«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 14 de mayo de 2019

Sergio Villanueva: «Los Nocturnos eran unos yonquis de la cultura»


Nº 570.- En El Café de las Horas los relojes no señalan el tiempo. Los péndulos, inmóviles, habitan un sueño profundo y las saetas permanecen ancladas en el 12 y en el 10. Uno no sabe si se encuentra a las doce menos diez o a las diez en punto.  Mañana o tarde, mediodía o noche. Frío o calor. Llueva o brille el sol. Da igual. Se mantiene la duda: las doce menos diez o las diez en punto. Fue el 2 de mayo, por la tarde, a eso de las cinco, cuando me reuní en el Café con el actor, director de cine y también escritor Sergio Villanueva (València, 1972). El motivo no era otro que conversar sobre su novela, ‘El secreto de los Nocturnos’ (Ediciones B), cuya acción ha situado en la València del año del Señor de 1589. Un alto representante del clero, persona de confianza de Felipe II, encuentra la muerte entre las silenciosas sombras de la noche. La necesidad de ocultar el hecho y encontrar a los culpables provocará que la cúpula de la Santa Inquisición, personificada en Jerónimo Díaz del Castillo, recurra a un colaborador habitual, el padre Francisco Agustín Tárrega. A partir de ese instante, el religioso volcará todas sus capacidades analíticas y deductivas en resolver el silencioso crimen. Como trasfondo, la novela se centra en la llamada Academia de los Nocturnos, un grupo atractivo, agitador cultural, clandestino, que se movió por la València del siglo XVI. Tenemos, pues, a disposición del lector todos los elementos inherentes a un thriller. Un thriller, además, revestido con los ropajes de la Historia. Con todas estas cartas sobre la mesa, boca arriba, y  la grabadora en marcha, comenzamos nuestra charla.

Cine, teatro y ahora literatura, Sergio, ¿qué significa escribir para ti?
La literatura me ofrece la posibilidad de transmitir ideas, generar conciencia y entretener, o sea, comunicarme con el otro. Aunque vivimos momentos en que la gente dispone de poco tiempo, la literatura me permite expresarme con libertad, sin pensar en la extensión, lo que no me ocurre con el cine, el teatro o la poesía, donde la capacidad de síntesis desempeña un papel crucial.
¿En cuál de todos estos territorios te mueves más a gusto?
Depende del proyecto. A medida que he ganado experiencia con los años, cada vez me encuentro más a gusto con la literatura. Tal vez sea porque escribo sin compañía, solo conmigo mismo, con mis heridas e imaginaciones. Me formé como actor, pero ya desde el principio me di cuenta de que necesitaba ser el que crea y cuenta la historia.




¿De dónde procede la idea que te dio pie para escribir ‘El secreto de los Nocturnos’?
Dejando a un lado el Siglo de Oro en valenciano, a partir de mi formación teatral siempre supe lo importante que fue València para la lengua castellana. De la Academia de los Nocturnos me habló el periodista Carlos Aimeur, cuando descubrió que Lope de Vega había vivido unos años en la ciudad. Poco a poco fui averiguando más cosas y observé que había un material brutal, tanto que, cuando en la Escuela de Dramaturgia hube de entregar el proyecto final, me centré en la industria del teatro en  la València del Siglo de Oro español.




El escritor valenciano acaba de publicar ‘El secreto de los Nocturnos’, una novela que transcurre en la València de finales del siglo XVI.



