«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

viernes, 30 de diciembre de 2022

Lo mejor de 2022

Y un último apunte antes de finalizar diciembre. Como es costumbre, El Eco de las voces siempre ha escogido el mejor libro del año a juicio de quien gobierna este blog. Este 2022 hay varios títulos que señalar y recomendar. Empezamos con '14 de abril' de Paco Cerdá, ese recorrido por el día del advenimiento de la república en el año 1931. Veinticuatro horas salpicadas de personas que vivieron y sufrieron, o gozaron, tan magna fecha, narradas con un impecable tono literario. No es ficción, se acerca al ensayo y, al mismo tiempo, roza el reportaje del tiempo pasado. Un excelente trabajo de este valenciano nacido en Genovés. Sin lugar a discusión, para él es el primer puesto, el del libro del año.






Le sigue 'La ciudad' de Lara Moreno, una novela, este título sí es ficción, donde la ciudad de Madrid desempeña un principalísimo papel e impone su impronta a tres mujeres, Oliva, Horía y Damaris, tres emigrantes que purgan sus penurias diarias, malos tratos incluidos, en la capital madrileña, especialmente en los alrededores de la Plaza de la Paja. Excelente novela, plagada de metáforas, imágenes y una prosa sin duda poética. Muy recomendable.







Dentro del territorio del cómic, 'Contrapaso. Los hijos de los otros' de Teresas Valero ocupa, sin duda,
un lugar de privilegio en las recomendaciones de este blog. Ya sé que se publicó en 2021, pero quien esto suscribe lo ha leído, y ha tenido la suerte de entrevistar a su autora, en septiembre de 2022. También Madrid es protagonista de esta narración dibujada sobre los niños desaparecidos y los crímenes cometidos durante la Dictadura, y perfilada bajo la escrutadora mirada de dos periodistas antagónicos: uno, un veterano de vuelta de muchas cosas, y otro, un jovenzuelo recién llegado a la capital, más maduro de lo que a simple vista parece, que se embarcan en una investigación policial en tiempos de niebla, donde todo era blanco y negro y queda poco espacio para los tonos grises. De lectura obligada para los amantes del género. 



Por último, una recomendación. Leí 'Jo confesso' de Jaume Cabré en  2011 por primera vez. Hace
unos días comencé su cuarta relectura y he podido comprobar, con enorme alegría, que la historia del Vial, ese violín construido por Lorenzo Storioni, conserva toda su frescura y calidad literaria, sin menospreciar en absoluto la calidad humana de los personajes, especialmente Adrià Ardévol y Bernat Plensa i Ponsoda. Al mismo tiempo, el texto permite a su autor reflexionar sobre la idea del mal, como concepto general y abstracto que afecta a la humanidad. Es una novela que ha envejecido extraordinariamente bien. Existe versión traducida al castellano. Imprescindible en su biblioteca.





Feliz Año 2023

2022 se marcha y ojalá que no hubiera venido. Ha sido este un año duro, especialmente en el último cuatrimestre. El número de entrevistas de El Eco de las Voces ha descendido. Las vicisitudes del tiempo que nos ha tocado vivir así lo han dispuesto. Esperemos que los próximos doces meses sean mejores para todos o, al menos, más livianos. 

Muchas gracias a tod@s los que os habéis acercado a este blog. 

Feliz 2023!!!! 

jueves, 29 de diciembre de 2022

Nuria Barrios: «Si una traducción es buena, el lector recorre el libro de forma plácida, sin obstáculos ni reparos»

Fotografía: Asís G. Ayerbe 
La escritora madrileña, galardonada con el XIII Premio Málaga de Ensayo,
describe en ‘La impostora’ sus sensaciones y experiencias dentro del oficio de traductora, un territorio literario, atractivo e interesante, pero no exento de dificultades.  

