«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Paloma Sanz, periodista y escritora: “Haber conocido a Ramiro Santisteban es un auténtico privilegio”

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 10/03/2011


Nacida en Pozuelo de Alarcón (Madrid), Paloma Sanz estudió Periodismo en la Universidad Complutense. Desde 1986, en que entró a formar parte de la plantilla de Antena 3, está vinculada con el mundo de la comunicación, habiendo compartido micrófono con profesionales tan reputados como José María García, Antonio Herrero (q.e.p.d.), Jesús Hermida o José Antonio Plaza. Sin embargo, en el año 2006 decidió que lo suyo era la escritura. Comenzó a colaborar en la prensa escrita (‘El País’ y ‘El Magazine’ de ‘El Mundo’) y en revistas (‘Yo’, ‘Dona’ o ‘Man’). En 2009 inició su andadura literaria con la publicación de la obra ‘Rojo pasión, negro destino, verde porvenir’ de la que lleva ya vendidas cuatro ediciones. Recientemente ha publicado una nueva novela, ‘Amanece en París’, que cuenta la historia de Ramiro Santisteban, un republicano español internado en el campo de exterminio nazi de Mauthausen del que, tras no pocas penurias, consiguió salir con vida. Acerca de esta última novela, pudimos conversar hace unos días con la escritora madrileña.

Como escritora, ¿eres una autora tardía o de toda la vida?
Mi vocación la tengo desde niña. Ya en el colegio comencé a despuntar y obtuve varias menciones especiales en escritura. Después de mi etapa en radio y televisión, decidí ponerme a escribir y realizar mi verdadera vocación. Tuve la fortuna de contar con el respaldo de una editorial tan importante como Planeta y publicar ‘Rojo pasión, negro destino, verde porvenir’, que ha tenido mucho éxito y me ha motivado para escribir esta segunda novela.

¿Cómo te tropezaste con la historia de Ramiro Santisteban?
Encontré una entrevista de Ramiro en el diario de ‘El País’. La suya era una historia muy desconocida, porque casi nadie ha hablado de los españoles que estuvieron en los campos de exterminio nazis. Pude localizarle en su casa de París y me concedió una entrevista. Se la hice y congeniamos. Me quedé trabajando durante quince días con él y Niní, su mujer y comencé a escribir la novela.

¿Visitaste Mauthausen?
Sí, lo hice y fue una experiencia desoladora. Reconocí algunos de los sitios de los que me habló Ramiro, aunque él se refería más a hechos que a lugares. Visité el campo para documentarme y ambientar lo más fielmente posible la novela. Lo mismo hice con París y Laredo, donde él nació. Y creo haberlo conseguido.

La historia la cuentas de modo lineal, cronológico, ¿por qué?
Es verdad, no he roto el tiempo en esta novela. Como el tema era tan crudo quise comenzar con el nacimiento de Ramiro en Laredo, con los dolores del parto de su madre, y terminar con el nacimiento de su hijo Patrick, y los dolores del parto de Niní.

¿Cómo consiguió Ramiro sobrevivir a tanto horror sufrido?
La verdad es que no ha habido ningún episodio histórico tan horroroso como el nazismo. Él pudo sobrevivir gracias a ese contrapunto que le supuso el amor, casi sobrenatural, de Niní.

¿No le han quedado secuelas?
Ramiro goza de muy buena salud, está perfecto. Junto con su mujer y a pesar de sus años no para de salir. Cuando presenté el libro en Madrid, los dos acudieron y asistieron conmigo a todos los actos que organizamos. Son únicos, poseen una enorme vitalidad.

Y a ti, ¿te han quedado secuelas después de escribir la novela?
Soy una persona fuerte, pero lo cierto es que con este trabajo me lo he pasado mal y me he derrumbado en algún momento. Caí enferma de melancolía, dormía fatal, con los dientes apretados, crispados, no me reconocía. Pero bueno, ya ha pasado.

¿Cómo es la vida de Ramiro Santisteban en la actualidad?
A través de los años y con la cercanía de la muerte que sintió entonces, él tiene otra filosofía de vida y sabe apreciar todo lo bueno. Pero al mismo tiempo es un gran desconfiado del ser humano y pone en cuarentena a todos los que conoce. Sin embargo, vive la vida, el momento, y no odia a nadie, ni siquiera a los nazis. Hay que aprender mucho de Ramiro, es un privilegio haberlo conocido.

¿Con tu libro pretendes saldar una deuda con todos los españoles que padecieron el horror nazi?
Sí, ésa era mi intención. A Ramiro lo que más le duele es que los españoles le negaron su nacionalidad y le dijeron que era un apátrida. Cuando salió del campo de exterminio, no podía ir a ningún lugar porque no tenía país de origen. Ningún gobierno español les ha reconocido nada, ni la democracia, ni la dictadura. Y eso es vergonzoso. A través de Ramiro, yo he querido hacer un reconocimiento hacia todos esos españoles que no tuvieron acogida alguna. Él, a pesar de que adora España, todavía guarda resquemor hacia su tierra.

Algo que llama mucho la atención en ‘Amanece en París’ es que los propios prisioneros se llevaban mal, que no existía solidaridad entre ellos.
Los españoles hablan mal de los prisioneros polacos, con los que tuvieron una mala relación. Dicen que eran tramposos, chivatos y nada corporativistas, al contrario de los españoles que formaron una piña y se defendían a muerte entre sí. Los polacos vendían sus favores sexuales a los nazis y llamaban a los españoles matacuras, matamonjas y quemaiglesias, una fama heredada de la Guerra Civil.

Para terminar, Paloma, ¿qué estás preparando ahora?
Estoy escribiendo ficción pura, pero quiero hacer una nueva novela, basada en hechos reales y conformar una trilogía con mis dos libros anteriores. Intento encontrar algo muy fuerte para cerrar el ciclo.Y en esas estoy.