Alberto Manguel, que actualmente ostenta la nacionalidad canadiense, nació en 1948 en Buenos Aires. Traductor, editor, crítico literario y colaborador de destacados diarios y revistas, es también escritor de ficción. Su historial de premios obtenidos y de títulos publicados es enorme. Sin embargo, las dos obras que le han proporcionado fama internacional son dos libros muy peculiares: ‘El diccionario de lugares imaginarios’, escrito conjuntamente con Gianni Guadalupi, y ‘Una historia de la lectura’ que fue galardonada con el Premio Médicis.
‘La Historia de la lectura’, que vio la luz inicialmente en lengua inglesa en el año 1996 y que ahora reedita Alianza Editorial dentro de su colección Alianza Literaria, es un libro singular. El propio Manguel ha reconocido en sus entrevistas que a él le entusiasman los chismes y las pequeñas historias secretas y que por eso se le ocurrió la idea de escribir un volumen que no hable de los escritores, que son los que menos saben acerca de lo que ocurrirá con sus obras, sino de los lectores que, a fin de cuentas, son los que eligen qué libro leen y cuál no. Al hacerlo, tal y como afirma Diderot en una cita extraída de las primeras páginas de la obra, “Pero, ¿quién será el amo? ¿El escritor o el lector?”, dibujan el destino final del libro.
‘Una historia de la lectura’ no es la historia de la lectura sino la historia de la lectura de Alberto Manguel, diferente y tan válida como cualquier otra. En su interior, el autor argentino combina estudios clásicos con psicología, memorias, fantasía y erudición, descrito todo ello con un tono amable, divertido y enormemente ilustrativo, incluidas numerosas y esclarecedoras imágenes. Especial atractivo encuentra el lector en los pasajes donde describe como, a través de una conjunción especial, probablemente mágica, las letras que de pequeño veía mezcladas con dibujos en un cartel colgado en las paredes de su habitación, de repente cobraron vida a través de las ventanas del coche en el que viajaba. Se juntaron, formaron sílabas y le permitieron comprender que ya sabía leer. Tenía entonces cuatro años. Tres más tarde aprendería a escribir, pero fueron momentos independientes, incomparables, distintos. “Quizá pudiese vivir sin escribir. No creo que pudiera vivir sin leer”. A partir de entonces en su vida se mezclaban seres reales con imaginarios, personales tangibles con otros extraídos de la ficción. No es menos importante el hecho de que el autor, antes de percibir nuevas sensaciones y vivir experiencias desconocidas ya supiera lo que iba a ocurrir porque lo había leído en los libros. Eso le otorgaba un cierto sentimiento de decepción, de dejà vu. Lo sorprendente fue que también descubrió que, a veces, la literatura puede no llegar a la altura de la realidad.
Sin embargo, la gran apuesta de ‘Una historia de la lectura’ es el análisis de la realidad que el hecho lector nos puede proporcionar si somos capaces de reaccionar a tiempo. Ante un mundo que se agita, que se convulsiona y que nos hace movernos, irremediablemente, sin pausa, Manguel opone la sosegada consideración que “un libro puede quizás obligarnos a detenernos, a reflexionar, a preguntarnos, más allá de falsas opciones y absurdas promesas de paraísos, qué peligros nos amenazan realmente y cuáles son nuestras verdaderas armas”.
‘Una historia de la lectura’ está compuesta por veintidós capítulos distribuidos en cuatro bloques (‘La última página’, ‘Lecturas’, ‘Los poderes del lector’ y ‘Las guardas del libro’), un apartado de Notas y un Índice onomástico. Probablemente, su estructura y contenido inviten a efectuar una lectura pausada y reflexiva. Es obra que parece recomendable para depositar en la mesilla de noche, bien a la vista, para leer antes de dormir unas cuantas páginas sobre las que el lector deberá regresar de vez en cuando. Porque le va a apetecer hacerlo. Seguro.