Nº 646.- Algunos afortunados tienen la posibilidad de leer libros directamente en la lengua vernácula de sus autores. Otros no. Sin embargo, todos leemos libros traducidos de otras lenguas, gracias al trabajo de ciertas personas que, habitualmente, habitan en el limbo de lo invisible. Me refiero a  los traductores. Sin duda ninguna, la calidad de esas lecturas depende de la implicación de los traductores en su tarea, de cómo intercalan su voz entre el escritor en lengua foránea y el lector en lengua castellana.  Las editoriales les contratan, revisan su trabajo, les pagan y pasan página. Ellos, entonces, regresan a sus cuarteles de invierno, a su invisibilidad. Luego su nombre, aunque parece que esta situación ha cambiado un poco, aparecerá escrito, casi con disimulo, en las primeras páginas del libro traducido. La escritora Nuria Barrios, traductora entre otros de Benjamin Black, Premio Príncipe de Asturias 2014, aprovechó el tiempo de reclusión impuesto por la pandemia para interrogarse acerca de su trabajo como traductora. De esta manera surgió su ensayo ‘La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora’, publicado por Páginas de Espuma, donde aborda las cuestiones específicas de este oficio literario, porque traducir también es hacer literatura, y desvela sus entresijos, sus lugares ocultos, sus interrogantes. ‘La impostora’ fue galardonada, además, con el XIII Premio Málaga de Ensayo. Sobre todo ello, un martes de diciembre, por añadidura día trece, pude conversar con la escritora madrileña a través del teléfono. Abajo, en la avenida, los villancicos desaforados de un cantante callejero, acompasados por el ritmo machacón de un piano automático y un platillo limosnero, amenizaron, por así decirlo, nuestra charla. 

Nuria, hasta ahora habías publicado poesía, relatos y novelas, ¿cómo surge la idea de escribir este ensayo?

Siempre he dicho que, en cada obra mía, no soy yo quien decido si voy a escribir novela, poesía, relato o lo que sea. Yo no funciono así. Aquello sobre lo que me dispongo a trabajar determina la forma en la que quiere ser contado. En concreto, el tema de este ensayo surgió a partir del confinamiento por la pandemia, que para mí, entre otras muchas cosas que marcaron estos meses, significó tener una sensación de incertidumbre provocada por no saber a qué virus nos enfrentábamos, ni cómo sería el mañana, ni si podría volver a ver a mis padres, ni hacia dónde irían las relaciones humanas… Ante todas esas incertidumbres llegó un momento como de iluminación, en el que me di cuenta de que esa misma sensación ya la había notado la primera vez que me enfrenté a una traducción. Esa percepción de perder mi propia lengua, de haber perdido el español y estar extraviada por el mundo, me hizo caer en la cuenta de que escribir sobre la traducción sería la herramienta que me permitiese abordar la incertidumbre. Todas las piezas casaron y vi que mi voz iba a ser un ensayo literario, en el que hablaría por primera vez desde el yo, aunque no se trataba de un yo cerrado, acotado a mi biografía, sino un yo más amplio, casi como un médium, un espejo que permitiera que todos los que lo leyeran pudieran sentirse reflejados en él.   

En ese sentido, ¿‘La impostora’ tiene mucho de desahogo o de exorcismo/catarsis para ti?

Sin duda, tiene el sentido no de catarsis, porque el final de una catarsis conlleva sanación y no creo que ninguna obra literaria tenga valor terapéutico para ello, pero sí posee el sentido de iluminación, de poner luz en la tiniebla. No hay cura ni solución, pero sí investigación, exploración y descubrimiento.  

Sería, más o menos, como un saber dónde estoy, ¿no?

Sí, es un saber dónde estoy y qué hay en torno mío. Muchas veces la incertidumbre es una niebla y la escritura, como herramienta, se comporta como los faros antiniebla de un coche, que permiten aclarar y ver a través de esa bruma aunque no la disipe. 

domingo, 18 de diciembre de 2022

Lara Moreno: «Las protagonistas de ‘La ciudad’ no son reales, pero sí están llenas de realidad»

La rica prosa de la escritora sevillana nos sumerge en la historia de tres mujeres, atrapadas entre su pasado y su presente. Un certero retrato social.  

