«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 17 de julio de 2021

David Pascual: «’Gordo de Porcelana’ es la novela más dura y delirante que he escrito nunca»

Nº 626.- Es el último miércoles del mes de junio. València. Por la calle Calixto III motocicletas y coches entablan un duelo ruidoso. ¡A ver quién ruge más fuerte! Después la grabadora registrará las palabras salpicadas por estos sonidos. Preocupado por encontrar el número de la calle que busco, he llegado al lugar de la cita un poco de rebote, a pesar de que mi infancia discurrió muy cerca de donde me espera David Pascual, el autor de ‘Gordo de Porcelana’, editado por Temas de hoy, un libro que pesa 355 gramos y contiene 47.705 palabras, aunque en un principio debió tener muchas más. ‘Gordo de Porcelana’ es una novela de aventuras – contraportada dixit –, la historia de la peor familia del mundo y del peor recuerdo de una amistad entre dos adolescentes sin futuro. La protagonista es Dolo, una mujer rota, crecida en un ambiente difícil, que alternó los psiquiátricos con las prisiones y que dibuja un anime, que da título al libro y se ha vendido en Japón con notable éxito. Además de eso, entre las páginas de la novela se cuelan personajes de la Transición (Felipe González), de la farándula (Lola Flores), así como relevantes momentos sociales (las privatizaciones o la herencia de los GAL). Stricto sensu, no me atrevería yo a calificar ‘Gordo de Porcelana’ como novela, pero sí como un artilugio literario, cocido a fuego lento en una olla en la que cabe casi todo. El piloto rojo encendido de la grabadora, nos indica que podemos empezar a conversar. Y eso hacemos, mientras coches y motocicletas perseveran en su petardeo.

David, ¿qué significa para ti escribir?

Aunque no llevo muchos años en esto, de pequeño dibujaba cómics. Llegué a publicar en la revista Camacuc, porque mi idea era ser dibujante. Pero al entrar en la facultad dejé de dibujar y empecé con las perfomances, unas perfomances en las que la parte textual y narrativa estaban siempre muy presentes. Siempre he leído mucho y abrí un blog donde colgaba relatos cortos. Viví un tiempo en Buenos Aires y allí conocí a una editora, a la que le gustó lo que hacía y decidió publicarme. Desde ese momento, la literatura se convirtió en la principal de mis actividades y aunque haga otras cosas, tengo claro que lo mío es contar historias.

En los créditos del libro aparece un corrector de estilo. Para alguien con una forma de escribir tan definida como la tuya, ¿es necesario su trabajo?

En realidad, ‘Gordo de Porcelana’ no ha sufrido muchas correcciones. Pero sí es cierto que el libro era muy expansivo y llegó a tener muchas más páginas que en la versión definitiva. En este sentido trabajé bastante con los editores para eliminar alguna parte. Podríamos decir que ha sido más una colaboración en la toma de decisiones que de corrección de estilo.

¿Cómo te tropiezas tú con esta historia, porque la similitud con el caso Alcàsser, que he escuchado en algunos medios, parece muy leve?

Sí, bueno, a este libro le di muchas vueltas. Es el que más me ha costado escribir de todos. De hecho mi anterior novela, ‘Transirak’, constituye el primer bloque de lo que iba a ser esta. Sobre el caso Alcàsser leí bastante, puesto que me propusieron participar en un proyecto que luego no se llevó a cabo. Vi el documental de Netflix sobre este tema y hubo dos cosas que me llamaron mucho la atención: una, que por primera vez se ponía el foco en la actitud mantenida por los medios de comunicación en el caso; y dos, que también por primera vez se entraba en el tema familiar de los Anglés. Creo que en su momento no se efectuó un análisis real y serio de lo ocurrido. En el documental observé la imagen de la hermana de Anglés, llegando al juzgado, vestida con una peluca mientras la gente la abucheaba. Yo flipé con eso, porque nadie se planteó que había que proteger a las mujeres que habían vivido con la persona considerada como el monstruo más grande de la España negra de entonces. Antes al contrario, se las había criminalizado. Fue ahí donde vi que había una historia que merecía ser contada. Como personaje, la hermana del monstruo era un personaje muy atractivo y, sin investigar nada, empecé a desarrollar la historia para ver cómo había conseguido sobrevivir en aquella situación.

Si tuvieras que catalogar ‘Gordo de Porcelana’ en una librería para su venta, ¿en qué género la incluirías?

Para mí es una novela de personajes dentro de la narrativa contemporánea. Es verdad que esto es la historia de un crimen, pero no es una novela negra. El crimen tiene un peso muy importante en la narración, pero no se aborda por sí mismo, ya que se narra la metralla que circula a su alrededor. He evitado casi por completo los hechos luctuosos y he cambiado también los personajes.

