«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

viernes, 24 de septiembre de 2021

‘La llama inmortal de Stephen Crane’ de Paul Auster (Seix Barral)

Auster parece una caja de sorpresas interminable. Los que hemos disfrutado con su literatura, especialmente con sus primeras novelas, ya no albergamos motivos para sorprendernos con la irrepetible trayectoria del escritor de Newark. Escribo esto, porque en su nueva entrega, ‘La llama inmortal de Stephen Crane’ (Seix Barral), Paul Auster se descuelga con un libro de más de mil páginas, incluidos Notas, Agradecimientos e Índice Analítico, que es nada menos que una biografía. La biografía de otro escritor, tan norteamericano como él.

Dice Auster que su libro, recuerden que tiene más de mil páginas, «pretende servir de “introducción” a la vida y obra de Stephen Crane y se ha escrito para aquellos que lo conocen poco o nada». El entrecomillado intermedio es de quien esto suscribe. Como escritor, Paul Auster analiza la existencia de Crane desde la óptica de otro escritor, un plumífero hablando de otro plumífero, no como un biógrafo especializado y, por eso, incluye numerosos fragmentos de su obra. Su mirada se centra en su trabajo, en sus textos, e intenta reflejar la experiencia de leer a Crane, lo que se siente cuando un lector, en este caso él mismo, se enfrenta por primera vez a su literatura. Por ello, añade Auster, «no he adoptado un enfoque académico y me he mantenido lejos de la crítica literaria tradicional». En su desempeño como biógrafo hay, además, una investigación sobre los avatares de la breve, e intensa, vida de Stephen Crane, que escribió acuciado por la falta de dinero en el último tercio del siglo XIX, basada en obras de los eruditos y biógrafos que han hurgado en archivos y documentos históricos para encontrar su huella, en un intento por enlazar las distintas piezas que componen el puzle de su existencia.  

Si la peripecia vital de Crane es apasionante, no lo es menos la época que le tocó vivir. Nació en Newark, como Auster, el Día de los Difuntos del año 1871 y falleció el 5 de junio de 1900, con lo que, tal y como señala su biógrafo, tuvo un paso más que fugaz por el siglo XX, ya que solo vivió en él cinco meses y cinco días, tras fallecer en Badenweiler (Alemania), el 5 de junio de 1900, víctima de la tuberculosis. Es decir, que apenas vivió veintiocho años, siete meses y cinco días, algo menos que Wolfang Amadeus Mozart (1756-1791), cuya existencia se prolongó a lo largo de siete lustros. Y uno se pregunta si Stephen Crane significó para la literatura estadounidense lo mismo que el compositor de Salzburgo para la música europea. Según Auster, que afirma que muchos escritores norteamericanos no hubieran sido los mismos sin la literatura de Crane, la respuesta no admite dudas. Y por ello le ha dedicado tan monumental trabajo, que le ha llevado varios años de investigación, análisis, construcción y escritura.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Sergi Doria: «El año 1976 fue el de la iniciación a la vida de todos los españoles»

Sergi Doria fotografiado por Inés Baucells

Nº 629.- Son las cinco de la tarde. Primer lunes de septiembre. Fallas recién quemadas. Calor y
humedad. En resumen, bochorno. Parece que el verano no quiere terminar. Al otro lado del teléfono, puntual, está Sergi Doria, que tiene nuevo título en el mercado: ‘Antes de que nos olviden’ (Destino), la tercera entrega de su trilogía dedicada a Barcelona. ‘Antes de que nos olviden’ es una historia de las de siempre, una búsqueda salpicada con buenas dosis de humor e intriga, de esas que nos gusta leer de vez en cuando, ambientada en la Barcelona de la Transición, en los tiempos del destape, de las sectas religiosas, de los cambios políticos, poblada por personajes de turbio pasado, que ayudan a retratar a la ciudad de aquel entonces. Además de escritor, con varios títulos publicados, Sergi es profesor de la Universidad Internacional de Cataluña y de la Universidad Ramon Llull, y periodista cultural de dilatada trayectoria, que ahora trabaja en
ABC. El escritor barcelonés ha descolgado pronto y, tras las presentaciones y otros parabienes, pulso la tecla rec de la grabadora. Se enciende el piloto rojo, esa señal tácita establecida entre el artilugio digital y quien esto suscribe. Y comenzamos a conversar.

La primera vez que hablo con un escritor suelo iniciar la entrevista con la misma cuestión: ¿qué significa para ti la literatura?

Yo provengo del periodismo igual que mis primeras publicaciones. Durante muchos años hice crítica literaria y no me atreví a ponerme con una novela hasta el año 2015. Les había leído la cartilla a muchos escritores y pensé que, si yo no escribía bien, podían decir que yo era aquel maestrillo que les daba lecciones acerca de cómo escribir. Pienso que la realidad siempre supera a la ficción. De ahí que la trilogía que cierra ‘Antes de que nos olviden’ esté toda ella basada en hechos reales. Concibo la literatura como una ambigüedad permanente, donde se mezclan cosas verdaderas con otras inventadas. Creo que jugar con la verdad y la mentira es lo que le proporciona atractivo a la literatura, lo que la diferencia del ensayo o de los libros de historia.