«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

sábado, 25 de octubre de 2014

Santiago Posteguillo, escritor: “Mi método es narrar aspectos que las biografías convencionales ocultan, porque pienso que el procedimiento de usar lo anecdótico para llegar a lo sustancial es realmente muy efectivo”.

La víspera de esta entrevista, desde Barcelona le llegó la noticia de que le habían concedido  el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino II edición, un nuevo galardón que añadir a su ya dilatada trayectoria literaria, que le había emocionado especialmente porque “el año anterior se lo habían concedido a Lindsey Davis, que también ha recreado el mundo de los romanos en sus obras”. De sus cinco primeras novelas, todas dentro del territorio histórico, lleva vendidos más de dos millones de ejemplares, pero Santiago Posteguillo no se conforma sólo con esto y explota también su faceta didáctica a través de la docencia como profesor de Lengua y Literatura Inglesa de la Universitat Jaume I de Castellón y de la escritura de una serie de volúmenes plagados de relatos cortos, en los que recoge anécdotas y pormenores de los grandes genios de la literatura universal y de algunas de sus obras, cuyos ires y venires hasta caer en las manos del lector resultan especialmente atractivos. Dentro de esta segunda vertiente se enmarca ‘La sangre de los libros’, editado este mismo mes de octubre por Planeta, que ya va por su segunda edición en apenas tres semanas de vida. Por las páginas de este volumen nos encontramos con asesinatos, suicidios, duelos, condenas a muerte, guerras, eclipses, vampiros, juicios y otros misterios que se esconden detrás de tantos libros publicados.
Santiago, tu carrera literaria la desarrollas a través novelas históricas y de libros, que podríamos llamar “didácticos”, ¿en qué territorio de los dos te encuentras más a gusto?
Bueno, esto es como preguntarle a alguien si quiere más a su padre o a su madre. Me encanta hacer novelas históricas sobre Roma. Probablemente me pase toda la vida escribiéndolas, teniendo siempre presente que Roma se extiende desde la legendaria fecha de 753 antes de Cristo hasta el año 1453 después de Cristo, con lo que tengo un amplio margen temporal para trabajar. Pero, como profesor de Literatura de la Universitat Jaume I he querido explotar mi vena didáctica a través de estas colecciones de relatos, que pretenden conformar una Historia de la Literatura. Ojalá que ‘La sangre de los libros’ sirva para que la gente salte de su lectura a la de las obras de los grandes autores.
¿Hay un Posteguillo que escribe estos relatos cortos y otro Posteguillo que escribe las novelas históricas o es el mismo escritor?
No hay dos, es uno solo. Si lo piensas bien, las novelas de mil páginas están construidas segmentadamente, con capítulos no muy extensos y cada uno de ellos, de alguna manera, constituye un relato corto con la salvedad de que en las novelas los capítulos están interconectados entre sí y en los libros de relatos no ocurre esto.
Si nos atenemos a un sentido más metafórico de la palabra sangre del título y la interpretamos como esfuerzo, me atrevo a preguntarte: ¿detrás de un libro escrito hay mucho esfuerzo?
Normalmente, detrás de una obra maestra de la Literatura sí hay un gran esfuerzo, pero no detrás de todos los libros, porque los hay buenos y malos. El título hace referencia a la sangre física, como se refleja en algunos relatos, por ejemplo el del duelo entre Pushkin y el francés Georges d’Anthès o el de los vampiros de Drácula, y también a la sangre en el sentido metafórico al que aludías en tu pregunta. En este caso pienso en Charlotte Bronte, que vio morir a todas sus hermanas, mientras que a ella sólo le quedó el amor de un hombre casado, algo que en la época victoriana estaba muy mal visto. Bronte, sin embargo, recogió su sufrimiento y lo recreó escribiendo ‘Jane Eyre, a la que imprimió un toque feliz que no pudo disfrutar en su vida real. Es lo que se llama justicia poética.
¿Las historias que relatas en estos cuentos están basadas en hechos reales o son simplemente leyendas?
El noventa por ciento de los relatos se fundamentan en hechos reales. Ocasionalmente, algunos están basados en leyendas. Pero como en el propio cuento explico, los fundamentos históricos de los que nacen esas leyendas resultan más sorprendentes que ellas mismas.
