«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 8 de enero de 2012

Jordi Sierra i Fabra, escritor: "Escribo lo que siento, cuando lo siento y como lo siento, pasando de modas"

Jordi Sierra i Fabra (Barcelona 1947) ha vendido diez millones de libros, sus obras se han traducido a treinta idiomas y ha conseguido alrededor de una treintena de premios literarios, así como un centenar de menciones en listas de honor y otros reconocimientos internacionales. En 2011 fue nombrado miembro del Patronato del Instituto Cervantes. Autor de enorme fertilidad creativa, sorprende por la versatilidad de su obra, que aborda todos los géneros. Comprometido con la realidad de nuestro mundo, ha creado la Fundación Jordi Sierra i Fabra en Colombia, para impulsar la lectura y ayudar a jóvenes escritores en sus primeros pasos. Su labor social se vio recompensada en 2010 con el Premio IBBY-Asahi de Promoción de la Lectura, el máximo galardón internacional en la material.


A finales de septiembre pasado, Jordi Sierra i Fabra conquistó el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, noticia de la que ya dimos cuenta en su momento. Ahora, con el volumen ya en las librerías, es buen momento para hablar sobre la obra ganadora, ‘Sombras en el tiempo’, publicada por Plaza&Janés, la historia de Carmen y sus hijos que emigran desde Murcia a Barcelona en 1949 para reunirse con Antonio, el padre de familia, que les espera después de trabajar durante varios años en la ciudad condal. Como fondo las cartillas de racionamiento, la represión ideológica, la amenaza de las cárceles franquistas o la tenaz rebeldía de los maquis. Acompañados en la cafetería del Hotel Astoria por una infusión y una botella de agua, pude conversar durante unos minutos con el escritor barcelonés, vestido con  suéter gris y bluyines, tupé al viento, expresivo, cordial y gesticulante como acostumbra. Y con un recuerdo final para la música, donde Jordi Sierra i Fabra se inició en esto de la comunicación y la escritura.

Jordi, ¿ganar un premio siempre se agradece o después de una trayectoria tan larga como la tuya no tiene tanta trascendencia?
Yo con los premios soy como los nenes con un caramelo. Me encanta el morbo de los concursos, participar en ellos,  es como un chute de adrenalina. De vez en cuando, escribes algo y dices este libro es diferente, es para concursar. Luego lo envías y enseguida comienzas a preguntarte qué ocurrirá. Cuando dan el fallo, si no has ganado no pasa nada, pero si te llaman para decirte que estás en la final y, además, te llevas el premio es algo fenomenal. Todo este proceso, este montaje, repito, a mí me encanta. Soy leo, soy competitivo, lo siento, y más si tenemos en cuenta que el dinero que gano es para la fundación.
¿‘Sombras en el tiempo’ es un libro cien por cien Jordi Sierra i Fabra?
Creo que es uno de mis libros más cien por cien Sierra i Fabra. Decían que Mozart, cuando componía una obra, tenía toda la orquesta metida en la cabeza. Disponía de una visión de conjunto y, enseguida, se ponía a escribir. A mí me pasa igual. Cuando pensé en seis personajes y que a cada uno le dedicaría entre treinta y treinta y cinco capítulos, muy cortos, me di cuenta de que aquello se iba a un tocho de cuatrocientas o quinientas páginas, el más largo que jamás he escrito. El único requisito que me imponía a mí mismo era que la acción la desarrollasen los protagonistas a través de sus diálogos, con poca narrativa, para evitar que resultase un volumen farragoso de casi mil páginas.
¿También es un libro cien por cien Sierra i Fabra en cuanto al contenido?
Todos los libros que he escrito son míos. Tengo cuatrocientos y me los estimo a todos, son como mis hijos. Al ser tan voluminosa esta novela constituía un reto para mí porque era algo diferente a lo que había hecho hasta hoy. Pero a mis sesenta años ya era hora de hacer algo distinto. Después de tantas obras publicadas, lo difícil es no repetirse, encontrar una forma nueva de contar la historia. Cuando lo logro, es como si tuviera un orgasmo. Este reto es lo que me motiva para escribir.
Este método de escritura, ¿también es mejor para el lector?
Bueno, sí, pero cuando escribo pienso sobre todo en mí y en lo que me gusta, y no en el lector. Y me digo a mí mismo: pobre escritor que ha de escribir todo eso. Evidentemente, si yo lo encuentro fácil, para el lector también resultará así.
No piensas en el público a la hora de escribir, pero dicen que un libro está acabado cuando llega a las manos del lector.

