«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 16 de julio de 2016

Andrés Pérez Domínguez: «Me gustan las novelas que emocionen e incluyan cuestiones sobre las que reflexionar»

‘Los dioses cansados’, editada por Alianza, es el título de la nueva novela de Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), donde debuta en lides literarias el inspector Nicolás Gallardo, un tipo que tras pasar varios años fuera de España regresa a Sevilla, su tierra. Para estrenarse en su antiguo territorio, sus superiores le encomiendan ocuparse del caso de Leopoldo Barrena, un político retirado, de vida serena y rutinaria en apariencia, que parece haberse suicidado. Las investigaciones abrirán la puerta a las tinieblas de un pasado que emerge de modo implacable. Paso a paso y mientras trata de sobrevivir a su propia biografía personal, Gallardo tratará de dar sentido a la violencia que le rodea para dibujar un desolador panorama final, que algunos daban por olvidado. Sobre esta novela y otros asuntos literarios pude conversar por espacio de varios minutos con el escritor sevillano, que pasó por Valencia para presentar su última criatura de papel y tinta a los medios de comunicación. La charla fue fluida, amena, más propia de una conversación entre amigos que de una entrevista, formal y pactada. A fin de cuentas, entrevistar es eso, ¿no?
Andrés, no es algo muy frecuente, pero comienzas la novela con una autocita, en la que, entre otras cosas, dices: «Estoy convencido de que la principal razón por la que alguien dedica su tiempo a leer ficción es para disfrutar»
Es una respuesta que di en una entrevista que me hicieron hace mucho tiempo y que ya he incluido en varios de mis libros anteriores. Es una declaración de intenciones, que viene a definir el tipo de libros que me gustan, que son aquellos en los que ocurren cosas y me emocionan, es decir, los que me entretienen. Pero claro, todo esto es muy subjetivo y tiene mucho que ver con las preferencias de cada lector.



