«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 6 de abril de 2015

Anna Moner, escritora, ganadora del Premio de Narrativa Alfons el Magnànim por su novela ‘El retorn de l’Hongarès’: “Me guío mucho por las intuiciones, me dejo llevar y trato de no cortarme nunca”.

La escritora Anna Moner consiguió el pasado mes de septiembre de 2014, el Premio de
Narrativa Alfons el Magnànim, otorgado por la Diputación de Valencia, con su obra ‘El retorn de l’Hongarès’ (‘El regreso del húngaro’), escrito en lengua vernácula. Editado por Bromera, acaba de aparecer por las librerías en fecha muy reciente. La novela arranca en 1897, cuando un cadáver descuartizado aparece en el Bosque de Boulogne de París. A partir de ahí se desencadenará una serie de asesinatos, que marcará la carrera del inspector jefe de la Sureté parisina, Olivier Béziers, así como del prestigioso forense Auguste Locard. ’El retorn de l’Hongarès’, además, aprovecha para dibujar un fresco del París de finales del siglo XIX. El crítico, articulista y editor Manel Alonso en su blog ‘El pont de les lletres’ (‘El puente de las letras’) define la prosa de Anna Moner como “elegante, cuidada, rica en imágenes y matices, que discurre en un tiempo reposado…”. Sobre la novela premiada pude hablar con la escritora villarrealense una tarde de principios del mes de abril, poco antes de que presentara su nueva novela en Octubre Centre de Cultura Contemporània de la ciudad de Valencia.
Anna, enhorabuena por el galardón, ¿qué es lo que más agradece una escritora como tú cuando gana un premio: la opinión de tus colegas del jurado, la difusión, el dinero…?
Sería absurdo decir que el importe del premio no es importante, sobre todo cuando en mi caso me permite comprar tiempo para escribir, porque yo no vivo de la escritura. Pero también cuenta mucho el reconocimiento del jurado, sobre todo si es con el voto unánime de todos sus miembros, porque eso te invita a pensar que vas por el camino correcto. Optar a un premio literario siempre depende de muchos factores, como por ejemplo que tu novela pueda resultar de interés para los posibles lectores, pero eso tú ya lo sabes antes de enviar la obra y has de probar a ver qué pasa.
La prensa y las redes sociales te definen como artista plástica, aunque últimamente pareces inclinarte más hacia la escritura, ¿a qué te dedicabas antes de escribir?
Provengo del arte plástico, de la pintura. En 2006 me publicaron mi primer relato, pero llevo ya veinticinco años dentro del mundo del arte contemporáneo, donde formo equipo con Sebastià Carratalà. Mi primera forma de expresión artística es visual, no es la palabra, es el gesto y supongo que esta forma de expresar el mundo a través de la gestualidad también afecta a mi manera de entender la escritura.
Y ¿por qué escribe Anna Moner?
Escribo por placer, por capricho, por pasarlo bien aunque también es una forma de expulsar los demonios. Escribo sobre cosas que me atraen, que forman parte de mi mundo y que me apetece tratar. Si no es así, me siento incapaz de hacerlo. Soy muy disciplinada, sobre todo cuando me planteo un proyecto como es una novela, que me cuesta por lo menos dos años y medio para llevarla a cabo. Me interesa mucho estudiar la parte oscura de la naturaleza humana y diseccionar el cuerpo, porque me sirve también para diseccionar el alma.
¿Defínete un poco como artista?
Creo que sobre todo soy muy intuitiva tanto a la hora de pintar como de escribir. Me guío mucho por las intuiciones y me dejo llevar, tratando de no cortarme nunca. Pilar Pedraza, una escritora que fue profesora mía en la facultad y que ha leído todos mis escritos, me dijo en una ocasión que si iba a tratar el tipo de cuestiones que me interesan, debía coger el hacha y llegar hasta el hueso, hasta el final, sin ponerme límites. Y a eso me aplico.
¿Para ti ocupan vertientes diferentes la pintura y la escritura?
Nada me decía a mí que comenzaría como pintora y terminaría escribiendo. Son dos disciplinas distintas, dos formas de expresarme, pero yo no las encuentro tan diferentes, porque ambas significan creatividad y para mí todo lo que sea expresarme y ser creativa me atrae y lo asumo como reto.
¿Cuál es tu proceso creativo como escritora?
Primero pinto los lugares y después capto su atmósfera para trasladarla a la escritura. Te puedo asegurar que tengo muy claro a dónde quiero llegar. Yo sería como uno de esos directores de cine que han dibujado, fotograma a fotograma, todo el guión. Controlo mucho el proceso creativo y no sé comenzar si no conozco el principio y el final, aunque puedo añadir cosas, porque algunos personajes te aportan aspectos nuevos a lo largo de la escritura. Incluso el título lo sé ya desde el principio.
En tu novela ‘Les mans de la Deixebla’ (‘Las manos de la Discípula’), con la que ganaste el Premi Enric Valor, tratabas de los procedimientos quirúrgicos del siglo XVIII. Con ‘El retorn de l’Hongarès’ entras en el siglo XIX, ¿te interesa mucho el pasado? 
La primera novela transcurría en la huerta, junto a Valencia y esta segunda se desarrolla en dos periodos diferentes, uno, a finales del siglo XIX,  y otro, en la actualidad, ambos en la ciudad de París. Soy historiadora del arte y me siento cómoda documentándome, escarbando, es como si hiciera un poco de arqueología. Gérard de Nerval se definía sobre todo como arqueólogo y coleccionista y yo me identifico mucho con él. Colecciono retales, alguna noticia, escenas de películas, gestos, una pintura, fragmentos de otras obras, una mirada, una melodía… Todo eso me interesa, lo guardo y después lo transformo en material de escritura.
Como has señalado, la novela sucede en dos tiempos, pasado y presente, ¿lo exigía el guión o era un reto personal como escritora?
No, no se trata de ningún reto, era así, no podía ser de otro modo. Cuando tenía la novela en la cabeza, sabía que discurriría en dos épocas y el embrión de la obra ya me hablaba de que los sucesos ocurrían en un tiempo anterior y que después, gracias a las nuevas técnicas criminológicas puestas al servicio de la policía, se podría resolver el caso.
¿Cuál fue la primera imagen o la primera frase que te incitó a escribir ‘El retorn de l’Hongarès?