Soy el escritor más perseguido de este país por lo mucho que escribo. Este año, Spielberg ha rodado tres películas más. En América, alguien puede preguntarse: ¿le hacía falta rodar estas películas a Spielberg? Y la respuesta es no. ¿Por qué las ha hecho? Porque le encanta rodar cine. Por tanto, la opinión de los demás me da igual. A mí me gusta escribir, me lo paso bien haciéndolo, disfruto como una vaca. Luego, es como un hijo, y me puede salir alto, bajo, guapo o feo. Ya no tengo ningún poder sobre él, ya no es mío. El libro ya está acabado. Ahora depende de lectores y críticos. Si gusta mucho mejor, pero si no… Escribo lo que siento, cuando lo siento y como lo siento, pasando de modas. Desde hace un tiempo, algunos editores me piden que escriba una novela de vampiros. Pero no puedo, no me sale. A lo mejor cuando ya no estén de moda estos libros, lo escribo, no lo sé. Soy primario, intuitivo, visceral.
¿Hay mucha documentación detrás de esta novela?
Hace un par de horas alguien me ha comentado que he manejado muchísima documentación. Y eso no es cierto. Soy un tramposo. Sólo sé cuatro cosas, pero sé cómo y dónde ponerlas. Son técnicas de escritor. Cuanto más sabes, menos has de contar. Es preciso dejar que el lector lo interprete. Además, a mí me ha ayudado mucho para conocer el ambiente de esta novela la serie que estoy escribiendo del comisario Miquel Mascarell, que se desarrolla en una época parecida.
¿Son los personajes secundarios los que le dan el verdadero sabor a ‘Sombras en el tiempo’?
Mira, en el guión de la novela dedico un capítulo solo para los secundarios y muy corto,  mientras que para los protagonistas escribo hojas y hojas. Hay que ser muy contundente, muy rápido para tratar a los secundarios. Para llegar a la síntesis de mi escritura hay que haber escrito mucho. Yo comencé a escribir a los ocho años y este es mi libro más sintético.
Como vemos en las páginas de la novela, en la época de la Dictadura, ¿los emigrantes realmente eran tratados con tanta dureza?
Bueno, el primer capítulo se basa en la historia de una tía de mi mujer, a la que querían deportar a Vitoria porque no tenía papeles. Eso es lo que pasa ahora en China, que no dejan cambiar de ubicación a las personas porque si, por ejemplo, de golpe se moviese un millón de habitantes, aquello sería un desastre. En mi caso, además, concurre la circunstancia de que soy catalán y la gente puede pensar que soy muy promurciano o muy procatalán. Y esto no es así. Hay que ser muy objetivo. Me limito a contar lo que había, no puedo decantarme a un lado u otro. Por supuesto, se nota que soy de izquierdas, pero nada más.
¿Algún personaje de ‘Sombras en el tiempo’ proviene de historias tuyas anteriores?
Sí, el cuarto libro de Daniel Ros, ‘Dos días de mayo’, narra los dos días que Franco pasó en Barcelona y de aquí sale uno de los capítulos. Pero es algo nada premeditado, puramente intuitivo. Algunos personajes provienen de la época en la que yo trabajaba en la construcción y algunos de los hechos que relato son reales, bañados con la luz de mi ficción.
Barcelona tiene quien la escriba, tú también lo haces.
Igual que tengo como norma que lo que puedan explicar dos personajes que no lo haga el narrador, otra de mis máximas me aconseja no decir nunca donde transcurre un libro porque te recorta libertad literaria. En una ocasión, escribí una novela sobre unos jóvenes que salían de marcha, dispuestos a emborracharse y colocarse con drogas. Al publicar el libro, en cada ciudad donde lo presentaba, Valencia, Bilbao, Barcelona, etcétera, todos parecían reconocer los lugares que describía en sus páginas, identificándolos con sus propias ciudades. Lo cierto es que sobre Barcelona sólo escribo en mis últimas obras, desde que comencé la serie del comisario Miquel Mascarell, porque es imprescindible.
La última: ¿qué queda del Jordi Sierra i Fabra amante, escritor y crítico de música?
Quedan treinta mil discos en mi casa y que trabajo con música mientras escribo. Pero ya no voy a conciertos ni nada. En mayo, viene a Barcelona mi dios, mi ídolo, Bruce Springsteen, y no he comprado la entrada porque no sé si estaré allí cuando actúe. Ya no soy un experto, me preguntan cosas y no puedo opinar porque no estoy al día. Hasta los años noventa aún puedo decir cosas, pero después no. En mi interior conservo la energía de la música, pero nada más.