«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 5 de octubre de 2015

Se obstina la Parca.

Se obstina la Parca en aparecer en este blog a pesar de que le tengo declarada la guerra. Hoy se ha llevado a la escritora Ana Diosdado y al escritor Hanning Mankell. Ambos me traen recuerdos y sus muertes me producen dolor, pero a Mankell le debo muchas cosas, entre otras que, cuando andaba un poco desnortado a nivel de lecturas policiales, cayera en mis manos su novela 'La quinta mujer', la devorase en poco tiempo y recuperase, cargadas, mis pilas lectoras.

Luego vinieron otras obras suyas como 'Asesinos sin rostro', 'El hombre sonriente', 'Los perros de Riga' o 'La falsa pista' y todas me gustaron, me entretuvieron, me enseñaron cómo era un personaje de tinta y papel, que parecía de carne y hueso, con debilidades y flaquezas, que se desenvolvía en un medio físico muy duro como era Suecia y que tenía problemas familiares y personales además de los propios de su oficio investigador. Cuando dejó a Wallander y leí 'El retorno del profesor de baile', preferí no continuar con Mankell. No quería emborronar su bella memoria.

Hoy es un lunes triste no solo para Kurt Wallander, descanse en paz Hanning Mankell.