«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

viernes, 20 de noviembre de 2020

Eva García Sáenz de Urturi, ganadora del Premio Planeta 2020: «El Premio Planeta da prestigio, es emérito, como un título nobiliario de literatura».

Fotografía cedida por la editorial.
Fotografía cedida por la editorial.
Nº 609.- El Premio Planeta 2020 pasará a la historia como una edición especial en la que el tradicional acto de entrega del galardón se vio mediatizado por el covid-19, que rompió el protocolo habitual de cada 15 de octubre. Tanto la ganadora, Eva García Sáenz de Urturi, con su novela ‘Aquitania’, como la finalista, Sandra Barneda, con ‘Un océano para llegar a ti’, no pudieron brillar juntas sobre el escenario del Palau de la Música Catalana, a causa de la pandemia. Sin embargo, el virus no fue capaz de alterar ni un ápice la calidad de ambas novelas. En consecuencia, la acostumbrada promoción de las obras también se ha modificado y las habituales ruedas de prensa y entrevistas personales han sido reemplazadas por conversaciones mediante móviles. «A través del teléfono – dice Eva García Sáenz de Urturi – se pierde un poco el contacto humano, pero al menos puedo continuar con la gira y siento que el mundo no se ha detenido. Lo que de momento sí se han perdido son las firmas del libro para no poner en riesgo a nadie». Aunque la escritora vitoriana no necesita presentación, debido al éxito de crítica y ventas de sus títulos anteriores, ganar el Premio Planeta supone un hito muy importante en su carrera. «El Planeta es un premio emérito, que te da prestigio. Sabes que tu novela tiene calidad, porque lo afirman los escritores del jurado. Siempre llevaré con orgullo el hecho de haberlo ganado. Es como un título nobiliario de la literatura, un apellido añadido tal y como dijo en su día Javier Sierra». En la entrega del galardón y con referencia a ‘Aquitania’, Juan Eslava Galán, reconocido escritor y miembro del jurado, manifestó que «si una novela es una construcción como una iglesia, a su autora le ha salido una catedral», lo que sin duda constituye un halago enorme, digno de ser tenido en cuenta. «Que alguien como Eslava Galán afirme eso de tu novela – señala Eva – te anima y estimula. Seguro que si, a lo largo de mi carrera, atravieso algún momento de bloqueo, el recuerdo de que lectores tan ilustrados como él se han emocionado con una novela mía me ayudará a proseguir». 



A pesar de que ‘Aquitania’ es una novela histórica, Eva decidió narrar utilizando recursos y estructuras propias del thriller, un género que le gusta especialmente. «El thriller me parece una manera diferente de contar. Más que saber quién lo ha hecho, de conocer el culpable, me interesa el motivo y bajo ese planteamiento ya estás hablando de otra cosa. En la ‘Trilogía de la Ciudad Blanca’ trabajé mucho el caso de los crono-crímenes, pero al final los lectores me preguntaban por Unai, por su relación con el abuelo, y por Estíbaliz, se iban a la parte familiar y humana, porque en verdad había escrito costumbrismo hiperlocalista en una ciudad como Vitoria. Ahora, en esta novela cuento lo que ocurrió con la muerte del duque de Aquitania, una muerte oportuna, extraña, real e histórica, pero a mí me interesa narrar cómo vivían en el medievo francés, la corte económica y culturalmente más rica de Francia, mediante ese juego de poder establecido entre capetos y aquitanos. Es casi una mezcla entre ‘Juego de tronos’ y ‘El nombre de la rosa’».

En definitiva, pues, podemos calificar la novela ganadora como un thriller histórico, repleto de conspiraciones, traiciones y batallas, protagonizado por la audaz Eleanor de Aquitania, una joven noble que reinó en Francia e Inglaterra movida por la venganza tras el asesinato de su padre. En el prólogo, Eleanor se presenta al lector como un personaje atractivo, de los que prometen, de los que incitan a ser leído: «Fui una asesina precoz, con ocho años me bastaron dos letras: oc-«sí» en mi amada lengua occitana para acabar con la vida de mis torturadores. Aunque también debería añadir que soy hija del incesto y culpable de amar a mi tío paterno, Raimond de Poitiers y de casarme con mi primo Luy». Semejantes rasgos no pasaron desapercibidos para Eva García Sáenz de Urturi. «Descubrí a Eleanor mientras investigaba para la tercera entrega de la ‘’Trilogía de la Ciudad Blanca’, una novela que incluía un libro sobre Navarra en el siglo XII. Me llamó la atención que ella acompañaba a Berenguela de Navarra hasta Tierra Santa, para casarla con su hijo, Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra. Me pareció un dato poco conocido y me pregunté quién sería esa mujer que, con más de setenta años, era capaz de cruzar a caballo los Alpes durante el mes de enero, en pleno invierno, para viajar hasta Oriente. Supe que, en ausencia de su hijo, Eleanor era regente de Inglaterra y, a continuación, me puse a leer las biografías de sus familiares. Así comprobé que se trataba de una familia disfuncional de personajes con caracteres muy marcados e incluso brutales algunas veces, algo muy novelable».

En tiempos actuales cabe preguntarse qué característica o qué virtud de la reina aquitana resultaría de utilidad en la política actual. La ganadora del Planeta 2020 lo tiene claro, no necesita pensar mucho para responder: «El largoplacismo. Eleanor era una experta en estrategias a largo plazo sin duda. El objetivo de los duques de Aquitania era conseguir que todos sus vasallos fuesen ricos, sin distinción de clases, desde el marino del puerto de Bayona hasta el propio duque. Si todos alcanzaban la riqueza, Aquitania iría bien. Las leyes del ducado fueron pensadas para gozar de la mayor calidad de vida posible, una cualidad de buen gobernante. Y la verdad es que les salió redondo, porque si hoy visitas el Valle del Loira ves que sus pobladores todavía viven con holgura. Trabajan en la hostelería de lujo, en granjas, en la agricultura y te das cuenta de que allí hay dinero». ¿Podríamos hablar entonces de un estado del bienestar medieval? «Absolutamente que sí. Por eso Aquitania fue siempre un territorio muy codiciado».

Fotografía cedida por la editorial

La narración discurre en primera persona, algo que ya es marca de la casa. «Desde ‘La Saga de los Longevos’ siempre he escrito en primera persona. En las últimas novelas he introducido también un narrador omnisciente, un testigo, pero en unos pocos capítulos. La primera persona me ayuda a ponerme en los ojos del personaje y entiendo que a los lectores les facilita empatizar con él, porque se introducen mejor en su cerebro». También es muy importante la voz narrativa, ese tono que emplean los escritores para contar la peripecia de sus libros. «Para mí es muy importante que la novela mantenga su propio tono de voz a lo largo de todo el texto, ya que permite diferenciar un libro de otro. No ha de parecer que el escritor se ha comido un diccionario, sino más bien hay que cuidar cómo te habla y cómo se expresa». Por supuesto, la curiosidad lectora incita también a conocer dónde se esconde la autora dentro del texto. «En el caso de personajes históricos puedes encontrar puntos míos en común con ellos, pero en realidad yo no los he creado, porque ya existían y están muy marcados por unas características que todo el mundo conoce. Evidentemente, he respetado sus personalidades, aunque está claro que siempre acabas poniendo tus experiencias y reflexiones vitales al servicio de la narración. Es algo inevitable, que permea a tus personajes, y quien te conoce acaba viéndote en todos ellos. De Eleanor, por ejemplo, se sabía que tenía muy mal genio – le llamaban la mantícora, ese monstruo que tiene cabeza de león, cola de escorpión y alas de águila –, y eso me vino muy bien para caracterizarla». 

‘Aquitania’ incluye un apartado con la bibliografía utilizada. La documentación ha jugado un papel importante a la hora de construir la novela.  «En el proceso creativo hay dos fases: la de enamoramiento y la del parón. Cuando escribió ‘Sidi’, Pérez-Reverte dijo que llega un momento en que los personajes se cansan de ti y tú de ellos, lo que sucede tanto durante la documentación como cuando escribes. Los has llevado tanto tiempo en tu cabeza, y ellos a ti, que alcanzas un punto donde sabes que has de terminar el ciclo y cerrar esas vidas que tú has creado». El título ganador del Planeta 2020 encierra una promesa: la de llevar un ejemplar a la tumba de Eleanor de Aquitania. La explica Eva García Sáenz de Urturi en la Nota de la Autora inserta en el libro: «Obviamente, esta promesa la hubiera cumplido ya de no encontrarnos en el año 2020. He recibido propuestas por parte de televisiones y otros medios, pero los tiempos no están para efectuar ahora ese viaje por responsabilidad y coherencia. Eleanor lleva ochocientos años enterrada en Fontevrault y puede esperar uno más. Lo que está claro es que, con prensa o sin ella, regresaré a su tumba y le llevaré un ejemplar que, entiendo, se quedará en la abadía o en el hotel».

Quizá este año, la promoción del Premio Planeta se prolongue un poco más. Así que, aunque la mente de los escritores nunca descansa, Eva García Sáenz de Urturi no tiene todavía ningún futuro proyecto en ciernes. «Podría decir que ya estoy trabajando en algo, porque la inspiración y las ideas me impulsan cada mañana a saltar de la cama y ponerme a trabajar, pero no es así. Eso no es realista. A pesar de que ahora las editoriales y los lectores aprietan más que antes, para sentarse a escribir algo nuevo ha de transcurrir un tiempo de reflexión, soledad y estructuración, hasta que llega el momento de decidir en qué vas a invertir los próximos dos años de tu vida. De momento, me voy a dedicar íntegramente a la promoción de ‘Aquitania’».

Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 23/11/2020