Nº 645.- Lara Moreno (Sevilla, 1978) pasó por València para presentar ‘La ciudad’, su nueva
novela, publicada por Lumen, que retrata la vida de tres mujeres, cuyas existencias confluyen en un edificio de Madrid: Oliva, una española que mantiene una violenta relación de pareja con Max; Damaris, una colombiana que cuida a dos niños y comparte piso con su amiga Romina; y Horía, una marroquí que trabajó como recolectora de fresas en Huelva y espera con desasosiego la llegada de su hijo desde Marruecos. La narración se centra en su pasado y en el cerco al que las somete el presente. Al fondo, pero no lejos, se dibuja el contorno de Madrid, una urbe poliédrica de múltiples aristas, que alberga en sus entrañas las tribulaciones de millones de seres a diario, entre los que se encuentran las tres mujeres. Por la plaza de la Paja del barrio de La Latina, lugar emblemático para la escritora sevillana, se mueven los personajes de la novela. Allí pasean, ríen, lloran, toman copas, reflexionan y hablan de sus cuitas. Acerca de todo este crisol social pude charlar con Lara Moreno en un hotel del centro histórico de la capital del Túria. Afuera discurría un tráfico severo, irritado por las obras que, en aquel momento, se llevaban a cabo en sus inmediaciones. En la distancia, la torre de Santa Catalina se perfilaba sobre el gris de las nubes. Con el piloto rojo de la grabadora encendido, comenzó nuestra conversación.
 

Lara, han pasado diez años desde nuestra primera entrevista. Entonces era un tiempo complicado para ti, ¿estás ya en el lugar que apetecías dentro del mundo de la literatura?

Es cierto que pasé estrechuras, pero a medida que transcurría el tiempo, cada vez me afirmaba más en mi trabajo de autónoma: era editora, impartía clases en talleres, hacía tutorías de novelas por mi cuenta y desempeñaba otros trabajos que me salían, procedentes del mundo de la cultura. Pero como todos estaban mal pagados, aunque tuvieras veinticinco no se notaba, algo que no tenía ninguna gracia. En cualquier caso, ahora dispongo de un empleo estable, que se lleva el ochenta por ciento de mi tiempo. Escribo a contra vida, en mis ratos libres y tengo la misma sensación que cuando comencé: me cuesta muchísimo hacerlo. Sin embargo, he de reconocer que mi editorial se porta muy bien conmigo y no me pone pegas en los plazos de entrega. Si la novela está lista cuando ha de estar, bien, y si no, pues, no está.  

domingo, 11 de diciembre de 2022

David Roas: «La idea de que el monstruo anida en lo cotidiano, en tu entorno, es lo que produce el miedo»

El escritor barcelonés acaba de publicar su nuevo libro de relatos titulado ‘Niños’,
editado por Páginas de Espuma.

Nº 644.- David Roas (Barcelona, 1965), alto, delgado, pelo canoso, irónico, escritor, cuentista, profesor, crítico y alguna cosa más, acudió a València para participar en la IV Edición del Golem Fest y presentar su nuevo libro de relatos, ‘Niños’, editado por Páginas de Espuma. En el escenario del Auditorio Joan Plaça del Jardín Botánico de la capital del Túria, acompañado por el también escritor Carlos Pitillas, habló sobre la huella que dejan los miedos infantiles en la literatura. La charla supo a poco por breve, pero fue suficiente para impregnar la sala con el aroma que dejan las cosas interesantes en nuestros oídos. Y en nuestro ánimo. Precisamente ‘Niños’ trata sobre esos miedos inexplicables − ¿quién no los sintió en su momento? −, que acechan nuestra infancia. Los niños y niñas que fuimos, aquí representados por los protagonistas de estos relatos, juegan, bailan, corren, saltan, se divierten y perciben esos temores… Pero a la vez los provocan, porque ellos mismos son el terror. Horas después,  sentados en el Café La Placita, justo frente a la Iglesia de San Sebastián, David Roas y quien esto suscribe comenzamos a conversar sobre esas criaturas y esos temores. Eran las cinco de la tarde. Minuto arriba, minuto abajo. El sol comenzaba a declinar, mientras el piloto rojo de la grabadora señalaba el inicio de la entrevista.   

David, ¿escribiste los relatos que forman ‘Niños’ de manera aleatoria o, desde el primer momento, querías hablar de los miedos infantiles?

No, no, fue una decisión plenamente consciente, nada aleatoria. En mi anterior libro, ‘Invasión’, había unos relatos titulados ‘Cuentos dictados’, llamados así porque me los dictó David, mi hijo. Yo solo tuve que convertirlos en tinta y papel. En mi cabeza se quedó el runrún de que era un tema que tenía que continuar y mi mujer me animaba a seguir con ellos. Así que desde el año 2018 solo me dediqué a escribir cuentos para este libro. Alguno de ellos, como el de ‘Zoltar speaks’, hacía ya tiempo que lo tenía en mi cabeza. Es verdad que el primer relato, ‘Vinieron de dentro de’ había sido ya publicado en aquel mismo volumen, pero estaba convencido de que tenía que ser el primero de ‘Niños’, porque se refería a un embarazo. Así que le pedí permiso a mi editor para incluirlo también aquí. Por eso en la dedicatoria puedes leer «A Ana, por provocarlo. A Davichu, por inspirarlo», que son mi mujer y mi hijo.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Martín Llade: «La música es todo lo que nosotros queramos sentir y vivir a través de ella»

 Nº 643.- Martín Llade. Cada uno de enero, la suya es la primera voz que despierta nuestros
sentidos a través de la televisión. Desde hace cuatro años, él es quien retransmite los Conciertos de Año Nuevo, tradicionales, esperados y eternos, que ofrece la Filarmónica de Viena desde la
Goldener Saal del Musikverein donde tienen su sede. Durante dos horas, los profesores vieneses nos regalan valses, polcas, galopes, marchas y otras hierbas musicales para endulzar tan resacosa mañana. Llade, además, presenta junto con Clara Corrales, el programa Sinfonía de la Mañana en Radio Clásica. Cada semana, cada día, de lunes a viernes. Pero de un tiempo a esta parte Martín también escribe. Publicó una novela y ahora acaba de poner a la venta su libro de relatos ‘El horizonte quimérico. Relatos delirantes sobre la historia de la música’, publicado por Editorial Machado Libros. Son sesenta relatos en los que este donostiarra residente en Madrid nos deleita, instruye y miente acerca de algunos pasajes de la vida de compositores, intérpretes y otro personal afecto a la música clásica. Y da igual que mienta. Lo suyo es un ejercicio de literatura breve. El último fin de semana de noviembre, Martín Llade tomó parte en la IV Edición del Golem Fest de la ciudad de València. Antes de su intervención en el mismo, charlamos sobre su trabajo literario. Y también musical, claro. Intervino en la conversación Nacho Marín, que tomó fotografías y aportó algunas cuestiones de lo más interesante. Sobre la mesa tres cafés y cortados. Al fondo, un espejo, sobre el que brillaban luces colgadas del techo. En el ambiente una cierta música y sobre la mesa la grabadora dispuesta a registrar todo lo que allí se dijera.  

Martín, desde hace cuatro años eres la primera voz que me habla por televisión cada día uno de enero. Hasta su fallecimiento lo hacía José Luis Pérez de Arteaga.

Cierto. Me estrené el uno de enero de 2018 y este año volvemos a la carga. Verdaderamente es todo un honor hacerlo. Quién iba a pensar que el maestro José Luis Pérez de Arteaga nos iba a dejar tan pronto, con la cantidad de cosas que tenia para ofrecernos todavía. Escucharle era maravilloso. Aprendí mucho a su lado y siempre lo nombro, porque para mí él fue quien convirtió este trabajo en una tradición.  

¿Sustituir a Pérez de Arteaga pesa mucho?

Sustituirle, no. Siempre será irreemplazable. Él era único. Tenía su estilo propio. Fue mi modelo cuando yo era adolescente y empecé a escuchar música clásica. Nunca habrá otro como él, porque era una fuente de conocimientos infinitos, sin olvidar cómo modulaba su voz, tan particular e inconfundible, y su sentido del humor. Dicho esto, lo cierto es que percibo que la gente que escucha el concierto, unos tres millones largos de telespectadores, me ha acogido con mucho cariño, lo que para mí es importantísimo y señal de que, si esto tiene continuidad, es porque, al menos, se ofrece una transmisión digna.