«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 23 de febrero de 2023

Men Marías: «Hay una serie de fuerzas, que intervienen en la vida del ser humano, de las que no podemos escapar»

Fotografía: Vicente Carvajal
Nº 651.- Febrero, jueves, casi en el centro del mes más corto del año. Hace no mucho
recibí ‘Lo que arrastra la lluvia’ (Penguin Random House), la nueva novela de Men Marías, que poco tiene que ver con su anterior publicación. La escritora granadina nos cuenta ahora la historia de Marina, una mujer que ha visto destrozada su vida y que habita la mendicidad. Ha perdido a su marido, su hija, su casa, sus ahorros, malvive en un parque público y vaga por las calles de la ciudad. Un día, Carmen Salvaterria, una mujer de existencia acomodada y preocupada por temas sociales, se apiada de ella y decide incorporarla a su vida familiar. Marina acepta su generosidad, pero luego, paulatinamente, su devenir adquiere otro rumbo que la conducirá hasta los arrabales del alma humana. El agradecimiento ya no es tal, se torna en envidia, agravios comparativos y sospechas. No es necesario revelar más detalles de la trama. Cinco minutos para conectar por zoom con Men Marías. Preliminares, presentación, saludos, grabadora lista, tecla rec pulsada, piloto rojo encendido… Empezamos.  

miércoles, 8 de febrero de 2023

Elvira Navarro: «La memoria de cada persona tiene un componente de ficción»

Nº. 650.- Calle de la Paz. Se adivina una jornada agradable en la ciudad de València. Pasan unos minutos de las diez de la mañana del día de Sant Blai, Elvira Navarro acude a nuestra cita en el hall del Hotel Vincci Lys. Pelo largo sobre los hombros, suéter rosa, falda morada, sonrisa amable. La tarde anterior había tenido lugar la presentación de su nueva novela, ‘Las voces de Adriana’ (Random House), en la librería Ramón Llull con buen éxito de público. En su nueva entrega, la protagonista se interroga acerca de cómo se reordena el mundo tras la muerte de su madre, un duelo que se acentúa con el cuidado de su padre, convaleciente de un reciente ictus. Adriana se ha convertido en una espectadora de la vida y en una tímida consumidora de app de citas, que solo consigue incrementar su estancamiento. Los fantasmas del pasado acechan, irrumpen en su existencia a través de las voces de su madre y de su abuela y del recuerdo de la casa de pueblo − estancias, sonidos, vacíos, olores − en la que vivió buena parte de su infancia y juventud. Mientras esperábamos que nos sirvieran dos cafés con leche, el piloto rojo de la grabadora terminó de desperezarse, comenzó a brillar y a registrar nuestras palabras. 

Elvira, contaba Vargas Llosa en una entrevista reciente que, en una ocasión, caminaba por París con Julio Cortázar. Durante la conversación, el escritor argentino le dijo: «Esta tarde tengo que escribir ‘Rayuela’ y no sé qué va a pasar». ¿Te sucede a ti algo parecido?

Me ocurre lo mismo, sí. Nunca tengo claro hacia donde voy, sobre todo cuando el libro está en ciernes y también cuando lo llevo medianamente desarrollado. Además, soy bastante caótica, porque no escribo la novela unitariamente sino que estoy trabajando sobre un tema y de ahí surgen varias ramificaciones. Una vez que tengo la sensación de que ya ha escrito todo lo que quería escribir, hago un trabajo de montaje. Pero en ese momento el libro es algo informe todavía. ‘Las voces de Adriana’, por ejemplo, llegó a tener trescientas páginas y le quité la mitad porque quedaba un Frankenstein. Así que, cuando ya tuve clara la línea de la narración, lo desmonté y lo volví a montar.

Sé que a ti eso de los géneros no te importa mucho. ‘Las voces de Adriana’ es una novela en la que has incluido prosa, poemas, diálogos, relatos cortos... ¿En una novela cabe de todo?

Pues en esta novela desde luego que sí. Han cabido relatos y algo parecido a poemas, pero quizá en todas las novelas no suceda igual. Si lo pensamos genéricamente, la novela es un género que se presta a contener en su interior múltiples formas o diversos estilos, pero siempre pensando que lo que incluyas ha de funcionar dentro del libro.

miércoles, 1 de febrero de 2023

Francisco J. Leira Castiñeira: «Hay que construir la Historia contando con la aportación de la sociedad civil»

