«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 9 de octubre de 2017

Santiago Posteguillo: «Las mujeres que aparecen en este libro lo hacen por su gran calidad como escritoras».

Imagen cedida por Editorial Planeta
Nº 533.- Tras la publicación de su Trilogía sobre Escipión,
Santiago Posteguillo ha adquirido la sana costumbre de alternar la escritura de novela histórica con una serie de volúmenes en los que cuenta los entresijos, las anécdotas, las curiosidades y, en algunos casos, el proceso creativo que han seguido los escritores a lo largo de sus trayectorias literarias. Dentro de esta serie, que a priori parece inagotable, termina de publicar ‘El séptimo círculo del infierno’,  su nuevo viaje a través de la historia de los libros, que lleva por subtítulo ‘Escritores malditos. Escritoras olvidadas’ y ha sido editado por Planeta. En él se ocupa de una buena parte de escritores y escritoras, perseguidos por distintos regímenes políticos, y que sin embargo fueron capaces de sobreponerse y crear obras maestras de la literatura. «Casi de año en año voy cruzando una novela histórica con uno de estos volúmenes, pero la verdad es que mi bagaje cultural sobre los autores y autoras no tiene porqué resultar siempre enigmático o atractivo para los lectores. Por tanto, no sé si seguiré con la serie o no».





Uno imagina que los alumnos de Santiago de la UJI de Castellón deben de pasárselo bomba en sus clases, con todo lo que les cuenta sobre el universo de la literatura.  «De alguna manera estos relatos recogen la forma en que imparto mis clases. Me gusta mucho fijarme en lo anecdótico, en lo misterioso e incluso en lo macabro para, a partir de ahí, llamar la atención de los estudiantes y ahora de los lectores. Hablar del contexto en que se escribieron las obras es muy importante y ayuda a ambientarlas. Sin duda, es una herramienta para despertar el interés de todo el mundo». Pero al mismo tiempo escribir estos textos breves, la mayoría de seis a ocho páginas, que admiten lecturas independientes, aisladas, supone una oxigenación para el propio Posteguillo. «Es cierto que desengraso, porque no sólo cambio de temática sino también de estructura y porque son textos independientes, en los que no tienes que mantener la tensión tanto tiempo como en una novela. No es ni más fácil ni más difícil, es distinto. Sin embargo, igual que ocurre con mis otras obras, detrás de cada cuento hay una labor documental muy grande, por eso me gusta incluir un índice al final del libro que ayuda al lector a manejarse».

Entre la generalidad de las gentes siempre hay quien piensa que escribir un relato breve es mucho más sencillo que una novela, que se trata de literatura menor. «No, no, en absoluto es un libro menor. Una cosa distinta es que se venda menos, aunque no es el caso de este libro que a los nueve días de salir a la venta ya se ha reeditado y que en Colombia ha llegado al número tres de la lista de títulos más vendidos. Lo que está claro es que, si yo pretendo divulgar, no me puedo ir a un volumen de mil páginas, porque el estudiante no lo lee, lo rechaza. De hecho, en muchos institutos se está utilizado para explicar literatura, porque este formato de doscientas páginas entra muy bien a los alumnos». En ‘El séptimo círculo del infierno’ hay un interés por hablar no sólo de escritores, sino también de escritoras. De ahí su subtítulo. «Entiendo que a la hora de hablar de literatura nos hemos fijado más en los escritores que en las escritoras y ya es hora de escribir una historia de la literatura completa. Pero como no hay tantas, lo que no podemos hacer es inventárnoslas sino buscarlas y cuando encontramos autoras relevantes las ponemos en valor y hablamos de ellas. Este libro no tiene un carácter reivindicativo. Las mujeres que aquí aparecen lo hacen por su gran calidad como escritoras».

Utilización del libro por los estudiantes y recuperación de autores y autoras olvidados/perseguidos, parece claro, pues, como señala el propio escritor valenciano, que la intención de ‘El séptimo círculo del infierno’, al igual que la de los dos volúmenes que le precedieron, es eminentemente divulgadora. «Con mis propios alumnos utilizo el relato corto para que adquieran una visión panorámica de la literatura. Es más fácil que, a lo largo del curso, se lean una novela y veinte cuentos cortos de distintos autores, que veinte novelas enteras, que sería lo suyo. Lo único que he hecho con  ‘El séptimo círculo del infierno’ ha sido trasladar al lector lo que hago con ellos». Pero dentro de esta actitud casi proselitista de la literatura, Posteguillo es ambicioso y apunta más lejos todavía. «Alcanzo mi mayor satisfacción cuando algunos lectores me dicen que quieren leer ‘El maestro y Margarita’ de Bulgakov o de cualquier otro autor o autora de los que hablo. No me importa tanto que lean mi libro como que pasen directamente a leer las novelas originales». La lectura es importante, obliga a que las personas piensen. «No hay ninguna duda. La rebelión que más se teme de la gente es la de la inteligencia. Al poder le molesta la independencia de pensamiento. Por eso el precio de los libros electrónicos es muy alto, se mantiene un IVA elevado para los teatros, no hay subvenciones para librerías como ocurre en otros países, y se suprimen las asignaturas de Latín y Griego, relacionadas con la filosofía porque enseñan a pensar. Un profesor de matemáticas o de ciencias no podrá tomar decisiones éticas si carece de la información que precisa. Estamos creando científicos-robots y eso ocurre en España y en Europa, donde se busca el ciudadano manipulable. Y en EE. UU. no hace falta contarlo».

