«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Paco Roca, Premio Nacional de Cómic 2008: "En mi carrera está claro que hay un antes y un después de ‘Arrugas’"


Herme Cerezo/SIGLO XXI, 24/12/08


A veces los dioses nos son propicios. Para mí lo fueron durante 2008. En los albores de este año, en el que me había propuesto escribir también sobre el mundo del cómic, leí y reseñé un álbum titulado ‘Arrugas’. Recuerdo haber cerrado la contratapa con ganas de más, aunque luego, una vez analizado con mayor frialdad, llegué al convencimiento de que la obra tenía las medidas justas: ni le sobraban páginas, viñetas, dibujos o diálogos, ni le faltaban tampoco. Y si yo quería "más" ‘Arrugas’, lo único que tenía que hacer era volver a leerlo. Cosa que hice y por ello decidí que aquello no podía terminar así, que había que hurgar por las tripas de la obra y los entresijos de su autor. Apenas unas semanas más tarde, conseguí contactar con el valenciano Paco Roca, su dibujante y guionista, a quien entrevisté en su domicilio particular, entre sus impolutos cómics y el orden concertado entre su mesa de dibujo, su equipo de música y algún póster cinematográfico. Jamás hubiera pensado que ‘Arrugas’, que por aquellas fechas apenas si llevaba dos o tres meses en el mercado español, se hubiera gestado en mi propia ciudad, y a menos de un kilómetro de mi casa. Pero era cierto. Sentados a la mesa redonda del comedor, en aquella ocasión hablamos de lo divino y humano del Cómic y también, y especialmente, de su ahora exitoso álbum. ‘Arrugas’ me había dejado la impronta de un trabajo estéticamente espléndido y emocionalmente humano. Pocos tebeos me habían conmovido tanto como aquél hasta entonces. Por eso ahora que el álbum está en lo más alto, cuando los medios de comunicación, valencianos y no valencianos, conciertan citas con Paco Roca para entrevistarle sobre su obra, a mí me corresponde otra cosa: explorar al Paco Roca que hay antes y después de ‘Arrugas’, antes y después de los premios, antes y después de este 2008 que él nunca olvidará y reflexionar un poco sobre sus sensaciones personales y artísticas. Y como me imaginaba, comprobé que su vida no ha cambiado. Y él tampoco. Era inevitable. Ayer tres entrevistas, hoy cinco, mañana cuatro. Unas semanas antes viajes a Madrid, a París, a Getxo, a Sevilla... Cuando la maquinaria promocional se pone en marcha no se detiene y eso que de la concesión del Premio Nacional ya han transcurrido varias semanas.
Paco, en enero me dijiste algo muy real: "en cuanto te dedicas a esto ya no eres un aficionado, eres uno más que tiene que competir con los otros artistas. Y en cierta forma te deprimes al ver lo buenos que son los demás y lo que son capaces de hacer". En 2008, has sido número uno en nuestro país, ¿qué sientes ante el aluvión de premios y, especialmente, ante la concesión del Premio Nacional del Cómic?
Por un lado, los premios te halagan mucho, te hacen pensar que vas por el buen camino y te sirven también como atajo para que la gente, con un solo álbum, te considere como un "top", cuando yo pensaba que todavía me quedaban muchos años para llegar a ello. De todos modos, sigo creyendo que todavía me falta bastante para estar a la altura de los grandes maestros. Además, si eres frío y, cuando no te dan premios, piensas que no son tan importantes, pues tampoco has de otorgarle demasiada trascendencia cuando te los conceden porque, al fin de cuentas, todos los años se otorgan estos galardones y este año me tocó a mí. Lo que valoro mucho, lo que más me llena, son los comentarios de la gente, cuando te dice que ‘Arrugas’ le ha emocionado o que algún familiar suyo padece Alzheimer y con su lectura se ha sentido reconfortado.

Al Premio Nacional tú no te presentas, lo hacen otras personas ¿no?
Exacto, es un premio al que te presentan otros. Se supone que cada miembro del jurado ha seleccionado varios autores, que son sus candidatos al triunfo final. Los miembros se reúnen, se produce una discusión y un debate y de ahí sale el ganador.

