«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 24 de enero de 2021

Ian McGuire: «Me interesaba saber si podemos escapar del pasado, a nivel individual y también político»

Ian McGuire
(Fotografía (C) Paul Wolfang Webster.
Nº 613.- La conexión ha sido fácil. Rápida. Es el signo de las entrevistas literarias de 2021, segundo año del covid-19, segundo año de la pandemia. En la pantalla del portátil brillan dos ventanas no muy grandes. Rectangulares.  Por la de la izquierda, rodeado de libros sobre un fondo de paredes blancas, se asoma Ian McGuire, el escritor británico que termina de publicar ‘El abstemio’ (Seix Barral), novela que aborda la lucha entre dos hombres: James O’Connor, un policía irlandés que trabaja en una comisaría inglesa, y Stephen Doyle, un mercenario, contratado por una fraternidad feniana para vengar la ejecución de tres compatriotas en Manchester. Los hechos suceden en 1867, dentro del amplio marco de la lucha por la independencia de Irlanda. McGuire y su esposa viven confinados en su casa de Manchester. «Por ahora la situación es mala en Inglaterra – dice desde la ventana de la izquierda –. Todo permanece cerrado, los colegios, las tiendas, excepto las de alimentación, las cafeterías… Es bastante horroroso y, como todo el mundo, tengo unas ganas locas de que esto acabe y podamos volver a la normalidad».

¿Por qué escribe Ian McGuire?

Es una buena pregunta y seguramente muchos autores deben contestar lo mismo. Escribir es algo que sientes la necesidad de hacer. No es una opción, es una pulsión. Llevo escribiendo tanto tiempo que me resulta difícil concebir la vida sin hacerlo. Uno escribe por muchos motivos y algunos de ellos no son admirables. Escribir es comunicar, expresarse, compartir las propias experiencias. Es también un intento de crear algo que le aporte algún placer al lector. Esa es la belleza de la escritura y es lo que yo siento.

¿Cómo se tropezó Vd. con la historia que da pie a ‘El abstemio’?

Fue por casualidad. Mientras leía algo que necesitaba para concluir mi anterior novela, me topé con el incidente de la ejecución de los tres irlandeses y del asesinato que la precedió. Me sorprendió porque llevo mucho tiempo viviendo en Manchester y, aunque en su momento fue algo crucial para la vida de la ciudad, yo no lo conocía. El hecho de que se hubiera olvidado y de que no se hubiera estudiado me excitó la curiosidad, porque me parecía que daba perfectamente para escribir una novela. Sin duda era una buena oportunidad para reactivar el asunto. Por otro lado, cuantas más vueltas le daba, más me parecía que era un tema que conectaba con el presente, porque, aunque se trata de una historia de 1867, guarda mucha sintonía con temas actuales como la violencia política o la existencia de personas dispuestas a cometer un acto violento para defender sus ideas o un nacionalismo. Y eso me llevó a pensar que era una historia que funcionaría bien para el público actual.

¿’El abstemio’ es una novela histórica disfrazada de thriller o un thriller disfrazado de novela histórica?

Ambas cosas, creo. Estas etiquetas no sé si encajan bien con mi novela, porque en todo lo que escribo últimamente tiro de varios géneros y los combino. En parte es un thriller, en parte es novela policiaca y novela literaria también. No digo que esas etiquetas no sean útiles, pero tampoco hay que tomarlas muy en serio. Combinar todos esos elementos, si sabes cómo hacerlo, me parece bueno a la hora de escribir.

Las novelas, especialmente las históricas, requieren un proceso de documentación. ¿Cómo disfruta Vd. más: documentándose o escribiendo?

Personalmente prefiero el momento de la escritura, me gusta más. Hay algunos autores que disfrutan con la investigación y yo lo pasó bien, sí, pero lo que realmente me satisface es escribir, darle forma a una historia, conseguir que vaya cogiendo cuerpo, trabajar los personajes, decidir qué va a pasar con ellos… En ocasiones, a medida que avanzas, te ves obligado a parar, porque te das cuenta de que hay una parte de la historia sobre la que no sabes suficiente y vuelves a recabar información. Ese momento resulta un poco frustrante para mí, así que sin duda disfruto más escribiendo, sin olvidar que documentarse es fundamental para construir una novela histórica.

jueves, 14 de enero de 2021

María Oruña: «La leyenda de los nueve anillos la llevaba mucho tiempo en mi mente»

