«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 19 de marzo de 2009

González Ledesma, escritor: "Lo importante es que tú creas en lo que escribes"



Mi relación con Francisco González-Ledesma es muy curiosa. Y dilatada en el tiempo. A mis doce años leía sus novelas del Oeste sin saber que eran suyas. Sabía que las había escrito un tipo que se llamaba Silver Kane, pero nada más. Eran los años sesenta y a mí se me antojaba extraño que en la época de Franco tantos escritores estadounidenses escribieran novelas de vaqueros en España. Pero las novelas existían. Y yo las leía. Y me gustaban. Fue hace pocos años, rozando ya la cincuentena, cuando a través del programa "Negro sobre blanco" de Fernando Sánchez-Dragó, vi la imagen de Francisco González Ledesma mientras lo entrevistaba. Dragó pasó revista a la existencia del escritor barcelonés y asi descubrí que él y Silver Kane eran la misma persona. Esta es la primera entrevista que le realicé y que se publicó en Siglo XXI el 31/2/2005.

La publicación de una nueva obra siempre es un pretexto válido para descubrir la otra cara de una novela, para acercarnos al verdadero protagonista del libro: su autor. Localizar a Francisco González Ledesma ha sido un proceso divertido, casi “negro” aunque sin fiambres, rocambolesco y con confusión incluida. Pero al final hubo premio y este escritor barcelonés, ganador del premio Planeta en el año 1984 con su 'Crónica sentimental en rojo' y autor de la novela 'Cinco mujeres y media', cuya reseña publicamos el pasado mes de octubre, ha respondido a nuestras preguntas.

Un hombre nacido en el Poble Sec, ¿por qué eligió el castellano y no el catalán? No pude elegir. El primer idioma que aprendí a escribir fue el catalán, en las maravillosas escuelas de la República, pero el Bachillerato y la educación sentimental los viví en castellano, que era la lengua obligatoria. La primera poesía, la primera novela que me emocionaron y enseñaron algo en esa etapa tan importante, fueron castellanas. Yo escribo muy correctamente el catalán, y hasta tengo publicados en ese idioma textos de Derecho, pero en las novelas, que son creación, me falta la palabra exacta – o hasta mágica – si no escribo en castellano.

Con su obra “Sombras viejas”, en 1948 gana Vd. el Premio Internacional de Novela y, en vez de darle un premio, le dan un palo. ¿Qué sintió en aquel instante? Sentí desaliento, sobre todo cuando me dijeron oficialmente que “un tipo como usted no publicará mientras viva el Caudillo”. Y así fue, por desgracia. Pero nunca dejé de escribir.

Para sobrevivir no tuvo otro remedio que hacer novelas del Oeste bajo el seudónimo de Silver Kane. ¿A cuántos bandidos ha detenido y ahorcado, cuántas balas ha disparado y cuántos caballos ha puesto al galope, señor Kane? Como Silver Kane tuve que estudiar bien historia y geografía del Oeste, de modo que creo que no hay errores importantes en mis novelas. No recuerdo a cuántos hombres pasé por las armas en ellas, pero no podían ser pocos porque escribía con realismo sobre una sociedad nueva y violenta.

Por cierto, ¿cómo se le ocurrió el seudónimo? Sin él, ¿hubiera podido publicar sus novelas? El editor me dijo que no podría firmar las novelas como González porque nadie me creería. Hacía falta un seudónimo que sonara bien. Yo creé Silver Kane durante una madrugada de pobreza y trabajo, uniendo el nombre de un personaje de cómic que yo escribía (Silver Roy) y el apellido de un dibujante que admiraba (Milton Caniff).

¿Sabe Vd. que los lectores de aquellas novelas, entre los que me cuento, éramos legión? Que los lectores eran legión lo sabía sin duda el editor, Bruguera, quien pagaba poco pero siempre me estaba pidiendo renovar los contratos.

