«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 19 de marzo de 2009

Juan Eslava Galán, escritor: "Hay que aprender del cine, que es la forma más novedosa de narración"


A Juan Eslava Galán lo conocí por la cara. El año 2004, vino a dar una conferencia sobre templarios al Palau de la Música de Valencia. La sala no se llenó, pero faltó poco. Durante poco más de una hora, con su verbo cualificado, entendido y socarrón, Eslava Galán nos hizo pasar algo más que un buen rato a los allí congregados. Al finalizar la charla, lo típico: la firma de libros. Fue entonces cuando tuvo la amabilidad de facilitarme su correo electrónico y con ello iniciamos una relación epistolar intermitente, que se ha enriquecido con el paso del tiempo y que dio pie a la entrevista que sigue a continuación, publicda en SIGLO XXI el 2 de marzo de 2006.


Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) es un prolífico escritor que navega entre las aguas del ensayo histórico, las memorias noveladas y la ficción. Y en todos estos registros, en apariencia tan dispares, se maneja cómodo, a gusto, fácil. Lo atestiguan sus más de cincuenta libros publicados y la gran aceptación de que goza. Licenciado en Filología inglesa por la Universidad de Granada, Eslava Galán amplió estudios en Inglaterra y en 1983 se doctoró en Filosofía y Letras.

Leo en una biografía suya que está casado y es padre de dos hijas, ¿no cree que ya hay bastantes féminas en su vida para dedicar sus ratos libres a una cuarta mujer llamada Literatura? En realidad estoy divorciado, así que incluyendo la literatura sólo hay tres mujeres en mi vida y debo admitir que a cada una la quiero más que a las otras dos.

¿Qué es para Juan Eslava Galán escribir? Escribir me permite vivir por encima de las posibilidades de este señor gordito, calvo y asustadizo que habito. Me permite ser, alto, guapo, hercúleo y audaz.

Detrás de todo escritor se esconde, normalmente, un lector empedernido. En su caso, ¿qué lecturas le apasionan? No se puede escribir sin leer mucho (y sin vivir, también). Leo muchos ensayos y procuro estar al día en los novelistas que me parecen mejores: Pérez Reverte, Vargas Llosa, García Márquez, Muñoz Molina y otros.

¿Se puede vivir de la Literatura en España? Si trabajas mucho y tienes suerte, se puede vivir, pero hay muchos escritores que deben vivir de colaboraciones varias. O sea, dicho brutalmente: los escritores se dividen en dos grupos: cazadores que viven de sus novelas y recolectores que viven del articulillo, la presentación, la conferencia, el jurado de un premio, etc.

Explíqueme la fórmula mágica para conseguirlo. Escribir, corregir, corregir más, leer aprendiendo y escribir más... teniendo en cuenta también lo que el público quiere leer, no sólo lo que tú quieres que lea y... suerte.

¿Escritor nocturno o diurno? ¿Cuántas horas trabaja al día? Diurno. Algunos días trabajo hasta diez o doce horas. De noche le das vueltas al trabajo y a veces resuelves problemas mientras duermes, o sea, esto no tiene horas.

Con “En busca del unicornio” ganó el premio Planeta en 1987. Además de una estupenda historia es uno de los libros donde los muertos están mejor dosificados, ya que los soldados le duran hasta el final de la novela. En la novela hay que dosificarlo todo. Es una carrera de maratón... por eso muchos articulistas (los cien metros lisos) fracasan cuando intentan la novela: dosificar, medir, montar (con montaje cinematográfico). Hay que aprender del cine, que es la forma más novedosa de narración.

Esa leyenda del polvo del unicornio como vigorizador sexual ¿tiene alguna base científica? No creo que la tenga, pero el rinoceronte africano está desapareciendo por eso. Una pena.

A propósito del Planeta, ¿no cree que se le está desprestigiando sin demasiado fundamento? No creo. Creo que intentan desprestigiarlo muchos autores que repetidamente se presentan y no lo sacan. La zorra y las uvas.

En 1991 consigue el Ateneo de Sevilla con “El comedido hidalgo”. ¿Cuántas horas de lectura de clásicos castellanos se esconden detrás de sus páginas? ¿Cómo demonios fue capaz de describir el hampa sevillana del siglo XVI utilizando, además, su jerigonza? Tengo buen oído para mis lecturas de otros siglos y aproveché esta cualidad en aquella novela. Luego tuve la suerte de que un erudito local (al que le dedico la novela) puso generosamente a mi disposición sus estudios cervantinos que abarcaban toda una vida.

