«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 10 de diciembre de 2012

Fernando Otero, escritor, Premio Ateneo Joven de Sevilla 2012: “Hoy, el ideal revolucionario del Che Guevara continúa presente en la calle, en esa gente que quiere cambiar la sociedad”

En octubre de 1967, Ernesto Che Guevara y sus guerrilleros fueron cercados por el ejército boliviano. Tras su captura y ejecución, algunos rumores desmienten la versión oficial sobre el suceso; la desaparición de ciertos documentos, así como el mutismo de los testigos presenciales y del Gobierno cubano avalan la hipótesis de una traición al Che. Cuatro décadas más tarde, Ginés Maldonado, un joven investigador español viaja a Cuba para concluir su tesis doctoral sobre la muerte del revolucionario. Sin embargo, su presencia en la isla incomoda a los servicios secretos cubanos que se ponen en guardia. Con estos mimbres tan apasionantes, Fernando Otero teje su última novela, ‘Donde la muerte te encuentre’, editada por Algaida, Premio de Novela Ateneo Joven 2012 de Sevilla. El escritor andaluz compartió conmigo unos minutos para charlar sobre su obra, aprovechando la gira de promoción que realiza junto con el ganador del Premio Ateneo de Sevilla 2012, David Tejera. Entre entrevistador y entrevistado unas botellas de agua mineral, la novela, una grabadora y los acordes de la música de Cold Play que ambientaban el remozado Lounge Bar del Hotel Astoria de Valencia.

Fernando, el Premio Ateneo Joven, por su propio nombre, se presta a confusión, ¿no?
Sí, precisamente acabo de leer ahora mismo que varios blogueros se preguntaban por qué lleva ese nombre si mi novela habla del Che Guevara. Incluso un amigo me llamó para decirme que eso de Ateneo Joven no me lo creo ni yo [risas].
Eres profesor de Educación Física, ¿qué hace un profesor de Educación Física en el mundo de la literatura?
Pues digamos que los destinos de los autores son bastante azarosos. Desde pequeño siempre he escrito: poesía, relatos… Incluso cursé estudios de periodismo. Pero uno ha de buscarse la vida y por eso me dedico a la docencia. Con mi trabajo me pago el lujo de ser independiente, algo que se puede comprobar al leer la novela.
El Che fue un símbolo allá por los años 70 y 80. Tú eres muy joven, ¿también fue importante para la gente de tu generación?
Cuando murió el Che se escuchaba una frase que lo explica todo: “Creyeron que mataron a un hombre y lo multiplicaron por un millón”. Pienso que el Che sigue vivo, al margen del desconocimiento que se tenga de su mensaje y de que nos quedemos con su imagen impresa en las camisetas conmemorativas. Hoy, su ideal revolucionario continúa presente en la calle, en esa gente que quiere cambiar la sociedad. Ahora es una revolución pacífica, de ideas, sin fusiles, adaptada a nuestro tiempo.
¿Cómo te tropezaste con la figura de Ernesto Guevara?
Me lo encontré muy joven, como explico en la nota final del libro, cuando me tropecé con una foto suya que tenía mi abuelo, cuando leí su biografía a los dieciocho años o en Cuba, donde viví un tiempo como un cubano más, durmiendo en la sierra. Siempre conviví con su figura hasta que surgió en mí la necesidad de escribir sobre él, literaturizando la realidad.
Las primeras novelas de un autor suelen ser las más autobiográficas. Sin embargo, con el Che eso es más difícil. ¿Te enamoraste del personaje mientras escribías sobre él o existía ya un enamoramiento previo?
Creo que sucedieron ambas cosas. Para  escribir sobre algo ese algo tiene que llegar a ti, tocarte. Y también es cierto que en el proceso de documentación el personaje se enriquece, y que aparecen aristas desconocidas que lo enriquecen. Los aspectos de Ernesto Guevara hombre, incluidas sus sombras, me ayudaron a que el personaje creciese.
Llevas publicadas dos novelas, ambas premiadas, ¿cuándo puede un autor considerarse ya definitivamente escritor?
Eso es algo que ni me planteo. Cuando se te llena la boca con esa palabra ya no eres escritor. Yo solo cuento historias y no hago una profesión de la literatura porque, como te comentaba antes, soy independiente.
En tu prosa parecen evidentes influencias de escritores latinoamericanos.
Es muy difícil determinar quién te influye y quién no. Es cierto que el boom latinoamericano lo conozco bastante y que he leído a sus autores, pero creo que Antonio Muñoz Molina, Miguel Delibes, Javier Marías o Gustavo Martín Garzo son escritores a los que tengo siempre muy presentes. Quizá la influencia sudamericana en mi escritura sea más inconsciente. Además tengo mis manías y no leo mucha literatura extranjera por la aversión que siento hacia las traducciones.
La narración de ‘Donde la muerte te encuentre’ alterna la tercera y la primera personas.
En mi escritura no hay nada premeditado, no es como el plano de un arquitecto. Al hacerlo así se pueden contemplar a los personajes desde diferentes perspectivas y creo que eso enriquece la novela. Por otro lado, la primera persona le proporciona una enorme agilidad a la prosa, porque permite un contacto muy directo con el lector.
La historiografía tradicional no alcanza todos los rincones, ¿has pretendido llegar con la ficción a esos lugares inaccesibles para los historiadores?
No, no hay esa premeditación. Sí es cierto que hay lectores que me han comentado que han aprendido cosas gracias a la novela, pero lo que yo he contado procede de fuentes originales primarias. Otra cosa bien distinta es que la novela pueda difundir o divulgar aspectos que los libros de historia no logran hacer accesibles al público. Por mi parte no ha existido ninguna pretensión de escandalizar con las teorías sobre su muerte.
Precisamente en ‘Donde la muerte te encuentre’ apuntas a la posibilidad de que existiera un comando cubano de rescate que nunca se llegó a enviar a Bolivia.
Es cierto que existió. El biógrafo mexicano Castañeda, economista muy respetado entre los historiadores, habla de ese comando que se estaba entrenando en Pinar del Río. Y también nos consta el testimonio de Benigno, un guerrillero que sobrevivió y que conocía su existencia. Dos años antes, en el Congo, el Che estuvo a punto de ser ejecutado y en última instancia los cubanos consiguieron salvarlo. Entonces, los personajes de la novela se preguntan: ¿y en Bolivia por qué no? Como decía Rousseau: “No conozco el arte de ser claro para quien no quiera estar atento”.
La última pregunta es inevitable en concursos literarios con dos galardonados: ¿has leído ‘Seis peces azules’ de David Tejera, novela ganadora del Premio Ateneo de Sevilla 2012?
Estoy en ello. La primera impresión, y no es ningún cumplido, es que se trata de un libro muy bien escrito. No es una novela de aventuras al uso sino con gran profundidad reflexiva. David dosifica con precisión casi quirúrgica la reflexión y la narración, sin que una se coma a la otra.
SOBRE FERNANDO OTERO
Fernando Otero (Sevilla, 1978) es Doctor y Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Actualmente ejerce de profesor en la escuela pública y en la Universidad Pablo de Olavide. En 2006 ganó el XII Certamen Literario Universidad de Sevilla con la novela ‘La Sonanta’.‘Donde la muerte te encuentre’ ha obtenido el XVII Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla.