«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 26 de julio de 2009

César Argilés, ex-seleccionador nacional de balonmano: "A lo largo del Mundial, Alemania mantuvo un equilibrio en todas sus facetas atacantes"

El Mundial de Balonmano de Alemania ya es historia. Han transcurrido dos semanas desde que los alemanes se alzaron con el título en el Kolnarena, tras vencer a Polonia por 29-24, ante diecinueve mil enardecidos seguidores. ¡Deutschland, Deutchsland! Catorce días se nos antojan un tiempo suficiente para extraer conclusiones sobre lo acontecido.
Para ello, las palabras de César Argilés, el seleccionador de balonmano masculino que pasó el testigo del equipo nacional a Juan Carlos Pastor, constituyen sin lugar a dudas una buena piedra de toque, una opinión de referencia, una invitación a la reflexión. Al abrigo de los volúmenes que habitan las estanterías de la Casa del Libro de Valencia ― la lectura es otra de sus devociones ― y detrás de una taza de café, el técnico mallorquín respondió a nuestras preguntas.


¿Cómo llegó César Argilés al mundo del balonmano?Yo era jugador de básket y un día faltaba un jugador en el equipo de balonmano del colegio de Jesuitas y me escogieron a mí. Comencé de central y acabé de extremo.Y ¿por qué entrenar?Estaba preparando oposiciones a notarías y alguien me dijo que fuera a entrenar al Marcol juvenil. Era una forma de tener algún dinero sin pedir a mis padres y acepté. De ahí pasé al colegio de Agustinos, donde coincidí con una promoción brillantísima de jugadores que, a la vez formaban parte del Valencia C.F. Nos proclamamos Campeones de España y eso fue el envenenamiento total.



Luego la enseñanza
Sí, en el propio colegio de Agustinos, me vieron aptitudes para la docencia y me contrataron con horario completo. Evidentemente mis oposiciones notariales pasaron a mejor vida.



Después de muchos años sobre las pistas, bien dirigiendo clubes, bien dirigiendo la selección española en sus distintas categorías, ¿sigues vinculado al balonmano?
Sí, claro, estoy vinculado porque formo parte de la Escuela Nacional de Entrenadores donde imparto la asignatura de sistemas defensivos. Además a lo largo del año doy cursos y conferencias sobre nuestro deporte en otros países, tales como Argentina, Chile o Mozambique.



Y ¿cómo está el balonmano en esos lugares?
En Sudamérica, el balonmano tiene una presencia escolar enorme, más que aquí, mas que el fútbol incluso. Esta presencia es lo que se entiende como enseñanza en un aula clásica, porque el fútbol utiliza otros medios, los espacios abiertos, eso que allí llaman los potreros. Pero el hockey sobre hierba femenino y el balonmano masculino tienen una enorme implantación. El profesorado de los centros escolares, y eso es una ventaja, está muy vinculado a la enseñanza de los deportes. En África, concretamente en Mozambique, un país que habla portugués y donde resultan fáciles las transferencias idiomáticas con el castellano, también tiene fuerza. Mira, si hay alguien con un balón que envenene a los chavales, el balonmano es un deporte muy atractivo para ellos, porque oferta el gol de modo indiscriminado, que es lo que más les gusta. No hay misiones predeterminadas como en el fútbol, todo el mundo defiende, todo el mundo puede hacer goles.


Imagino que has visto el Mundial de Alemania, ¿has echado de menos tu presencia allí?
Claro que lo he visto, pero no lo he echado en falta en absoluto. Después de la Olimpiada hice cruz y raya y tal vez me haya alejado algo más de la cuenta de la competición, pero creo que es la única manera de integrarte en otros campos de la vida.



Pues analicémoslo un poco. Alemania se ha llevado "su" campeonato.
La selección alemana mostró un juego muy aguerrido, ha encontrado un central moderno, con capacidad no sólo de penetración sino también de lanzamiento, y a lo largo del Mundial mantuvo un equilibrio en todas sus facetas atacantes. Si observamos su juego, los alemanes han conseguido goles prácticamente desde todas las posiciones y en defensa han exhibido el nivel de dureza que se les ha permitido. Luego, como ya es conocido, siempre caen cuatro regalos a favor del equipo de casa. Lo mismo hubiera ocurrido con cualquier otro país organizador.



En algún momento, con Alemania en superioridad numérica, les vi defender en nueve metros, como si "atacasen al atacante", valga la redundancia.
Sí, es el concepto actual de la defensa. No está todo en amagar, fintar, jugar al esgrima o salir a los impares, realmente la fortaleza de una línea defensiva en la guerra medieval consistía en una línea de mayor profundidad. En ese sistema defensivo, la única dificultad estriba en evitar la circulación de los extremos por detrás de la barrera, lo que en definitiva es el juego de la guerra.


El triunfo alemán ¿es la demostración de que la Bundesliga es la mejor liga del mundo o simplemente es la victoria de su forma, agresiva y férrea, de entender el juego?
Un poco de todo y sobre todo es un triunfo del público. A veces se dice que la mejor liga del mundo es la española. Bien, si sólo se bareman aspectos relativos a jugadores o a la calidad de los equipos, puede aceptarse esto. Pero si entramos en conceptos de marketing, de asistencia de espectadores, de arraigo en la vida social, de lo que supone un partido de balonmano en Alemania, evidentemente la Bundesliga es mucho más fuerte. La prueba clara está en la convivencia que se establece entre el fútbol y balonmano en este país. Un día puede estar jugando el Bayern un partido de Champions y, al mismo, tiempo nueve mil personas están aplaudiendo en un pabellón cubierto un encuentro de balonmano Göppingem-Gummersbach. He sido testigo de eso.