Cuatro años después publicó su divertida “Statio Orbis”. ¿Existe realmente alguien parecido a Calamar, alias Teodoro Algarinejo, o un cura como don Cristóbal? ¿Cómo se puede mezclar hoces, martillos, banderas rojas y sotanas? Esos personajes nos rodean, están en la calle, en las sacristías, en las tabernas, sólo hay que acercarse a ellos y observarlos con mirada beatífica: una de las obligaciones del novelista: observar y tomar nota.

Comenzamos con la Guerra Civil, un territorio por el que Juan Eslava Galán camina con asiduidad. ¿Algún día se cerrará de una vez por todas este enojoso capítulo de la Historia de España o continuará siendo la herencia, luctuosa herencia, que dejaremos a nuestros hijos? Lo jodido es que ciertos políticos la tomen como pretexto para arrojar los cadáveres a sus adversarios. Deberíamos estudiar esa guerra con desapasionamiento: ya somos otros.

Señorita”, premio Fernando Lara en 1998, es una historia de amor y espionaje en la que una vez más su fino humor anda por medio. ¿Qué recuerdos guarda de esta novela? Muy buenos. Aparte de que fue premiada, tengo lectores muy fieles que después de leerla han repasado toda mi obra.

Más Guerra Civil: “La Mula”. ¿Qué le dijo su padre cuando tuvo un ejemplar de esta novela entre sus manos? Me dijo: niño, ¿es verdad que yo me cepillé a una falangista en Burgos? Le respondí (torpemente) No padre, ese es uno de los episodios que me he inventado. (El pobre está muy mayor y le falla la memoria).


Y antes de esto, un buen día, Juan Eslava Galán decidió dar una vuelta de tuerca a su trayectoria literaria. Y así se inventó un escritor, viudo por más señas, que habita un viejo molino rehabilitado en compañía de un perro y un gato, bien avenidos claro, y que se dedica a observar pájaros. Como tantos otros, descubrí esta doble vida por el ya famoso artículo (“El extraño caso de Nicholas Wilcox”) que su amigo Pérez-Reverte publicó hace algunos veranos. Y el tal Wilcox tampoco es manco escribiendo: “La lápida templaria”, “Los falsos peregrinos”, “Las trompetas de Jericó”, “La sangre de Dios” y “Los templarios y la Mesa de Salomón” son buena prueba de ello. Está visto que en la República de las Letras el manco vitalicio es Cervantes. ¿Cómo surgió su sosias? Nicholas Wilcox no es mi sosias: yo soy el suyo. Él vive más que yo, es un aventurero capaz de ensanchar esta vida anodina del gordito que escribe sus novelas.

¿Nicholas Wilcox es la oportunidad de escribir las aventuras que siempre quiso vivir? Algo de eso hay.

¿Se venden mejor ficciones templarias escritas por un anglosajón que por un español? Eso me temo. ¡Misterios de la vida!

¿Quedan templarios sueltos por el mundo del siglo XXI?E so dicen ellos, pero yo creo que son charlatanes. Los templarios se terminaron en el siglo XIV, lo lamentemos o no.

Señor Wilcox, ¿es consciente de que no hay que comprar “Códigos da Vinci” ni otras zarandajas extranjeras para leer buenas novelas sobre templarios existiendo las suyas? Mucha gente me lo dice, y lo agradezco en el alma. No obstante diré en favor de El Código da Vinci que ha atraído a la lectura a decenas de miles de personas que nunca habían leído un libro. Eso es meritorio.

Señor Eslava, en una ocasión le oí decir que las relaciones entre usted y Wilcox no eran demasiado buenas porque él vendía más que usted. ¿La cosa ha mejorado o, por el contrario, sigue tensa? El perro sajón continua vendiendo más que yo. Muchas novelas mías están descatalogadas mientras las suyas se siguen editando.

¿Le dice algo el nombre de Maurice Druon? Me suena bastante, sí.

