No es ‘Mystic river’ la
primera obra en la producción literaria del afamado escritor de novela negra
estadounidense Dennis Lehane. Tampoco es la última. Sin embargo, probablemente
sea una de las que más fama ha adquirido gracias, en parte, a la adaptación
cinematográfica llevada a cabo por el director Clint Eastwood en 2003. La ventaja
del tiempo estival es que permite recuperar los libros no leídos a lo largo del
año, cuando la actividad literaria, el trasiego de escritores y la publicación
de novedades es mucho más intensa. Si, además, al lector no le importa su fecha
de aparición en el mercado, miel sobre hojuelas.
‘Mystic river’ nos adentra
en la historia de tres amigos, Sean, Dave y Jimmy, uno de los cuales, Dave, a la temprana edad de once años, es obligado a
subir a un coche ocupado por un par de tipejos desalmados que se hacen pasar por
agentes de policía. El muchacho cuatro días después aparecerá, tras lograr
escapar de sus captores, después de haber sufrido vejaciones sexuales. A partir
de ese instante, la vida de Dave Boyle, ese es su apellido, ya nunca volverá a
ser igual porque, como explica uno de los personajes, se ha convertido en “mercancía
dañada” y esa maldición, ese subir a un coche que huele a manzanas podridas,
gobernado por unos desconocidos, no le abandonará nunca. Veinticinco años después,
la hija de Jimmy, Katie, aparecerá asesinada en un extraño parque junto a una
tapia. Este suceso será el que definitivamente desencadenará toda la acción policial
en la que se centra ‘Mystic river’ (al final del libro comprenderemos por qué
Lehane eligió este título para su libro).
Lehane escribe la novela con
enorme minuciosidad. Viste los personajes, su interior, con suficiente detalle
para penetrar en la psicología de cada
uno de ellos, deambula por sus pensamientos con absoluta libertad y toca
las teclas pertinentes en cada pasaje. La técnica del escritor estadounidense
radica en dosificar la información (Juan Eslava Galán me dijo en una ocasión
que el secreto de la escritura estaba en una correcta dosificación del
contenido al lector), lo que en unas ocasiones le proporciona excelentes
resultados porque le permite demorar los desenlaces de algunos capítulos y
crear el suspense apetecido, pero en otras le hace dar vueltas y vueltas sobre
un mismo asunto, provocando un cierto aburrimiento, ciertamente pasajero, en
algún pasaje. Uno tiene la impresión de que esta es una historia contada de
acuerdo con algunos cánones aprendidos en algún lugar. ¿Dónde? Lo ignoro, tal
vez a través de cursos de escritura creativa o tal vez producto de la lectura y
estudio minucioso de otros autores estadounidenses que son bastante proclives a
este tipo de revestimientos. Sin embargo, en el desenlace final la acción
cuadra perfectamente y no quedan cabos por atar, algo que en una novela negra es
de agradecer porque no siempre ocurre.
Resulta particularmente
interesante la descripción sociológica que del escenario hace el escritor
estadounidense casi al final del texto, explicando las diferencias que existen
entre las colinas y las marismas, así como entre los distintos estratos
sociales que constituyen ambas comunidades. La historia de la fundación de la
ciudad, una penitenciaría cuyos primeros pobladores fueron los funcionarios de
la prisión y los condenados, resulta de una clarividencia absoluta y es un buen
razonamiento para comprender mejor al tipo de sujetos con los que el lector se
enfrenta a lo largo de de ‘Mystic river’.
Dennis Lehane (nacido en 1965 en Dorchester, Boston Massachusetts)
es autor entre otras de las novelas ‘Un trago antes de la guerra’, ‘Abrázame,
oscuridad’, ‘Lo que es sagrado’. ‘Desapareció una noche’, ‘Plegarias en la
noche’, ‘La última causa perdida’, ‘Shutter Island’, ‘Coronado: Stories’, ‘Cualquier
otro día’ y ‘Vivir de noche’. También ha escrito los guiones de algunos episodios
de la celebrada serie televisiva ‘The Wire’.
Herme Cerezo
Mystic River de Dennis Lehane; Ed. RBA. Precio 18.00 euros.
Calificación: 3