Tus padres, ¿ya comprenden que su hijo puede vivir del Cómic?
Sí y es curioso lo que ha ocurrido. Cuando gané el premio de Lucca, llamé por teléfono a mi madre para decírselo: "Mamá, he ganado un premio en Italia". Y ella me respondió: "¡qué bien, hijo, qué bien! Por cierto, Paco, mañana, ¿vas a venir a comer?" – risas –. Esa fue la repercusión que tuvo para ella y que tiene para cualquier persona el premio de Lucca. Cuando me concedieron el Premio Nacional, con todo el follón que se organizó, ni se lo comenté. Y entonces fue ella quien me telefoneó para decirme: "Hijo mío, que el Rey te va a dar un premio" – más risas –. Y piensas, caramba, cómo cambia la cosa porque, objetivamente, el de Lucca tiene más trascendencia que el Nacional, ya que es el premio europeo más importante tras el de Angoulème, muy cotizado incluso entre los autores norteamericanos. Lo que ocurre es que en España tiene mucha más repercusión el Nacional. Y para mi madre, que el rey me entregue un premio, es la leche, algo que para ella trasciende mas allá del propio galardón.

Y, Paco, ¿ya sabes quién es César Antonio Molina?
Ahora sí, ahora ya sé quien es César Antonio Molina. Me llamó su secretaria y preguntó por el señor Paco Roca: "No cuelgue que le paso con el señor César Antonio de Molina". Y yo le pregunté: "¿Con quién?" "Hombre, con el Ministro de Cultura", me respondió – risas – . "Ah, pues nada, nada, páselo cuando usted quiera". Y también sé quién es el Delegado del Gobierno en nuestra Comunidad, Ricardo Peralta, y quién la Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

’Arrugas’ te ha permitido acercarte a la vejez, un tema que te preocupa bastante.
Creo que sí. La vejez es algo que no nos planteamos mientras no nos toca. Tengo treinta y nueve años y todavía no la siento cercana, pero sí que sé cómo es el final de la película. Es como si le hubiera dado la marcha rápida al proyector y hubiera visto ese momento por anticipado. Cuando estuve en la residencia, fui conociendo personas y me planteé: ¿algún día yo seré como alguno de estos ancianos que están aquí? Allí descubrí gente que estaba inmersa en su propia fantasía o que revivía con sus recuerdos, en forma de recortes de prensa, los momentos estelares de su vida. Y me pregunté: ¿enseñaré yo mis cómics como testimonio de mis días de gloria? ‘Arrugas’ me sirvió para darme cuenta de lo exiguo que es todo, de lo importante que son las amistades y ese tipo de cosas y a respetar a las personas mayores. Pude comprobar que la mayoría tienen la misma cabeza de siempre, pero que su cuerpo está como si le hubieran dado una paliza. El día que peor me encuentro ahora, lo firmaría para sí mismo cualquier anciano. A veces por eso tienen ese mal humor o hacen pillerías como colarse en el metro. ¡Y es que, joder, no es fácil hacerse viejo! A partir de los setenta todos somos el sexo débil, como decía Woody Allen.

Mientras lo dibujabas, ¿en algún momento llegaste a pensar que habría un antes y un después de ‘Arrugas’?
No, pensaba que quizá fuese lo último que hacía. Creo que a todos los dibujantes nos llega un momento de crisis porque le estás dedicando muchísimo esfuerzo a hacer algo que nunca termina de cuajar. Pero casi siempre dices venga, va, un último intento. Y luego te das cuenta que llevas veinte años haciendo ese "último intento". Al plantearme el álbum pensé: bueno, esto es lo que he hecho hasta hoy. Ahora voy probar esto otro, que es un tema personal. No tengo ni idea de cómo va a funcionar pero voy a juntar todo lo que sé para contar una historia que me interesa narrar, como es la vejez de mis padres. Ahora, tras lo ocurrido, está claro que hay un después, pero un después en el que no me gustaría que cambiasen tanto las cosas.

O sea que ‘Arrugas’ fue un momento de inflexión.
Sí que lo fue porque me dije que si no salía bien, ya no me iba a tomar el cómic tan en serio como hasta entonces. Siempre había acabado un álbum y en seguida comenzaba el siguiente, pero entonces pensé que si mi trabajo no me daba ni un reconocimiento económico, ni profesional, tal vez fuese el momento de plantearme las cosas de otro modo: por ejemplo, hacer un cómic cada cinco años o algo así.

¿Podrías vivir profesionalmente sólo del cómic?
Ahora sí, ahora podría perfectamente vivir del cómic, porque tanto el mercado español como el francés o el italiano funcionan y tengo suficientes lectores para que cualquier nuevo proyecto se asiente en una base consolidada de antemano. Pero vivir del Cómic haciendo lo que te guste es difícil: en España puede que haya tres autores y en Francia otros ocho o diez, que pueden hacer lo que les apetece, marcando su propio ritmo de trabajo. El resto, que son magníficos dibujantes también, pues necesita casi dos álbumes al año para poder vivir. Uno, que puede ser un tema personal, pero el otro ha de ser un trabajo con guionista y entonces pasas a formar parte de una industria con unos plazos de entrega impuestos. Y eso es algo que no me gusta. Para mí el Cómic siempre que pueda será otra cosa. Para vivir tengo la publicidad o la ilustración, que me van bien y me permiten afrontar el Cómic como proyectos personales. Ése es el camino que a mí me gusta. Si tuviera una familia a la que mantener, jamás hubiera hecho ‘Arrugas’ que era un a ver qué pasa, un salto al vacío.

En Literatura, algunas veces el premio de un concurso es como "el traspaso" que se le entrega a un escritor para ficharlo, ¿te han llegado ofertas para cambiar de editorial?
De momento, no. Estoy muy contento con la editorial en la que estoy ahora. He trabajado con editoriales grandes y pequeñas y, al final, las pequeñas, si es que podemos llamar pequeña a Astiberri, me parece que son perfectas, porque España no es un mercado tan grande como para echar de menos a una gran editorial. Astiberrri cuida muy bien a sus autores y es capaz de alcanzar todos los lugares a donde llegan los grandes sellos. Así que me parece ideal, porque cuando trabajas en una editorial grande pasas a ser un producto más de su gran catálogo de autores y, si encima publican Literatura, tú eres la cola de la cola del ratón. La verdad es que estoy encantado tanto con Astiberri en España, como con Tunue en Italia, dos editoriales muy parecidas que comenzaron siendo pequeñas pero que ahora tienen un tamaño medio. En Francia, el caso es distinto, porque ahí trabajo para Delcourt, una gran editorial, donde te sientes mal en unas cosas y bien en otras.

Dos asociaciones de familiares de enfermos de Alzheimer, la de Valencia y la de Elche, lanzaron una tirada especial de ‘Arrugas’, ¿qué sensación te produjo a ti esta iniciativa?
Creo que es lo máximo. Fue una edición para sus socios. Tuve la sensación de que estaba desarrollando una labor social por un doble motivo: primero porque había hecho un cómic de entretenimiento y, segundo, porque además lancé el mensaje que quería. Encontrarme, de repente, en la Gala del Día Internacional del Alzheimer, hablando delante de familiares y enfermos de Alzheimer, me hizo sentir el summum. Esta experiencia está más allá de cualquier reconocimiento.

O sea que has conseguido una obra didáctica.
Creo que ‘Arrugas’ es una obra didáctica no médicamente, sino desde el punto de vista de los sentimientos. Cuenta cómo se va a sentir una persona con Alzheimer y los problemas que conlleva, pero sin entrar en detalles médicos. De hecho, las fases del Alzheimer están aceleradas o ralentizadas según me interesaba para la narración. ‘Arrugas’ es didáctico desde el punto de vista de los sentimientos, que me parece lo más importante de todo, porque los premios están bien, pero he recibido correos y comentarios impagables de personas con familiares afectados por esta enfermedad. Vittorio Giardino, tras el premio de Lucca, me felicitó y me contó cómo se sintió al recordar a su madre, que murió de Alzheimer. Me explicó que todo lo que había pasado con ella lo había visto reflejado en ‘Arrugas’, y que ¡había llorado! Hacer llorar a Giardino, uno de los maestros del cómic, me resulta tremendo. Cuando estoy firmando ejemplares, hay lectores que también me cuentan sus historias y tengo la sensación de que estoy haciendo algo realmente bueno.

Imagino que, con retraso, sigues trabajando en ‘Las calles de arena’, tu nuevo álbum, ¿cómo está de los nervios tu editor?
En Francia, el ritmo lo marcas tú cuando es un álbum que no forma parte de una serie. Mi editor se ha dado cuenta de que el retraso es debido a la promoción de ‘Arrugas’ gracias al éxito obtenido, lo cual es beneficioso para todos y no me presionan. Hay una segunda presión, de tipo económico: si no entregas no cobras. Y aún hay una tercera porque este álbum se está haciendo eterno. Lo comencé hace un año y medio, al publicar ‘Arrugas’, y aún estoy ahí sin terminar de cogerle el ritmo del todo por las continuas interrupciones. Lo tenía prácticamente terminado pero ahora llevo tres semanas sin trabajar en él. Y, claro, me cuesta volver a arrancar porque no me acuerdo de donde me he quedado. Pero las cosas funcionan así.

Tras el éxito de ‘Arrugas’ y cuando termines ‘Las calles de arena’, ¿aparecerá el terror a la página en blanco?
No porque suelo trabajar con bastantes proyectos y, de momento, no tengo miedo a la página en blanco, ni crisis de ideas. Otra cosa es que sean buenas estas ideas. Antes de la interrupción de ‘Las calles de arena’ ya comencé a pensar en un nuevo proyecto, pero todo está en suspenso por los últimos acontecimientos. Lo que sí tengo claro es que ‘Arrugas’ no ha influido en ‘Las calles’ aunque creo que sí influirá en mi siguiente trabajo, porque tendré que plantearme las cosas dos veces para mantener el nivel de calidad de ‘Arrugas’, aunque lo que está claro es que, al final, el nivel de exigencia lo marcas tú mismo. Si nadie te considera bueno pues tú quizá no te cuestiones las cosas, pero si la gente te coloca en posiciones altas, empiezas a plantearte que si lo que he hecho es lo mejor que puedes hacer o no.

Bueno, yo creo que el aficionado del cómic al que le gusta la obra de Paco Roca, lo que le va a pedir es que se mantenga fiel a su estilo.
‘Arrugas’ va un poco más allá de la obra porque toca un tema especial, de actualidad. Ha sido el primer cómic en España que ha trascendido del medio, por un cúmulo de circunstancias que sobrepasan su propia calidad. A lo mejor el que hago ahora tiene mejor guión y mejor estructura y, sin embargo, a lo peor no cuaja. Ante eso no puedes hacer nada aunque sí intentar dar de ti lo máximo posible.

Por las Fnacs de España, se están exhibiendo tus bocetos de ‘Arrugas’. Parece ser que esa exposición no va a llegar a Valencia, ¿definitivamente es así, tus paisanos no podremos ver tus bocetos?
Al final sí que llegará a Valencia allá por los meses de marzo y abril del próximo año. En Barcelona, esta exposición coincidirá con el Salón del Cómic, que en 2009 se celebrará más tarde que en ediciones anteriores.

Y concluimos. Estamos en Navidad, época de compras y de regalos, Paco, recomiéndame dos cómics (que no sean tuyos) para estas fiestas.
‘Crónicas Birmanas’ de Guy Delisle y ‘María y Yo’ de Gallardo.

Aquí acabó todo. Paco Roca posó durante unos minutos para mí cámara fotográfica en un parque público, mientras la chiquillería se lanzaba por los toboganes y nos miraba curiosa sin atrever a acercarse. Sonó su móvil. Era una emisora de radio. Paco atendió la entrevista aupado sobre banco de madera. Luego posó de nuevo y, enfundado en su traje gris marengo a rayas blancas imperceptibles, con andar rápido y cierto aire agotado, se perdió hacia el centro de la ciudad donde le esperaba otra cita informativa más.

Quosque tandem? Nadie lo sabe.