«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

domingo, 9 de octubre de 2016

Los murales de Guido Van Helten en las Bodegas Solar de Samaniego de Laguardia

Guido Van Helten, muralista australiano, ha pintado una suerte de Capilla Sixtina en las bodegas que el Grupo Solar de Samaniego posee en la localidad de Laguardia (Áraba). La obra, finalizada este pasado verano, consta de siete depósitos de vino, inutilizados desde los años 70, con una altura de 13 metros cada uno de ellos. Van Helten, un antiguo grafitero que ha alcanzado fama internacional por sus trabajos de grandes dimensiones, anduvo por la comarca alavesa fotografiando lugareños, cuyos rostros pudieran servirle de modelo para la realización de estos murales cilíndricos y que reflejasen las pasiones y las vivencias que cada uno guardaba en su interior.

A la magnitud de la obra, realizada sobre una grúa articulada utilizando espráis congelados, hay que añadir la dificultad existente para obtener una buena visión en perspectiva, un efecto plenamente conseguido, como podrá comprobar cualquier viajero que se acerque a las bodegas de Solar de Samaniego. No estamos ante una obra polícroma, sino en blanco, negro y matices grises, con los que ha logrado un efecto que mezcla el grabado con la pintura al carboncillo, géneros ambos de difícil ejecución sobre todo en superficies tan grandes.

La idea que guía la obra es fusionar el mundo del vino con el de la literatura, trazar sus paralelismos. En esencia, la elaboración del vino y la escritura de un libro son dos actos creadores, que parten de la nada: de la botella vacía, dispuesta a recibir el nuevo caldo, y del papel en blanco, dispuesto a recibir la tinta que un escritor quiera distribuir sobre su superficie virgen. Para ambos cometidos, elaboración del vino, escritura de un texto, son indispensables las manos: manos de mujer y de hombre, manos jóvenes y viejas, rugosas y finas. De ahí la importancia que Van Helten les ha otorgado en estos siete depósitos, donde su presencia destaca constantemente.

Cierra esta monumental obra pictórica la visión de uno de los empleados de la bodega, Alberto, quien, mientras el resto de retratados miran hacia abajo, dirige sus ojos hacia un punto indefinido, indeterminado, un reflejo de la satisfacción que solo proporciona el trabajo bien hecho.

A partir de ahora, es seguro que, dentro del proyecto enocultural Beber entre líneas, desarrollado por el Grupo Solar de Samaniego, la visita a sus bodegas para degustar sus caldos y viandas se verá enriquecida con la contemplación de los depósitos dibujados por Guido Van Helten, una etapa obligada para cualquier viajero que se deje caer por Laguardia.


Herme Cerezo