Cuatro novelas del Oeste al mes, cuatrocientos títulos publicados, ¿de dónde sacaba tanta imaginación? Sacaba la imaginación porque no había otro remedio. Además, he de confesar que en muchos aspectos el Oeste me gustaba y me sugería cosas: la guerra de Sucesión, los primeros ferrocarriles, la cultura india, la justicia basada en la honradez y el valor, la dama del saloon, que tenía un pasado.

¿Comía de sus novelas o, además, tenía que trabajar en otros menesteres? Siempre hube de hacerlas como tarea suplementaria, quitando horas al sueño. De día trabajaba todas las horas, o bien estudiaba (por ejemplo Periodismo, donde tuve la suerte de lograr el número uno de toda España) al acabar la jornada de nueve horas mínimo. Y ya en plan de delirium tremens buscaba madrugadas para escribir las novelas que yo consideraba “serias”, y que no podía publicar.

Luego llegaron el Planeta, el Hammet, el Prix Mistere, ¿estos premios le han recompensado por tantos sinsabores como parece que le ha deparado la literatura? Los premios compensan, en efecto, y sin ellos nadie te conoce, pero lo importante es que tú creas –al menos un poco– en lo que escribes.Siempre me he preguntado cómo se las apañaban los escritores de antes para corregir y corregir y corregir sin ordenador.

Vd. aún teclea sus textos en una máquina de escribir, ¿no se cansa de repetir hojas corregidas? Es un defecto personal mío. Les tengo manía a los ordenadores. Y de momento los editores me aguantan. Mañana ya veremos.

Su inspector Méndez, es un tipo especial. Mal visto por el aparato franquista, dejado por imposible por la policía democrática... parece un progre de los 70 después de la Transición. ¿Qué hay de Vd. en Méndez? No me parezco a Méndez, pero reconozco que hay similitudes importantes, como no podía ser de otro modo. Soy solitario, creo en la verdad de las calles, leo muchísimo, siempre me equivoco con las mujeres y soy un pésimo gourmet.

Parece imposible que una ciudad española pueda ser escenario de una novela policiaca, sin embargo, Vd. ha conseguido que Barcelona lo sea. ¿Es Barcelona una ciudad tan peligrosa como González Ledesma la pinta en “Cinco mujeres y media”? Barcelona no es una ciudad más peligrosa que las otras. Al contrario, aquí se respetan bastante las normas civiles, y hubo un tiempo no muy lejano en que fue ciudad de grandes ideales. Pero siempre ha sido una ciudad de “novela negra”: es portuaria, con gente continuamente nueva, tiene un barrio especialísimo (el Chino, hoy El Raval), una población abierta a toda clase de estímulos y un mundo industrial y bancario abierto a todas las oportunidades, no siempre buenas.

Su novela es magnífica. Te coge del cuello al principio y te arrastra hasta el final, no te deja ni a sol ni sombra, hay que acabársela. ¿Cómo consigue que la acción no languidezca sino que avance sin detenerse? Oiga, y al final nos la vuelve a clavar?Toda la técnica de la novela, logrando dosificar el interés, la aprendí con Silver Kane. Fue un aprendizaje de perro.

¿Está trabajando en alguna novela nueva? Siempre estoy trabajando. En marzo publico mis memorias (“La historia de mis calles”) en Planeta. Sin trabajar no justificas tu vida.

Una queja. Ni rastro de sus obras. Ni en las librerías de lance, que tanto me gustan, las encuentro. ¿Para cuándo una buena reedición de todas ellas o tengo que invocar a Sherlock Holmes, a Poirot, a Marlowe o a su amigo Méndez para que me ayuden a encontrarlas? Ya sé que, por desgracia, no se encuentran mis obras. Sólo por Internet las ofrece alguien. Están agotadas, aunque se van reeditando (por ejemplo “Las calles de nuestros padres”, en La Factoría de Ideas).

Para terminar y volviendo a sus “Cinco mujeres y media”, Sr. González Ledesma, ¿cómo es un culo extraparlamentario? Curiosa pregunta. Un culo extraparlamentario es una licencia para designar un culo no políticamente correcto. Que es justo el culo interesante, imaginativo y no sujeto a las leyes de la moda.

El Eco.

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