¿La novela nace con la intención de ser convertida en serie o en película? Desde luego, tiene ingredientes para ello.
Por mi parte, estoy dando pasos en ese sentido, a ver si alguien se interesa en ello. Veo cosas parecidas en Movistar y Netflix y ésta es la oportunidad de poner a València en valor, convirtiendo la novela en una serie a nivel nacional o internacional. Ojalá este deseo se convierta en realidad.
Da la impresión de que te lo has pasado bien documentándote para la novela, ¿es así?
Es así. Yo no hago nada si no disfruto con ello. Así me va en la vida. Me lo he pasado tan bien como ahora, que estoy preparando la documentación para una segunda parte y ando borracho de datos, tanto que de vez en cuando me obligo a detenerme para generar la trama y la estructura. Esta época histórica es fascinante, porque es un momento en el que la Inquisición ha endurecido su rigor y extremado las prohibiciones. Y ya se sabe que, si se prohíbe algo, es cuando la gente tiene más interés en saber cosas y desafiar prohibiciones.
Creo que ‘El secreto de los nocturnos’ es un thriller histórico, ¿estás de acuerdo con esta catalogación?
A mí me gusta el thriller como espectador, no como creador. Yo tiendo más a la comedia, pero alguien me insinúo que sería conveniente que la novela tuviera estructura de thriller, porque genera apetito en los lectores. El thriller es también un juego de rol y, como actor que soy, me he introducido en la piel de todos los personajes y he disfrutado mucho mientras escribía. Es cierto igualmente que cualquier autor, aunque sea en un libro romántico, se comporta como un detective, que deja pistas que el lector debe detectar y seguir.
De tus palabras deduzco que Sergio Villanueva está en todas partes dentro de la novela.
Efectivamente, estoy en todas partes y en todos los personajes. Suelo pecar de que me posiciono a favor de algunos de ellos, como el padre Tárrega, y que abandono a su suerte a otros porque no me gustan mucho, pero también es verdad que trato de corregir esta tendencia. He de aprender a empatizar con todos.
La acción de ‘El secreto de los nocturnos’ se desarrolla en 1589 y, quizá para contextualizar bien la novela, convenga saber que no hacía mucho tiempo que se había producido el desastre de la Armada Invencible, sin duda fue un instante de recogimiento, de extremar precauciones, de controlar...
Sí, en su trayectoria Felipe II tuvo momentos en que se replanteó ciertas cosas. En algún libro he leído que el rey deseaba saber qué estudiaban o qué leían los herejes para ganar la batalla, y me pregunto cómo se sentiría tras comprobar que Dios había permitido la derrota de los adalides de la ley divina. Fue un momento delicado para él que, además, sufría fuertes ataques de gota. Ambas cosas provocaron que estuviera crispado y para pocas bromas.
La Inquisición ocupa un papel destacado en la trama. València fue el último lugar del estado español en el que se ejecutó a alguien en nombre de la Inquisición, dudoso honor sin duda, ¿era importante el tribunal inquisitorial de la ciudad?
Sí, el tribunal de la ciudad era potente y, con independencia de la cantidad numérica de ejecuciones o procesos, la Inquisición fue deleznable en todas sus épocas, aunque también es cierto que, desde tiempos de Isabel I, se sufrió una fuerte propaganda en contra por parte de los protestantes, cuando parece claro que ellos presentan un mayor número de brujas ejecutadas que nosotros. Quizá en València fue más dura la represión que en otros territorios, Castilla, por ejemplo, porque convivían tres culturas: la judía, la morisca y la cristiana.
Además de ocuparse de asuntos religiosos, la Inquisición también ejercía como policía y su conexión con la Corona era directa.
Era una policía de la Corona y de la Iglesia o un brazo de ambas, porque el poder y la religión caminaban juntos. Fue como una Gestapo. Se llegaba a asustar tanto a la población que los vecinos eran capaces de denunciar a sus conciudadanos para demostrar que eran fieles a la Institución. El temor a ser acusado falsamente era muy grande. En la Academia de los Nocturnos había familiares de la Inquisición, el propio padre Tárrega colaboraba con ella y actuó como testigo en varios interrogatorios.
El padre Tárrega dice que el teatro sirve para "apaciguar los espíritus de la gente”, pero la Inquisición no opinaba igual. ¿El teatro estaba mal visto por libidinoso o porque incitaba a la gente a pensar?
Más lo segundo que lo primero. Lo libidinoso lo permitían en Carnaval, que era una válvula de escape. Es algo natural. El ser humano ha de descargar tensiones por algún lado y eso lo tenían claro hasta los propios miembros del clero. Pero en el teatro, a veces, se ponía en entredicho la palabra de un comendador o de un poderoso y eso abría mentes e incitaba al debate. La Inquisición, que sólo permitía que las cosas fueran como el rey mandaba, lo veía mal y, por tanto, consideraba el teatro como una actividad peligrosa.
En València había corralas para las representaciones teatrales, ¿en qué parte de la ciudad se ubicaban?
El Corral de la Olivera estaba próximo a la calle Comedias, junto al Patriarca. Tuvo tanto éxito que hubo que abrir otro, el denominado Dels Santets. A València llegaron en barco comediantes italianos procedentes de Nápoles y se produjo una revolución en el modo de escribir. La vida teatral fue muy importante y en ella destacaron Lope de Rueda y Guillem de Castro, como autores, y Timoneda, como impresor. Precisamente, Lope de Vega vino a València, porque sabía lo que se cocía en la ciudad.
Antes has citado a los Nocturnos, ¿quiénes eran los Nocturnos?
Creo que eran unos grandes vividores. Por vividores entiendo personas que gustaban del vino, la risa, la gastronomía, la cultura, el teatro… Hubo gente que se dio cuenta de lo sanador que era todo eso y, ante la falta de libertad existente, se reunían para participar del conocimiento, intercambiar formas de pensar y compartir obras teatrales. Se reunieron durante cuatro años e intentaron generar un cambio social progresista, utilizando la escena como herramienta. En las actas de sus sesiones sólo se recogen formas poéticas, pero en realidad compartían ideas. Eran unos yonquis de la cultura.
València es el escenario que has elegido para narrar. Si leemos el libro obtenemos la impresión de que hay dos Valencias, ¿vivimos hoy asentados sobre una ciudad desconocida, intrincada y subterránea?
Sí, sin duda, no he tenido la suerte de bajar al sustrato, pero hay un entramado romano y árabe por debajo y somos una ciudad con mucha agua en el subsuelo. Hasta en la catedral encontramos sellos con motivos marinos, que corresponden a familias que ayudaron a reconstruir la ciudad en momentos puntuales. Es verdad que, conociendo esa urdimbre subterránea, especialmente los judíos utilizaron algunos tramos para comunicar casa con casa. Se afirma incluso que había zonas donde se practicaban ritos religiosos judíos y musulmanes. Todo esto ha generado en mí una iconografía  al estilo de Batman.
La última por hoy: ¿qué proyectos futuros tienes?
Como he dicho antes estoy trabajando en una segunda parte. Tengo otra novela ya terminada, que no tiene nada que ver con ésta y también estoy escribiendo un guión para rodar mi segunda película. Como ves camino en varios proyectos a la vez.