Barrio Gótico’, editado por Planeta, el thriller con el que ha ganado el Premio de Novela Fernando Lara 2025. La historia está protagonizada por el también periodista Víctor Balmoral, que investiga la desaparición de una mujer en el epicentro medieval de Barcelona. Al mismo tiempo, el lector asistirá a la historia del popular y señero Barrio Gótico, relatada por los personajes que transitan las páginas del libro. Balmoral, además, recibe las visitas del fantasma de Antonio Riquelme, un antiguo amigo, con el que comparte momentos y discusiones en su día a día. Discurre el último lunes del mes de junio, mediada la tarde, un día caluroso como muchos, cuando Sergio Vila-Sanjuán me atiende telefónicamente desde la ciudad condal, atrincherado bajo el amparo del aire acondicionado de su casa, según me cuenta. A eso mismo me dedico yo trescientos cincuenta kilómetros más al sur, compartiendo la orilla del Mediterráneo que nos une. Con tan «reconfortante» panorama y con el piloto rojo de la grabadora encendido, comenzamos a desgranar algunos pormenores de este «misterio gótico».
En primer lugar, Sergio,
enhorabuena por el Premio.
Muchas gracias, la verdad es que
estoy muy contento.
Aún cuando tú eres un
periodista cultural, qué llegó primero: la vocación por la escritura o el
periodismo?
En realidad, la escritura, porque
yo empecé a escribir muy pronto. Lo hice en el colegio y publiqué mi primer
cuento a los dieciséis años. De hecho, estudié Historia y fui a parar al
periodismo porque me surgió la oportunidad de ejercerlo. Lo que ocurre es que
me he tirado cuarenta años dedicado al mundo de la cultura, y ya lo considero
una parte muy importante de mi carrera y mi personalidad.
Y dónde te sientes más cómodo,
en tu oficio periodístico o en la ficción?
Mi ecosistema es el mundo de la
cultura y cuando comencé con la narrativa también intenté establecer muchas
vinculaciones con ese mundo. Mis novelas están bastante conectadas a mis
inquietudes literarias, artísticas e históricas, y creo que este último
componente es importante en mi narrativa.
Cómo te cruzas con Víctor Balmoral en tu carrera
literaria?
Esta es mi cuarta novela y es la segunda
con él. Mis tres títulos anteriores, en realidad, son una mezcla de memoria
familiar y crónica urbana. En la tercera de ellas, ‘El informe Casabona’, yo
quería hablar del mundo del dinero y de los negocios y utilicé a un periodista,
que no era yo, pero que tenía algo que ver conmigo. Y ese es Víctor Balmoral.
Cuando decidí introducirme en el Barrio Gótico barcelonés, que es un mundo que controlo
bien y contiene historias interesantes de explicar, pensé que, si utilizaba a
Balmoral, a quien ya conocía, me facilitaría la escritura de la obra. Y así ha
sido.
Después de dos novelas juntos,
qué tiene Víctor Balmoral de ti y viceversa, porque algo os habréis
intercambiado, no?
Sí, sí, yo le he prestado
experiencias, manías, algún pequeño arrechucho de salud y gustos musicales.
Víctor posee un punto analítico probablemente más desarrollado que el mío, y me
va muy bien plasmarlo en el papel porque me estimula la imaginación.
Como tú, él también es miembro
de la Real Academia de Buenas Letras, cuando os encontráis los dos allí de qué
habláis? Tomáis café? Compartís el servicio por aquello de los problemas prostáticos
de Víctor?
Un poco de todo, pero no creas,
porque el lavabo es de pocas cabinas [Risas telefónicas sostenidas]. Creo que
coincidimos en la biblioteca, buscando manuscritos antiguos, que nos ayudan a
esclarecer un poco toda la historia oculta de este Barrio Gótico tan mágico y
misterioso.
![]() |
©javierocaña |
A Balmoral le piden que se jubile y él siente añoranza por todo lo que su periódico significa en su vida. Al mismo tiempo, asistimos a la decadencia de alguna familia ancestral; visitamos el Círculo del Liceo, una especie de cápsula respetada por el paso de los años; y el mismo Barrio Gótico es un testigo mudo de otras épocas… La nostalgia ha guiado la escritura de tu novela?
Más que nostalgia es la
constatación del paso del tiempo. Me interesaba contrastar diferentes ambientes
sociales y unas instituciones, antiguas pero no obsoletas, muy características
de la ciudad, con mucho peso del pasado, como la Real Academia de las Buenas
Letras o el Círculo del Liceo, frente a vivencias mucho más actuales,
contemporáneas, como las del periódico, el mundo digital o la gente joven, personificada
por la guía turística ácrata o la religiosa entregada a los demás.
‘Misterio en el Barrio Gótico’
está narrada en tercera persona, por qué? Te lo pedía el texto?
En este caso sí me lo pedía. A lo
largo de mis novelas he ido experimentando. En ‘Una heredera de Barcelona’, utilicé
la primera persona del pasado; en ‘Estaba en el aire’, la tercera persona del
presente; y en ‘El informe Casabona’ encontramos una especie de puzle de
testimonios periodísticos. Es decir, en cada novela he tratado de buscar una
estructura y un estilo propio, que se le adecúe bien, al modo como lo hacía
Vargas Llosa. Y en este caso tenía que ser la primera persona, pero con el
punto de vista del periodista, que se mantiene durante toda la obra.
Cuenta la novela que las
noticias publicadas en papel, aunque sean atrasadas, saben diferente a las que
se cuelgan en la prensa digital. Por qué crees que ocurre eso?
Bueno, creo que ocurre porque en
el papel la estructura fija es más clara. Sabes que lo que va arriba es lo más
importante; que lo que va debajo, menos; y que lo que va en un breve de columna
es, digamos, saltable. Sin embargo, en el periodismo digital, las noticias van
entrando a lo largo y cuesta más jerarquizarlas. Sin olvidar que el componente
táctil del papel y el olor de la tinta son importantes también.
Este misterio se disfraza de thriller,
pero sabe a otra cosa. Tu objetivo era dibujar un cuadro del Barrio Gótico de
Barcelona desde múltiples ángulos: culturales, históricos, artísticos…?
Siempre utilizo un poco la
estructura de thriller. Funciona muy bien porque permite que la acción
vaya hacia adelante y que le lances al lector una serie de claves para interesarle.
Pero sí, claro, aquí había varias cosas que yo quería explicar como las
historias de algunos personajes, que creo que tienen cierta chicha. También
deseaba efectuar reflexiones sobre la amistad, un tema que me preocupa, ─ por
eso introduzco al fantasma, que es amigo del periodista ─, igual que el
contacto intergeneracional, el de unas chicas que han perdido a sus padres. Son
temas de siempre, pero hoy en día los vemos una y otra vez, lo que significa
que siguen teniendo mucha fuerza. La gente sigue preocupada, cuando no obsesionada,
por sus relaciones familiares.
Eso de que Balmoral tenga un amigo muerto como Riquelme,
no merecería un análisis un poco más profundo, quizá freudiano?
Sí, lo que pasa es que no tengo
muy claro si es un fantasma real, una proyección psicoanalítica como tú
sugieres, o un alter ego, pero en cualquier caso es la figura que él ha perdido
y con la que mantenía un ping-pong dialéctico sobre la realidad de las cosas.
Aunque Víctor Balmoral es el
vehículo conductor de la acción, el auténtico protagonista de ‘Misterio en el
Barrio Gótico’ es el propio Barrio, no?
