«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

lunes, 29 de noviembre de 2021

Cómo olvidarte, Almudena

Almudena Grandes
por Fernando Vicente


No puedo acudir a tu entierro, Almudena. Pero sí puedo sumarme a tu recuerdo con este mínimo homenaje: un libro escrito por ti: 'Las tres bodas de Manolita'. Hemos pasado un fin de semana apagado, lleno de niebla, muy triste. Ojalá se pudiera borrar. Pero no se puede. Y así perdurará en mi memoria. Como también perdurará el día que Pilar y yo te conocimos en la Feria del Libro de Castellón, allá por 1989 o 1990, no sé precisarlo con exactitud. Acababas de ganar el Premio Sonrisa Vertical y nos dedicaste 'Las edades de Lulú'.


Siempre esperaré tu próxima visita a València con tu nueva novela debajo del brazo, para entrevistarte, asistir a tu rueda de prensa o, simplemente, leer tus conversaciones con otros compañeros. Pero ahora te has ido. Ya no volverás por esta orilla del Mediterráneo. 

Y, después de todo, solo queda una pregunta: ¿cómo olvidarte, Almudena?

No tengo respuesta para eso. Descansa en paz. 

Herme Cerezo

domingo, 28 de noviembre de 2021

Gracias por todo, Almudena

Almudena Grandes en la entrevista de 2014.

Domingo. 28 de noviembre. Hace frío a orillas del Mediterráneo. Me despierto. Son las siete de la
mañana. Mi primer pensamiento es para Almudena Grandes. La escritora madrileña falleció ayer por la tarde. La noticia temida. Ella misma comunicó su enfermedad en un artículo hace un tiempo. Tras desayunar, levanto el ánimo dispuesto a enfrentar los ejercicios de inglés. Cada día el inglés es devoción para mí. Hoy no. Hoy solo busco pretexto para olvidar la tarde de ayer.  Abro el libro. Me centro en eso que los ingleses llaman quantifiers: any, some, a little, many, much, a few, lot… De momento, no me motivan mucho. Conecto la radio. Juanjo Millás, Javier del Pino, Óscar López y Víctor Manuel hablan en la SER sobre Almudena. Es inevitable. Obligatorio. Deseado. Víctor Manuel dice, más o menos, que Almudena pertenecía a todos, que su fallecimiento es como si nos hubieran amputado un miembro y por eso nos duele tanto. No puedo estar más de acuerdo con sus palabras. Involuntariamente, dirijo la mirada hacia un rincón de mi librería. Justo donde guardo sus Episodios Nacionales de una Guerra Interminable. Robustos. Lomo negro. Letras blancas. Colección Andanzas. Número 730. Las únicas novelas en una balda de cuentos. Y de cuentistas. Me giro y cierro la página de la gramática inglesa. Any, some, a little, many and others deberán esperar un rato. No es su hora. Conecto el ordenador. Pulso las primeras teclas. Ignoro a dónde me llevan. A la memoria. Aunque la conocí en la Feria del Libro de Castellón de 1989, recuerdo la primera rueda de prensa con Almudena. Lugar: el entonces Hotel Astoria. En València. Le acompañaba Juan Cerezo, su editor. Éramos muchos. Una pregunta por barba. Supo a poco. A muy poco. Pero menos era nada. Me propuse entrevistarla alguna vez. Lo conseguí otra fría mañana. La de un día del mes de abril. Año 2014. Recién bajada del tren. El mismo escenario de cuatro años antes. Una mesita redonda albergó la grabadora, su café y mi té negro. Conservo la fotografía de las tazas. Almudena llevaba suéter azul. Y un constipado de pronóstico. Su característica voz se quebraba con toses. Le ofrecí un caramelo que aceptó. La cosa fluyó mejor. ‘Las tres bodas de Manolita’. La Posguerra. El Valle de los Caídos. La cárcel de Porlier, donde mi padre montó guardia en la posguerra… Acabamos la entrevista. Ojalá no hubiera terminado nunca. Una delicia hablar con ella. Un ejercicio de generosidad por su parte. De profesionalidad. Un placer. Una suerte compartir la primera media hora de aquella jornada suya en València. Un privilegio. Nunca se lo agradeceré bastante a Susana Alfonso y Amparo Gracia, las intermediarias en aquel encuentro.  
El rincón de Almudena entre mis libros
Luego fotos y una dedicatoria. No fue posible entrevistarla de nuevo. La editorial cambió de intermediaria. Ya no encontré hueco en su agenda promocional. Solo medios grandes. Da lo mismo. Me vale la memoria. El recuerdo es dulce. Entrañable. La noticia de su muerte me dejó el corazón helado. La mensajera fue Susana. Estaba acongojada, porque la quería mucho. Creo que igual que todos. Intenté calmarla a través del móvil, aunque sin mucho éxito. Su fallecimiento voló por las redes. Todos los medios se hicieron eco de ello. Hasta el presidente del gobierno la recordó en una breve alocución. Hoy, la Cadena Ser, con Juanjo Millás y Javier del Pino, me ha servido sus comentarios. Indispensables más que nunca. Impagables. Con Almudena se marcha una persona amable, combativa y fiel a sus ideas republicanas. Ha dejado escrito su último artículo y, también, una novela inédita. Allá donde estés, Almudena, encontrarás materia de escritura. Seguro que sí. Seguro también que no dejarás nunca de darle a la tecla. Como has hecho hasta el final de tus días entre nosotros. Gracias por todo lo que nos has dejado escrito, por tus palabras, por tu ejemplo de compromiso. Descansa en paz. A la tarde, tal vez yo regrese a los
qualifiers. O tal vez decida releer algún texto tuyo. Veremos.

