«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 24 de noviembre de 2012

Rafael Reig, escritor: “En mi novela no se mezclan realidad y ficción porque todo es ficción, no hay realidad”

A Rafael Reig le contrataron hace tiempo de un país árabe para que escribiera una novela. Lo hizo y le pagaron. Le pagaron bien, además. Pero la obra nunca vio la luz porque a los jeques no les gustó. Ahora termina de publicar ‘Lo que no está escrito’, editado por Tusquets, una novela en la que narra tres historias, la de un padre y un niño que salen de excursión al monte; la de una mujer que espera el regreso de su hijo que se ha marchado al monte con su padre; y un relato negro que nos habla del secuestro de la hija de un tipo adinerado por parte de un grupo de desalmados. Los tres relatos en realidad forman una unidad, ya que están entrelazados entre sí. El miedo, un cierto tipo de violencia y la incertidumbre sobrevuelan estas páginas que al leerlas pueden producir algún desasosiego. Sobre todo ello conversé con este escritor asturiano, de raíces valencianas, en la media tarde de un día de noviembre, que ya comenzaba a esfumarse, y cuya fecha exacta ya no recuerdo.

Rafael, en esta ocasión no nos traes un libro premiado.
No, por desgracia no. Esta novela es una inversión a más largo plazo. Me he pedido la vez para el Nobel y me la ha dado Marías [risas]. Cuando él rechace el Nobel, lo cojo yo [más risas].

