«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 8 de diciembre de 2012

David Tejera, escritor, Premio Ateneo de Sevilla 2012: “Cuando escribes sin método, con el corazón antes que con la cabeza como en mi caso, no eres dueño de tu libro“

Me siento a transcribir esta entrevista muchos días después de realizarla. Es madrugada y en el lector de cedés suena, bajito, Mozart: ‘Concierto para clarinete, Kv 622’.. El solista es Eric Hoeprich. Le arropa la Orquesta del Siglo XVIII. A la batuta Franz Bruggen. No sé si es el fondo más apropiado, pero me apetecía escucharlo. David Tejera anduvo por Valencia para promocionar su nueva novela, ‘Seis peces azules’, editada por Algaida, con la que ha obtenido el Premio Ateneo de Sevilla 2012. Le acompañaba en su periplo Fernando Otero, ganador del Premio Ateneo Joven con ‘Donde la muerte te encuentre’. ‘Seis peces azules’ es la historia de Andreas, un buscador de piedras preciosas y también la de Elka, una mujer joven que trabaja en una tienda de té de un barrio de Amsterdam. Y la de Arnaldo Santos, que capitanea el Volcán Chiriquí, un buque que camina hacia su último destino: un cementerio de barcos olvidados. A bordo viaja el griego Stéphanos, un tripulante huraño que vive pendiente de seis peces azules de cristal que siempre guarda consigo. Siguiendo la estela de las novelas de aventuras, pobladas de personajes apasionados y exóticos ambientes, David Tejera nos propone una fascinante aventura: la de la búsqueda de la propia felicidad.

David, como dice la canción, ¿Sevilla tiene un color especial para ti?
Sí, un color maravilloso. Ya fue una sorpresa ganar el Ateneo Joven allí el año 2002 y cuando le puse el punto final a ‘Seis peces azules’ me planteé ver qué hacía con esta novela. Tenía varias opciones, pero probé a concursar para ver qué ocurría. Tuve la fortuna de que, diez años después, me reconocieran nuevamente mi trabajo. Lo único que siento es agradecimiento hacia esa ciudad que solo me proporciona alegrías.