Herme Cerezo

jueves, 18 de noviembre de 2021

Edmundo Paz Soldán: «La ciencia ficción es un buen instrumento para establecer un diálogo entre el futuro y el presente»

Nº 631.- El sol se cuela, silencioso, en el vestíbulo del Hotel Renasa. Falta media hora para el mediodía. Es domingo. Se percibe en el ambiente. A través de las ventanas, observo cómo los coches entran y salen de la ciudad por la carretera de Barcelona. El recepcionista me avisa de que Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967) bajará en breves minutos. El escritor sudamericano ha acudido a València para presentar su nuevo libro de cuentos, ‘La vía del futuro’ (Páginas de Espuma), en el Golem Fest València 2021. En sus ocho relatos, como reza la contraportada, Paz Soldán «explora las perturbadoras y laberínticas relaciones del ser humano con la Inteligencia Artificial todo un viaje insólito que abre las puertas de lo posible a un futuro que ya está aquí». Suena la campanilla del ascensor mientras se abre. Edmundo, sonriente, se dirige hacia mí. Nos saludamos. Mascarillas mediante. Poco después ocupamos los sofás de Recepción. El piloto rojo de la grabadora brilla. Es la hora de comenzar nuestra conversación.  

Edmundo, en ‘La vía del futuro’ encontramos una cita preliminar: «I program my own computer/Beam myself into the future» (Programo mi propia computadora/Me proyecto hacia el futuro). Procede de un tema del grupo Kraftwerk. ¿De alguna manera estas palabras han inspirado la escritura de estos cuentos?

Cuando comencé a escribirlos no estaba escuchando música. Fue otro día, mientras Kraftwerk sonaba en mi casa, cuando me dije que en la letra de ese tema había resonancias. La frase de la cita se me quedó dando vueltas en la cabeza y comencé a ver conexiones por todas partes. Esas cosas me suceden siempre que estoy muy metido en lo que escribo.

¿Desde cuándo arranca tu interés por la ciencia-ficción?

Como lector desde la adolescencia. Cuando comencé a escribir, publiqué dos novelas sobre este género: ‘Sueños digitales’ y ‘El delirio de Turing’. La primera se centra en los hackers y la otra en la manipulación de imágenes audiovisuales por parte de un gobierno. Sucedía entonces que yo me movía entre dos tradiciones muy fuertes: por un lado, la narrativa sudamericana, de contenido social y político; y por otro, algo más fantástico como era la ciencia ficción. Traté de unir ambas vertientes, pero los textos me salieron con menos ciencia ficción de lo que yo hubiera deseado. Esto pasó hace veinte años y creo que ahora he encontrado un punto en el que ambas tradiciones se han fusionado de mejor manera.

La realidad avanza muy deprisa, a grandes pasos, ¿acaso la ciencia ficción se va a quedar desfasada en algún momento?

Cuando tú escribes un cuento en el que aparece una pastilla anticonceptiva en pleno siglo XIX, eso es literatura mágica. Si escribes sobre la pastilla, ambientando la acción en los años sesenta, puede entenderse como algo provocativo. Y si lo haces ahora, suena a obsolescencia. Por tanto, creo que la realidad continúa su avance y normaliza ciertos aspectos que, en su momento, considerabas como fantásticos, pero que ahora parecen procesos ya inevitables.  

‘La vía del futuro’ contiene ocho cuentos que hablan sobre la Inteligencia Artificial (I.A.). Tal vez podías haber escrito una novela en lugar de los relatos, ¿por qué te decantaste por este formato?

