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Fotografía: Editorial Periférica |
Nº 692.- Estreno el año 2025 con teléfono nuevo. Debuta en esta primera entrevista. El anterior defuncionó víctima de un mal extraño. Repentino. Lo hizo en mis manos. En medio de la calle. Se sumió en una profunda negritud, de la que los expertos no consiguieron hacerle regresar, a pesar de que se entregaron con denuedo a su empeño. Y qué mejor comienzo de año, y de teléfono, que entrevistar a Vicente Valero (Eivissa, 1963), poeta y escritor, que en los arrabales de 2024 publicó ‘El tiempo de los lirios’ (Periférica), un ensayo o libro de viaje o diario de viaje, quizá todo a la vez, en el que el ibicenco se sumerge en el siglo XIII, una centuria importante, cuando se anunciaba la llegada de un tiempo nuevo para la humanidad, lleno de paz y justicia, con una Iglesia renovada y un mundo organizado en pequeñas comunidades. A ese momento histórico se le llamó El tiempo de los lirios, título del libro, y el ejemplo de Francisco de Asís reforzó la expansión de dicha creencia, aunque el santo umbro contribuyera a la causa de manera inconsciente e involuntaria. Vicente Valero viajó a la Umbría, la región italiana por la que anduvo el santo amigo de los animales. De sus impresiones y recuerdos de aquella estancia brotó este ensayo, estructurado en quince etapas que comienzan el 28 de marzo de no importa qué año. Pintura, arquitectura, gastronomía, paisaje, espiritualidad… Todo forma parte de un conglomerado de poco más de doscientas páginas, narradas con un ritmo y un lenguaje sencillamente deliciosos. O deliciosamente sencillos. Con el piloto rojo de la grabadora ya encendido, arrancó nuestro viaje oral un viernes de enero, radiante, poco antes del mediodía. Vicente Valero desde su casa de Ibiza, acompañado de buen sol y algo de viento. Y desde la suya en València, también con tiempo soleado, quien esto suscribe. Comenzamos.
Vicente, la primera vez que entrevisto a un escritor siempre suelo formularle esta pregunta: por qué escribes o qué significa la escritura para ti?
Sobre todo me considero un lector y de la lectura a la escritura no hay tanta distancia. Es una necesidad que tengo, quizá menor que la de leer, pero ambas van en esa misma dirección. Para mí escribir es una extensión de leer.
En el momento de construir ‘El tiempo de los lirios’ qué fue primero: la Umbría o San Francisco? Quién llevó a qué o qué llevo a quién?
Pienso que la Umbría. Me encontré con San Francisco allí y, aunque lo tenía olvidado, esto no quiere decir que no lo conociera de antes. Lo había perdido durante el camino desde mi juventud hasta ahora y, de pronto, me lo tropecé otra vez y, además, en su lugar de origen. Fue como un recordatorio.