«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

miércoles, 2 de agosto de 2017

Paula Izquierdo, ganadora X Premio Logroño de Novela 2016: «Todos somos susceptibles de convertirnos en los mayores asesinos del mundo»

Nº 528.- Logroño de Novela  con su obra ‘El callejón de los silencios’, editada por Algaida, donde nos cuenta la historia de Mirna, joven veinteañera, psicóloga y profesora de secundaria, que desea dar un salto al vacío en búsqueda de una nueva vida. Mirna necesita seguir aprendiendo, tratar con personas de su edad y por ello decide regresar a la facultad de psicología y matricularse en el primer año de doctorado. Este será el punto de partida de su nueva existencia y de una relación amorosa triangular completamente inesperada, que modificará su forma de ser y sus principios, unos principios que ella creía grabados a fuego en su mente. Paula pasó por Valencia para presentar su novela y durante unos minutos anduvimos desgranando algunos detalles de la obra.

En primer lugar, Paula, enhorabuena por el premio.
Gracias.
¿Qué significa para ti haber ganado el Premio Logroño de Novela?
En la carrera de una escritora todo es importante. Desde 1997, cuando apareció mi primera novela, no he dejado de escribir ni de publicar. He ganado varios concursos y este Premio de Logroño me hace sentirme muy satisfecha. Es posible que me abra las puertas a un mayor número de lectores, pero en el fondo ‘El callejón de los silencios’ no deja de ser una novela que no nació con vocación ganadora. La escribí postrada en la cama durante un tiempo en el que debía permanecer inmovilizada y resultó ser una época especialmente fértil desde el punto de vista literario, ya que escribí también otra novela y dos volúmenes de relatos eróticos. De todos modos, llega un momento en que una se hace un nombre y la gente, si le gusta como escribes, te sigue.