Nº 612.- 
Fotografía cedida por la editorial.
Cuando comenzamos nuestra charla telefónica el segundo lunes del mes de enero de  2020, la escritora María Oruña me cuenta que está sentada en su estudio de Vigo, cerca del mar y junto a una chimenea encendida. El frío que campea, victorioso, por la Península Ibérica durante estos días, no le afecta mucho por tanto. «Aquí raramente llega la nieve, apenas la vemos», dice. La conversación, por tanto, transcurre de punta a punta, del este al oeste de nuestro país. Y su origen es ‘El bosque de los cuatro vientos’, la última novela publicada por la escritora viguesa, editada por Destino y que ha alcanzado un importante éxito tanto de ventas como de crítica.
 En ella, su protagonista, Jon Bécquer, un inusual antropólogo, que se dedica a localizar piezas históricas perdidas, invierte sus vacaciones en la búsqueda de nueve anillos de otros tantos obispos gallegos, enterrados en el monasterio de Santo Estevo, cuyo paradero se desconoce y a los que se les atribuyen numerosos milagros. En su devenir, Bécquer trabará amistad con Amelia, la restauradora del archivo diocesano de Orense, con la que desarrollará un medio romance de incierto desenlace. Al mismo tiempo, en el libro conoceremos a Marina Vallejo, la hija del doctor Vallejo, médico del monasterio de Santo Estevo, que llegó a tierras gallegas en el año 1830. Dos historias paralelas que discurren por el mismo terreno, pero no durante la misma época. ‘El bosque de los cuatro vientos’ arranca con la muerte, en extrañas circunstancias, de Alfredo Comesaña, un actor que trabaja en Santo Estevo como guía turístico. Su fallecimiento le proporciona al texto un innegable tinte policial.

María, ¿qué significa para ti la escritura?

Supongo que es como una catarsis, un refugio. Cuando escribo creo que soy mejor que en la vida real, porque doy lo máximo de mí misma, o al menos lo intento. Me sumerjo en un mundo aparte, sin normas, en el que yo impongo el juego. Desde luego la escritura es siempre un refugio que me invento y que es real mientras escribo, ya que me introduzco en cada escenario y permanezco ajena a todo lo que sucede a mi alrededor.

¿Hubo alguna imagen o alguna frase que diese pie a la escritura de ‘El bosque de los cuatro vientos?

En todos los libros que escribo me sucede lo mismo: hay una frase, un palpito, que no sé de dónde procede, que siempre me ronda. En esta novela fue la leyenda de los nueve anillos. Desde hacía muchos años la tenía metida en mi cabeza y me preguntaba qué podía haber pasado con ellos y, sobre todo, por qué nadie se había puesto a buscarlos.

La novela presenta la envoltura aparente del género negro, pero la historia que cuentas funcionaría perfectamente bajo cualquier otro disfraz literario.

Nunca me identifico con la etiqueta de novela negra. De hecho, cuando publiqué ‘Puerto Escondido’ y vi que en la faja ponía novela negra, le pregunté a mi editor: ¿O sea que yo escribo novela negra? No era consciente de ello y considero que en realidad escribo literatura híbrida, un mestizaje entre la novela de misterio, la histórica y a veces la científica. ‘El bosque de los cuatro vientos’ es una novela histórica porque su contenido, deliberadamente, lo es, al igual que su ritmo, que es más lento y acompaña al lector al siglo XIX, y carece de giros imposibles en la trama. Tampoco se enclava en un entorno urbano sino rural y por eso hago intervenir a la Guardia Civil. Creo que toda mi saga de ‘Puerto Escondido’ debería ser catalogada con mayor propiedad como novela de misterio.

sábado, 2 de enero de 2021

Concierto de Año Nuevo 2021 desde Viena

Riccardo Muti - 79 años le contemplan - ha dirigido el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. La presente edición ha sido realmente especial por la forzosa ausencia de público. Resultaba insólito observar como los filarmónicos vieneses, en lo alto del escenario de la Musikverein, tocaban para un patio de butacas y palcos completamente desiertos. Un reto especialmente difícil, porque la sensación entre los intérpretes ha debido de ser bastante rara. 

El concierto en sí ha sido maravilloso. La Filarmónica de Viena ha sonado mejor que nunca - si es que semejante aserto puede decirse a estas alturas - con interpretaciones absolutamente impecables. Creo que su Danubio Azul ha sido de inmejorable ejecución, y el momento más temido, el de la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre, lo han superado con sobresaliente, a pesar de la falta de los tradicionales aplausos de acompañamiento. 

Riccardo Muti y un solista de la orquesta, micrófono en mano, han expresado sus deseos de que 2021 sea mejor que su predecesor, al tiempo que exhortaban a los gobiernos a no olvidarse del mundo de la cultura y de la música, algo más que un mero entretenimiento, ya que son inherentes a la naturaleza humana y son necesarios para vivir. En todo caso, el covid-19 no ha conseguido paralizar la tradición de este concierto inaugural. Ya con violines, trompas, flautas y timbales en silencio, hemos podido escuchar los aplausos de los televidentes, al tiempo que la televisión austriaca proyectaba en pantalla los varios miles de fotografías recibidas en señal de soporte y acompañamiento a los músicos vieneses.

Tras Riccardo Muti, el 1 de enero de 2022, el director invitado será Daniel Baremboin (Buenos Aires, Argentina, 1942), que ya ha dirigido a la Filarmónica de Viena en algunas ediciones anteriores del concierto, y que tendrá la oportunidad de volver a hacerlo de nuevo. Le deseamos mucha suerte en su cometido y esperamos que la sala del Musikverein se encuentre repleta del enfervorizado público acostumbrado, visitantes japoneses incluidos.