Es usted licenciado en Filología inglesa y Doctor en Filosofía y Letras, ¿se ha dedicado a la docencia alguna vez? Durante largos, larguísimos años enseñé inglés (soy catedrático de instituto)

Lo que sí ha practicado es la investigación y el ensayo. ¿Necesita escribir ficción y realidad? ¿Le resulta sencillo cambiar de registro? Cuando escribo una novela me apetece escribir un ensayo, y viceversa. O sea, empanada mental y vocación poco definida. A mi edad no creo que se defina nunca.

Sé que es un buen aficionado al cine. Recomiende a los lectores de Siglo XXI una buena película relacionada con la Orden del Temple. Recomendaré tres películas sin templarios: Blade Runner, El paciente inglés y El nombre de la Rosa...

Por último, también tiene fama de buen gourmet y además es andaluz, ¿dónde se come el mejor salmorejo de toda Andalucía? El mejor salmorejo, sin duda, el que hago yo, pero tampoco está mal el que hacen en Córdoba y no le va a la zaga la porra antequerana, que es una receta similar pero en Málaga.

La trastienda.

González Ledesma, escritor: "Lo importante es que tú creas en lo que escribes"



Mi relación con Francisco González-Ledesma es muy curiosa. Y dilatada en el tiempo. A mis doce años leía sus novelas del Oeste sin saber que eran suyas. Sabía que las había escrito un tipo que se llamaba Silver Kane, pero nada más. Eran los años sesenta y a mí se me antojaba extraño que en la época de Franco tantos escritores estadounidenses escribieran novelas de vaqueros en España. Pero las novelas existían. Y yo las leía. Y me gustaban. Fue hace pocos años, rozando ya la cincuentena, cuando a través del programa "Negro sobre blanco" de Fernando Sánchez-Dragó, vi la imagen de Francisco González Ledesma mientras lo entrevistaba. Dragó pasó revista a la existencia del escritor barcelonés y asi descubrí que él y Silver Kane eran la misma persona. Esta es la primera entrevista que le realicé y que se publicó en Siglo XXI el 31/2/2005.

La publicación de una nueva obra siempre es un pretexto válido para descubrir la otra cara de una novela, para acercarnos al verdadero protagonista del libro: su autor. Localizar a Francisco González Ledesma ha sido un proceso divertido, casi “negro” aunque sin fiambres, rocambolesco y con confusión incluida. Pero al final hubo premio y este escritor barcelonés, ganador del premio Planeta en el año 1984 con su 'Crónica sentimental en rojo' y autor de la novela 'Cinco mujeres y media', cuya reseña publicamos el pasado mes de octubre, ha respondido a nuestras preguntas.

Un hombre nacido en el Poble Sec, ¿por qué eligió el castellano y no el catalán? No pude elegir. El primer idioma que aprendí a escribir fue el catalán, en las maravillosas escuelas de la República, pero el Bachillerato y la educación sentimental los viví en castellano, que era la lengua obligatoria. La primera poesía, la primera novela que me emocionaron y enseñaron algo en esa etapa tan importante, fueron castellanas. Yo escribo muy correctamente el catalán, y hasta tengo publicados en ese idioma textos de Derecho, pero en las novelas, que son creación, me falta la palabra exacta – o hasta mágica – si no escribo en castellano.

Con su obra “Sombras viejas”, en 1948 gana Vd. el Premio Internacional de Novela y, en vez de darle un premio, le dan un palo. ¿Qué sintió en aquel instante? Sentí desaliento, sobre todo cuando me dijeron oficialmente que “un tipo como usted no publicará mientras viva el Caudillo”. Y así fue, por desgracia. Pero nunca dejé de escribir.

Para sobrevivir no tuvo otro remedio que hacer novelas del Oeste bajo el seudónimo de Silver Kane. ¿A cuántos bandidos ha detenido y ahorcado, cuántas balas ha disparado y cuántos caballos ha puesto al galope, señor Kane? Como Silver Kane tuve que estudiar bien historia y geografía del Oeste, de modo que creo que no hay errores importantes en mis novelas. No recuerdo a cuántos hombres pasé por las armas en ellas, pero no podían ser pocos porque escribía con realismo sobre una sociedad nueva y violenta.

