«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 18 de febrero de 2013

Alicia Giménez Bartlett, escritora: “Las mujeres hemos llevado mal esa diferenciación entre el ámbito privado y el trabajo público”


La inspectora Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón han heredado un muerto que había permanecido cinco años mudo, aparentemente resignado a su suerte. Una Petra madura y resolutiva, pero con los nervios a flor de piel, deberá investigar junto a la policía italiana para resolver un caso que pone a prueba tanto su perspicacia como su intuición. A grandes rasgos, este es el argumento de ‘Nadie quiere saber’, la última novela de Alicia Giménez Bartlett, editada por Destino. La escritora nacida en Almansa pasó por Valencia para presentar su nueva obra, novena de la serie protagonizada por la inspectora Delicado. Aprovechando la coyuntura tomamos un café, breve, muy breve, y conversamos sobre el libro y algún otro tema de actualidad. 
 
Alicia, algunos héroes policiales siempre están igual, pero Petra Delicado parece que camina acompasada con el tiempo.
Al principio yo no sabía si Petra iba a envejecer o no pero veo que sí, veo que madura, que cada día está de peor humor. Pero tengo un problema con ella y es que desconozco su futuro porque las normas internas de la policía son muy serias y mandan y a partir de una cierta edad o la quitan de la calle o la hacen comisaria. En fin, no sé. ¡Ja parlarem!
Sin embargo, Fermín Garzón cada día está más vivo, un poco cabra loca, incluso.
Sí, es verdad, ¡joder!, Fermín está muy vivo. Al final, sería una parábola de las clases trabajadoras, esas que dicen que han vivido por encima de sus posibilidades pero que han tenido una oportunidad, la han aprovechado y han aprendido mucho. Fermín sigue reivindicando cosas, va avanti, como dicen los italianos.
¿Pensaste al comenzar que la serie de Petra Delicado llegaría tan lejos?
No, la primera novela la escribí como un juego porque era divertido y permitía posibilidades nuevas para los escritores españoles. Lo que ocurrió es que los editores, en seguida, me pidieron una segunda entrega que escribí sin sospechar que se convertiría en una serie.