Los personajes que aparecen en ‘La sangre de los libros’ son reales, sin embargo, como narrador has utilizado la técnica de no desvelar su auténtico nombre hasta que el relato no está bien avanzado, ¿por qué?
Poe o Cortázar, que eran magníficos escritores de relatos cortos, decían que si algo funcionaba bien en este género era la intriga. Por eso, estos treinta cuentos están construidos jugando con la intriga a través de un asesinato o de una reencarnación y, en lugar de desvelar enseguida de qué autor hablo, empiezo a describir a un escritor en una situación límite. Después el lector observa cómo cada uno de ellos logró salir de ese momento extremo. Al no revelar su nombre desde el principio, consigo que el público que no conoce a los clásicos disfrute con ellos y que quien sí que los conoce juegue a saber de quién hablo en cada historia.
En los cuentos detecto dos voces narrativas. La primera relata la historia; la segunda surge en el desenlace y es una voz más académica, más de profesor. ¿Qué finalidad persigues con esa doble voz?
La verdad es que ‘La sangre de los libros’ pertenece a un género híbrido. La Crítica Valenciana otorga anualmente un premio al Ensayo y Otros Géneros. Precisamente en estos Otros Géneros es donde se enmarcan mis relatos, porque contienen una coda en la que aparece el profesor que explica cuánto de cierto y de imaginado hay en cada uno de ellos. Estos finales le dan al texto un barniz histórico que el público agradece. Estoy seguro de que es un libro con el que los lectores se lo van a pasar muy bien.
Da la impresión de que disfrutas enormemente con lo que haces, porque no sólo explicas Literatura en tus clases sino que también la escribes en tus libros. Teórico y práctico.
Tienes razón, es cierto y me siento muy afortunado por ello. Creo, divulgo y escribo Literatura. Por eso me esfuerzo en combinar mi trabajo como escritor, a un nivel creo que ya muy profesional, con el de profesor. También es verdad que mantener esta combinación hoy en España resulta complicado, pero voy a luchar por conseguirlo. En este sentido estoy muy agradecido a la Universidad Jaume I por las facilidades que me da para lograrlo. Me resulta muy estimulante explicar a chicos y chicas Literatura y no te puedes imaginar lo que se aprende escuchándolos. Sin embargo, me dan pena porque están muy bien preparados y el futuro que les espera a muchos de ellos no será otro que emigrar de este país para trabajar.
Sería muy largo tratar de todo lo que cuentas en ‘La sangre de los libros’, pero sí podemos repasar algunas cosas muy interesantes como, por ejemplo, descubrir que Calderón de la Barca y Félix Lope de Vega eran gente de espada fácil y que se podía organizar un duelo por un puñado de versos, ¿realmente fue así?
Calderón no sólo tiraba de espada, sino que también estuvo en la cárcel o destruyó a patadas la puerta de un convento de clausura, porque allí se escondía una persona a la que él perseguía. En el libro he tratado de quitar todo ese polvo amarillento que recubre a tantos personajes ilustres que escribían en verso y que encontramos en retratos del siglo XVII. La gente, al verlos, se pregunta qué van a aprender de semejantes tipos, pero si tú les entras por la trastienda, por la anécdota, entonces les sorprendes y te miran preguntándose qué nos va a explicar este hombre ahora. Mi método es narrar aspectos que las biografías convencionales ocultan, porque pienso que el procedimiento de usar lo anecdótico para llegar a lo sustancial es realmente muy efectivo.
Precisamente por esas ocultaciones que comentas, hasta hace poco no hemos sabido que el escritor Isaac Asimov murió por el VIH. Lo explicas en uno de los relatos.
En este caso concreto hay que comprender que su familia no quisiera que se supiera que el gran escritor había fallecido víctima del sida. Los propios médicos se lo recomendaron para evitar el desprestigio que por aquel entonces, hablamos del año 1992, conllevaba el hecho de tener esta enfermedad, aunque Asimov la hubiera contraído de forma injusta a través de una transfusión de sangre. Pasados unos años, la familia tuvo el buen criterio de hacerlo público y escribir ahora sobre él en ‘La sangre de los libros’ sin duda revitalizará el interés de los lectores por este maestro de la ciencia ficción y de otros géneros.
Aprovechas también los cuentos para pellizcar un poco las conciencias patrias, porque a estas alturas todavía no sabemos dónde están enterrados ni Cervantes ni Gutenberg. Una curiosa coincidencia.
Así es y he incluido a Gutenberg en el relato para que nos demos cuenta de que no somos los únicos a los que les ocurren estas cosas. A los alemanes también les pasa y es que la Historia ha sido injusta con personajes importantísimos. Esperemos que algún día se localicen sus tumbas.
Agatha Christie despareció durante unos días. Nadie la encontraba. Se le dio por muerta. En otro relato tú consigues que Conan Doyle, que siempre enviaba a Sherlock  Holmes a investigar, se involucrara personalmente en la búsqueda de la escritora inglesa.
Sí y lo que explico es absolutamente verídico. Conan Doyle apreciaba mucho a Agatha Christie y, cuando la dieron por muerta, contactó con una médium para tratar de localizarla mediante la utilización de un guante suyo. Pero no lo consiguió. Lo que no se cuenta en el relato, porque no lo sabemos, es si fue porque el espiritismo no funcionó o porque la escritora inglesa no estaba muerta.
La escritora estadounidense Emily Dickinson padecía agorafobia y vivía encerrada en su habitación, aislada, ¿la Literatura, en un caso como ese, ¿ayuda a sobrevivir?
Por supuesto. Emily Dickinson padecía una agorafobia extrema y por eso vivía recluida en su habitación. Creo que uno de los aspectos que subyace en ‘La sangre de los libros’ es que, debajo de la Literatura, hay una terapia pura. Lo que ocurre es que, en ocasiones, esta terapia produce obras maestras.
A lo mejor, los grandes escritores padecían enfermedades más graves, ¿no?
Sí, es posible, y en proporción crearon obras “más magistrales” [risas]. Lo de Emily Dickinson fue algo mágico, la historia de una mujer que desde su habitación construyó una obra de más de dos mil poemas absolutamente perfectos. Me parece gracioso, además, que su editor, Thomas Higginson, se empeñase continuamente en corregir sus defectos de puntuación, por lo que fue muy criticado.  Pero yo defiendo a Higginson, porque se molestó en ir a visitarla para animarle a que siguiera escribiendo. Él no la entendió, pero sí intuyó que dentro de la obra de aquella mujer había algo grande y, a su manera, trató de alimentarlo, aunque con ello lo único que consiguió es que Dickinson, afortunadamente, se empecinara en continuar escribiendo como lo hacía.
En el último cuento,  invitas a la gente a que siga leyendo cuando acabe el libro. Leer siempre es importante, pero ¿resulta especialmente recomendable hacerlo ahora en los tiempos que nos ha tocado vivir?
Sin duda hoy es mucho más importante hacerlo. Hay dos motivos por los que se debe leer. Por un lado, porque la lectura es un virus que produce tres síntomas: reflexión, pensamiento y crítica. Sólo por estas tres cosas ya habría suficiente motivo, pero, además, como señala el poeta brasileño Ferreira Gullar, la literatura existe porque la vida no basta.
La pregunta que cierra la entrevista es doble y obligada: ¿volveremos a tener noticias de Trajano? ¿Cuándo?
Seguro que sí. Creo que la tercera entrega estará acabada entre el otoño de 2015 y la primavera de 2016. Este año viajé a Turquía para ver el lugar exacto donde murió Trajano. Existe un monumento que recoge el hecho. Con la ayuda de la arqueóloga Claudia Winterstein del Instituto de Alemán de Arqueología localicé el lugar exacto de su muerte, que ocurrió un 29 de julio de acuerdo con el calendario por el que nos regimos actualmente. En esa visita cogí las fuerzas suficientes para concluir la novela.

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 27/10/2014

SOBRE SANTIAGO POSTEGUILLO

Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), profesor titular de Lengua y Literatura Inglesa en la Universitat Jaume I de Castellón y doctor europeo por la Universitat de València, estudió literatura creativa en Estados Unidos y lingüística, análisis del discurso y traducción en Reino Unido. Sus novelas históricas, ‘La trilogía de Escipión’, ‘Los asesinos del emperador’, y ‘Circo Máximo’, han sido aplaudidas por centenares de miles de lectores de España y América Latina. También ha publicado ‘La noche en que Frankestein leyó el Quijote’, un libro que nos descubre la vida secreta de las obras más destacadas de la literatura universal.