A la hora de sentarte a escribir, ¿manejas un esquema propio o te dejas llevar?

Trabajo de una manera superintuitiva, con varias ideas que me dan vueltas por la cabeza y a partir de ahí comienzo a escribir. Antes creía que debía de tener el material clasificado, pero como lo hago ahora me gusta cada vez más, porque para mí es importante divertirme mientras escribo y, si lo tengo todo prestablecido, me aburro. Prefiero probar cosas. En mi sistema de escritura, el proceso de postproducción es muy importante.  


Por tu operativa, si en algún momento te quedas en blanco o no sabes por donde tirar, eso para ti más que un problema significa un estímulo, ¿no?

Sí, claro. Cuando estoy trabajando en un libro o en un guion, en principio, voy disparando en varias direcciones y, si me quedo en blanco o no sé seguir, normalmente dispongo de otras ramificaciones. Pero en mi caso, además, lo que hago es trabajar en varios proyectos a la vez y procuro no obsesionarme con el libro. Así consigo no quedarme atorado.

¿Por qué escogiste la primera persona para narrar?

Los libros anteriores a ‘Transirak’ alternaban la primera persona con otros narradores. Los narradores que no son en primera persona me parecen herramientas superdivertidas, que me dan mucho juego. En este caso, he procurado mezclar géneros y provocar situaciones delirantes al máximo. He escrito una historia más dura que nunca, en un tono más delirante que nunca también, de tal manera que, para que la novela funcionase, necesitaba que el personaje hablase en primera persona. De este modo, el protagonista es quien cuenta lo que sucede y el lector no puede escaparse.

En ‘Gordo de Porcelana’ el humor supone un contrapeso importante a la narración, pero este humor siempre encierra un puntito de amargura final.

[Ruido de motocicleta en la grabadora]. Sí, es un humor que no te deja acabar de reír, que tiene un reverso terrorífico, pero también es verdad que a los personajes, sobre todo a Dolo, Sofia y Álex, lo que las salva es precisamente el humor, que les permite levantarse cada día, sobre todo a Dolo, que sabe que tiene una amiga con la que reírse y que puede tratarse con una psiquiatra, que todavía está más loca que ella.  

La Dolo vive en el barrio de La Puñalá, ubicado junto al cementerio, un barrio con servicio completo: apuñalamiento y entierro.

[Sonrisa] En mis libros anteriores no se hacía referencia a los lugares donde ocurren las historias, pero en esta novela necesitaba que la acción tocase mucho suelo y que todo estuviera muy localizado.  

¿Define en unas pocas palabras, cómo son Dolo y Álex? [Horroroso sonido de motocicleta mientras pregunto]

Dolo es un personaje que ha vivido una situación que no se puede superar, algo que cuando te sucede te impide seguir con tu vida y, además, ella es consciente de ello. En ningún momento piensa que puede acabar bien. Pero, como he dicho antes, es capaz de levantarse cada mañana y seguir adelante. Álex es una chica que procede también de una familia desestructurada y ha compartido con Dolo un tiempo en que lo que hacían era huir hacia adelante. Álex es una Dolo a pequeña escala. Encajan bien por su mismo origen, pero Álex puede seguir con su vida y Dolo no, y llega un momento en que la ruptura entre ellas se evidencia.

Sofía quizá merece pregunta aparte, porque se trata de una curiosa psiquiatra que receta Diazepam y vodka mezclados. Es difícil discernir quién está peor: la paciente o la médica.

Mira, Sofía es el último personaje que apareció en el libro. Al principio no existía, pero Dolo era una mujer tan jodida, tan terrible, que era difícil empatizar con ella. Entonces creé a Sofía para que Dolo tuviera alguien a quien agarrarse y que le sirviera de respiro, porque ella siente una gran desconexión emocional con su marido y su hija. Literalmente, Sofía está como una cabra y como psiquiatra no le sirve a Dolo para nada, pero consigue hacerle reír. Dolo llegará a afirmar que «Sofía es la única persona que conozco que está más loca que yo y por eso la quiero tanto». Sin duda, la psiquiatra es el personaje más delirante del libro.

Los hermanos de Dolo, Antonio y Matías, así como su propia madre son personajes extrapolados, locos, drogados, zombis andantes… Imposible crecer en semejantes circunstancias familiares.

Claro, La familia de Dolo la fui desarrollando a medida que avanzaba el libro y poco a poco me fui interesando por cómo era. De los que cometieron el crimen se habla poco, pero la madre y el hermano con una enfermedad mental, que no se sabe cuál es, me importaban mucho. Con quien más conexión tiene Dolo es con su hermano Matías, al que visita en el centro psiquiátrico donde está recluido.

