpe y la fuerza de una familia vasca, los Echegaray, están presentes en ‘Alma negra’, incluso para expulsar de su domicilio a los ertzaintzas, quedan muchas familias así en 2025?
Sí, todavía, todavía quedan muchas en el País Vasco, un territorio en el que pienso que la mujer tiene un carácter fuerte y poderoso, ha mandado mucho en el pasado y continúa haciéndolo ahora.
La última por hoy: sabes ya cuál será tu próximo proyecto literario?
Ya trabajo con los primeros bocetos de una novela, también de género negro y ambientada en el País Vasco, que es lo que conozco, pero aún estoy con el primer esbozo de personajes, al tiempo que trato de encontrar los escenarios adecuados, que tal vez sean por lo menos tres, uno de cada provincia vasca.
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI