«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 29 de octubre de 2024

Ignacio Martínez de Pisón: «Toda mi vida he podido hacer lo que más deseaba: escribir. Y eso es algo que no se paga con dinero»

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Nº 688.- Comienzos de octubre. Jueves. El centro de la semana. Mañana soleada. Se avecina la hora de comer. Conversar con Ignacio Martínez de Pisón, con cuyos artículos amanezco cada lunes en la cadena SER, siempre resulta fácil. Hace diez años que lo entrevisté por primera vez y desde aquella fecha se estableció una especie de entendimiento tácito que todavía perdura. Entonces fue en un hotel. Ahora en otro. Siempre cuando visita la ciudad del Túria para presentar sus libros. El aragonés termina de publicar ‘Ropa de casa’ (Seix Barral), donde recopila sus memorias de escritor y alguna cosa más. No es ficción. Es la biografía parcelada de un trozo, extenso, de su vida. Un trabajo de este tipo siempre entraña un cierto riesgo ante el lector acostumbrado a sus ficciones. Sin embargo, ‘Ropa de casa’, literatura de la realidad y del recuerdo, se lee del tirón, se degusta con placer, el placer que permite conocer los entresijos de la forja de un escritor,  sus relaciones con otros colegas y las confluencias que han contribuido a la formación de su modo narrativo. Tres ciudades enmarcan su vida: Logroño, Zaragoza y Barcelona. Cada una en una década diferente, las tres modelaron su narrativa y están presentes en ella. De una forma u otra. Estamos frente a un relato sereno y sugerente, el de una persona que siempre supo que sería escritor. Y que lo logró. Vaya que sí. Acompañados por dos botellas de agua mineral, dio comienzo nuestra charla, mientras por la plaza del Ayuntamiento de València las gentes transitaban, urgentes, en pos del yantar. Piloto rojo de la grabadora encendido. Comenzamos la conversación.

Ignacio, por qué surge ahora la necesidad de escribir unas memorias? Quizá para descansar un poco de un trabajo tan copioso como ‘Castillos de fuego’?

No, en realidad tiene más que ver con la edad que con otra cosa. De alguna manera, en un momento dado, necesitas reordenar los recuerdos de tu familia y tu pasado. Si a esto le añades la circunstancia de que, mientras escribía ‘Castillos de fuego’ murió mi madre, está ya todo dicho. Lo tenía tan claro que, cuando me vine a dar cuenta, ya había efectuado averiguaciones, mirado fotografías y sentado a escribir. Algunos me preguntan por qué escribir tan pronto unas memorias. Y lo cierto es que no es pronto, es la edad. Uno de los poetas de los que hablo en el libro, Carlos Barral, publicó las suyas cuando no tenía ni cincuenta años y yo lo he hecho con sesenta y tres.  

martes, 22 de octubre de 2024

‘Franco y José Antonio. Historia de la Falange y del Movimiento Nacional (1923-1977)’.

La reedición ampliada, revisada y necesaria de un clásico.

Stanley G. Payne (Texas, 1934) ha reeditado, todo un acierto, uno de sus títulos más clásicos, publicado por primera vez en 1997 y ahora revisado y actualizado. Se trata del volumen ‘Franco y José Antonio. Historia de la Falange y del Movimiento Nacional (1923-1977)’, editado por Espasa. Lo primero que llama la atención es el atrezzo, es decir, la portada, bañada en los tradicionales colores negro y rojo de Falange, unos tonos que intimidan y que, a los que hoy peinamos canas, nos transporta a una época llena de momentos oscuros y trágicos, teñidos de inevitables miedos atávicos.  

‘Franco y José Antonio’ abarca un periodo de cincuenta y cuatro años del pasado siglo, un tiempo que parece lejano pero que en realidad está ahí, próximo, vivo, palpitante. En la Introducción, Payne cuenta que no es la primera ocasión que escribe sobre fascismo y remite al lector a su primer trabajo, elaborado con metodología poco ortodoxa a finales de los años cincuenta. El historiador norteamericano visitó la España de aquel tiempo y se movió a través de las escasas fuentes de información existentes entonces, recurriendo a las técnicas de la historia oral, entrevistas y testimonios, como método de investigación. Sus trajines por aquel país en reconstrucción no pasaron inadvertidos para las autoridades franquistas que, no obstante, le permitieron desarrollar su trabajo sin inmiscuirse. El libro fue publicado y penetró en España, de contrabando, dentro de la mítica colección Ruedo Ibérico.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Arnau Fernández Pasalodos: «Quería ofrecer el lado humano de los guardias civiles que participaron en la lucha antiguerrillera».

