Es mediodía. Octubre y sábado. Nos citamos al pie de la torre
de la Iglesia de San Valero, en pleno cogollo del Barrio de Russafa de Valencia.
Allí encuentro a Pere Cervantes, un escritor que debuta en el género negro con
‘No nos dejan ser niños’, publicado por Ediciones B, la historia de los
crímenes cometidos por un psicópata en la isla de Menorca, al que debe dar caza
la protagonista, María Médem, una policía que, además es madre y tiene que
atender también sus asuntos domésticos. Como María, Pere es policía, más de
veinte años en servicio activo, lo que sin duda matiza de modo especial su
actividad creadora. El sol no hace justicia a la estación que vivimos. Al
contrario, se muestra con un poderío insultante más propio del mes de agosto.
Caminamos despacio hasta Pan Aria,
una panadería-cafetería próxima a la iglesia, en la que compartimos unos cafés
equivocados y charlamos sobre su trayectoria literaria. Y de la policial, claro,
sin descuidar la novela.
Pere, ¿qué le aporta la ficción a la vida de un policía?
Pere, ¿qué le aporta la ficción a la vida de un policía?
La ficción le aporta entusiasmo y pasión, es un refugio
seguro. Supongo que también hay una parte terapéutica en esta actividad, me di
cuenta de ello al escribir la primera novela que publiqué tras mi experiencia
personal en Kosovo. Con el paso del tiempo, además, la escritura se ha
convertido en una vía de escape de la que me siento plenamente dependiente.