Sí, el protagonista es el Barrio,
que, históricamente hablando, es una gran fabulación urbanística, porque hace
ciento cincuenta años, este Barrio Gótico, el más grande de Europa, era una
zona muy apretada en la que convivían construcciones de todo tipo, no sólo medievales,
sino también de los siglos XVII y XIX. Fue entonces cuando se decidió tumbar
las edificaciones que no llegaban a un mínimo nivel estético exigible, mantener
las góticas, restaurar las que estaban en mal estado y trasladar allí construcciones
de otros puntos de la ciudad, del mismo estilo gótico, que fueron demolidas,
numerándolas piedra por piedra, y vueltas a colocar ahora en su nuevo
emplazamiento. Ver cómo una ciudad reinventa su pasado a la medida de sus
necesidades de cada momento, es algo que me interesa mucho y demuestra que
aquellos prohombres anhelaban disponer de un corazón urbano gótico-gótico.
«Recorrer el Barrio Gótico de
Barcelona equivale a sumergirse en épocas pasadas y esperar en las encrucijadas
de las estrechas calles la aparición de esos personajes antiguos cuyos nombres
aprendimos en las lecturas», esta es una cita del historiador Agustín Durán Sánchez,
que incluyes al inicio del libro. Te has parado a pensar que, en algún momento,
tú puedes ser uno de esos «personajes antiguos», que transitan esas
encrucijadas urbanas?
[Risas]. Ya me gustaría, ya. Es
lo que todos deseamos: ganar un poco de inmortalidad. Pero la inmortalidad está
muy disputada. Muchos son los llamados y pocos los elegidos.
En 1391, al igual que en otros
lugares de la península, en Barcelona hubo un pogromo. A resultas del mismo, el
call barcelonés ya no se recuperó. Fueron expulsados los judíos de la
ciudad o diseminados por otros barrios?
Unos se marcharon y a otros los
repartieron por diversos lugares, pero lo cierto es que la judería desapareció.
En Barcelona hubo una comunidad judía muy importante con teólogos destacados,
de hecho, existe un diccionario de autores catalanes del siglo XIX, que yo he
consultado con frecuencia, donde aparecen muchos escritores hebreos de aquella
época. Ese barrio judío, llamado call, resultó arrasado durante los
disturbios y se prohibieron sus prácticas religiosas. Unos judíos se quedaron,
cambiando de creencias o simulando que lo hacían, y hubo otros que se marcharon
camino de Francia o Centroeuropa, donde el clima les era más benigno.
Emerge con fuerza la figura del
escultor Frederic Marès, un atractivo personaje poliédrico. Qué aspecto destacarías
más de él: su calidad artística o su labor como recolector, salvador y
restaurador de obras y patrimonio?
El segundo aspecto. Sin duda.
Marès es un escultor clásico que no está mal, pero en el siglo de Chillida o de
Henry Moore, simplemente se trata de un artista de un nivel, digamos, correcto.
En cambio, todo lo que hizo como coleccionista y recuperador del patrimonio
español durante la Guerra Civil, donde se jugó la vida, lo convierte en una
figura interesante, a la vez que muy novelesca. Por otro lado, como personaje
de la vida barcelonesa me fascina mucho. Su aspecto físico era el de un sabio bohemio,
al que tuve la oportunidad de cruzarme alguna vez por la calle.
Tratas también la Orden del
Toisón de Oro, compuesta por los reyes y la alta nobleza de varios países. De
vez en cuando se reunían no sé si para planificar el futuro o negociar sus
intereses, esta Orden tiene algo de G-7?
Sí, claro que lo tiene, esto es
la diplomacia blanda de la época. A los duques de Borgoña, cuyo territorio era
medio francés y medio alemán, les interesaba generar un tipo de asociación
donde sus señores feudalizados, procedentes de diferentes territorios, pudieran
confluir. Así que montaron esta Orden del Toisón de Oro, muy inspirada en los
libros de caballería. Y funcionó como un elemento aglutinador, un espacio donde
discutían de sus asuntos, hacían política, se conocían y dialogaban. Todo
terminó con la reforma luterana, que el emperador Carlos V, que sale en el
libro, intentó de alguna manera apaciguar, pactando con Lutero y el Papado.
Pero llegó un momento en el que el Papado adoptó una postura muy dura,
dispuesto a no aceptar la Reforma y estallaron las guerras de religión, que tan
negativas resultaron para Europa. Al inicio del conflicto, la Orden se disolvió.