En las últimas semanas varios escritores procedentes del mundo televisivo han publicado novelas, ¿qué os da la ficción que no os proporciona la pequeña pantalla?
Creo que los que trabajábamos en los medios tenemos necesidad de imaginar y para eso la televisión nos resulta estrecha. Cuando quieres fantasear y volar a otros mundos has de ampararte en la literatura, que es el refugio de todos aquellos que tenemos sueños e inquietudes y que deseamos contar algo. La televisión se ciñe solo a la realidad y entre los profesionales del medio hay muchos que somos creativos. Algunos ruedan cortometrajes, documentales o películas y a los que nos gusta escribir tratamos de hacerlo sin renegar para nada de nuestra profesión periodista.
¿Estáis bien vistos los periodistas que os convertís en escritores?
Somos sospechosos habituales. Otro más, piensan. Parece que un periodista que se atreve a escribir un libro es un oportunista en busca de fortuna. El que tenga sospechas que lea esta novela y la anterior que escribí. Vivimos en un país en el que la crítica es el deporte nacional y hay que gente que critica a otros compañeros incluso sin haber leído sus novelas.
‘Seis peces azules’: ¿qué fue antes: el título o la novela?
Surgieron al mismo tiempo. El título es evocador y, como desde el principio, tenía claro que pretendía escribir una historia coral, en la que el protagonista era un traficante de piedras preciosas que tendría que viajar y mostrar otros países, sabía que aquello iba a crecer bastante. Quería mostrar más trasfondos humanos, otras formas de perseguir la felicidad. Los seis peces azules son una metáfora, una forma de unir a los personajes, de visualizar que todos ellos andan detrás del mismo sueño que perseguimos todos: ser felices. Durante algún tiempo dudé, pero cada vez estoy más convencido de que este era el título más conveniente, porque la novela habla de seis peces, de seis personajes, de seis protagonistas…
He leído en algún sitio que opinas que el lector es quien completa los libros.
Así es, un libro está incompleto sin el lector. Un autor crea en soledad, pero su mundo se completa cuando hay alguien capaz de compartirlo. Considero fundamental que el lector, a través de las palabras, de los párrafos y de las páginas de un libro, viaje llevado de la mano por el escritor.
Desde ese punto de vista, ¿hay tantos peces azules como lectores?
Sí, el mensaje que subyace es que igual que los grandes protagonistas de la novela sin saberlo están conectados entre sí, todos estamos conectados sin darnos cuenta. Sin este libro no nos habríamos conocido y no estaríamos ahora aquí haciendo esta entrevista. En estos tiempos de tantos nubarrones, está bien subirse al barco de otro y que te haga soñar un poco.
Defines ‘Seis peces azules’ como un libro de aventuras, ¿la aventura que has vivido o la que te gustaría vivir?
Es la aventura que ha vivido en mis viajes a Siberia o a la India o a Angola. Algunos de estos paisajes los he pisado físicamente o con la imaginación, pero en todos ellos he estado. Este es un libro de aromas, que huele a la India y a una tienda de té de Amsterdam, pero también a basura, a miseria, a lodo, a lo que huele el mundo. Mi gran desafío es conducir al lector a esos lugares a través del libro y que crea que ha viajado en un mercante por el Océano Índico. Es un libro de viajes, pero también con trasfondo humano.
Al final, ¿qué te interesa más el paisaje físico o el humano?
Lo que más me interesa a mí del libro es el paisaje humano, su trasfondo, las luces y sombras del personaje, mostrar el día a día de una ciudad de la India o de una familia de Siberia. Me fascina descender a las catacumbas del hombre.
¿El escritor es un simple intermediario entre la realidad y la ficción?
Cuando escribes sin método, con el corazón antes que con la cabeza como en mi caso, no eres dueño de tu libro. A partir de la segunda mitad de la novela, muchas veces he percibido que mis manos no me obedecían a mí, sino que hacían lo que los personajes querían. Afortunadamente, he escrito lo que ellos deseaban y digo afortunadamente porque el primer sorprendido en este caso he sido yo como escritor. Me he sentido como el director de orquesta que pone las dosis justas de creatividad, nada más. Escribir la novela se ha convertido casi en un acto mágico.
No solo por la temática, también por la prosa, tus influencias clásicas parecen claras, ¿cuáles son tus libros de cabecera?
Lo has descrito bien. Mis libros de cabecera, desde pequeño, son ‘Moby Dick’, ‘Robinson Crusoe’, ‘La isla del Tesoro’ y algunos más, obras que son auténticas joyas, con una carga humana gigantesca. Esas novelas son la prueba palpable de que se puede escribir del fondo humano no solo desde el punto de vista metafísico y humanista, sino también desde los viajes y la aventura. Ese camino es el que más me interesa como lector y el que más me seduce como autor. Creo que ‘Seis peces azules’ desprende el aroma de esos clásicos.
A la hora de narrar has alternado la primera y tercera personas.
Me salió así. No soy autor que escriba con la cabeza sino con el corazón. Si un personaje tiene que hablar en tercera persona lo hace y si otro ha de hacerlo en primera, también. Son recursos que ni siquiera contemplo como tales, sino como una necesidad, que terminan sorprendiéndome incluso a mí mismo. Es algo completamente espontáneo.
‘Seis peces azules’ arranca con una escena muy sugerente: un barco conducido a un cementerio marino, ¿existen esos cementerios?
Los cementerios de barcos claro que existen. Son lugares que se encuentran en países del tercer mundo y a los que van a parar los barcos viejos. Los llevan allí, se ahorran el desguace e incluso tratan de conseguir algún beneficio con ello. La escena inicial procede de ‘La senda de los locos’, mi primera novela, donde aparecía un marinero que tenía pánico al mar. Cuando sentí la necesidad de escribir esta segunda obra tiré de él, porque pensé que guardaba más vida que la que tuvo entonces. El marinero va en uno de esos buques desechados y creo que la imagen, además de sugerente, como dices, resulta también muy gráfica de lo que ocurre en estos tiempos que vivimos: turbios hombres, en turbios momentos, buscando turbias recompensas.
La última pregunta es inevitable en concursos literarios con dos galardonados: ¿has leído ‘Donde la muerte te encuentre’ de Fernando Otero, novela ganadora del Premio Ateneo Joven?
Todavía no la he concluido pero tengo formada ya una opinión consistente. Creo que ambas novelas son muy complementarias. La mía habita el mundo de los sentidos y la suya la realidad. Me parece un mérito enorme por su parte, poner la palabra justa en el lugar exacto para que signifique realmente lo que se quiere expresar. Hay novelas, como la de Fernando, que en pocas páginas te ubican en un lugar y un tiempo y te permiten conocer a los personajes a la perfección, sin tener que recurrir a libro más voluminosos.
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 10/12/2012

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SOBRE DAVID TEJERA
David Tejera es escritor y periodista. Actualmente trabaja en los Servicios Informativos de Telecinco y Cuatro. También colaboró en Antena 3 y en CNN+ como presentador. En 2002 logró el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla con su libro ‘La senda de los locos’.