Por cierto, ¿cómo se le ocurrió el seudónimo? Sin él, ¿hubiera podido publicar sus novelas? El editor me dijo que no podría firmar las novelas como González porque nadie me creería. Hacía falta un seudónimo que sonara bien. Yo creé Silver Kane durante una madrugada de pobreza y trabajo, uniendo el nombre de un personaje de cómic que yo escribía (Silver Roy) y el apellido de un dibujante que admiraba (Milton Caniff).

¿Sabe Vd. que los lectores de aquellas novelas, entre los que me cuento, éramos legión? Que los lectores eran legión lo sabía sin duda el editor, Bruguera, quien pagaba poco pero siempre me estaba pidiendo renovar los contratos.

Cuatro novelas del Oeste al mes, cuatrocientos títulos publicados, ¿de dónde sacaba tanta imaginación? Sacaba la imaginación porque no había otro remedio. Además, he de confesar que en muchos aspectos el Oeste me gustaba y me sugería cosas: la guerra de Sucesión, los primeros ferrocarriles, la cultura india, la justicia basada en la honradez y el valor, la dama del saloon, que tenía un pasado.

¿Comía de sus novelas o, además, tenía que trabajar en otros menesteres? Siempre hube de hacerlas como tarea suplementaria, quitando horas al sueño. De día trabajaba todas las horas, o bien estudiaba (por ejemplo Periodismo, donde tuve la suerte de lograr el número uno de toda España) al acabar la jornada de nueve horas mínimo. Y ya en plan de delirium tremens buscaba madrugadas para escribir las novelas que yo consideraba “serias”, y que no podía publicar.

Luego llegaron el Planeta, el Hammet, el Prix Mistere, ¿estos premios le han recompensado por tantos sinsabores como parece que le ha deparado la literatura? Los premios compensan, en efecto, y sin ellos nadie te conoce, pero lo importante es que tú creas –al menos un poco– en lo que escribes.Siempre me he preguntado cómo se las apañaban los escritores de antes para corregir y corregir y corregir sin ordenador.

Vd. aún teclea sus textos en una máquina de escribir, ¿no se cansa de repetir hojas corregidas? Es un defecto personal mío. Les tengo manía a los ordenadores. Y de momento los editores me aguantan. Mañana ya veremos.

Su inspector Méndez, es un tipo especial. Mal visto por el aparato franquista, dejado por imposible por la policía democrática... parece un progre de los 70 después de la Transición. ¿Qué hay de Vd. en Méndez? No me parezco a Méndez, pero reconozco que hay similitudes importantes, como no podía ser de otro modo. Soy solitario, creo en la verdad de las calles, leo muchísimo, siempre me equivoco con las mujeres y soy un pésimo gourmet.

Parece imposible que una ciudad española pueda ser escenario de una novela policiaca, sin embargo, Vd. ha conseguido que Barcelona lo sea. ¿Es Barcelona una ciudad tan peligrosa como González Ledesma la pinta en “Cinco mujeres y media”? Barcelona no es una ciudad más peligrosa que las otras. Al contrario, aquí se respetan bastante las normas civiles, y hubo un tiempo no muy lejano en que fue ciudad de grandes ideales. Pero siempre ha sido una ciudad de “novela negra”: es portuaria, con gente continuamente nueva, tiene un barrio especialísimo (el Chino, hoy El Raval), una población abierta a toda clase de estímulos y un mundo industrial y bancario abierto a todas las oportunidades, no siempre buenas.

Su novela es magnífica. Te coge del cuello al principio y te arrastra hasta el final, no te deja ni a sol ni sombra, hay que acabársela. ¿Cómo consigue que la acción no languidezca sino que avance sin detenerse? Oiga, y al final nos la vuelve a clavar?Toda la técnica de la novela, logrando dosificar el interés, la aprendí con Silver Kane. Fue un aprendizaje de perro.

¿Está trabajando en alguna novela nueva? Siempre estoy trabajando. En marzo publico mis memorias (“La historia de mis calles”) en Planeta. Sin trabajar no justificas tu vida.

Una queja. Ni rastro de sus obras. Ni en las librerías de lance, que tanto me gustan, las encuentro. ¿Para cuándo una buena reedición de todas ellas o tengo que invocar a Sherlock Holmes, a Poirot, a Marlowe o a su amigo Méndez para que me ayuden a encontrarlas? Ya sé que, por desgracia, no se encuentran mis obras. Sólo por Internet las ofrece alguien. Están agotadas, aunque se van reeditando (por ejemplo “Las calles de nuestros padres”, en La Factoría de Ideas).