Nº 649.- ‘Los Nadies de la Guerra de España’ (Ediciones Akal) es el nuevo libro publicado por el historiador Francisco Leira Castiñeira. No hace falta explicar quiénes son los Nadies, esos seres que esperan que algún día les llueva del cielo, o de donde sea, el reconocimiento que merecen por su participación en la contienda del 36. Los grandes nombres de la Guerra no se cuestionan. Se anotan sus aciertos y, también, sus desafueros. Nadie les priva de la gloria o del oprobio. Sin embargo, los Nadies siguen sin ser alguien. Y la Guerra, la Historia en general, ha zarandeado su existencia para un lado y para otro, sin piedad ni miramiento, y ellos con su entrega abnegada, forjaron el desarrollo de los acontecimientos históricos. Leira Castiñeira, con su nueva entrega, trata de devolverles ese lugar que les pertenece por derecho propio, mostrándonos un tiempo y un lugar cargado de más esquinas y dobleces de lo que parece. Dice Eduardo Galeano, que acuñó el término, que «los nadies no hablan idiomas, sino dialectos […], no son seres humanos, sino recursos humanos […], no tienen cara sino brazos, […] cuestan menos que la bala que los mata». Sobre todo esto hablé con Francisco Leira hace ya un par de semanas largas. Él desde las orillas del Atlántico; quien suscribe, desde las  del Mediterráneo. El teléfono obró milagros. La grabadora los registró.

Francisco, tu labor como investigador/historiador se ha centrado hasta ahora en la Guerra Civil, ¿por qué te atrae tanto ese tema?

Me atrae porque aún quedan muchas historias que no se conocen de viva voz, que permanecen ocultas, como en una nebulosa, y no se han contado en el plano social ni institucional, quedando reducidas al ámbito familiar. La Guerra Civil y el Franquismo marcan un punto de ruptura en el siglo XX. Es lo que pudimos ser y no fuimos a causa del golpe de estado.  

La Historia con mayúscula se ha ocupado siempre de los grandes movimientos, de los grandes hechos y  las grandes figuras. Sin embargo, a ti te interesan los Nadies, esas personas que participan y sufren las directrices del devenir histórico sin comerlo ni beberlo…

Realmente, creo que es una cuestión generacional. De alguna manera, yo también me siento como una especie de Nadie en este mundo que vivimos. A veces pienso que la influencia que podemos ejercer en los cambios sociales y políticos se ha visto reducida por culpa de los grandes poderes que no somos capaces de controlar. Por eso me he centrado en investigar a esas personas que, digamos, no han sido tan relevantes y, sobre todo, en descubrir cuál fue la interacción que tuvieron ellos con el mundo que les rodeó, algo que, también de algún modo, explica la interacción que tengo yo con el mundo que me rodea a mí. Por tanto, ahí hay una cuestión de identificación personal mía, y de otros historiadores que, igualmente, se sienten identificados en este mismo sentido. Como decía Pierre Vilar «Una parte del historiador también está en la Historia».

Este modelo de historiar, que tú has plasmado en ‘Los Nadies de la Guerra de España’, recibe el nombre de Historia Pública. ¿Podrías definir este término en pocas palabras?

Sería ese lugar en el que, tanto los que nos dedicamos a hacer Historia como la sociedad civil,  podemos tener un espacio de debate. Se trata de una forma de construir la Historia contando con la aportación de las personas, a través de información transmitida por su propia memoria vivida o por la documentación, que ellas mismas puedan guardar en su casa, siguiendo un método de trabajo riguroso. Este espacio de debate para mí resulta fundamental. Creo que debemos fomentarlo para que la gente no experta se sienta reflejada, se involucre y participe en él.

Si no lo entiendo mal, la Historia Pública concibe la Historia narrada no a través de una voz única, sino de muchas, lo que la transforma en una Historia coral, ¿es así?

Sí y en este libro creo que lo consigo más que en el anterior, a pesar de que allí también hablaba de personas apenas conocidas a través de entrevistas orales. Aquí, aunque son ocho capítulos con nombre y apellidos, he pretendido que esas personas representen a otras que atravesaron situaciones similares, teniendo siempre presente que las casuísticas son miles e intentando abandonar ese discurso de las dos Españas, que parecen estar condenadas a enfrentarse eternamente, porque no es real. Hay una gran diversidad de casos particulares de personas que pensaban de un modo distinto y quiero que, a través de estas mujeres y hombres, podamos estudiar muchos más casos. Por eso, la mayoría de las personas que he incluido en el libro no procede de Madrid, sino de otros territorios como Galicia, Andalucía, Catalunya…   

Por tanto, al crear ese espacio de debate al que aludes, lo que haces es democratizar el estudio de la Historia, ¿no?

Sin duda, claro. La Historia la construimos todos. Eso no quita que deba ser seria y elaborada bajo un método riguroso, pero sí la democratiza y hace bajar al historiador al pie de la calle. Cuando terminé los capítulos del libro, basados en la documentación recibida y mis búsquedas de archivo, les pasé los textos a las propias familias y ellas fueron las que descubrieron aspectos de sus antepasados que no conocían. Al mismo tiempo, corrigieron algunos detalles de mi trabajo, aportándome nuevas miradas. Ese intercambio me permitió enriquecer el libro.