Dicen por ahí que ‘Los dioses cansados’ es una falsa novela policiaca.
Quien la ha calificado así es mi editora, Valeria Ciompi, y estoy bastante de acuerdo con su opinión, porque la trama es policial, aunque eso no es más que una excusa para que fluya la peripecia. En el fondo, a mí me interesa contar lo que está pasando hoy, dibujar una radiografía del mundo actual. Ocurre igual con mis títulos anteriores: todos parecen una cosa y son otra. Me gusta que las historias se muevan entre varios planos de lectura por la subjetividad que conllevan, que emocionen, que incluyan una cuestión moral sobre la que reflexionar y, por supuesto, que entretengan. Todo eso es lo que yo le pido a una novela.
Casi nada… Indiscutiblemente el arranque es policiaco, pero luego hay que tener oficio para manejar las artes del género y narrar otras cosas.
La dificultad de esta novela radica en orquestar una historia policial que carezca de los efectismos propios del género, en conseguir que la peripecia sea emocional y tenga más que ver con el interior de los personajes que con el exterior. El comienzo es un homenaje a ‘Muerte de un ciclista’, rodada en mil novecientos cincuenta y cinco por Juan Antonio Bardem, una película que le sirvió de pretexto al cineasta madrileño para contar cómo era la España de los años cincuenta.
A la hora de escribir, ¿has pensado mucho en el lector?
Pensar en el lector es una equivocación y ruego que estas palabras no se tomen como un desprecio hacia el público. No puedes plantearte una novela para que guste a todos los lectores, porque cada persona es un mundo. Las causas por las que una novela funciona bien o mal son insondables y por ese motivo opto por escribir lo que me apetece y sobre temas que me interesan. Cuando acabas el libro, es preciso que percibas la sensación de que has hecho lo que pretendías al principio y de que lo has escrito de la mejor manera posible. Tal vez ‘Los dioses cansados’ pueda escribirse de modo distinto, pero desde luego esta es mi mejor manera de hacerlo.
Pero a pesar de todo, ¿la opinión del lector pesa mucho en tu criterio como escritor?
No debes dejarte guiar por las opiniones elogiosas o negativas de los lectores, ni de las redes sociales, que además te quitan mucho tiempo. En general, es importante escucharles porque te proporcionan una información muy útil, ya que mientras escribes estás dentro de una selva y no sabes si lo que haces está bien o no, pero no puedes verte condicionado por ello. Has de guiarte por tu propio instinto. Si me metí en esto de la escritura fue porque deseaba un trabajo que no me condicionase, en el que tomara mis decisiones libremente.
La panoplia de personajes de ‘Los dioses cansados’ es rica y su caracterización sólida.
La caracterización me sale de una manera natural. No hay truco en eso, porque no existe una técnica específica para conseguirlo. Quiero que los personajes sean lo más ricos posible en matices, no me interesa que los malos sean malos y los buenos, buenos. Uno de los personajes, Benito Ferreira, es un ludópata y es también el tipo que le hace el trabajo sucio a un hombre de negocios. Sin embargo, él es un buen padre y únicamente le interesa sacar a su familia adelante. Es el contrapunto de Nicolás Gallardo, el protagonista, que es un policía correcto, pero con una trastienda un poco oscura.
Vamos, que te preocupas por mostrar la cara b de los personajes.
Claro, precisamente esa cara b es lo que los hace más interesantes no solo a los protagonistas, sino a todos ellos, tanto masculinos como femeninos, porque en la novela hay mujeres de personalidad potente. Todos tienen un pasado que está ahí, que no se ve, pero que termina condicionando su presente.
Has utilizado la tercera persona para narrar esta historia.
Tuve la tentación de escribirla en primera persona, sobre todo porque una historia de este tipo se presta mucho a ello. Pero quería que fuese una novela coral y decidí hacerlo en tercera, igual que la mayoría de mis otros libros. Como escritor me resulta más divertido introducirme en la piel de varios personajes, porque de este modo al lector le ofrezco una visión mucho más poliédrica de la trama. De todos modos, mi tercera persona es muy particular y muy introspectiva.
Aunque de pasada, ya has citado al protagonista, Nico Gallardo, ¿cómo es este policía que se incorpora ahora al amplio abanico de investigadores de ficción?
Es un policía que se ha pasado siete años fuera de España y, de repente, regresa a Sevilla donde le encargan un caso importante. Gallardo es un tipo que, en algún momento y en pro de la justicia, se ha saltado las normas. Eso también pasa aquí cuando desobedece las órdenes de un superior para hacer lo que considera más justo. Y pienso que obra bien. En alguna conversación, algún policía me ha dicho que los buenos agentes son los que obran así, es decir, los que se la juegan para conseguir un bien superior.
¿Qué tiene Nico Gallardo de Andrés Pérez y Andrés Pérez de Nico Gallardo?
En esto hay una especie de juego metaliterario. Aunque tiene mi mirada, no soy Nico Gallardo. El es un sevillano atípico, porque no es lo que desde fuera de Sevilla se puede esperar de una persona nacida en esa ciudad, pero la mitad de los sevillanos son como él. Nico no participa de las fiestas de la ciudad, pero la ama profundamente, lo que le produce sentimientos contradictorios.
Me parece que es fácil identificarse con Gallardo, porque es un tipo normal, alejado de esos héroes policiales estereotipados.
A mí también me lo parece y no lo podría concebir de otra manera. Cuando veo películas de James Bond me gustan porque son honestas, sé lo que voy a ver en el cine y eso es lo que me encuentro en la pantalla. Pero yo no puedo escribir igual, porque ese personaje no me lo creo y, como autor, he de creerme al protagonista.
¿Tenías claro que Gallardo sería policía y no un detective desde el principio?
Por muchas vueltas que le di, no vi a Gallardo como un detective. Este tipo de personaje da mucho juego en América, porque allí tiene más margen de libertad para sumergirse en cualquier tipo de aventuras. Pensé pronto que le cuadraba mucho mejor el oficio de inspector, sometido a un reglamento rígido y disciplinario, que no puede saltarse con facilidad.
Aunque sea «falso género negro», por el libro desfilan sicarios, intrigas, corrupción, políticos… ¿la realidad es más dura que la ficción?
Sí, la realidad todavía es más dura y complicada y te brinda la oportunidad de contar historias de este tipo. No hay más que abrir un periódico para darte cuenta de todo lo que está ocurriendo. Pero una novela que trata de la realidad es algo delicado de escribir, porque el lector está muy bien informado, sabe perfectamente de lo que le hablas y no puedes meter la pata.
La novela policiaca impone sus condiciones, ¿te has sentido muy maniatado por el guión?
Escribir una novela, por un lado, significa dejarse llevar, pero por otro, hay que controlarla de manera férrea para que no se te escurra por los dedos. No hay que llevarlo todo atado desde el principio, porque eso te atenazaría demasiado, pero, claro, para eso hay que contar ya con una cierta habilidad y un cierto oficio. Cuando me siento a escribir una historia apenas si tengo claros cinco o seis fogonazos, nada más.
¿Ni siquiera conocías al culpable?
No, no, tampoco. Hablé con policías que me contaron cosas que han enriquecido la trama. Cuando estás escribiendo una novela es como si tuvieras puestas unas antenas especiales, que se orientan y hacen que todo lo que vivas lo vayas incorporando a la escritura poco a poco. Es muy curioso cómo ves el mundo cuando escribes y cómo lo ves cuando no lo haces.
Has citado tus conversaciones con policías para documentarte, ¿los agentes se han prestado a colaborar contigo sin poner pegas?
Esta es una cuestión muy interesante. Para mí era importante no caer en efectismos de género, porque no quería que se pareciera a una serie americana, algo que puede ocurrir con facilidad si escribes una novela policiaca. Como conozco a varios policías, tuve la suerte de poder estar en una comisaría y observar cómo trabajan los de homicidios. Andan siempre con muchas reservas en lo que dicen, incluso entre ellos mismos, pero no tiene nada que ver su trabajo con lo que la gente pueda pensar que hacen. Un detalle significativo es que la mayoría de policías que conozco no ha sacado su arma nunca en el ejercicio de sus funciones.
Estamos terminando y hay algo de lo que no hemos hablado aún: Sevilla
La acción discurre en Sevilla, pero como te he dicho antes mis libros hablan de sentimientos, que son universales, y se podría haber desarrollado exactamente igual en Madrid o en Valencia. Por supuesto, conocer mi ciudad como la conozco siempre supone una ventaja y, además, resulta un personaje fundamental de la novela.
La última por hoy: ¿Gallardo tendrá continuidad?
Acabé ‘Los dioses cansados’ en diciembre y la corregí a conciencia. Me quedé muy satisfecho con ella y es verdad que me apetece escribir otra novela más sobre Nico Gallardo. No sé si será antes o después, pero creo que lo haré.