A veces resulta difícil distinguir qué es la realidad y qué no lo es en ‘Gordo de Porcelana’.

Es que en el libro tampoco está claro eso. [Suena ahora un claxon, desorbitado, ensordecedor, penoso]. No hay pistas de qué es real y qué no lo es. Para mí eso no es muy relevante, porque lo importante de la novela es Dolo contando su mundo, su vida. Unas cosas las cuenta como son y otras como se las imagina. Por eso te comentaba antes que la primera persona es tan fundamental en este libro.  

Dolo dibuja cómics y en la novela hay cómics, ¿cuál es su función dentro de la narración?

Es un enlace con el mundo más delirante del libro. Al ser Dolo la dibujante del cómic, autora del personaje Gordo de Porcelana, eso me proporcionaba dos herramientas: una, meter partes en cómic directamente, algo muy importante, porque esa especie de Doraemon, que es el Gordo, resulta muy infantil; y dos, porque ahí estaba el caldo de cultivo para que la parte delirante guardase relación con su propia historia. Al tratarse de una narración dura necesitaba elevar la parte delirante para conseguir un choque de trenes potente. Disponer de ese Doraemon, integrado en la realidad del libro, resultaba un elemento indispensable.

En algunos parajes del texto estableces un diálogo entre las notas a pie de página y el propio texto.

[Otra motocicleta desquiciada que pasa]. Matías escribe una digresión grandísima, con la que siempre tuve dudas. Pero al encontrar la fórmula de contarla a través de las notas de pie de página, esas dudas se disiparon. Durante unos años trabajé en salud mental y eso es algo que nunca he querido utilizar en otras novelas, porque hay que ser muy respetuoso con la forma en que se representa la salud mental en la ficción. Pero en esta ocasión sí quería abordar este tema y las notas de Dolo sobre lo que escribe su hermano, me parecían un modo bonito de hacerlo y también hasta cierto punto realista. Es la interpretación que ella hace de lo que escribe Matías y también su forma de acercarse a él.

Por la novela desfila una Lola Flores, que pare una piedra mágica de poderes sanadores, ¿qué papel desempeña este personaje de la vida real en el texto?

Podía haber incluido a cualquier otro personaje, pero Lola Flores posee un poder simbólico muy importante. Y yo quería mantener esa historia, que parece muy tangencial a lo que sucede, para utilizarla como discurso que luego Dolo ha de interpretar. Lo que escribe Matías es su libro y lo cuenta mediante elementos que él ha visto en la televisión y que utiliza para ordenar y explicar su propio mundo.  



Sin destapar nada para no hacer spoiler, el final de la novela parece el más lógico para una historia tan delirante como ‘Gordo de Porcelana’.

Sí, el final es una de las cosas que cambié varias veces. Tal y como ha quedado estuvo siempre, pero en las versiones anteriores había una especie de epílogo, que no dejaba de ser un pequeño regalo al lector. Sin embargo, yo nunca terminaba de estar satisfecho del todo. Como ha resultado es el mejor final que puede tener esta historia.

Vamos a finalizar: ¿por dónde andas tú en la novela?

Estoy… La auto ficción me interesa leerla, pero nunca me ha interesado mucho escribirla. Siempre escribo sobre asuntos que me preocupan, que me obsesionan. Hay temas que se repiten en mis libros, por ejemplo el problema del cáncer, porque en mi familia hemos padecido varios casos… Nunca he vivido las situaciones que ha atravesado Dolo, pero es verdad que al final la conexión con las cosas se produce a través de los pequeños detalles, cuando piensas  ¡ostras, eso a mí me ha pasado! Gracias a ellos se consigue que el lector se crea a los personajes.

Tras escribir esta novela, que desde luego es una experiencia literaria muy particular, ¿se sale indemne o quedan secuelas?

Escribir esta novela me ha dejado exhausto. Previamente a su escritura, ya viví un proceso muy largo de descarte de material. Fue la primera vez que tenía un libro prácticamente terminado y dije que no estaba bien, que no me gustaba y lo deseché. El proceso de escritura también me ha costado más que otras veces y algún pasaje me ha resultado muy duro de escribir. Cosa rara en mí, de momento no estoy escribiendo nada nuevo. He decidido dejar pasar un tiempo y ya veremos por donde me decanto. Pero lo que sí tengo claro es que estoy muy contento porque de esta novela la crítica no ha hablado de estructuras ni formatos, y sí de la historia de los personajes, a los que les he cogido mucho cariño.  

Esta entrevista con David Pascual solo podía terminar con la descarga sonora de otra motocicleta, discurriendo por la calle Calixto III a rienda suelta.

Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 17/07/2021