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Nº 682.-
Mi salud atraviesa senderos poco
recomendables. Durante mucho tiempo dudé si efectuar o no esta entrevista. Unos
momentos pensaba que no. Otros opinaba todo lo contrario. Había un debate
interno en mi cabeza. Ideas contrapuestas. Finalmente, decidí que mi dolencia
no podía inmovilizarme. Que había de sumarla a mi mochila. Así que la acepté.
Cargué con los adminículos propios del oficio y me marché a entrevistar a María
Herreros, una ilustradora valenciana que termina de publicar ‘Un barbero en la
guerra’ (Ed. Lumen), un trabajo que no resulta fácil de catalogar. No es un
cómic. No es un libro ilustrado. Es otra cosa. Una hibridación, un cruce, una
suma de. Al final las hibridaciones van a consolidarse como género. ‘Un barbero
en la guerra’ cuenta la historia del abuelo de la propia María, Domingo
Evangelio, un hombre que con diecinueve años hubo de incorporarse a la lucha. Le
faltaban pocas semanas para concluir el servicio militar, pero el estallido del
golpe de estado de 1936 le obligó a marchar al frente. Atrás quedaron sus
proyectos de vida, regresar a su pueblo y casarse con la mujer que amaba. Muchos
años después, su nieta tropezó con una caja en cuyo interior encontró un diario
escrito por Domingo. Y decidió que, de alguna manera, quería dejar constancia
del testimonio y las vivencias de aquel hombre joven, que quemó sus mejores
años pegando tiros obligados. A las cuatro de la tarde, las cristaleras del
Hotel Meliá de la plaza de l’Ajuntament de València filtran una luz grisácea,
aunque transparente. Acerqué la grabadora a la ilustradora valenciana y pulsé
el rec. Se encendió el piloto rojo. Todo listo, pues. Comenzamos a
hablar.
María, de todos los caminos que existen en el mundo del arte
elegiste el de la ilustración.
Una parte de mi personalidad me pide expresar las cosas con inmediatez
y el dibujo es la técnica que consigue eso con mayor rapidez. De todos modos, a
mi edad me he dado cuenta de que muchas cosas son circunstanciales. Si no
hubiera nacido en el seno de una familia trabajadora, tal vez hubiera tenido
tiempo para generar dinero y dedicarme únicamente a pintar, ya que soy artista
plástica. Pero el tema de la pintura en las galerías y exposiciones conlleva un
elemento snob, que provoca que la gente no se acerque, porque cree que
su contenido es mayormente de tipo intelectual. Lo cierto es que, ya sea por mi
carácter o por mis circunstancias, de lo que estoy muy contenta es de trabajar
en el dibujo. La ilustración es un puente buenísimo para transmitir ideas entre
la cultura y la gente. Como vía de expresión carece de límites, se puede decir
con ella lo mismo que con un cuadro y, por otro lado, la gente no siente ningún
temor al aproximarse a un libro ilustrado.