«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 19 de mayo de 2019

Fiona Barton: «Si tuviese en cuenta la opinión de los lectores, estaría atada de pies y manos a la hora de escribir»


Nº 571.- Calor. Hay algo de verano anticipado en el segundo viernes de mayo. El momento de la comida oficial se aproxima. Durante algo más de una hora, he disfrutado de la compañía de Fiona Barton en una visita a lugares emblemáticos de València: Palacio del Marqués de Dos Aguas, Museo y Claustro del Patriarca, Catedral, Palau de la Generalitat, Lonja y Mercado Central, presidido por su cotorra. En algún momento, la escritora británica ha dicho que le gustaría regresar con su familia para visitar la ciudad con más calma. «Me he dado cuenta de que València no se puede ver en dos días. Requiere más tiempo». Fiona Barton ha llegado a la capital del Túria para participar en el festival València Negra 2019 y presentar ‘La sospecha’, su tercera novela, editada por Planeta y protagonizada, al igual que sus dos entregas anteriores, por la periodista Kate Waters, bien secundada por el inspector Bob Sparkes. En esta ocasión, el leitmotiv es la noticia de la desaparición de dos jóvenes en Tailandia durante sus vacaciones. El suceso cobra relevancia y se difunde por los medios de comunicación internacionales. Sus familiares, angustiados, no quieren dar crédito a lo que leen en la prensa. A medida que se conozcan más detalles sobre la investigación, Waters y Sparkes se darán cuenta de algo terrible: la propia Kate es el centro de la noticia.
El viernes por la tarde, veinticuatro horas antes de nuestro callejeo y con la ayuda indispensable de Jakob Gramss, el intérprete alemán que domina cinco lenguas, conversé con Fiona durante unos minutos sobre ‘La sospecha’ y su modo de entender la literatura. La charla tuvo lugar en la cafetería del Hotel Reina Victoria, un espacio gastronómico teñido de sosiego y bañado por una luz gris, suave, amable.
Fiona, cuando entrevisto por primera vez a una escritora, siempre comienzo por la misma pregunta: ¿qué significa para usted escribir?
[Suspiro] Pregunta con mayúsculas… Escribir es algo que para mí significa mucho. Lo he hecho cada día durante los últimos cincuenta años de mi vida. Comencé cuando era joven y seguí haciéndolo al convertirme en reportera. Entonces escribía para el diario donde trabajaba y ahora lo hago para mí misma a tiempo completo. Como se puede ver, mi relación con la escritura ha cambiado mucho a lo largo de los años.



Y por qué se produjo ese cambio, ¿qué tiene la ficción que usted no  encuentra en el mundo real representado por el periodismo?
Freedom! (¡Libertad!) Sin embargo, sigo bastante ligada a la realidad. Me gusta. Yo no escribo ciencia ficción, ni fantasía, utilizo mi experiencia como reportera y periodista para darle cuerpo al argumento y a los personajes.
«Nunca dejes que la verdad te estropee una buena noticia», esta cita anónima encabeza ‘La sospecha’. Realidad-ficción entremezcladas.
Bueno, esto es algo que se dice acerca del periodismo, sin embargo, para la protagonista significa un dilema. En la novela, Kate ha de encararse con la verdad, pero tiene dificultades para hacerlo y, por tanto, ella se encuentra dividida entre la Kate periodista y la Kate madre.
Actualmente, lleva 800.000 ejemplares vendidos, al iniciar cada nueva novela ¿siente cierto miedo al fracaso?
¿Tantos? [Sonrisa de sorpresa] Sí, siempre, creo que les pasa a todos los escritores. Estamos un poco paranoicos. Existe una cierta magia con la escritura y es fácil deshacer ese conjuro que atrapa al lector. Durante el proceso de creación, una piensa que lo que hace es una tontería y se pregunta por qué escribe esta basura… Pero al acabar la novela, las cosas se ven mejor.
¿Por qué eligió el género thriller para escribir?
No fue una elección consciente. Para mi primera novela, tenía la idea y también la voz narradora, que era la de una viuda, en mi cabeza. Mi propósito era contar su historia, la de un matrimonio con secretos. Cuando estuvo terminada y el editor la leyó, me dijo: « ¡Esto es un thriller! » [Risas] Al comienzo, escribir ficción es difícil para un periodista, porque tiene la tendencia de contarlo todo en el primer párrafo, algo que no resulta muy adecuado para un escritor, ¿no le parece? Ahora ya soy consciente de esto y trato de mejorar mis habilidades narrativas.


La escritora británica, con más de 800.000 novelas vendidas, ha participado en el festival Valencia Negra 2019


¿Le interesa más la trama o descubrir al asesino?
Mmm, me divierto con la trama, pero siempre empiezo por los personajes. Trato de ver qué me trasladan y por qué actúan como lo hacen. Sus acciones no me interesan tanto.
Siempre hay una imagen, una noticia o una palabra que dan pie a la escritura de una novela, ¿cómo se tropezó Vd. con la idea inicial de ‘La sospecha’?
En ‘La viuda’, podía escuchar la voz de la viuda que me susurraba una frase sin cesar: «No más tonterías». En ‘La madre’, fue una historia que conocí cuando era periodista, la imagen del esqueleto de un niño que estaba constantemente presente en mi cabeza. El caso de ‘La sospecha’ es distinto. En esta novela pretendía dar un giro, convertir a Kate Waters en el argumento y conseguir que hablase de su familia. Para ello utilicé mis propios sentimientos, los que experimenté cuando fui una madre joven y mis hijos eran adolescentes.
Hasta hoy, Kate Waters ha protagonizado sus tres novelas, ¿desde el primer momento tuvo claro que era un personaje con proyección de serie?
No, no, para nada, ni siquiera sabía que iba a escribir más de un libro. Cuando comencé, Kate era un personaje menor, secundario… En ‘La viuda’, mi intención era que la voz narrativa fuera la de la propia protagonista, quería que ella misma contase la historia. De hecho, Kate no disponía de capítulos asignados, pero me lo pasaba tan bien con ella que fue creciendo y se quedó conmigo.
Imagino, que a Kate le asignó la profesión de periodista porque era la suya, claro.
Si, exactamente. Utilizar una periodista era una buena forma de iniciar una investigación. Los periodistas disponen de mayor libertad que los policías, que siempre tienen muchas reglas que obedecer y muchos informes que redactar. Ellos pueden concebir una idea y llevarla a la práctica con rapidez. Son más ágiles.
Kate Waters representa una especie de periodistas en riesgo de extinción, que no termina de  confiar en las nuevas tecnologías. En la vida real, ¿este modelo tiene sus días contados?
Les llaman dinosaurios [Risas]. Espero que no, pero hay una generación de periodistas que está experimentando una profunda transformación del paisaje mediático. Algunos han aceptado estas nuevas tecnologías y las usan, pero hay otros que no pueden, porque es superior a sus fuerzas.
Como «pareja de baile» Kate cuenta con el inspector Bob Sparkes, ¿su relación es canónica al estilo Sherlock Holmes y el Dr. Watson o no tiene nada que ver?
No, no, bueno, colaboran bien pero abordan las cosas de manera muy diferente. Los lectores me preguntan si hay algún romance entre ellos y, de momento, no lo hay. Se gustan, se caen bien, trabajan juntos, pero cada uno se comporta como la voz de la conciencia del otro.
Suele contar sus historias desde varios puntos de vista, con un enfoque poliédrico. En ‘La sospecha’ también lo ha hecho, ¿por qué le gusta este esquema narrativo?
Cuando era periodista, hablaba con mucha gente y en mis reportajes siempre aparecían varias voces distintas. Me gustaba y me gusta esa forma de contar, ya que de este modo el narrador puede cambiar de perspectiva y, en realidad, el lector no sabe quién le está hablando. Creo que esa costumbre procede de ahí.
Respecto a esto, llama la atención que Kate Waters habla en primera persona y el resto de voces en tercera, ¿por qué esa diferenciación?
Sí, es verdad. Me gusta y en todas las novelas lo hago así. Quiero que, al menos, uno de los personajes hable directamente al lector. 
‘La sospecha’ aborda el asunto de las desapariciones, en este caso en un país como Tailandia, y las nuevas tecnologías juegan su papel en la obra. ¿A la hora de localizar desaparecidos, realmente las redes sociales ayudan o estorban?
Pueden suceder ambas cosas. En esta novela he introducido las redes sociales porque muchas veces la gente joven abandona sus hogares, se marcha y las utiliza. Sin embargo, al mismo tiempo las redes confunden. En el caso de estas muchachas desaparecidas en Tailandia, Uno de los personajes, Álex, cuelga fotografías en su Facebook y dice que todo va de maravilla, cuando en realidad lo que hace es mentir. Él pretende mostrar la desconexión que hay entre la persona que somos en verdad y la que se asoma a las redes.
¿Hay algún interés por su parte en mostrar la cara B de Thailandia?
Bueno, yo hablaría mejor de la cara real. Cientos de personas jóvenes desaparecen cada año y la mayoría vuelve a aparecer, pero puede ser un país bastante difícil. Hablé con periodistas que trabajan allí y me contaron casos reales. Me explicaron la actitud de la policía respecto a los jóvenes occidentales y también los fraudes que se cometen con los turistas y los peligros a los que se exponen.
Otra de las notas destacadas de la novela es la presencia del humor. ¿Qué
significa el humor en la vida de Fiona Barton?
Me gusta echarme unas buenas risas, pero lo que más me atrae del sentido del humor es cuando una encuentra algo divertido, incluso en los momentos más difíciles. Y eso es algo que comparten policías y periodistas, porque en muchas ocasiones tenemos que lidiar con sucesos terribles y no queda más remedio que reír para quitarle hierro al asunto, suavizar la tensión y no llorar. Es algo real e inevitable.
Hace apenas un mes entrevisté a otra escritora británica, Kate Mosse, que también goza de mucho éxito de ventas y público. Y ambas residen en Francia. La pregunta es doble: ¿qué tiene Francia que les atrae tanto? ¿Para escribir bien de su país es indispensable vivir fuera, en el extranjero?
No había pensado en esa coincidencia. Británicos y franceses mantenemos una relación interesante a lo largo de los siglos. Estamos cerca, es el vecino más inmediato y muchas veces constituye nuestro primer viaje al extranjero. Francia es un país muy bonito, me gusta, estudio francés en la universidad y me ha proporcionado la calma y la paz que buscaba. Además, allí es muy barato comprar una casa. It’s true! (¡Es verdad!) [Risas]
Participa en València Negra 2019, ¿qué supone para usted acudir al festival? ¿En Inglaterra también existe la costumbre de celebrar este tipo de eventos?
Sí, en Inglaterra se hacen muchos festivales de este tipo y suponen una buena oportunidad para encontrarse con los lectores, conocer sus inquietudes y escuchar sus preguntas.
¿Significa eso que tiene en cuenta la opinión de sus lectores?
No, nunca. Si lo hiciera estaría atada de pies y manos a la hora de escribir.