«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 22 de julio de 2013

‘Peores maneras de morir’ de Francisco González Ledesma. Méndez, Ricardo Méndez, más Méndez que nunca.

‘Peores maneras de morir’ hasta el momento es la última novela publicada por Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927). Es también, y de modo probablemente irreversible, la última que protagoniza el inspector de policía Ricardo Méndez, el policía que nunca se llevó bien ni con la dictadura ni con la democracia, siempre enfrentado a sus superiores porque Méndez es Méndez siempre, único, inconfundible e inimitable, con criterio propio.  

En esta ocasión, al inspector le corresponde, en realidad no le corresponde, le toca por convicción propia, investigar el asesinato de dos mujeres cometido por un sicario en el piso viejo de una finca vieja situada en un entorno viejo, un inmueble a punto de derribo, casi como los tiempos que nos toca vivir. Pronto – con ello no revelo ningún aspecto fundamental de la novela que no deba conocerse a priori – , el caso apunta hacia una organización mafiosa, con hábil tapadera legal, dedicada al tráfico de mujeres extranjeras, preferentemente eslavas, a las que introducen en España y ponen a trabajar como prostitutas en bares de carretera y burdeles de capital, sometiéndolas a un control férreo, cruel e incluso mortal.  

González Ledesma, una vez más, recurre a su Barcelona de siempre, la del Rabal, el barrio de las prostitutas ya viejas como la finca del doble crimen, decadentes, a punto de derribo también, que solo esporádicamente pueden ejercer su oficio porque el paso del tiempo no perdona y aunque la lucha por la supervivencia sigue siendo tan dura como antes, el cuerpo humano, su cuerpo, ya no responde del mismo modo ni como reclamo ni como fuente de placer y de ingresos. Y también el barrio de los delincuentes, de los sicarios, de los asesinos que ahora son otros porque las cosas han cambiado también para ellos. Son las mismas calles pero son otras sombras, otras palabras, otras vidas, otras fechorías y otras formas de actuar las que dejarán su impronta en las paredes, en las puertas, en las ventanas y en el aire viciado que transita por el Rabal. 

Méndez, sabemos que se llama Ricardo porque en alguna novela anterior de la serie González Ledesma nos lo dijo, se muestra más ácido que nunca en ‘Peores maneras de morir’. Ha acumulado suficientes resabios, vivencias, derrotas y sobre todo recuerdos para ello. Próximo como se encuentra de la jubilación, su lengua está suelta, mordaz y más viva que nunca. Ya todo le da igual. Tiene la carrera hecha, aunque eso a él no le importó nunca demasiado para moverse guiado por su instinto policial, desafiando incluso los márgenes de la ley y de la justicia, en la que no cree, porque Méndez solo cree en la ley de la calle, en la justicia de la calle. El inspector barcelonés sabe que unas personas son como son porque no han tenido más opciones donde escoger. Pero también sabe que otras son depravadas, desalmadas, dañinas, porque eligieron esa opción. Libremente. Bajo esos parámetros es como Méndez enjuicia a los malhechores, los cataloga y, en algunas ocasiones,  dicta sentencia. 

Sé que es la última novela de Méndez. Lo sabe hasta el gato. Y precisamente lo que fastidia más es que lo sea, la última, porque González Ledesma ha manejado la  máquina de escribir con la maestría de siempre para inyectar en la mente de Méndez, en su raciocinio, una lucidez más preclara que nunca. En ‘Peores maneras de morir’, con un pequeño toque de misterio y su colt 45, siempre aparece en los lugares donde más se le necesita y en los momentos más inesperados. Ese rasgo no es nuevo, pero quizá en  esta novela, en la última novela de Ricardo Méndez, se torna más acusado. Y oportuno. 

En fin, una lástima que se acabe la serie y el mejor homenaje que se puede brindar al inspector de policía próximo a jubilarse, y a su autor de siempre, es leer ‘Peores maneras de morir’. Cuando la acaben, no lo duden vuelvan al principio y relean ‘Expediente Barcelona’, ‘Crónica sentimental en rojo’, ‘Cinco mujeres y media’, ‘La Dama de Cachemira’ y todas las demás que le precedieron, auténticos discursos del género negro, policíaco, criminal o como les venga en gana denominarlo, mis improbables lectores. 

 
‘Peores maneras de morir’ de Francisco González Ledesma.
Editorial Planeta, enero 2013.
Tapa blanda, 384 páginas, 18,90 euros.