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antes una necesidad que no podía tomarme en serio. Sin embargo, tras estudiar un tiempo en Iowa, la convertí en mi oficio». A comienzos del otoño, Elisa ha publicado su segunda novela, ‘El holandés’ (Tusquets Editores), desarrollada en el Benidorm de finales de los años ochenta, con episodios en Utrecht y otros lugares, y basada en un hecho real. Un hombre con ambición desmedida, haciéndose pasar por otro, consiguió vender un solar que no era suyo. El monto de la estafa ascendió a cuatrocientos millones de pesetas. Detrás de Rafael, el protagonista de falso nombre, se esconde el antiguo dueño de un bar y de una discoteca, al que se llegó a conocer como «el Rey de los bajos fondos». Decidido a recordar sus buenos tiempos, hace unos años Rafael se plantó ante Alba, una guionista de series, y le ofreció su historia. Sin duda era un proyecto atractivo y sugerente, difícil de rechazar para cualquier escritora. Una mañana de noviembre, fresca ma non troppo, poco antes del mediodía, conversé con Elisa Ferrer sobre su novela. Ocurrió en el Café Artysana de la ciudad del Túria, sentados a una mesa, al lado de una pared blanca, tapizada con media docena de cuadros. Tras pedir una infusión y un café comenzamos la charla. Grabadora mediante. Obviamente.
Elisa, ‘El holandés’ se inicia con unos párrafos que hablan
de un solar. Solar es la palabra clave de esta novela, una imagen que imagino
imposible en el Benidorm actual, un lugar pinchado de rascacielos.
Empezar por el solar me pareció una buena introducción para
que el lector supiera lo que encontraría en el libro y no se sintiese engañado.
El terreno era el punto de partida de la estafa de esta novela. Cuando estaba
acabando de escribirla, me di cuenta de que ese terreno era una metáfora de
nuestro país, de cómo un sitio privilegiado se convierte en un objeto de
especulación. Así que, en primer lugar, me acerqué a la historia de Benidorm,
que también es la historia de nuestro país y que, obviando los clichés, funciona
aquí como un personaje. Su evolución es muy parecida a la de Rafael, mi
protagonista. Benidorm era un pueblo que quería consagrarse como la ciudad de vacaciones
preferente de la Comunidad Europea y Rafael era un traficante de poca monta,
que pretendía convertirse en el cabecilla de una estafa multimillonaria y
engañar a los de arriba, cosa que consiguió.