‘Lo que no está escrito’ es una novela sobre terror, ¿te interesa este género?
Sí. Creo mucho en los libros que te producen excitación intelectual, pero la prueba del nueve es escribir una obra que te ocasione angustia o deseo sexual, porque me parece algo muy difícil de conseguir. Sin duda es un desafío para cualquier escritor porque o funciona o no funciona, así de claro, sin términos medios. Con las novelas de humor ocurre algo parecido: o te ríes o no te ríes.
¿El secreto para escribir sobre el terror está en sembrar incertidumbre?
Por lo que yo he podido aprender hasta ahora, el secreto está en sembrar posibilidades, proyectar una cierta incertidumbre sobre lo que podría pasar. Al hacerlo así el lector empieza a especular y es él quien pone el terror. En la vida real ocurre lo mismo porque no nos da miedo lo que va a ocurrir, sino lo que pensamos que va a suceder.
Dentro del género del terror tendrás algún libro o algún autor de cabecera, ¿no?.
Mi escritor de cabecera es Stephen King, un maestro del terror y del realismo. Sus novelas funcionan porque sus descripciones son perfectas. Él describe un pueblo del Maine, te lo hace percibir como real y entonces, de repente, aparece el monstruo.
¿Se puede escribir terror de noche sin sentir miedo?
[Risas]. Escribo casi de noche porque me levanto muy temprano para hacerlo, pero no me asusto por eso. Me da más miedo pensar de dónde saco todos esos escombros para construir unos personajes tan sucios, malvados y sórdidos como estos y eso me lleva a preguntarme si no será este un sentimiento que llevo dentro sin saberlo. Y eso son cosas que le sobrecogen a uno, porque piensas que hay algo en tu persona que desconoces.
¿Sabes del caso de algún padre que, intencionadamente, desee hacer daño a su hijo?
No conozco a ningún padre que desee hacer algo malo a su hijo a propósito, pero padres que hacen daño a sus hijos sin proponérselo, a patadas. A veces yo mismo he hecho sufrir a mi hija con las mejores intenciones. Un padre que hace daño a su hijo a sabiendas es un monstruo pero ocurre que si alguien lo hace sin darse cuenta, produce mucho más miedo.
En ‘Lo que no está escrito’ el lector se va a encontrar con una novela dentro de otra, incluso en un momento dado un personaje de ficción accede a la vida real.
Sí, es verdad que hay una novela dentro de la novela y sobre lo del personaje que accede a la realidad solo se sugiere, porque no quería irme hacia ese lado muy a fondo. Me interesaba que la novela fuese como un puñetazo bien dado y el puñetazo hay que darlo con la mano cerrada. Si lo das con la mano abierta tiene menos contundencia. Quería recordarle al lector que este libro solo es una novela, que tenga claro que no se mezclan realidad y ficción porque todo es ficción, no hay realidad.
¿Las mezclas de realidad y ficción se producen porque convives mucho tiempo con los personajes?
Sí, por desgracia en este caso sí. No te imaginas lo que es convivir un par de años con esta  gentuza [risas]. La verdad es que no me ha resultado cómodo escribir la novela, que es un poco perturbadora. Pero espero que el lector comprenda el esfuerzo y la lea con interés y emoción para conocer el final.
Uno de cada tres capítulos termina con la pregunta de un crucigrama, ¿por qué?
Sí, he utilizado este recurso para enlazar los capítulos porque al final el libro es un crucigrama. En una novela se van cruzando argumentos, palabras y en el último momento todo tiene que encajar bien, ¡clic!, para que funcione como debe.
Sin embargo, a pesar de las mezclas, los géneros están bien compartimentados.
La verdad es que son géneros que, por estar muy próximos, resulta difícil diferenciarlos bien. La parte de terror, como todo terror, simplemente es algo psicológico que despierta un miedo que llevas dentro. Por su parte, el relato negro no es más que una historia de bajos fondos, arrabalera.
¿Para conseguir esta diferenciación tan clara hay que trabajar mucho?
Hay que manipular al lector, los dedos han de ser más rápidos que la vista. Esto de la escritura es igual que la prestidigitación. Mira, tengo un hermano que es mago y él no tiene truco. De pequeños, mientras yo me pasaba siete u ocho horas sentado escribiendo, él se las pasaba delante de un espejo jugando con cartas y monedas. Cualquier persona que desde siempre haya dedicado tanto tiempo a lo que le gusta, lo hace igual. Todo es entrenamiento.
Y ¿dónde quedas tú en la novela?
Yo tengo un poco de todos los personajes: de la madre, que se engaña a sí misma y que se autojustifica; del padre, que es una especie de déspota doméstico; del hijo manipulador y tirano; del Riquelme arribista y ambicioso que quiere conseguir algo en la vida; incluso también de la pobre idiota de la Trini, que va por ahí robando carteras.
Ubicas la acción cerca de donde vives, ¿qué sientes ahora cuando pasas por los lugares que describes en ‘Lo que no está escrito’?
Ahora siento que me da un poco de cosa. Cuando la escribía no me ocurría eso porque casi no conocía los sitios. Pero ahora paseo mucho más y cuando los reconozco pienso que los he clavado como son. Incluso me parece que me he quedado corto porque el monte, cuando hay oscuridad, da miedo y creo que no he llegado a transmitir todo el terror que produce. La verdad es que siempre he sido un escritor urbano y estoy muy contento de haber situado el campo como escenario de la novela.
La última: Rafael, ¿andas ya metido en algún nuevo proyecto?
Me gustaría decirte que sí, pero la verdad es que no. Tengo intención de escribir algo de iniciación, en tercera persona pero de momento estoy un poco disperso. Llevo abiertos varios cuadernos a la vez en los que voy anotando cosas. Cuando uno engorde más que los otros trataré de pasarlo a máquina para ver qué ocurre. Lo que sí tengo claro es que cada vez intento escribir en un género nuevo, plantearme problemas distintos y soluciones diferentes si es que las hay, porque me interesan más las preguntas que las respuestas.


SOBRE RAFAEL REIG
Rafael Reig nació en Cangas de Onís (Asturias) en 1963. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid, aunque se doctoró en la Universidad de Nueva York, imparte clases en la escuela de creación literaria Hotel Kafka y además colabora en diversas publicaciones escritas. Con ‘Todo está perdonado’ ganó el VI Premio Tusquets Editores de Novela (2010). Además es autor de las novelas ‘Sangre a borbotones’(Premio de la Crítica de Asturias, 2002), ‘Esa oscura gente’, ‘Autobiografía de Marilyn Monroe’, ‘La fórmula Omega’, ‘Guapa de cara’ y ‘Hazañas del capitán Carpeto’; del exitoso ensayo literario ‘Manual de literatura para caníbales’; y de la recopilación de artículos ‘Visto para sentencia’.