Tu anterior novela, ‘Donde nadie te encuentre’, Premio Nadal, no era policiaca, ¿en qué registro de los dos te encuentras más a gusto?
Me encuentro más cómoda con Petra porque sus personajes ya los conozco, somos casi amigos y el género me permite echar una ojeada a la realidad. En una novela de otro tipo cada vez hay que empezar de cero, pensar el planteamiento, el punto de vista y no sabes si saldrá bien o mal. Estás como desnuda. Con Petra el problema es no repetirse. El día que vea que escribo cosas que ya he tratado en libros anteriores de la serie tendré que cortar.
¿La crisis está ayudando a leer y a escribir más género negro en España?
A que se escriba más novela negra están ayudando los suecos  que han venido por aquí y todo el mundo ha dicho que si tanto éxito tienen autores buenos, y malos, algo pasa. La crisis sí que ayuda porque quita a la gente muchos antifaces que le impedían ver la realidad y muestran que los países tienen cuartos oscuros. Y el nuestro no digamos.
¿El género negro permite analizar en detalle la crisis en que estamos sumergidos?
No lo sé, nosotros tenemos que esperar un poquito a que las cosas se desarrollen más. Para analizar la crisis estáis los periodistas que descubrís lo que ocurre, investigáis cada día y sois el motor de la realidad. Esa realidad que servís vosotros ha de analizarla después el escritor para dar su versión y creo que todavía es un poco pronto para eso.
‘Nadie quiere saber’ discurre entre Barcelona y Roma, ¿el Mediterráneo nos une o nos separa a españoles e italianos?
La verdad es que ha sido divertidísima esa forma de analizar antropológicamente a italianos y españoles. Somos primos hermanos, tenemos un montón de sambenitos que nos adjudican y que luego no son verdad. Nos entendemos, nos miramos de reojo y nos reímos, pero hay un componente diferencial importante porque los españoles tenemos una parte árabe básica que nos hace más orgullosos, más celosos de la propia individualidad, más temerosos de lo absurdo. Ellos nos cuentan su vida enseguida, abren su corazón con más facilidad que nosotros.
La mafia ya no es un fenómeno exclusivamente italiano.
Las mafias están extendidas ya por todos lados, no son solo un fenómeno italiano. Hace un tiempo la policía capturó a doce capos mafiosos de la Camorra que estaban reunidos en Barcelona. El hecho de que estuvieran todos juntos allí significa mucho. España es una zona estratégica para la distribución de la coca porque estamos en la puerta de entrada de Sudamérica y de los países árabes. Además se blanquea el dinero con cierta facilidad.
La novela trata de la reapertura de un caso cerrado, ¿se reabren muchos casos de este tipo en España?
En Cataluña, la Policía Nacional tiene encomendada una serie de misiones en exclusiva, entre ellas la reapertura de casos cerrados. Los casos se reabren a petición de la familia afectada, por decisión de un juez o porque un policía ha encontrado una pista nueva. No tengo estadísticas, pero según me informaron el volumen de reapertura de casos es elevado.
Lorenzo Silva escribe sobre una pareja de guardias civiles, en la que el hombre es el jefe. Con Petra y Fermín, tus protagonistas, ocurre lo contrario: manda ella, algo muy vanguardista.
Cuando yo empecé a escribir este género, Silvia no había sacado todavía a su pareja de guardias civiles y me dije que aquí la que iba a mandar era Petra y luego ya veríamos qué ocurría. Después se produjo un ingreso enorme de mujeres en la policía. Hace un par de años me invitaron a la ceremonia con la que festejan el día de su santo patrón, los Ángeles Custodios, y me quedé asombrada de la gran cantidad de mujeres que iban a recoger su acta como nuevos policías, fue algo masivo.
Petra va también por su tercer marido, eso también es vanguardista, ¿no?
Mira, yo voy por el segundo marido y, por el momento, no tengo intención de cambiar. Pero es verdad que los primeros divorcistas ya nos hemos quedado atrás. Claro que también ocurre que las parejas se marchan a vivir juntas, ya no se casan. Eso solo lo hacían Hemingway y Petra Delicado.
Para una mujer, ¿resulta especialmente difícil separar la vida familiar de la profesional?
En los últimos tiempos, creo que las mujeres hemos llevado mal esa diferenciación entre el ámbito privado y el trabajo público. Se ha hecho todo lo posible, pero mucha gente se ha tropezado con la incomprensión de su cónyuge. En la policía, según me han contado, se agudiza más el problema porque hay veces que no les avisan de que van a viajar con suficiente antelación. No llevan maleta e incluso usan ropa interior de papel. Antes la familia era un complemento ideal y ahora es un problema.
¿Garzón paga los malos humores de Petra en su matrimonio?
Pues me temo que sí. Petra llega a su casa agotada y sin ganas de replicar a su marido. Cuando al día siguiente acude a la comisaría, le suelta todo lo que lleva dentro a Garzón, que es un santo varón y que le contesta lo que le parece, sin cortarse. Y no ocurre nada porque no son matrimonio. Esas mismas palabras, dentro del matrimonio, podrían herir mucho.
Lo normal es que los soplones canten a cambio de dinero, en ‘Nadie quiere saber’, una soplona lo hace a cambio de un bolso de Loewe.
Lo del bolso se me ocurrió porque es un poco la mala conciencia de las clases privilegiadas o de las clases medias a la que pertenezco. En una ocasión fui a Rusia con mi marido. Yo tenía un collarcito y lo llevaba puesto en un viaje que hicimos por tren. Me fijé que todo el mundo miraba mi collar. La gente normal iba vestida con harapos, sacaba los arenques de sus bolsillos y los intercambiaban por vodka. Me sentí fatal y esa mala conciencia es la que he intentado transmitir en la novela.
También es novedoso que en la novela asistimos a un interrogatorio virtual a través de Internet.
Sí, es verdad, y además esos interrogatorios existen en la realidad. No son muy frecuentes y el juez no los admite, pero como inicio de pesquisas, como una herramienta de trabajo más sí que se utilizan. Poco a poco tendremos que ver todos esos avances tecnológicos como algo normal, aunque la justicie no lo acepte como interrogatorios legalmente válidos.
Tan mal está la cosa en la policía que hasta se cuestionan pagar un billete de tren a Ronda. ¿Llegarán al extremo de llevar armas sin munición?
[Risas]. Sí, el asunto está mal pero espero que no lleguen a tanto. Los gastos con representación pública que se hacían antes han cambiado, se han recortado mucho. Según me cuentan los policías, las notas de los viajes están mucho más amarradas que antes.
La última, ¿Petra llegará un día a investigar las causas de la dimisión del papa?
[Risas] ¡Cielo santo! No lo sé. Entre lo de Gürtel y las otras historias, solo faltaba que en plena gira mía el papa dimitiese. Aunque le haya ganado en popularidad en Italia con mi novela, no es para tanto, ¡un poco de serenidad!

SOBRE ALICIA GIMÉNEZ BARTLETT
Alicia Giménez Bartlett nació en Almansa (Albacete) en 1951. En 1975 se trasladó a Barcelona, donde reside en la actualidad. Es doctora en literatura por la Universidad de Barcelona. Ha publicado, entre otras, las novelas ‘Exit’,‘Pájaros de oro’, ‘Caídos en el valle’, ‘El cuarto corazón’, ’Vida sentimental de un camionero’ y ‘La última copa del verano’. En 1997 obtuvo el Premio Femenino Lumen por su novela ‘Una habitación ajena’.Petra Delicado -interpretada por Ana Belén en la serie televisiva- es la investigadora que protagoniza las novelas ‘Ritos de muerte’, ‘Día de perros’, ‘Mensajeros en la oscuridad’, ‘Muertos de papel’, ‘Serpientes en el paraíso’, ‘Un barco cargado de arroz’, ‘Nido vacío’ y ‘El silencio de los claustros’. Sus obras han sido traducidas a seis lenguas, con notables éxitos en Italia, Francia y Alemania.