En diez ediciones que lleva el Premio Logroño de Novela eres la primera mujer que lo gana, ¿cómo se lleva eso?
Se lleva que ya iba siendo hora [primero sonrisa, después risas]. La verdad es que no tenía ni la más remota idea de esta circunstancia cuando me premiaron. Es curioso que Mirna, la protagonista, realiza un trabajo sobre aquellas mujeres que dejaron atrás sus talentos por ir en pos de sus maridos en el exilio y, mira por dónde, me toca a mí el gordo hablando sobre ella.
A propósito de ‘El callejón de los silencios’, Alfredo Conde, presidente del jurado, dijo en la entrega del premio que se trataba de una novela sobre «un tema muy difícil que se leía muy fácil».
La gente que ha leído mis novelas dice que he llegado al punto culmen, porque trato temas complejos de un modo que resulta de fácil lectura. Otros lectores me dicen que mis novelas son como un lobo, que te coge por las fauces y no te deja hasta al final. Como no me considero tonta, a mí lo que me interesa es superarme en cada título y creo que he alcanzado una etapa de madurez, en la que me veo capaz de escribir algo trascendente, que admite lecturas a varios niveles al tiempo que se lee con facilidad. Indudablemente, mi escritura es más reposada y menos enloquecida que antes.
Eres psicóloga y los psicólogos, periódicamente, visitan a sus colegas para «vaciarse», ¿escribir resulta terapéutico para ti?
No, no, si yo no escribiera no existiría. Escribir es mi razón para estar en el mundo.
Cada capítulo de la novela, en lugar de un número, lleva el nombre de una enfermedad mental, que no tiene mucho que ver con su contenido, ¿has inventado un nuevo sistema de numeración?
El argumento de la novela es un trío amoroso, en el que dos personajes son psicólogos y el otro es catedrático de psicología. Todas las enfermedades que encabezan los capítulos son dolencias que pululan en el medio en que vivimos. Cualquiera de nosotros puede padecer estos trastornos, seamos o no conscientes de ello. Lo que quiero decir es que los protagonistas están inmersos en un ambiente psicológico y los contenidos de cada capítulo no corresponden a su título porque, si fuera así. sería un tratado de enfermedades mentales y esto es una novela.
Como acabas de decir, la novela trata de un triángulo amoroso, ¿hay mucho erotismo?
Considero que el erotismo forma parte de nuestra vida y ocultarlo o evitarlo es absurdo. Por otro lado, era necesario que apareciese, lo pedía la novela, la misma narración, los propios personajes… El trauma que sufre Mirna es muy importante para comprender bien esta historia. Pero que quede claro que lo que yo he escrito es erotismo, no pornografía, porque para nada soy truculenta en escenas de contenido especialmente sexual. De hecho, mi narrador omnisciente calla más cosas de las que cuenta.
Pero hay quien mantiene que la diferencia entre el erotismo y la pornografía está más en la mente del lector que en la del escritor.
Bueno, yo no estoy de acuerdo con esto, porque creo que está también en la mente de quien lo describe, porque no es lo mismo narrar una violación que contar sus consecuencias, que es algo más interesante y mucho menos pornográfico.
En una relación amorosa, cuando el deseo desaparece, ¿qué queda?
Nosotros deseamos lo que no tenemos y una vez conseguido desaparece el deseo. Llega un momento en que el amor-pasión se esfuma. No hay que olvidar que pasión viene del «pathos» griego, que significa patología, enfermedad. Si una relación amorosa no se reestructura y se convierte en una relación de amistad, de disfrutar el uno con el otro y de compartir gustos, es difícil que se sostenga. Lo más fácil es que se destruya.
Como ya has señalado, utilizaste un narrador omnisciente, ¿por qué?
Es la única persona válida. La gente no tiene la más remota idea de escribir [risas]. Muchos se ponen a escribir sin saber el punto de vista que va a utilizar, sin conocer  a los personajes ni los escenarios. Antes de empezar  has de decidir todo eso y también los recursos narrativos que vas a emplear. En esta novela, la tercera persona resultaba imprescindible, porque sabe mucho más de los personajes que ellos mismos y hace que el lector se sienta más poderoso, ya que conoce mucho más la historia.
O sea que a ti los personajes no se te escapan.
Ni remotamente, vamos.
Pero hay escritores que dicen que sí que les ocurre eso.
Están fantaseando. Puede sonar la flauta alguna vez, pero eso no funciona. Mira, hay dos formas de escribir una novela: con brújula o con mapa. Si tienes un mapa, que es como yo escribo, puedes construir el edificio del libro. Me ha costado un año de trabajo, pero conozco a los personajes, son mis amigos, cobran vida en la novela y sé cómo van a actuar. Lo importante es que, al utilizar un narrador omnisciente, permito que el lector se enfrente a la novela con gran poder, porque como te decía antes sabe mucho de los protagonistas e incluso se permite descubrir cosas sin que estos lo sepan, lo que le produce placer.
¿Has tenido sensación de vacío al acabar la escritura de la novela?
Sí, me ocurre siempre, me quedo vacía, bloqueada. De hecho casi siempre intento publicar un
ensayo entre dos novelas, porque lo que me interesa es aprender, seguir siendo curiosa y para conseguir eso necesito mezclar la creación con el ensayo. Ahora estoy escribiendo sobre las heridas del escritor y he llegado a la conclusión de que los escritores estamos trastornados, pero me interesa averiguar por qué Edgar Allan Poe llegó a convertirse en el primer escritor de género negro.
La última por hoy. En una escena de la novela, Mirna pasea por la calle y se pregunta cuantas personas de las que se cruza en su camino serán asesinos o psicópatas. ¿La cara es el espejo del alma?
No, no, qué va. Esa afirmación está absolutamente superada. Creo que todos somos susceptibles de convertirnos en los mayores asesinos del mundo, incluidas yo misma [risas]. 


SOBRE PAULA IZQUIERDO

Paula Izquierdo (Madrid, 1962), psicóloga de carrera, lleva más de veinte años dedicada a la escritura como ensayista, novelista y traductora. Entre sus ensayos se encuentran ‘Picasso y las mujeres’ y ‘Sexoadictas o amantes’ y como novelista es autora de  ‘La falta’, finalista del VI Premio Fernando Quiñones, ‘El hueco de tu cuerpo’,  ‘La vida sin secreto’, ‘El nombre no importa’ y ‘El diario oculto de la princesa de Éboli’. Asimismo ha publicado el volumen de relatos ‘Anónimas’ y ha traducido los libros ‘Bubu de Montparnasse’, de Charles-Louis Philippe, ‘Jérôme Lindon, mi editor’, de Juan Echenoz, ‘Los apaches de París’ y ‘Menorías de Casque d’Or’ de Amélie Élie. Trabaja como coordinadora de ACE (Asociación Colegial de Escritores) y colabora con distintos medios escritos entre ellos ABC, Revista de Occidente y Texturas, de la que forma parte del consejo editorial. Ha impartido clases de escritura creativa de forma presencial y en la actualidad en yoquieroserescritor.blogspot.com.