Fotografía cedida por el autor.
Nº 687.- Último viernes de septiembre. Sol por la calle. Penúltimos coletazos del calor. Al otro lado del teléfono se asoma Arnau Fernández Pasalodos (Barcelona, 1995), un joven doctor en Historia, investigador posdoctoral en el Centre for War Studies del University College Dublin, que ha publicado algunos estudios en diversas revistas. Hace unos pocos meses ha aparecido por las librerías de nuestro país ‘Hasta su total exterminio. La guerra antipartisana en España, 1936-1952’, editado por Galaxia Gutenberg, volumen que recoge el fruto de su tesis doctoral y donde el historiador barcelonés estudia un fenómeno ya tratado, tanto por la ficción como por la historiografía, como es la guerra de guerrillas, partisana o asimétrica, la de los maquis en román paladino, que se prolongó hasta el año 1952. Fernández Pasalodos se adentra en la lucha y en las dinámicas que determinaron el funcionamiento de la Benemérita durante los primeros años de la Dictadura Franquista. ‘Hasta su total exterminio’ es un texto poliédrico que habla de la represión ejercida contra los partisanos, al tiempo que dirige el foco sobre la auténtica realidad que vivieron los guardias civiles en ese tiempo, algo completamente novedoso para los lectores amantes de la Guerra Civil y sus prolongadas secuelas. El punto de partida del texto lo constituye el bisabuelo de Arnau, Manuel Sesé Mur, asesinado durante la posguerra. Este luctuoso hecho estimuló todo el proceso investigador subsiguiente mediante un peregrinaje por archivos y bibliotecas. Con el mediodía ya pasado y el piloto rojo encendido, la grabadora comenzó a registrar las respuestas del investigador barcelonés, bañadas en su peculiar acento granadino, propio de la tierra de sus ancestros.

Arnau, me llama la atención que un doctor en Historia con solo 29 años, se interese por la Guerra Civil, su universo y consecuencias, ahora que a mucha gente joven parece no preocuparle este asunto, por decirlo de manera suave.

Es cierto. Desde hace un año, más o menos, veo que se ha producido una contra-respuesta al interés que había antes por las víctimas del conflicto y sus familiares, y que las generaciones jóvenes se han hecho eco de visiones revisionistas. Para ser sincero creo que, si este libro existe, es porque ya desde pequeño en mi familia se hablaba de mi bisabuelo, Manuel Sesé, cuya historia no estaba clara del todo. Mi abuela hablaba muy bien de él, decía que era una persona muy politizada, con tendencia de izquierdas, alguien que luchó por un mundo más justo y libre. Al mismo tiempo fue un hombre enigmático, casi mítico. Este libro y todas mis investigaciones proceden del interés por conocer qué le ocurrió realmente.

jueves, 26 de septiembre de 2024

Natalia Litvinova, ganadora II Premio Lumen de Novela: «Me gusta ver lo extraordinario en lo ordinario, llevar el asombro al lector todo el tiempo»

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Nº 686.- Mediodía. Jueves. Septiembre. Recién llegada a València, con el tiempo justo para alojarse, Natalia Litvinova (Bielorrusia, 1986) atendió mis preguntas en la cafetería del Hotel Zenit, ubicado junto a L’Estació del Nord, sufridora infatigable de ciertas obras de restauración. La tarde anterior, a eso de las siete, la escritora bielorrusa había recibido en Madrid el II Premio Lumen de novela, así que conservaba fresca en la memoria la miel de aquel momento. ‘Luciérnaga’, la obra ganadora, editada por Lumen, cuenta la vida de una muchacha, la propia escritora, nacida a pocos kilómetros de Chernóbil, que creció en un país atravesado por la confusión, la miseria y la radiactividad. Por sus páginas desfilan su abuela, su madre y su padre, los recuerdos, las tristezas y alguna dosis de humor. En un momento dado, la familia decidió emigrar rumbo a Argentina, un país del que apenas tenían referencias, pero que se anunciaba  una solución viable para sus problemas. Al fondo de nuestra conversación, el rumor borroso de algún rifirrafe parlamentario, emitido por una televisión de corte nacional. Con el piloto rojo encendido, la grabadora, eficiente y precisa, registró nuestra conversación. Y también, claro, el borroso rumor politiquero. Como acostumbra.

Enhorabuena por el premio, Natalia. Una mujer como tú, con una vida llena de avatares, estaba predestinada a la escritura?

En primer lugar, muchas gracias. Respecto a tu pregunta, creo que sí, pero no por esos avatares. En mi familia hubo grandes lectores y tuve la suerte de crecer rodeada de libros. Guardo hermosas imágenes de mi madre leyendo y releyendo. Eso me llamaba muchísimo la atención y me llevaba a pensar qué habría en aquel libro, tan interesante, tan intenso, como para que una persona lo releyera tantas veces. Dado que guardaban los libros que no querían que leyera en los lugares más altos, eso todavía incentivaba más mi curiosidad.

Has vivido siempre, pues, en un ambiente literario por así decirlo.

En Bielorrusia, en Ucrania y también en Rusia es muy importante la poesía. En las ciudades hay monumentos de escritores y muchas estaciones de subtes llevan el nombre de algunos poetas. En el colegio, como asignatura obligatoria, nos enseñaban poesía y tuve que leer, memorizar y declamar en voz alta. No me lo tomé muy en serio, pero cuando nos trasladamos a Argentina me di cuenta de que en los colegios argentinos había muy poca poesía. Así que hube de buscarla yo misma en las bibliotecas. En Rusia viví en zonas rodeadas de bosque y para mí la poesía empieza en la naturaleza que, aunque la tratemos tan mal, nos enseña muchas cosas. La conducta de los animales tiene su propio lenguaje y solo lo entiende la gente del campo. Por ejemplo, un pájaro que vuela está escribiendo algo en el cielo. La poesía nace del asombro. Ves el mundo por primera vez en la infancia y luego todo es una repetición. Por otro lado, en Argentina sufrí el choque con un idioma nuevo, y en mi adolescencia me interesé por las escuelas de poesía e investigué a los grandes poetas rusos, para lo que tuve que traducir sus obras. En mi caso la traducción ha jugado un papel muy importante, porque era una forma de mantenerme en contacto con mi propia tierra y su cultura.

domingo, 7 de julio de 2024

Clara Usón: «En ‘Las fieras’ muestro las contradicciones del ser humano para que la reflexión corra a cargo del lector»

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Nº 685.- Hubo un tiempo en el que frecuentaba el aeropuerto. Muy a menudo contemplaba el
pasquín con los rostros de seis etarras reclamados por la policía nacional. Una de esas fotografías correspondía a una mujer: Idoia López Riaño, apodada la Tigresa. Por su belleza, destacaba sobre sus correligionarios de busca y captura. Inevitablemente. Ahora, más de tres décadas después, Clara Usón acaba de publicar ‘Las fieras’, editada por Seix Barral, una novela en la que López Riaño ocupa el papel central. Resulta evidente que Usón no ha querido centrar el papel principal de su nuevo título en la etarra, sino sobre una generación de jóvenes vascos que vivió sacudida por la violencia. Es por ello por lo que la existencia de la Tigresa discurre en paralelo con la de Miren, una adolescente que busca su lugar en el Euskadi de los años del plomo. Pero el personaje de Idoia López Riaño es potente, pesa y no renuncia a su protagonismo en una narración en la que también nos encontramos con Amadeo, un policía nacional al viejo estilo franquista, o la propia familia de Miren. Los años 1984 y 1985 resultaron particularmente duros en la guerra sucia entre ETA y los GAL, casi ochocientos días que llenaron de crueldad y sangre miles de páginas de nuestro pasado más abominable. Pero ahora estamos en el primer jueves del mes de junio. Y he quedado citado con la escritora barcelonesa para conversar sobre ‘Las fieras’ en la cafetería del Hotel Meliá de la plaza de
l’Ajuntament de València. El bochorno de la primera hora de la tarde  filtra una luz borrosa sobre el rincón donde nos encontramos. El play de la grabadora está accionado. Las preguntas, listas. El micrófono sólo aguarda nuestras palabras.   

Clara, ¿cómo surge la idea de escribir 'Las fieras'?

Surge por azar, como suele sucederme a menudo. En mis últimas novelas siempre me he encontrado con personas reales, normalmente una mujer, cuya vida ha atravesado periodos turbulentos. A partir de ese punto, he desencadenado una documentación que se interconecta con otra historia de ficción. En el caso de Idoia López Riaño, me tropecé con un artículo de prensa que hablaba de ella. Yo no recordaba nada sobre su figura, pero mis contemporáneos varones sí sabían quién era, perfectamente además, porque lo primero que atrae la atención sobre Idoia es su belleza. Y eso ya quiere decir muchas cosas.

Realmente, Idoia López Riaño, es muy guapa.

Sí, pero no se trataba de hacer un retrato de la fascinación por una  femme fatale, que además de guapa, mata. Un aspecto que parece mucho más imperdonable, porque tanto hoy como hace cuarenta años, la belleza sigue siendo el activo más importante de una mujer y también de un hombre. Como dice Isabel Pisano, la única periodista que logró entrevistarla, Idoia podía haber hecho en su vida lo que le hubiera dado la gana, porque con su belleza hubiera tenido todas las puertas abiertas.  

Pero ‘Las fieras’ no solo habla de Idoia López Riaño…

Al final he hecho lo de siempre, indagar sobre el dogmatismo y los aspectos del dogma… Me centro en el nacionalismo extremo, que ahora está muy pujante, porque también hay un nacionalismo español. En este país consideramos que solo son nacionalismos los periféricos, pero el central, el de la señora Ayuso, que ahora además es muy madrileño, también existe. Sin embargo, nos parece algo natural. Dejémoslo ahí… El nacionalismo que tiene esa parte bonita del apego a la tierra, a la cultura, a las tradiciones y al sentido de hermandad con los que han nacido en un mismo sitio, también presenta esa otra cara más fea que es su definición del enemigo. Hay un enemigo común que nos une y que va cambiando, aunque suele ser el que tenemos al lado. En el caso de ETA, se trata de un nacionalismo radicalizado hasta el punto de que sólo se ve en él lo que supone un peligro para nuestro ideal. En su momento, a Idoia López Riaño no sólo se le dijo que podía matar, sino que debía hacerlo para preservar la patria vasca. Le enseñaron que, para salvar unas vidas, había que quitar otras. Y esa contradicción es lo que me interesa.

Al comienzo, el lector se tropieza con mucha información, abundantes datos y noticias, casi como un teletipo de agencia. ¿Por qué tanta prisa en las primeras páginas?

Yo pienso que esto es como lo de Scheherezade. No escribo bestsellers, pero sí intento mantener la atención del lector, algo que creo que les ocurre a muchos otros escritores. Soy lenta para escribir y me gusta jugar con los estilos. Escribo novelas para escapar de mi vida y, al hacerlo, vivo otras vidas [risas].

viernes, 21 de junio de 2024

Juan Manuel de Prada: «Fernando Navales, el protagonista de mi novela, destila odio y mala baba contra todo el mundo»

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Nº 684.- València. Al otro lado de la calle Bailén, L’Estació del Nord proyecta su nubosa silueta
sobre el hall del Hotel Zenit. Una luz gris nos envuelve. Apenas ha transcurrido media hora desde que dieran las cuatro p.m.. Juan Manuel de Prada llega cordial. Como siempre. Hace cinco años que no nos hemos visto, pero su memoria ingente le permite rememorar detalles de nuestro último encuentro. Detalles que ni yo mismo recuerdo. Juan Manuel ha venido a la capital del Túria para presentar su nueva novela, ‘Mil ojos esconde la noche’ (Espasa), en la que nos habla sobre la comunidad de artistas, escritores y periodistas españoles que residieron en París durante los años de la ocupación nazi. Se vale para ello de Fernando Navales, un personaje que alcanzó celebridad casi treinta años atrás, cuando el escritor baracaldés publicó su más que exitosa novela ‘Las máscaras del héroe’. A causa de su extensión, mil seiscientas páginas, ‘Mil ojos esconde la noche’, ha sido dividida en dos partes, la primera de las cuales, ‘La ciudad sin luz’, es sobre la que hablaremos a lo largo de nuestra conversación. Con Juan Manuel sentado a mi izquierda y la grabadora conectada a su vera, luego la cambiará de ubicación, comenzamos a charlar. Afuera caían algunas gotas, un medio chaparrón casi polvoriento.
 

Juan Manuel, es la primera vez que entrevisto a un escritor que publica una novela cuya última palabra escrita es «Continuará…»

Así es, vienen otras ochocientas páginas detrás que, si dios quiere, saldrán en la próxima primavera. Pero, bueno, digamos que el desenlace de esta primera parte equivaldría al final de una temporada de cualquier serie de Netflix. Aunque se quedan cosas en el aire, el libro tiene su propia lógica, por decirlo así. ‘Mil ojos esconde la noche’ es una obra muy ambiciosa y con muchísimos personajes…

Fernando Navales era el protagonista de ‘Las máscaras del héroe’, novela que publicaste en 1996. ¿Por qué tu interés en recuperar a este personaje treinta años más tarde?

En realidad, esta historia se me impone. Mi anterior obra, la biografía sobre Ana María Martínez Sagi, escrita en mil setecientas páginas y con una investigación monstruosa, que me llevó a visitar más de ochenta archivos de Francia, Suiza, Estados Unidos o España, resultó una experiencia muy loca, pero completamente apasionante. En los archivos policiales de París, que son muy interesantes, se me ocurrió pedir los expedientes de muchos escritores y artistas que vivieron durante la ocupación alemana en la capital francesa. Allí me di cuenta de que había un material excelente para construir una novela coral, de ambiente literario y artístico. Así fue como se me impuso la idea de recuperar a este personaje que había dado por muerto en ‘Las máscaras…’. Por este motivo, en la carta que escribe Pedro Urraca al principio de la novela, se aclara que Fernando Navales no ha muerto.

Esa carta de Urraca supone empezar tu nueva novela de la misma manera que ‘Las máscaras…’

Sí, es un pequeño homenaje, pero a la vez una forma de poner en liza de nuevo a Fernando Navales. Había que introducirlo y dar algunas explicaciones sobre su persona, así que me pareció que esa era una forma oportuna de hacerlo.

Después de tanto tiempo sin escribir sobre Navales, ¿cómo recuperas su voz y el tono narrativo de la historia?

No es difícil. Ni siquiera me leí de nuevo ‘Las máscaras…’. Simplemente, la hojeé un poco. Aunque hayan quedado atrás, de alguna manera los libros que has escrito han dejado un poso dentro de ti y regresas a ellos con facilidad. En este caso concreto, ha sido una experiencia magnífica, como volver a la juventud, a hacer el gamberro y a decir burradas. El personaje de Navales ahora está más enconado porque el fracaso pesa sobre él, ya que se ha convertido en un personaje de segunda fila, humillado, relegado a un cargo subalterno de la delegación de Falange en París. Es un saco de pus deseoso de derramar su podredumbre sobre el mundo.  

miércoles, 12 de junio de 2024

Ana Carrasco-Conde, ganadora del II Premio de Ensayo Eugenio Trías: «El ser humano debe aprender a aceptar su vulnerabilidad»

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Nº  683.- En ocasiones, la vida pone piedras en nuestro camino. Como palos en las ruedas. E inesperadamente, una sobresale por encima de las demás. En las entrevistas a escritores ocurre algo parecido. La simple lectura del libro ‘La muerte en común. Sobre la dimensión intersubjetiva del morir’, escrito por Ana Carrasco-Conde, II Premio de Ensayo Eugenio Trías, publicado por Galaxia Gutenberg, coincidió con el momento en que me diagnosticaron una dolencia poco benigna. Por razones obvias, pospuse la lectura del texto. No me sentía con ánimos de perseverar en ello. Sin embargo, al mismo tiempo me propuse que, si las circunstancias lo permitían, reanudaría mis entrevistas. Y Ana Carrasco-Conde sería mi primera entrevistada. Casi tres meses después de todo aquello, las aguas parecían bajar menos turbias y determiné recuperar mi propósito. No sin un cierto miedo. Lo confieso. O asombro. O ambas cosas a la vez. Fue así como el pasado 30 de mayo, entrevisté a la filósofa manchega sobre su galardonado ensayo que, por un lado, se centra en las consecuencias de perder a alguien que te constituye como persona y, por otro, reflexiona sobre la repercusión de una muerte, cualquier muerte, en la sociedad. La mañana nos había saludado con calor, tanto en Madrid como en València, puntos extremos de nuestra charla telefónica. Pulsé el play de la grabadora. Se iluminó el piloto rojo. Y comenzamos. Una conversación llena de vida sobre la muerte y su presencia en nuestro devenir diario. No podemos obviar a la Parca, aunque tratemos de darle la espalda en un vano empeño. Una misión imposible. Algo de locos.

Ana, la muerte nos afecta a todos, y tú le has dedicado un ensayo de casi cuatrocientas páginas.

La verdad es que el tema impone un poco. Yo misma, mientras lo escribía, hube de superar mis propias circunstancias y vivencias, pero aunque inicialmente es un libro sobre la muerte, acaba siendo un libro sobre la vida.

¿Escribir ‘La muerte en común’ es tu forma particular de acercarte a ella?

Creo que, tal y como entiendo la filosofía, lo que hacemos es pensar cosas que nos inquietan o duelen. Con relación a la muerte sentía una preocupación por saber cómo abordar la pérdida y averiguar por qué tenemos miedo no tanto a nuestra propia muerte, sino a la de un ser querido. Y, a medida que investigaba, fui fortaleciéndome con la lectura de abundantes textos hasta darme cuenta de que esa pérdida tenía mucho que ver con lo que los griegos llamaban pothos, que es un echar de menos. Detrás de esa reflexión vi que el libro hablaba de la vida todo el tiempo. Si somos seres que a lo largo de nuestra existencia estamos interconectados afectivamente, en la muerte lo seguimos estando de alguna manera. Y empecé a pensar lo que significa construir tu propia identidad, siempre deudora de la de los demás. Por supuesto que pienso en la muerte, pero me fijo sobre todo en la vida. Hay que observar cómo es, con quién la compartimos y qué aportación queremos dejar a los demás.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Dos propuestas de lectura bien distintas

No es costumbre de quien esto suscribe reseñar a pares. Pero últimamente han llegado a mi poder dos libros, ambos editados por Alfaguara, cuya disparidad, me sugiere hacerlo así. Me refiero a ‘Las hermanas Jacobs’ de Benjamin Black y ‘Bartleby y yo’ de Guy Talese. Cuando el hastío de la lectura me conduce al aburrimiento ─ tres o más libros seguidos que cierro al rebasar las primeras cincuenta páginas, más o menos, sin que ninguno me satisfaga ─, siempre rebusco en mi herbario de autores de confianza. No son muchos, lo reconozco, los que lo integran: Simenon, Conan Doyle, Mateo Díez, Christie, Jaume Cabré, Auster y algunos más. Muy pocos. En ese aleatorio revoltijo de escritores suelo encontrar cosas que sé de antemano que no van a defraudarme. Y allí mismo, desde hace años, mora también Benjamin Black. Y va a seguir haciéndolo por mucho tiempo.

El escritor irlandés publicó a finales de 2024 ‘Las hermanas Jacobs’, su última novela hasta ahora. En ella nos cuenta la historia de Rosa Jacobs, una estudiante judía que ha aparecido muerta en el interior de su coche, gaseada al estilo de los hornos nazis. Todo apunta a un suicidio, pero ciertos detalles llevan a los investigadores, Quirke, el patólogo, y Strafford, el policía de la Garda dublinesa, a sospechar que no es así. Un cierto misterio envuelve esta muerte que ellos van a desentrañar.   

En ‘Las hermanas Jacobs’ nos tropezamos con un Quirke muy suyo, más encerrado en sí mismo, si cabe. Cada vez soporta peor a los demás. Convivir se ha convertido en un verdadero problema para él, a pesar de que parece haber disminuido, al menos relativamente, su consumo de alcohol. La reciente y trágica muerte de su esposa ha acentuado su hosquedad y las relaciones con su hija Phoebe tampoco atraviesan sus mejores momentos, si es que en alguna ocasión los hubo. Y con Strafford, un asiduo de la vida de Quirke, también pintan bastos. Diría, pues, que las cosas están peor que nunca. Una violencia soterrada, enmascarada por la «buena educación», impide que los hechos pasen a mayores. En resumen, que Quirke cada vez transita por el mundo con mayor desazón, soledad, individualismo e insociabilidad.

martes, 16 de abril de 2024

María Herreros: «En verdad, mi abuelo se sentía como una persona secuestrada, que luchó en el frente contra su voluntad»

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Nº 682.Mi salud atraviesa senderos poco recomendables. Durante mucho tiempo dudé si efectuar o no esta entrevista. Unos momentos pensaba que no. Otros opinaba todo lo contrario. Había un debate interno en mi cabeza. Ideas contrapuestas. Finalmente, decidí que mi dolencia no podía inmovilizarme. Que había de sumarla a mi mochila. Así que la acepté. Cargué con los adminículos propios del oficio y me marché a entrevistar a María Herreros, una ilustradora valenciana que termina de publicar ‘Un barbero en la guerra’ (Ed. Lumen), un trabajo que no resulta fácil de catalogar. No es un cómic. No es un libro ilustrado. Es otra cosa. Una hibridación, un cruce, una suma de. Al final las hibridaciones van a consolidarse como género. ‘Un barbero en la guerra’ cuenta la historia del abuelo de la propia María, Domingo Evangelio, un hombre que con diecinueve años hubo de incorporarse a la lucha. Le faltaban pocas semanas para concluir el servicio militar, pero el estallido del golpe de estado de 1936 le obligó a marchar al frente. Atrás quedaron sus proyectos de vida, regresar a su pueblo y casarse con la mujer que amaba. Muchos años después, su nieta tropezó con una caja en cuyo interior encontró un diario escrito por Domingo. Y decidió que, de alguna manera, quería dejar constancia del testimonio y las vivencias de aquel hombre joven, que quemó sus mejores años pegando tiros obligados. A las cuatro de la tarde, las cristaleras del Hotel Meliá de la plaza de l’Ajuntament de València filtran una luz grisácea, aunque transparente. Acerqué la grabadora a la ilustradora valenciana y pulsé el rec. Se encendió el piloto rojo. Todo listo, pues. Comenzamos a hablar.

María, de todos los caminos que existen en el mundo del arte elegiste el de la ilustración.

Una parte de mi personalidad me pide expresar las cosas con inmediatez y el dibujo es la técnica que consigue eso con mayor rapidez. De todos modos, a mi edad me he dado cuenta de que muchas cosas son circunstanciales. Si no hubiera nacido en el seno de una familia trabajadora, tal vez hubiera tenido tiempo para generar dinero y dedicarme únicamente a pintar, ya que soy artista plástica. Pero el tema de la pintura en las galerías y exposiciones conlleva un elemento snob, que provoca que la gente no se acerque, porque cree que su contenido es mayormente de tipo intelectual. Lo cierto es que, ya sea por mi carácter o por mis circunstancias, de lo que estoy muy contenta es de trabajar en el dibujo. La ilustración es un puente buenísimo para transmitir ideas entre la cultura y la gente. Como vía de expresión carece de límites, se puede decir con ella lo mismo que con un cuadro y, por otro lado, la gente no siente ningún temor al aproximarse a un libro ilustrado.  

Presentación de València Negra 2024

 

VLC NEGRA REVELA A SUS SOSPECHOSOS HABITUALES PARA 2024:

DENNIS LEHANE, CLAUDIA PIÑEIRO, RODRIGO CORTÉS, RAGNAR JÓNASSON, ROSA MONTERO Y ALAN PARKS, ENTRE LOS NOMBRES CLAVE DE LA 12ª EDICIÓN
 
El jueves 9 de mayo, San Miguel de los Reyes dará la bienvenida a la gran celebración anual del género negro en Valencia

Valencia, 16 de abril de 2024.- VLC Negra ha desvelado esta mañana su esperadísimo cartel para la 12ª edición, una cita que, del 9 al 19 de mayo, convertirá nuevamente a Valencia en el epicentro mundial de la literatura y el género negro a través de encuentros especiales, nuevas secciones y un sinfín de actividades con un propósito común: saborear la esencia del noir desde todas las perspectivas posibles.

Acostumbrado a contar con algunos de los mejores autores mundiales del género, VLC Negra rendirá este año un tributo especial al estadounidense Dennis Lehane, uno de los máximos exponentes de la literatura criminal de las últimas décadas gracias a obras tan aclamadas como Mystic River, Shutter Island o la reciente Golpe de gracia, publicada a principios de 2024 y ambientada nuevamente en los círculos mafiosos de su ciudad natal, Boston. El viernes 10 de mayo, Lehane protagonizará un encuentro online exclusivo con los espectadores, justo antes de ser galardonado con el Premio Francisco González Ledesma.

Fotografía: Josele Bort

viernes, 22 de marzo de 2024

La argentina Magalí Etchebarne, VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve

Magalí Etchebarne (fotografía Páginas de Espuma)
Madrid, 20 de marzo de 2024. La escritora argentina Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983), ha sido galardonada con el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve con su obra La vida por delante. El jurado, presidido por Mariana Enriquez, ha destacado de la obra premiada que “su estilo es pura frescura e inteligencia. Encuentra humor en la tragedia y sabe de la tristeza con rabia y ternura. No hay postura ni solemnidad en su escritura”. 

Magalí Etchebarne se ha proclamado ganadora de una edición difícil por la enorme calidad de las obras finalistas, con un libro del que el jurado ha destacado que está “escrito con un humor auténtico que logra una construcción de imágenes y unos personajes complejos con el cuidado que solo alguien que conoce y sabe manejar el lenguaje puede hacer. Una propuesta contemporánea llena de agudeza, dinamismo, los conflictos de lo cotidiano y la intimidad tomados con inteligencia y frescura, pero sin renunciar a la dimensión más oscura e inquietante de los vínculos humanos”. Junto a Mariana Enriquez, tuvieron la ardua labor de fallar, en esta séptima edición del Ribera del Duero, los escritores Brenda Navarro y Carlos Castán, el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, y el Presidente de la DO Ribera del Duero, Enrique Pascual. El galardón se ha entregado este miércoles, 20 de marzo, en la rueda de prensa celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, retrasmitida también online para los medios del resto del mundo. 

miércoles, 13 de marzo de 2024

Colombe Schneck: ‘Trilogía de París’. Retrato de una generación de mujeres francesas.


Tres mujeres. Tres etapas. Tres momentos. Una mujer adolescente hace frente a un embarazo indeseado; una mujer pierde a su amiga de toda la vida; una mujer se enamora a los cincuenta. Este es el contenido, minimizado, extractado ad summum, de ‘La trilogía de París’ (Ed. Lumen), una novela, en realidad tres nouvelles, como las tres mujeres, las tres etapas, los tres momentos, que Colombe Schneck (París, 1966) escribió hace un tiempo y que ahora se publican en nuestro país, reunidas en un solo volumen.

Nada más comenzar ya apreciamos, especialmente en ‘Diecisiete años’, la primera nouvelle, el estilo dinámico, fluido y acelerado, no sé si voluntariamente o no, que Schneck utiliza. Hay prisa por transmitir al lector todo lo que la escritora francesa quiere contar, ¿lo que guarda en su interior? Quizá por eso concibió tres obras cortas y no una sola, más larga, aunque las tres comparten protagonista: ella misma. El género breve parece propiciar lecturas rápidas, muy apropiadas para las prisas que consumimos. En este caso, además, da la impresión de que a la autora le urge contarlo. Para ello se vale de capítulos cortos, frases cortas, ritmo ansioso. Como si su mochila le pesase mucho y quisiera aligerar su contenido. Abunda en esa idea el hecho de que está escrita en primera persona, en un ejercicio de autoexploración, en el que la protagonista descubre, con horror, lo que significa crecer, dar los pasos para convertirse en una mujer, y experimentar las sensaciones que transmite su cuerpo tras un embarazo y un aborto. Sin despreciar las consecuencias.

lunes, 11 de marzo de 2024

Sara Barquinero: «Tal vez Internet esté sustituyendo a otros modelos de relación, pero no creo que eso sea ni bueno ni malo»


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Nº 681.- Reconozco que, con los años que llevo, más de quince ya, en esto de entrevistar escritores, nunca había visto despertarse tanta expectación ante la inminente publicación de una novela. La cosa olía, o la pintaban, como un acontecimiento. Me estoy refiriendo a ‘Los escorpiones’, la nueva novela de Sara Barquinero, editada por Lumen. He de confesar que una cierta impaciencia, o prisa, o inquietud, recorrió mis neuronas cuando concerté la entrevista. Además, entre los juicios sobre la autora que acompañaban al libro, había uno de Carlos Zanón, a quien sigo cada sábado en sus comentarios literarios, que hablaba «de estilo claro, directo y fresco». Así que ¿por qué tanto interés? Y, sobre todo, ¿qué es exactamente ‘Los escorpiones’? ¿De qué va esta novela? Protagonizada por Sara y Thomas, aunque hay más personajes, y estructurada en cinco partes, tres interludios, un prólogo y un epílogo, temas como la soledad, el suicidio, Internet, la adicción y las teorías de la conspiración, entre otros, atraviesan sus más de ochocientas páginas, que se mueven por el pasado, el presente y aún en un futuro inmediato. Más de uno ha calificado el libro como una suma de novelas. En ese amplio espacio, ambicioso, Barquinero experimenta con el estilo. Tal vez incluso con la estética. Juega con párrafos sin puntuación, invertidos, una estructura en columnas o, incluso, con un pentagrama vertical. Y los personajes se nos muestran desconcertados, tristes, desanimados, solitarios, derrotados… Con las Fallas en el horizonte inmediato, habíamos concertado la entrevista en un hotel próximo a la Estació del Nord de València. A las once de la mañana. La víspera, la escritora aragonesa había presentado su novela en la Librería Bartleby. Poco después, la primera mascletà abrumaría el centro de la ciudad. Conecté la grabadora. Desplegué el cuestionario. Y empezaron las preguntas. Y las respuestas.

lunes, 4 de marzo de 2024

Miguel Salas Díaz: «La mentira es la gran protagonista de mi novela»

Miguel Salas Díaz/copyright@hermezo2024
Nº 680.- Cuando comienzo a transcribir esta entrevista, no escucho ningún elemento
paranormal en la grabación. Tan solo el ruido de las teclas del teléfono móvil y el trasiego de los coches por la avenida donde habito. Miguel Salas Díaz, profesor, viajero, escritor y un montón de cosas más, publicó en 2023 su novela ‘La madre del frío’ (Ed. Alrevés), recientemente nominada para el Premio Celsius, que habla del asesinato de la famosa actriz María Castro, cuyo cadáver ha aparecido sin corazón y con un pajarillo vivo ocupando su lugar. El caso presenta evidentes síntomas de que en el crimen han intervenido fuerzas sobrenaturales. La inspectora Irene Vázquez se ve obligada a recurrir a la ayuda de su antiguo compañero Xan Borrasca, un investigador hemipléjico, de carácter complicado, dotado con ciertos poderes especiales, que abandonó la policía tiempo atrás. Al incorporarse a la investigación, Xan descubrirá que este asesinato guarda similitudes con otro que él no fue capaz de resolver en su momento. ‘La madre del frío’ brinda a los amantes de la literatura fantástica todos los recursos propios del género, con lo que su disfrute está asegurado. Sin embargo, dado que se trata de un problema criminal, a los lectores habituales de este tipo de literatura les ofrece la posibilidad de acceder a un producto híbrido, en el que una investigación detectivesca al uso se ve salpicada con algunos procedimientos poco convencionales, pero enormemente atractivos. Es como si, a una novela policíaca cargada de sal, le añadiesen una dosis de pimienta. Sobre su publicación y algunos detalles más, pude conversar con el escritor madrileño una mañana del pasado mes de febrero. Teléfono mediante. Y grabadora encendida. Evidentemente.

Miguel, tu padre era filólogo y también regentó una librería en un campus universitario, resultaba difícil pensar que tú no te dedicarías a la literatura.

Es verdad. Mis abuelos eran muy lectores y mi padre filólogo, editor y dueño de una librería en el campus de Ferrol. Así que siempre viví rodeado de libros, que iba leyendo. Mi vocación escritora también fue muy temprana y ya desde chavalín intenté escribir relatos y poesía. Con el paso del tiempo, todo eso se fue perfilando.

domingo, 3 de marzo de 2024

El Caçamentides.

Para la próxima entrevista, que se publicará en breve, resulta interesante conocer la historia de una criatura de la mitología catalana: El Caçamentides. A continuación inserto un texto procedente de la web Monstruos Ibéricos en Tumblr que explica las particularidades del Caçamentides

«Se trata del Caçamentides (literalmente Cazamentiras o Cazador de mentiras), una criatura con la que atemorizaban al investigador Joan Amades durante su infancia y que años después recogería en su obra Los ogros infantiles. Era este un ser “alto y grueso como las torres de la catedral”, con las manos hechas de hierro y afiladísimos garfios de romana en lugar de dedos. El Caçamentides se dedicaba a recorrer las tierras barcelonesas dando caza a los niños que no decían la verdad, como si se tratase de una eterna e infatigable cruzada contra las mentiras infantiles en la que no escatimaba en ingenio ni en crueldad.

Según cuenta Amades, ningún mentiroso podía escapar de este ser: se decía que cuando un niño mentía de su boca escapa un pajarillo negro, casi invisible, que dejaba una mancha oscura entre los dientes antes de marcharse revoloteando. El Caçamentides era todo un experto en rastrear dichas aves, y cuando daba con una hacía que le mostrase el camino hasta el lugar del que había salido. Una vez el monstruo hallaba un pajarito negro no había salvación posible para el embustero: el Caçamentides siempre encontraba a su presa, cotejando la mancha de sus dientes con el pajarillo que le acompañaba. El ogro enganchaba entonces a los chiquillos con sus garras, agarrándolos por el pescuezo como si fueran gatos, los metía en un saco grasiento y los llevaba junto al mar, donde acababa devorándolos de siete en siete (al parecer necesitaba comer siete docenas de mentirosos al día, así de exigente era la dieta de este monstruo). Ayudándose de sus afilados dedos, el Caçamentides destripaba y desgarraba a sus víctimas para luego arrojar sus huesos y despojos al agua. Es difícil decir, llegados a este punto, si el Caçamentides despreciaba la mentira o, simplemente, era capaz de captar en los chicos mentirosos algún tipo de regusto delicioso del que los sinceros carecían.


La imagen también procede de la misma web

Sea como sea, Amades relata cómo algunos padres catalanes, para dar verosimilitud a esta historia, señalaban los residuos y deshechos que a veces flotaban en las orillas de las playas y aseguraban a sus hijos que aquellos eran los restos de los copiosos festines del Caçamentides.»