Mientras el Toisón celebraba
en Barcelona su reunión en 1519, estallaron la rebelión de les Germanies
y la de las Comunidades de Castilla.
Sí, efectivamente, Carlos llegó
de Flandes y empezó a tomar contacto con sus territorios de aquí, algunos de
los cuales se le insubordinaron. Durante su estancia en Barcelona, estuvo con
su amante Germana de Foix, que era la viuda de su abuelo, con la que mantuvo
una relación muy fuerte. Pero en la corte comenzaron a decir que aquello era un
incesto y rompió su relación para casarla con uno de sus hombres de confianza y
enviarla a València, donde vivió mucho tiempo. Germana de Foix fue una mujer
muy potente.
‘Misterio en
el Barrio Gótico’ describe los lujos, ropajes, simbología y ritos de la Orden
del Toisón de Oro, te interesan estos detalles?
Sí, yo estudié
Historia Medieval y la Edad Media es una época muy ritualizada, a diferencia de
la actual, que conserva cierto ritualismo, como el reciente cónclave de la ONU
en Sevilla, que procede de aquella época. Aunque no soy un loco del tema, me
interesan estos aspectos para ver cómo, de alguna manera, se van formalizando
ciertos modos de relaciones tanto de poder, como personales. En este libro en
concreto, hablo de la sillería del siglo XVI, que existe en la catedral de
Barcelona, que ha pasado por varias guerras y se ha mantenido incólume con las
pinturas de los diversos escudos de armas. Y entonces piensas que es un milagro
que, con todo lo que ha ardido en este país, esta sillería siga en pie.
Las reformas urbanas de los Juegos
Olímpicos de 1992 le hicieron daño al Barrio Gótico?
Los Juegos
Olímpicos cambiaron totalmente la psicología de Barcelona. Barcelona no era una
ciudad turística, sino industrial y recibía principalmente visitantes
profesionales. De hecho, el slogan promocional en los años 50 y 60 era
«Barcelona, ciudad de ferias y congresos». La ciudad presentaba diversos
grados, conjugaba lugares nuevos y viejos, tiendas antiquísimas y zonas
degradadas, como el barrio chino, que conservaban un cierto aroma canalla y que
gustó mucho a los escritores franceses. Con los Juegos esto cambió, porque se
hizo un gran esfuerzo para limpiar la imagen de la ciudad y ponerla al día. El
mensaje de Barcelona inundó el mundo, caló hondo, y en cuestión de cinco o seis
años, por primera vez, los visitantes turísticos superaron a los profesionales y
la ciudad creció como gran destino para el turismo y los cruceros. Y eso,
ahora, se percibe cada día en la vida barcelonesa.
La última por hoy. Dice la
novela: «Pasear por aquellas calles vacías, en las que volvía a resonar el eco
de los pasos, traía una memoria de siglos que me embrujaba». Qué significa el Barrio
Gótico de Barcelona para Sergio Vila-Sanjuán?
Mira, por un lado, es mi infancia.
Yo iba por allí con mi padre, que era historiador y conocía muchas historias
del Barrio, que me contaba. Luego visitábamos los libreros de viejo, que hoy ya
casi no existen, atendidos por esos señores mayores que parecían congelados en
el tiempo, que te mostraban manuscritos sin importarles la rentabilidad porque,
además, era imposible que su negocio fuera rentable, aunque funcionaban. Es un
recuerdo que siempre he conservado. Ya de mayor, cuando me nombraron académico
de la Real Academia de las Buenas Letras, que fue un reconocimiento que me
gustó mucho, porque me permitía entrar un poco en el olimpo de los humanistas catalanes,
regresé al Barrio Gótico y, de alguna forma, ya lo contemplé con esta nueva
faceta de núcleo turístico, de un espacio en el que confluyen muchos mundos.
Todo eso es lo que me ha llevado a concebir esta novela.
Herme Cerezo/Diario Siglo XXI