«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 20 de noviembre de 2010

María Zaragoza, escritora: “A los personajes hay que darles mayor o menor importancia a medida que te lo piden”

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 22/11/2010

Dicen que estás muerta es la obra ganadora del Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla 2010, editada por Algaida. Dicen que estás muerta es un laberinto de pasiones, de sentimientos encontrados, de personajes, de misterios en un Madrid mágico y negro, en el que un martes una mujer joven, vestida de forma extraña, es asesinada con un pequeño cuchillo de mesa, el asesino podría ser cualquiera, pero la muerta no, la muerta es una sola y única. Dicen que estás muerta es una historia disfrazada de novela negra donde los personajes tratan de buscar al asesino, de saber quién es, pero lo que logran es conocer un poco más a esa mujer misteriosa y quizá a ellos mismos. Dicen que estás muerta ha sido escrita por María Zaragoza (Madrid, 1982). Hace unos días, conversamos con ella durante unos minutos en la cafetería del Hotel Astoria de Valencia, mientras la noche caía, plácida, sobre la capital del Turia, sin prisas pero irremediablemente.

¿Cómo surgió la idea de esta novela?
Al principio, era un relato en el que un chico acusaba a su novia de un crimen. Sin embargo, pronto me di cuenta que la historia era mucho más rica de lo que yo pensaba y que daba para un texto más largo, para una novela.

Dicen que estás muerta desprende un tufillo a género negro, ¿no?
En todos mis libros hay muertos. Mi madre dice que me encanta matar hasta al apuntador. Creo que los criminales me llaman la atención desde que, de pequeña, vi una serie de televisión interpretada por Mark Harnon sobre Ted Bundy, un asesino en serie norteamericano, que a mí me flipaba. Posiblemente de ahí proceda mi interés por este tema.

Pero hay una muerta y un policía que investiga ...
Mira, hablar de novela negra resulta muy complicado, porque conlleva unas características muy concretas que mi libro no tiene. Sería algo parecido al tipo de películas de suspense que rodaba Hitchcock, pero como si le diésemos la vuelta y fuera una novela de doble recorrido. Es verdad que durante todo el tiempo hay un asesinato, un agente que lo investiga y un criminal, pero el lector puede hacer ese recorrido o el inverso, puede interesarse por saber quién es el asesino o por conocer cómo era la muerta. Por respeto a la novela negra y a sus lectores, yo no la calificaría como tal.

Digamos, pues, que es una novela con elementos policiales.
Sí, sería más exacto. Hacer una novela de género hoy en día es un poco raro. Ahora, todas las novelas tienen un poco de todo y yo no quería atenerme a reglas fijas, buscaba experimentar.

La historia la cuentan varios narradores.
Sí, hay varias voces, tantas como personajes, que hablan del asesinato que se ha cometido. Una de ellas, además, es un falso narrador omnisciente. Y digo que es falso porque, aunque se explica en tercera persona, representa el pensamiento de uno de esos personajes. El título tiene mucho que ver con esto, porque el lector se entera de que hay una muerta gracias a lo que cuentan los demás, los que están vivos. Es como una corrala en la que todos comentan lo que pasa y dicen lo que saben.

Madrid es el escenario donde discurre Dicen que estás muerta, algunos capítulos incluso llevan nombres de calles madrileñas
El Madrid de mi novela es real, se puede reconocer y se puede recorrer tal cual y los lugares que cito son importantes para mí. Sin embargo, también me interesaba hablar de cómo ven la ciudad sus habitantes o la gente que la visita. Por eso, cada personaje tiene su propia percepción: hay un Madrid oscuro, turístico, divertido. Incluso uno de los personajes habla de un Madrid-laberinto y pasea su dolor por sus calles, hasta que se da cuenta de que la capital se le acaba y se acuerda del mito del Minotauro. Como verás es un Madrid para todos los gustos.

En uno de los capítulos aparece un músico mítico del pop español, triste y recientemente fallecido: Antonio Vega.
Yo tenía una relación virtual con Antonio Vega. Nunca lo conocí pero estuve a punto de conseguirlo. El día que nos levantamos con la noticia de su fallecimiento fue como un shock. Tanto es así que le puso fecha a la muerte de Luján, la mujer asesinada en la novela. En general, me interesa la música, siempre escribo con los auriculares puestos. Unas veces reflejo en el texto lo que oigo y otras no. La música le da mucho ritmo a las novelas.

Durante tu proceso de aprendizaje como escritora, estuviste becada por la Fundación Antonio Gala: ¿se aprende a escribir o eso se lleva en los genes?
Claro que se puede aprender a escribir, es como todo. El talento es algo que se lleva en los genes o vete tú a saber dónde, quizá es un fallo neuronal, pero la escritura se puede aprender y la única forma es escribiendo y leyendo. Práctica y mucho trabajo. Quizá no te conviertas de la noche a la mañana en Cervantes, pero saber contar las cosas es como aprender a coger un pincel o a tocar la guitarra, no se diferencia demasiado. Por otro lado, la Fundación es un lugar en el que se aprende se quiera o no, porque la convivencia interdisciplinar lo que da es una riqueza que antes no podías tener. El músico aprende a mirar con el fotógrafo, el fotógrafo aprende a narrar con el escritor y el escritor aprende la plasticidad del pintor, por poner un ejemplo. Convivir con personas diferentes siempre enriquece, pero si además pertenecen al mundo de la creación y no necesariamente a tu disciplina, lo que consigues es una nueva forma de ver el mundo que se transmite a tu obra. Todo lo que haya escrito desde que pasé por allí está tocado por la Fundación y mis compañeros de una forma o de otra.

Háblanos un poco de tu proceso creativo: ¿te dejas llevar por el azar o te atienes a un corsé preestablecido?
Yo soy un poco anárquica. Tengo claro qué historia quiero contar, cómo hacerlo y en qué contexto. Pero lo primero que yo trabajo, hasta límites obsesivos, son los personajes: sus aficiones, sus costumbres, etcétera. A continuación los pongo en situación y miro cómo reaccionan. Si los encasillas demasiado, los personajes pueden llegar a no ser coherentes con la historia aunque sí consigo mismos. Hay que variar el argumento para darles más o menos protagonismo a medida que ellos mismos te lo reclaman.

María Zaragoza, Herme Cerezo y Vanessa Montfort

Y llegó la última pregunta. En esta gira promocionas Dicen que estás muerta junto con Vanessa Montfort, ganadora del Premio Ateneo de Sevilla con Mitología de Nueva York, ¿has leído su novela?
Me la leí en dos días y me gustó mucho. Creo que está muy bien escrita, que resulta fácil de leer, que engancha y que va destinada a cualquier tipo de público.

“Dicen que estás muerta./Las calles desiertas del olvido/nunca sabrán que sigo el rastro de tu amor”. Esta es una estrofa de la canción ¿Dónde estás?compuesta por Jaime Urrutia, que aparece al principio de la novela y que le da título. Aquí, en este punto, ahora, en este instante, sirve de colofón para nuestra entrevista.