«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 28 de junio de 2011

Agustín Fernández Mallo, escritor: “En mi cabeza todo se mezcla y no quiero diferenciarlo ni separarlo”.

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 29/06/2011
Agustín Fernández  Mallo (La Coruña, 1967) es licenciado en Ciencias Físicas y escritor. Tras poner en marcha en el año 2006 el denominado ‘Proyecto Nocilla’, integrado por las novelas ‘Nocilla dream’, ‘Nocilla experience’ y ‘Nocilla Lab’, que tuvo una gran repercusión de crítica y lectores, el escritor coruñés termina de publicar ‘El hacedor (de Borges), Remake’, editado por Alfaguara, una reescritura efectuada a partir de los textos contenidos en el libro homónimo del escritor argentino. En la Fnac de San Agustín de Valencia, antes de comenzar la presentación de su obra, pudimos conversar durante unos minutos, mientras el público llenaba, con goteo paciente, el fórum del establecimiento.





Agustín, tras el éxito de crítica y público cosechado con tus obras anteriores, ¿ha cambiado mucho tu vida?

No, demasiado. A mí eso me cogió con treinta y nueve años y a esa edad lo ves todo con mucho relativismo. Te pasa con veinte y te crees Lou Reed o Rimbaud.  Me ha cambiado algo porque tienes que viajar a todas partes para hablar del libro, pero nada más.

Tú eres físico de profesión, ¿riman bien la física y la literatura?
Para mí han rimado siempre bien, van unidas indisolublemente. Una de las cosas por las que se caracteriza mi narrativa, o mi poesía, es por la inclusión de elementos científicos, pero no como explicación de una trama, como hace la Ciencia Ficción o el CSI, sino como creadores de metáforas e imágenes. La física tiene una enorme poética, es una actividad artística como cualquier otra. Pensar lo contrario es un prejuicio.
¿Cómo tropezaste con la literatura de Borges?
Me acerqué a Borges por casualidad. A los veinte años, un compañero de facultad me pasó un libro suyo, precisamente ‘El hacedor’, y me deslumbré al leerlo. No sabía que se podía escribir así, con esos materiales. Para entonces ya había descubierto que había una poética en las ciencias y me quedé sorprendido al ver que alguien ya había hecho lo que yo quería hacer. Y este descubrimiento me dio alas para desarrollar lo que he ido escribiendo a lo largo del tiempo.
¿Te atrajo en especial algún aspecto de la escritura borgiana?

Borges para mí es un gran humorista. Esa fue una de las claves que a mí más me interesó de él: su humor absurdo al final, pero súper refinado y súper serio, que lo que hace es darle la vuelta a las cosas.
‘El hacedor (de Borges), Remake’ resulta de difícil clasificación, es una obra muy ecléctica.

Es una mezcla de géneros,  como ya lo era el ‘Proyecto Nocilla’ y otras obras mías anteriores en las que había hilos argumentales porque eran novelas. A veces da la impresión de que lees ensayo, poesía o narrativa y es lo mismo. En mi cabeza todo se mezcla y, además, no quiero diferenciarlo ni separarlo. Me interesa mucho esa espontaneidad y esa frescura.
¿Has seguido algún criterio a la hora de escribir este remake?

Me habían hecho varias propuestas y en 2004, después de haberlo leído tantas veces, decidí reescribirlo, trabajando la idea que me transmitía cada texto, lo que me iba pidiendo. En algún caso he conservado fragmentos del original, alguna frase, pero como te digo he escrito lo que cada relato me pedía.
Pierre Menard, al que supongo conoces, es el protagonista de un cuento de Borges que reescribió ‘El Quijote’, ¿en algún momento te has sentido como él?
No tanto, como Pierre Menard [risas]. Hubiera estado bien eso de reescribir cada cuento palabra por palabra [más risas].

Brahms escribió ocho variaciones sobre un tema de Haydn, tú sólo una.
Sí, yo sólo una de cada cuento, pero podría hacer ocho variaciones [risas].

¿El lector ha de acudir al original de Borges cuando lea tu libro?
No es necesario en absoluto. Otra cosa es que si lo lee tendrá otra visión más. Pero no está escrito con esa intención.
¿Has intentado rendir un homenaje encubierto a Borges?
Yo no utilizaría la palabra encubierto, porque parece que lo estás tapando, es un homenaje implícito.  Pero tampoco lo escribí para rendirle un homenaje, sino para analizar mi poética a través de su literatura.
Rosa Montero ha escrito ‘Lágrimas en la lluvia’, una novela basada en un clásico de ciencia ficción, tú ahora escribes un remake de Borges, ¿significa eso que hay una crisis creativa y que es mejor trabajar sobre ideas ya existentes porque son buenas?
No, yo creo que reescribir algo no es una crisis de ideas, la crisis se produce si lo haces mal. Si están bien hechas, puede haber reescrituras mucho más creativas que algunas obras basadas en ideas nuevas, o supuestamente nuevas, mal llevadas a la práctica. El propio Borges pasó toda su vida reescribiendo a Dante y a Homero y otros muchos, él mismo lo decía.
¿Te han llegado a llamar plagiario?

A lo mejor alguien en Internet dijo algo de eso pero, evidentemente, esto no tiene nada que ver con el plagio. Un remake se ha hecho en la ópera, en el cine, en la pintura… En el teatro hay muchas versiones de una misma obra, sin embargo, en literatura no suele hacerse e ignoro el porqué.
Volvemos a Borges, en tu obra, lo has convertido en guionista de la Márvel, ¿tu educación como lector arranca con el cómic?

No tanto, yo no me he educado con los cómics, con los tebeos, sí, pero con lo que se llama el cómic como tebeo más adulto, no.

Presentas el libro utilizando un ordenador  y un cañón, ¿para qué los quieres?
He rodado unas películas, que se incluirán en la versión que se editará para tabletas, porque este soporte permite enlazar videos y audio. Las rodé en Buenos Aires y Nueva York durante el verano pasado y las he montado en el estudio de mi casa. No sé si es el primer libro que incorpora este material o no, pero la tecnología actual me ofrece la posibilidad de introducir estas cosas. Probablemente podría haber encargado las filmaciones a un profesional y me hubiera hecho unas películas cojonudas, pero eso no me interesaba. A mí me importaba el concepto, desarrollar mi propia poética a través de la imagen.
Acabamos con una pregunta clásica: ¿en qué proyecto estás trabajando ahora?
No ando metido en nada, pero tal y como trabajo yo, que lo hago sin ruta preestablecida, voy escribiendo sin estrés, sin saber lo que es, y estoy atento a lo que pasa. A lo mejor ahora mismo ocurre algo, escribo un cuento y busco como interrelacionarlo con lo que ya tengo escrito.

Herme Cerezo