SOBRE ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ

“Nací en Sevilla, el mismo día que Neil Armstrong ponía el pie en la Luna. Hace bastantes años lo dejé todo para dedicarme a inventar historias. Muchos pensaron que estaba loco, otros que era un valiente, pero tal vez es que no tenía otro sitio a donde ir. Todavía no me he arrepentido». Así define sus orígenes Andrés Pérez Domínguez, escritor sevillano de dilatada trayectoria literaria, que ya alberga en su mochila varios premios y novelas: ‘Los dioses cansados’ (2016), ‘El silencio de tu nombre’ (2012), ‘El violinista de Mauthausen’ (2009, Premio Ateneo de Sevilla y finalista del Premio Espartaco de Novela Histórica en la Semana Negra de Gijón), ‘El síndrome de Mowgli’ (2008, Premio Luis Berenguer), ‘El factor Einstein’ (2008) y ‘La clave Pinner’ (2004, finalista del Memorial Silverio Cañada en la Semana Negra de Gijón); las novelas cortas ‘Los perros siempre ladran al anochecer’ (Premio Iberoamericano "La Espiga Dorada" en 2009), ‘Los mejores años’ (2002, Premio José Luis Castillo-Puche) y ‘Duarte’ (2002, Premio Tierras de León); las colecciones de cuentos ‘El centro de la Tierra’ (2009, finalista del premio Setenil) y ‘Estado provisional’ (2001, Premio Ciudad de Coria); y el relato ‘Ojos Tristes’ (2001, Premio Internacional de Cuentos Max Aub). Ahora se descuelga con una nueva ficción, ‘Los dioses cansados’.

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