¿El balonmano es un grupo reducido de selecciones que se turnan los títulos en cada evento? ¿Tan poca diferencia hay entre ser Campeón del Mundo o séptimo clasificado?
No hay una gran diferencia entre ocho equipos. Hay momentos de forma y momentos de transición. Hay equipos que se duermen en el relevo de sus puestos, por ejemplo Rusia o Suecia. En mi opinión, Lavrov, Tuchkin o Toroganov han sido hombres que han estado permanentemente en el equipo hasta sus cuarenta años. En consecuencia, los nuevos jugadores carecen de experiencia y han tenido que recurrir a las nacionalizaciones. Suecia, por su parte, ha desaparecido desde hace dos años de la elite, después de una excelente generación de jugadores. La misión de las federaciones nacionales no es otra que garantizar el equilibrio entre promociones mediante el buen trabajo de sus técnicos. Es el objetivo a seguir. Por otro lado, hay que tener presente el importante refuerzo que, para algunos países, suponen las nacionalizaciones a las que aludía antes. En España han sido importantes las de Shepkin, Urios, Talan Dujshebaev y está en la recámara la de Fiz; Hungría tiene a sus cubanos; Skerbic, podría jugar en España en un futuro, y en Alemania tuvieron a Wenta. Claro, todo esto supone que los países pequeños, salvo que tengan una vivencia muy fuerte como es el caso de Croacia o Polonia y, tal vez en un futuro próximo Noruega, lo tienen más difícil, porque se van agrupando los mejores jugadores en unos pocos países.


Lo de Francia tiene mérito, prácticamente desde 1992 viene tocando metal.
Es el ejemplo que yo siempre pongo de una transición bien hecha. La generación del 76 francesa, con aportes de 78 y la excepción de Karabatic, son jugadores que nunca consiguieron vencer a la selección española junior pero apostaron por ellos. Tuvieron un Mundial en su país, lo ganaron y la transición se efectuó de un modo mágico. Han jugado sus bazas con inteligencia, porque en esto hay que saber cómo está uno mismo y cómo están los demás. Los franceses se adelantaron al resto y he ahí el resultado.


La que también disfruta de un buen momento es Dinamarca.
Es algo parecido a Francia. También recoge los frutos de sus generaciones de los años 76 y 78. Se veía venir de los campeonatos juniors y aquí están.


Por el contrario, Croacia parece estar tocando fondo ahora.
Bueno, en Croacia el balonmano es el deporte nacional. Les ha dado mucha gloria, su seleccionador es diputado en su parlamento, no creo que estén tocando fondo, pienso que la base croata se renueva, lo que ocurre es que algunos jugadores están muy sobrecargados de partidos. Y esa sobrecarga reduce la participación de los nuevos, que tendrán que disponer de minutos en torneos secundarios para adquirir el poso que precisan.


Y España ¿cómo ves su futuro? ¿Podrá Barrufet cumplir su deseo de retirarse en la olimpiada de Pekín?
Sí, sin duda. A Pekín España irá con mucha fuerza, con mucha ilusión. Y después, creo que se podrá mantener el tono. Hay jugadores que ahora tienen entre 28 y 30 años, que todavía tienen cinco años más para seguir en la cumbre. La travesía del desierto ya se ha realizado en este caso. Veremos si algunas promesas cuajan en grandes jugadores con mayúsculas y si las nuevas apariciones que se anuncian, como Albert Rocas, Víctor Tomás, Julen Eguinagalde o Sierra en la portería cristalizan. No parece que nos vayamos a quedar huérfanos de efectivos, lo difícil es darles experiencia internacional.


En el balonmano el componente arbitral ¿no tiene mayor influencia en el resultado que en otros deportes? ¿El juego pasivo no es un concepto muy subjetivo?
La verdad es que el balonmano es un desafío para el arbitraje. El balonmano no acepta a los malos árbitros. En seguida te das cuenta de cuando un partido no está bien dirigido. El sentido del pasivo requiere conocimiento del juego. Cuando se ha experimentado con un tiempo predeterminado en ataque de medio minuto, ha sido un desastre, porque los últimos seis segundos han sido una sucesión de golpes francos y juego sucio, con fuertes sanciones disciplinarias. La verdad es que se requiere una gran preparación arbitral porque es un deporte difícil de arbitrar. Además se están incorporando factores desestabilizadores, como la teatralidad de los jugadores en las caídas y gestos. Es prácticamente imposible que una masa de 120 kilos sea derribada por un simple empujón. En ese sentido, entrenadores y jugadores creo que tenemos que colaborar muy estrechamente para mejorar esto, para exigir honestidad en el juego.


¿Te veremos de nuevo algún día por los banquillos españoles?
No, en principio yo creo que no. El fin de semana requiere tiempo para la familia y después de cuarenta años de haber estado sacrificándolo todo, creo que es una deuda que uno debe amortizar poco a poco, a pesar de que lo que ha pasado ha pasado y eso no lo has vivido, como dice mi mujer.


Herme Cerezo


Publicado en SIGLO XXI, 20 de febrero de 2007

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