No puedo revelarla, porque explicaría algo muy importante de la novela. Lo que sí te puedo decir es que el libro de Thomas de Quincey titulado ‘El asesinato considerado como una de las bellas artes’, me sirvió de inspiración y que también me ayudó una entrevista publicada en el diario ‘El País’ sobre un neurólogo, que había trabajado con tomografías de psicópatas y había conseguido localizar la zona cerebral en la que se ubicaba la empatía. Esta parte del cerebro poseía una luminosidad especial en una persona “normal”, mientras que en la mente de un psicópata aparecía muy oscurecida. Para ratificar su averiguación decidió efectuar pruebas a cien personas, incluido él mismo, que consideraba no psicópatas. Al terminar el proceso, observó que los resultados de todas las pruebas eran satisfactorios, excepto uno: el de su propia mente, algo que justificó aduciendo que el entorno podía ayudarle a comportarse de modo “normal”. Esta circunstancia me sirvió para establecer ciertos paralelismos entre dos de los personajes de la novela, cuyos nombres tampoco voy a revelar.
La novela se define como un thriller, pero ¿qué te interesa más, la psicología de los personajes o que la trama se vaya desgranando poco a poco?
Me interesan ambas cosas, porque el thriller, la investigación criminal, aquí la utilizo como  excusa para tratar la psicología de todos los personajes que giran alrededor de la trama principal, que tienen una vinculación directa con la muerte y despliegan una serie de estratagemas para defenderse y plantarle cara, aunque en realidad les sirve para afrontar el día a día. Sobre la segunda cuestión, soy partidaria de que el lector descubra las cosas poco a poco, sin engañarle a lo largo de la narración para luego sorprenderlo en las últimas páginas. Como lectora eso no me gusta, prefiero ir avanzando y establecer una complicidad con el escritor durante todo el camino.
¿El hecho de estar escrito en lengua vernácula condiciona la elección del escenario donde se desarrollará la acción?
Utilizo la lengua para hablar de lo que me interesa. Me da igual que la historia ocurra en un lugar u otro, yo busco mis localizaciones y los personajes y luego no intento que transcurra en Valencia. He escogido París a conciencia, la novela me lo pedía, porque pisar París es pisar el tiempo. Para un escritor arqueólogo, esta ciudad posee muchas capas estratificadas y tenía la impresión, como así ha sido, de que allí podía caber toda la trama que quería incluir en la narración, por ejemplo los inicios de la criminología y el hecho de que l’Hongarès pudiera aparecer también por allí.
¿Por qué la has escrito en tercera persona?
Me interesaba utilizar el narrador omnisciente para implicar al lector, para envolverle con mis explicaciones y obligarle a entrar en el relato.
Unos años antes, en 1888, Jack el Destripador apareció en Londres, ¿tiene algo que ver su historia con ‘El retorn de l’Hongarès’?
No, no tienen ninguna relación porque el Destripador es un personaje que nos inquieta a todos, entre otras cosas porque no conocemos quién fue ni el motivo que le llevó a cometer sus asesinatos. ‘El retorn de l’Hongarès’ arranca en París y no en Londres y trata de lo que trata por motivos que no puedo revelar.
Evidentemente.
Evidentemente [risas]
Uno de los protagonistas, el inspector jefe Olivier Béziers, es un personaje poco común, que no responde al prototipo de policía de las novelas negras al uso.
Es verdad, no es un protagonista prototipo de los que ahora encontramos en la novela negra, porque es un personaje que pertenece al siglo XIX. La imagen del policía perdedor no me interesaba repetirla, porque sobre este modelo todas las cosas ya están dichas y muy bien además. Béziers es diferente, sería una suerte de Sherlock Holmes que mezclaría la investigación y la deducción, utilizando interrogatorios y sirviéndose de los detalles novedosos y científicos, que le proporciona el forense Auguste Locard. Al escribir esta novela, la idea era contraponer la tradición policial con los inicios de la criminología, que al final confluyen en un mismo objetivo común.
Hace unas semanas, el escritor Chufo Llorens decía que prefería los capítulos cortos porque así el lector los acababa y no se quedaba a medias. Tú ni siquiera los planteas, utilizas transiciones breves, ¿por qué? 
Bueno, eso está hecho de forma consciente y deliberada, porque desde el principio buscaba que la transición de una época a otra resultase muy fluida, muy natural. Me inspiré en la película ‘Orlando’, basada en la novela de Virginia Wolf  y dirigida por Sally Potter, en la que el protagonista pasa de un siglo a otro, mediante un cambio de indumentaria e incluso de sexo, tras atravesar un laberinto vegetal barroco. Busco avisar al lector de esos cambios de época a través de ciertos elementos consustanciales, como las propias vestimentas o la descripción de algunos olores.
Aunque hablamos de tiempos distintos, ¿las técnicas que nos muestran en la televisión los hombres del CSI están muy presentes en la novela?
Un poco. Normalmente las series de televisión están muy condicionadas. Buscan captar la atención del espectador y para ello acentúan y magnifican ciertos aspectos y desvirtúan otros. Me gusta verlas, pero me interesan mucho más los documentales sobre estos mismos temas, porque tratan de casos reales y proporcionan una información y una documentación más clara y más pura.
‘El retorn de l’Hongarès’ arranca con un muerto en un cementerio y prosigue con los asesinatos ocurridos el año 1897 en París, ¿te interesa especialmente hablar de la muerte?
Sí, me interesa y me gusta mucho matar a través de la literatura, es algo que no puedo evitar y que digo con bastante frecuencia últimamente. En un ensayo sobre cómo escribir relatos policíacos, Chesterton afirmaba que cuando de joven leía una novela, si no aparecía pronto un muerto, no había relato. Decía igualmente que poco a poco se había acostumbrado a que los muertos tardasen en aparecer en el texto y que se conformaba si salían al final, porque entendía la debilidad humana. Yo comparto con él esta idea, porque en una novela si no hay muerte no hay vida. El contacto de los personajes con la muerte me sirve para hablar de sus relaciones con la vida. Es un tema muy tabú y la gente cuando empieza a tratarlo se suelta, pero le cuesta mucho hacerlo. Y en realidad si nos fijamos vemos que los golpes más fuertes de nuestra existencia nos los da la vida, no la muerte.
A lo largo de la entrevista París ha aparecido con frecuencia, ¿la capital del Sena se ha convertido en un personaje más de la novela?
Sí, lo es. Puedes reconstruir perfectamente los diferentes itinerarios que recorren los personajes a través de la novela. Es lo que hablaba antes: París es como estirar un hilo del que salen todas las historias que quiera utilizar y ubicar en sus calles.
La última por hoy: ¿tienes ya en marcha algún proyecto literario nuevo?
Aunque estoy en plena promoción de la novela, ya tengo en mente un nuevo proyecto, pero todavía está en fase muy temprana y no puedo revelar nada.
Evidentemente.
Evidentemente [nuevas risas].

Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 07/04/2015

SOBRE ANNA MONER

Anna Moner (Vila-real, 1967) es artista y escritora en lengua vernácula. Licenciada en Historia del Arte, ha publicado artículos en revistas como ‘Serra d’Or’ y ‘Mètode’, y en diversos catálogos de exposiciones. Desde 2013 escribe habitualmente una columna sobre arte y cultura en el diario digital ‘La Veu del País Valencià’. Ha obtenido en dos ocasiones el Premio de Relatos de Mujeres del Ayuntamiento de Castellón de la Plana, con ‘La Venus i el lliri’ (La Venus y el lirio’) y ‘Les finestres de l’ànima‘ (‘Las ventanas del alma’). También es coautora de la obra de teatro ‘La morta enamorada’ (‘La muerta enamorada’). Con ‘Les mans de la deixebla’ (‘Las manos de la discípula’) recibió el Premio Enric Valor de la Diputación de Alicante en 2010. Dos años después, publicó en el diario ‘El País’ el relato titulado ‘La Casa de la Sirena’, dentro del ciclo ‘Escriure el país’ organizado por la Universidad de Alicante. En 2014 publicó ‘L’obsessió de Balthazar Hurley’ (‘La obsesión de Balthazar Hurley’), incluido en la colección ‘Llegir en valencià. Paisatges de llegenda’ de la Fundació Bromera. Con ‘El retorn de l’Hongarès’ (‘El regreso del Húngaro’) ha ganado el Premio Alfons el Magnànim de Narrativa de la Diputación de Valencia de 2014.

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