«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 10 de octubre de 2011

María Gudín, escritora: “Mi novela es una forma de conmemorar la fecha del inicio de la invasión de España por los musulmanes”.

El noble visigodo Atanarik recorre el norte de África buscando tropas bereberes para iniciar una campaña contra el corrupto reino de Toledo. Recuerda su huida de la corte,  perseguido por un asesinato que no cometió y acompañado por una sierva vascona, Alodia, a la que tiempo atrás había rescatado de un sacrificio infame. Más tarde, tras la caída del reino, en las montañas de Vindión, en la cordillera astur cántabra, un antiguo gardingo real se levanta, a la cabeza de sus fieles, contra el gobernador Munuza. Entretanto, en el Pirineo, la población vascona se enfrenta al nuevo poder opresor. En medio de las guerras y la intriga política, la historia de amor de la sierva Alodia hacia el noble visigodo Atanarik se va desarrollando como un río de paz en un momento caótico de la historia de nuestro país. A grandes trazos este es el argumento de ‘El astro nocturno’, editado por Ediciones B, una novela que mezcla elementos legendarios con intrigas políticas, un misterioso asesinato, una guerra devastadora y una historia de amor en el marco de la invasión árabe de la Península Ibérica. Con esta publicación, su autora, María Gudín, cierra su trilogía dedicada al mundo visigodo. Una vez más en la cafetería del Hotel Astoria, en una tarde todavía no otoñal, pude conversar con ella durante algunos minutos sobre árabes, godos, crónicas y santos cálices.

María, este año se cumplen 1300 años de la batalla de Guadalete, momento del inicio de la Conquista, ¿la publicación de la novela en este momento es algo casual o premeditado?
Es intencionado. Intenté acabar la novela en 2011 para que las fechas de la conmemoración de la batalla de Guadalete y la de la edición de la novela coincidieran. Me supuso mucho trabajo, pero era una forma de reivindicar una fecha que no se conmemora, mientras que otras efemérides históricas como la de la batalla de Trafalgar, por ejemplo, sí se ha celebrado.
Tras leer ‘El astro nocturno’, el lector cambia un poco ese concepto relativamente tosco que existe sobre los godos, ¿no?
No creo que se pueda generalizar tanto. Realmente los godos son un pueblo guerrero que llega a España, que se asimila  al territorio y que, como buenos germánicos, constituyen una nación muy estructurada. La posible mentalidad centroeuropea que podamos conservar los españoles procede de ahí.  Como todo el mundo, los godos tenían defectos y virtudes, eran gente que se peleaba por el trono, por el poder, algo que también ocurre actualmente.
Las fuentes de información sobre esta época no parecen muy fiables, ¿en cuáles te has apoyado principalmente para construir la novela?
El libro fundamental para escribir esta novela es ‘Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Ándalus’ de Pedro Chalmeta, un profesor de la Universidad de Jaén, que domina las fuentes árabes en profundidad. También es muy importante el libro ‘Conquistadores, emires y califas’ de Eduardo Manzano, que se centra más en la parte árabe.
De tu respuesta deduzco que no se conservan muchas fuentes documentales originales, ¿no?
Sí y eso ocurre porque en un periodo de guerra como la Conquista nadie escribe. Conservamos la ‘Crónica del 754’, pero es un texto muy fragmentario porque todavía resulta muy cercana en el tiempo a estos acontecimientos. También son importantes las crónicas astures escritas a finales del siglo VIII y comienzos del IX.
¿En ‘El astro nocturno’ qué predomina: la ficción o la realidad?
La base histórica para elaborar la estructura de la novela es bastante fiel a la realidad, pero los personajes y algunas leyendas que cuento tienen mucho de ficción. Ahora bien, es una ficción legendaria, basada en el acervo cultural español.
Está narrada en tercera persona, ¿al concluir la escritura no se te queda un cierto espíritu de cronista?
Sí, así es. Esta tercera novela ha requerido bastantes más fuentes bibliográficas que las dos anteriores, porque yo quería incluir muchas cosas en el texto y resultaba completamente imposible narrarlas en primera persona. Para hacerlo he escogido la figura del moro Rasis que escribió una crónica que se perdió. Me he imaginado lo que escribiría y, aunque él probablemente no lo hubiera hecho así, creo que he conseguido ofrecer una visión de la Conquista vista desde fuera, desde la perspectiva de los árabes.
Como escritora, a la hora de contar ¿qué te interesan más: los acontecimientos o los personajes?
Sin duda los personajes y sus caracteres, que van surgiendo poco a poco, sin racionalizarlos. Pienso mucho en ellos, imagino cómo reaccionarían ante cada situación. Los cambio mucho para hacerlos coherentes. Atanarik, el protagonista, es un tipo muy complejo porque va adquiriendo consistencia propia. Si no ocurriese así, no estaría vivo.
Seguimos con los personajes, ¿dónde está María Gudín en esta novela?
Yo soy Tarik, me identifico mucho con él porque le gusta luchar y tiene un carácter muy fuerte igual que yo, aunque no lo aparente.
De pequeños, en la escuela, nos enseñaron que Tarik y Muza fueron los caudillos árabes que comenzaron la invasión de la Península Ibérica. Sin embargo, en ‘El astro nocturno’ tú apuestas por la posibilidad de que Tarik no fuese árabe, sino visigodo.
Esta es una idea de Antonio Gala, que opina que el nombre de Tarik suena mucho a visigodo porque la terminación ik no es muy común entre los árabes. En la novela, Tarik es una mezcla de padre bereber y madre  visigoda.
Los bereberes, parecen un pueblo especialmente atractivo para la ficción, porque muchos escritores últimamente “tiran” de ellos en sus libros.
Los bereberes son un pueblo constituido por muchas tribus. Actualmente, están mezclados con los árabes y son bastante parecidos a nosotros. Ellos querían cruzar a la Península Ibérica porque observaban un desarrollo grande del que ellos carecían. Cuando llegaron a los humedales de Castilla La Mancha les pareció que estaban en el paraíso y cuando entraron en Toledo se encontraron un tesoro inmenso, algunas de cuyas piezas se llevaron a Damasco. Es un poco lo mismo que ocurre actualmente, sólo que ahora utilizan pateras para cruzar el estrecho en lugar de buenos barcos como entonces.
Estás en Valencia, en la novela hablas del Santo Cáliz que se conserva en la catedral metropolitana, ¿cómo llega esta copa a nuestra ciudad?
Aunque mi novela acaba en 722, creo que en lugar de portar la copa un santo desde Roma, tras el saqueo de la capital italiana en el año 409 por Alarico y sus tropas, es posible que los visigodos la trajeran a España. Luego, ante el empuje de los árabes, probablemente fue trasladada hacia el norte para preservarla. Finalmente, durante los reinados de Martín el Humano y Alfonso el Magnánimo llegó a Valencia.
Terminamos, continúas ejerciendo como neuróloga, ¿siguen encantados tus pacientes con tus libros?
Sí, sí, a ellos les gusta mucho tener un médico que escriba novelas. Me las traen para que se las dedique y me colapsan la consulta. Una de mis pacientes se ha leído la primera parte de esta trilogía trece veces.





Herme Cerezo/SIGLO XXI, 13/10/2011