Para terminar y volviendo a sus “Cinco mujeres y media”, Sr. González Ledesma, ¿cómo es un culo extraparlamentario? Curiosa pregunta. Un culo extraparlamentario es una licencia para designar un culo no políticamente correcto. Que es justo el culo interesante, imaginativo y no sujeto a las leyes de la moda.

El Eco.

martes, 17 de marzo de 2009

Montero Glez, escritor: "Encuentro más literatura entre los escombros que en un campo de golf"


Montero Glez siempre me ha atendido fenomenalmente.Trabé contacto con él tras leer su novela 'Cuando la noche obliga', allá por el año 2004, y comentarla para el suplemento cultural 'Cuadernos' del diario Mediterráneo de Castellón de la Plana. Montero no me conocía de nada y, sin embargo, desde el primer momento me mostró su confianza y me lo hizo todo fácil. Siempre le estaré agradecido por ello. Fruto de este trato cordial han sido numerosos correos, varias reseñas de sus libros y la entrevista que viene a continuación.


Desde su refugio sureño y tras la publicación de su novela 'Manteca colorá', el escritor Montero González ha tenido la amabilidad de conceder a Siglo XXI esta entrevista exclusiva, junto a la que publicamos la singular fotografía que nos ha remitido para la ocasión.

Lo tuyo es hablar sobre el mundo canalla, ¿piensas hacer incursiones en otros ámbitos? Soy poco futurible. Sin embargo, encuentro más literatura entre los escombros y los basureros que en un campo de golf. Se me ha etiquetado como la voz del lumpen pero yo no vengo del lumpen. Lo que hago es dotar al lumpen -una extra clase- de conciencia de clase. Convirtiendo así el lumpen en una clase extra. El lumpen no tiene conciencia de clase, yo se la pongo. Ese es mi juego literario.

Aunque mantienes tu estilo, creo que único en la piel de toro y en el Estrecho de Gibraltar, lo veo más firme, más asentado, ¿es así? Para mi no se puede separar fondo de forma, argumento de estilo. Si tienes una historia que contar y no la cuentas con el estilo que la historia merece, entonces esa historia la malogras. Las historias que yo cuento sólo se pueden contar de una forma. Por lo mismo puedo presumir de haber conquistado mi propio estilo. Folklore Cósmico lo he bautizado.

Tienes la extraordinaria habilidad de imprimir un ritmo increíble en tus textos. ¿Cómo lo haces? Gracias por la felación. He de decirte que el ritmo no es espontáneo y que —en el caso de Manteca Colorá— deseché algo así como el doble de páginas. Lo que me interesaba era mantener el esqueleto de la trama. Luego, mientras estaba en ello, conocí a un guitarrista flamenco, un gitano que me dio la fórmula. Nunca hay que perder el ritmo, me dijo, por sacar una buena nota. Eso es lo importante, pues en el flamenco, música que amo, el ritmo es la base. Y del ritmo sale la melodía. Nada que ver con el clasicismo que pretende enseñar que la melodía y el ritmo van separados y te lo justifican poniéndote la partitura delante.

¿Existen personajes como el Coronel, el Roque o la Sole en tu entorno? Existen retazos. Al igual que Praxíteles, salvando distancias, creó su Venus a partir de trozos de otras mujeres, yo hago lo mismo.

¿Vas a promocionar 'Manteca colorá' por algunas ciudades españolas? Creo que todas las preguntas que puede contestar un novelista están escritas en su obra. Luego hago excepciones como esta, pues me caes simpático y tu trato siempre ha sido bueno. Pero el andar de aquí para allá me quita tiempo para escribir y sobre todo para leer que después de fornicar y escuchar flamenco es lo que más me gusta de la vida. Pero lo que te iba diciendo, que mis editores quieren hacer presentaciones. Sobre todo Madrid. Yo se lo pongo difícil.

Según me explicaste la otra vez, tus novelas se iban a traducir a otros idiomas. ¿Me puedes explicar cómo coño se traduce 'pisha' al holandés o al ruso? Eso se lo tienes que preguntar a mis traductores.Creo que tienes alguna otra novela, además de 'Sed de champán' y 'Cuando la noche obliga', que se publicó en su día.