Imagen cedida por Editorial Planeta
A menudo se habla del placer que sienten los escritores mientras escriben. Ese placer, en cierta medida, se traslada también al lector. ¿Lector y escritor son capaces de alcanzar el mismo grado de placer con la escritura y con la lectura, respectivamente? «Como dicen los ingleses, si no hay lágrimas en el escritor no hay lágrimas en el lector. El autor ha de conseguir que todas sus emociones se transmitan al lector. En la primera vez que se lee un libro, hay momentos de extrema felicidad, en los que uno siente un inmenso placer. A mí me ocurrió con ‘El Quijote’ y con las últimas páginas de ‘Cien años de soledad’. También siento placer cuando algunos alumnos me comentan aspectos de libros que he leído, detalles en los que yo no había caído. Sus opiniones me ofrecen puntos de vista distintos, que me interesan mucho».

Las novelas de Santiago Posteguillo, a priori, parecen llamar la atención más por su contenido que por su forma. «Me gustaría que hablasen más de la forma que del contenido. Creo que si mis novelas han funcionado bien es por cómo están contadas, por la técnica literaria que empleo, porque intento cruzar historias y utilizar técnicas cinematográficas. Cuido mucho la ambientación y utilizo un lenguaje muy sencillo, pero tengo la impresión de que todo esto no se valora lo suficiente». Pero a pesar de su opinión sobre su propia obra, no se puede negar el atractivo que ejercen sus poderosos personajes sobre el público lector. «Es verdad que en mis libros el contenido suele ser muy llamativo, espectacular, pero me gusta enamorarme de mis personajes y busco que tengan virtudes que resulten interesantes hoy en día. Después trato de narrar de un modo que enganche, procurando que exista un equilibrio entre una cosa y otra. Juego con el tiempo y trabajo mucho la arquitectura y la estructura».

Como no podía ser de otra manera, Posteguillo ya está en otra cosa. Siempre le ocurre algo parecido; mientras promociona un libro, trabaja en otro. Gajes del oficio de escribir. «Llevo varios meses metido en una nueva novela. La idea es que sea un libro solo, no una trilogía. Está también ambientada en Roma y ya no puedo decir mucho más. A menudo, anticipar detalles no es bueno, porque puedes introducir cambios, cambiar de idea o incluso de proyecto y la gente enseguida lo lee en prensa y piensa que lo que has publicado no es lo que llevabas en mente».

El régimen nazi, la Inquisición, las guerras, el KGB, el gobierno chino, el FBI, el hambre, la pérdida de un ser querido, la enfermedad, el exilio, la censura... Muchos son, en efecto, los infiernos de la literatura a los que se han tenido que enfrentar escritores y escritoras de todos los tiempos. ¿Cuál es el séptimo círculo de este universo infernal? Para Kipling su infierno fue la muerte de su hija Josephine, y de ese infierno surgió una obra tan vital y esperanzadora como ‘El libro de la selva’. El de Imre Kertesz fue ser víctima del holocausto, pero también del desprecio por parte de los suyos. Y de ahí salió ‘Sin destino’. Carson McCullers, la gran olvidada, la mejor autora estadounidense del siglo XX, menospreciada por ser mujer… Todo esto y bastante más es lo que los lectores encontrarán si se acercan a la lectura de ‘El séptimo círculo del infierno’, el nuevo libro de relatos de Santiago Posteguillo, sin duda un volumen para tener siempre cerca y releer de vez en cuando. 

SOBRE SANTIAGO POSTEGUILLO

Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), profesor titular de lengua y literatura inglesa en la Universitat Jaume I y doctor europeo por la Universitat de València, estudió literatura creativa en Estados Unidos y lingüística, análisis del discurso y traducción en el Reino Unido. Publicó ‘Africanus, el hijo del cónsul’ en 2006, ‘Las legiones malditas’ en 2008 y ‘La traición de Roma’ en 2009, a la que siguió su trilogía sobre Trajano (‘La legión perdida’, ‘Circo Máximo’ y ‘Los asesinos del emperador’). Es autor también de una serie de libros sobre escritores y sus obras. Hasta ahora ha publicado ‘La noche en que Frankenstein leyó el Quijote’ y ‘La sangre de los libros’.  Ha sido finalista del Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza y premiado en la Semana de Novela Histórica de Cartagena. También ha recibido los galardones Hislibris.com (2009) al mejor novelista histórico y a la mejor novela histórica; el Premio a las Letras de la Generalitat Valenciana 82010); y el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino (2014), que otorga el Ayuntamiento de Barcelona a un autor del género en reconocimiento al conjunto de su obra. En 2015 fue reconocido como Escritor Valenciano del Año.