«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 25 de abril de 2015

Juan Francisco Ferrándiz, escritor: “Cada rincón de Valencia esconde un suceso, un hecho histórico que yo percibo como una vibración especial”.

Valencia, 1486. Tras la muerte de sus padres en extrañas circunstancias, la joven Irene Bellvent se pone al frente de En Sorell, el hospital al que su familia ha dedicado toda la vida con la intención de seguir atendiendo a los más desfavorecidos de la ciudad. Las leyes, sin embargo, conspiran en su contra: como mujer se le considera incompleta e incapaz de hacer nada por sí sola, de modo que está obligada a encontrar un marido para poder llevar adelante sus planes. Pero esta evidente cortedad de miras, propia de la época, y la misoginia imperante no son los únicos problemas a los que Irene deberá enfrentarse. Ni tampoco las deudas que acosan al hospital. Apresuradamente, este es el argumento de  ‘La llama de la sabiduría’, la nueva novela de Juan Francisco Ferrándiz, publicada por Grijalbo. 

Una frase, “¿Tienen alma las mujeres?”, que aparece en la primera línea del capítulo ‘Prima lectio’, fue la desencadenante del deseo irrefrenable de escribir este relato en el escritor de Cocentaina. Ferrándiz se preguntó cómo era posible que el pensamiento humano llegase a admitir semejante duda, semejante forma de pensar…“He investigado mucho sobre la condición femenina y no comprendo cómo hemos pasado de una sociedad matriarcal a una patriarcal. A Parménidas, padre de la filosofía occidental, lo educaron unas diosas en el interior de una cueva; en el Génesis, antes de ser expurgado, se afirmaba que el mundo lo creo Dios y la Sabiduría, la Sabiduría era un elemento femenino; en el cristianismo primitivo había una teoría sobre la Trinidad en la que el Espíritu Santo era una mujer. Sin embargo, al llegar el concilio de Trento el espíritu femenino desapareció sin dejar rastro. Este interrogante sobre cómo hemos podido llegar a tal razonamiento es lo que me hizo escribir la novela”. 



Después del éxito de ‘Las horas oscuras’, el nuevo proyecto se anunciaba como un reto. “La verdad es que he sufrido un poco, sentía mucha responsabilidad a la hora de sentarme a escribir. Por un lado, una editorial de primera línea como Grijalbo me ofrecía la posibilidad de continuar publicando y, por otro, antes yo escribía a ratos perdidos y ahora me había comprometido a entregar el libro en una fecha concreta. Ese compromiso pesaba bastante, porque hay días que las cosas funcionan, pero hay otros que no y de repente te cargas un montón de páginas, que considerabas válidas, y has de empezar de nuevo”. En ‘Las horas oscuras’, Ferrándiz se adentró en el apasionante mundo de la mitología celta. Ahora, en ‘La llama de la sabiduría’ ha cambiado las brumas celtas por las mediterráneas y sitúa el escenario en la ciudad de Valencia, que vive el esplendor del siglo XV, aprovechando que Barcelona todavía anda recuperándose de las secuelas de la guerra. “Bueno, en el fondo es solo un regreso, no un cambio, porque mi primera novela, ‘Secretum templi’, ya se desarrollaba en estas tierras”. Las ideas argumentales fueron fraguándose en su mente cuando todavía su anterior obra se encontraba en fase de galeradas. “Cuando estaba corrigiendo ‘Las horas oscuras’ pasaba todos los días por la calle dels Ballesters del Centenar de la Ploma y pensaba que esta ciudad estaba llena de fantasmas, de personajes históricos que todavía esperan que alguien cuente su historia. Valencia conserva calles y palacios de aquel entonces y fue así como surgió la idea para escribir el libro”. Cada día nuevos novelistas, en castellano y en lengua vernácula, utilizan esta capital como lugar donde desarrollar sus ficciones. “La editorial me sugirió que ubicase en España mi nueva novela y Valencia me pareció una ciudad literaria cien por cien, por eso la escogí, por eso y porque quiero ser uno de esos escritores que hablan de ella”. Desde que ha escrito la novela, a Ferrándiz el paisaje urbano ya no le parece igual. “Como decía antes, veo fantasmas cuando paso por las calles de Valencia. En la plaza de Mosén Sorell, donde entonces había un palacio, o aquí mismo, donde se alzaba el edificio nobiliario de los Vilarragut, han ocurrido cosas interesantes y no puedo concebir ya esos mismos espacios como que antes. Cada esconde un suceso histórico que yo percibo como una vibración especial después de haber escrito sobre ellos. Pero los lectores deben tener en cuenta que la novela es una historia universal, inciática, que yo he situado en Valencia, pero que podía suceder en otros lugares”.

La protagonista de ‘La llama de la sabiduría’ es Irene Bellvent, la mujer que tras la muerte de sus padres, regentes del hospital de En Sorell, decide ponerse al frente de la institución hospitalaria. Esa decisión, valiente, tendrá sus consecuencias. “En principio, la medicina estaba vedada a las mujeres y no debían existir médicas pero en una tesis doctoral que leí, tropecé con Peregrina Navarro, un personaje secundario de la novela, que existió en realidad y que disponía de licencia para ejercer la medicina en estas tierras. Según nos han enseñado, el rol de la mujer de entonces estaba claro: casarse, ingresar en un convento o prostituirse en una mancebía. Sin embargo, apenas rascas un la superficie, encuentras mujeres que no se resignaron a ese futuro y que, a pesar de que precisaban de la autorización de sus padres o de sus maridos, se desempeñaron en otras actividades. El libro trata de ensalzarlas a través de la figura de Irene”. En Sorell era uno de los varios hospitales que existían en la ciudad. Sin embargo, en el siglo XV los centros sanitarios no respondían al mismo concepto que tenemos hoy de ellos.”Para el pensamiento de la época, una persona enfermaba o padecía miseria por castigo de Dios. Había hospitales que servían de refugio para mendigos, otros que curaban enfermos y otros más que hacían ambas cosas. En Sorell se dedicaba mayormente a la acogida de mendigos, pero yo he incluido la atención médica para explicar cómo era la medicina del momento. Por eso entre los personajes aparece Lluís Alcanyís, una eminencia de la época”. Si la enfermedad era considerada un castigo de Dios, la superstición terciaba en la medicina. “Es la discusión que existía entre los médicos árabes y los cristianos. Para un árabe, por ejemplo, un hijo de una cesárea era un hijo del diablo, mientras que para un cristiano la obsesión consistía en salvar un alma, especialmente la del niño. Julio César fue el primer que nació vivo de una cesárea pero lo normal es que la criatura falleciera en la intervención. Sin embargo, en el siglo XV ya comenzaban a salvarse algunos niños y algunas madres, aunque con graves secuelas, y he querido reflejar esta circunstancia en el libro”. Como estructura ‘La llama de la sabiduría’ se plantea no solo como novela histórica, sino también como un thriller.”Sí, es un thriller, la protagonista no sabe cómo se maneja un hospital y tropezará con adversarios y con el misterio que envuelve el centro. Pero no se trata de claves templarias, códigos cifrados o cosas de esas, es algo más profundo”. 

Sobre un futuro proyecto literario, Juan Francisco Ferrándiz no tiene nada claro todavía. “Soy una persona que lee de todo y no me considero perteneciente al gueto de escritores de novela histórica. Creo que puedo desarrollar también otros tipos de narrativa, pero estoy al comienzo del camino y no sé a dónde me conducirá. En buena parte depende de los lectores”.


SOBRE JUAN FRANCISCO FERRÁNDIZ
Juan Francisco Ferrándiz nació en Cocentaina (Alicante) en 1971. Es licenciado en Derecho y actualmente ejerce como abogado en Valencia. Su anterior novela, ‘Las horas oscuras’, fue toda una revelación en el género de la narrativa épica y cosechó grandes éxitos entre la crítica y los lectores. 

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