¿Para cuándo una reedición? Como Roberto del Sur aparecí hace diez años con Al Sur de tu cintura. No sé que valorar más de aquello, o mi osadía por querer publicar esa puta mierda o la valentía de Blanco Chivite por editarla. Era una novela abortada aunque según Pérez-Reverte, ya apuntaba maneras. Pero lo que te iba a decir, qué coño, que Al Sur de tu cintura es Manteca Colorá diez años después. Recuerdo que la escribí a mano, como todo lo que hago. Y que por aquel entonces andaba por Madrid con una anemia galopante. Y que por las mañanas me iba hasta la Delegación de Hacienda a pasarla a máquina, entonces la informática era asunto para privilegiados y en las oficinas de Guzmán el Bueno había una fila de ellas para rellenar las declaraciones. Y allí me ponía. Luego, el editor Blanco Chivite, repitió. Publiqué Vivir de Milagro, una colección de fórmulas a la hora de solucionar problemas prácticos como cortes de luz y de agua. El otro día me ofrecieron reeditarlo. Pero me negué.

¿Se han acabado ya tus problemas con las editoriales? Nunca he tenido problemas con los editores. En todo caso algún editor ha querido tener problemas conmigo. Mira, de Blanco Chivite, mi primer editor guardo una bella memoria. Igual ahora me pasa con Mario Muchnik que es un editor muy especial pues como él ya no quedan. Su labor es de mérito, Chatwin, Cortázar o Alberti son sólo algunos nombres. Lo que hace él es poner en contacto al autor con su obra, nada que ver con otros que su única labor consiste en poner en contacto al escritor con el público. Siguiendo con los editores quiero destacar a las hermanas Tey, unas macizas que sólo citarlas me ponen cachondo. Y también es agradable en su trato Aurelio Major con el que trabajé un reportaje para la revista Granta. No me puedo olvidar tampoco de la gente de Random House Mondadori, de Maria Casas y de Juan Díaz, personal joven, con brío y que apuestan y arriesgan en cada libro mío que reeditan. Ni de Menchu Solis, que ha tenido mucha paciencia conmigo. Luego están los extranjeros, Anne Marie en Francia, con la que río mucho por teléfono. Cada vez que llamo se pone. Y si lee esta entrevista pues le mando un beso. Muac.

¿Has conseguido ya vivir de la literatura o todavía las pasas putas? Mira, nunca se pasan putas. Cuando escribo lo paso bien. Ayer mismo, viendo la película que Huston dedicó a Lautrec hay un dialogo memorable entre el pintor y la modelo, en el cual Lautrec explica que Leonardo pintó a la Gioconda por encargo. Y que luego el marido como no le gustó el retrato se lo devolvió. Y que fue el tiempo el que hizo de aquel cuadro una obra de arte. Entonces la modelo le pregunta a Lautrec qué de qué le sirvió a Leonardo pintar a esa mujer. Y Lautrec responde que para disfrutar mientras la pintaba. Creo que no puedo contestar mejor a tu pregunta.

Por último, ¿cuáles son tus escritores favoritos? No creo que tengas sitio para poner a todos. Pero vamos a intentarlo. Te diré los escritores en castellano: Valle, Baroja, Quevedo, Aldecoa, Ferlosio, Marsé, Mendoza, Muñoz Molina, Antonio Iturbe, García Márquez, Onetti, Rulfo, Cortázar, Jodorowsky, Vargas Llosa, Ribeyro, Arlt, Elmer Mendoza, Iwasaky, Mallorquí, creador del Coyote, Blasco Ibáñez, Marcial Lafuente Estefanía, Galeano, Vázquez Montalbán, Rafael Azcona, Cabrera-Infante, González Ledesma, Gabriel Ruiz Ortega, Fernando Vallejo, Pedro Lemebel y Eduardo Galeano. Ah, y Sánchez Abuli, creador del Torpedo de los tebeos y que a mi me ha influido mucho, sobre todo a la hora de cerrar el capitulo final de Manteca Colorá. Si lee esta entrevista que sepa que le debo una juerga.

El Eco.


(Esta entrevista fue publicada en SIGLO XXI, el 6-12-05).