Simplemente porque para mí el cuento es algo fundamental para narrar cosas muy específicas. Me gusta escribir libros de cuentos que guarden una cierta unidad, en los que los relatos dialoguen entre sí y respiren un mismo ambiente. Para mí el ejemplo más claro sería ‘Ficciones’ de Borges o ‘El Llano en llamas’ de Rulfo. Hacerlo de esta manera supone tener lo mejor de ambos mundos, es decir, la autonomía del cuento y, a la vez, la construcción de un espacio como el de una novela, que puedes habitar a lo largo de todas sus páginas. He de decir que, al principio, solo pensé en un cuento, ‘La vía del futuro’, que fue como el Big Bang del volumen. Después comencé a estirar de la madeja y descubrí que llevaba entre manos un libro que trataba sobre la relación de los humanos con la I.A.   

jueves, 11 de noviembre de 2021

Carlos Marzal: «Tratamos de matar el tiempo mientras el tiempo se dedica a matarnos a nosotros»

Nº 630.- 

Asegura Carlos Marzal que acostumbra a ser un tipo puntual y que prefiere esperar a ser esperado. Y doy fe de que se aplica a ello. Unos minutos antes de la hora concertada, a través de la cristalera del Hotel Plaza, lugar de nuestro encuentro en pleno centro de València, le vi caminar entre los transeúntes hacia la puerta. La noche había caído ya. El servicio de bar permanecía cerrado a esa hora. Un caballero, enfrascado en la lectura de un libro, ocupaba la mesa colindante. No había nadie más. La ausencia de huéspedes, o de visitantes, en la cafetería resultaba apropiada para charlar sobre ‘Nunca fuimos más felices’ (Tusquets), la reciente entrega de Marzal, «un tratado literario de filosofía epicúrea que reivindica la felicidad y ensalza el amor, la amistad, los libros, la bondad… a partir del fútbol», según reza la contraportada. La tecla del poeta y escritor valenciano va y viene entre recuerdos, anécdotas, escenas divertidas, conversaciones con otros escritores y el presente futbolístico de su hijo, que lleva diez años practicando el deporte del balón redondo sobre la hierba. Natural o artificial. Es, sin duda, uno de los títulos del año. O, al menos, un libro que se va a recordar durante mucho tiempo y que quizá convenga tener a mano para releer a discreción. Sobre la mesa, el piloto rojo de la grabadora, iluminado, nos otorgó su nihil obstat. Embozados en nuestras máscaras, el covid-19 acecha, comenzamos la conversación. Mientras, al otro lado de la cristalera, en la calle, el cuatro de noviembre de dos mil veintiuno disfrutaba de sus últimas horas.   

Carlos, según mis cuentas, llevas quince años sin publicar una novela o un artefacto literario como este, ¿por qué tanta demora?

No sé si hace tantos años, pero es verdad que llevo mucho tiempo sin publicar. Pero no he estado tanto tiempo sin escribir, porque he publicado libros de poemas, de aforismos y de relatos. Lo cierto es que a mí se me alargan los proyectos. Empiezo con una idea y siempre tardo más de lo previsto. Mis libros resultan más extensos de lo que pensaba y eso se debe a que disfruto mucho del proceso de la escritura. Desde joven tuve suerte de publicar en buenas editoriales y, como no he sufrido el ansia de la publicación, no me importa demorarme en ello.

‘Nunca fuimos más felices’ lo estoy leyendo de una manera rara para mí. He leído doscientas páginas, luego he saltado a la tercera parte, la ‘Prórroga’, y ahora continúo donde lo dejé. En el fondo, pienso que no quiero que el libro se me acabe.

Imagino que es importante leer con el orden establecido. No pasa nada porque uno se vaya a la parte final que, digamos, es una historia independiente, cuando ha leído ya una buena parte como es tu caso. Pero no creo que comenzar por el final sea bueno como iniciación a este libro, porque la ‘Prórroga’ es un contrapunto al resto. Este es un libro hímnico, celebratorio, que canta la amistad y el amor en general y, en particular, al fútbol. La parte final es muy dura y me parece que permite apreciar mejor todo lo anterior, en el sentido de que aceptamos la alegría de la vida a pesar de los pesares, aunque el final siempre es trágico.

La narración es intemporal, pero en un libro como este la intemporalidad es irrelevante, ¿no?

Creo que sí. El texto son anotaciones, que no tienen por qué estar datadas. Son reflexiones que salen al paso. Las fui escribiendo con el transcurso de los años y las he ordenado como me ha apetecido, con la intención de crear el ritmo adecuado, alternando capítulos cortos con otros más extensos y páginas densas con otras más escuetas.

Afirmas que a la hora de escribir la primera persona es la más importante, ¿por qué?

Bueno, porque creo que todo lo que escriben los escritores es autobiográfico. No importa el género. Me parece que los tratados de matemáticas también lo son, porque ¿qué hace un matemático escribiendo un libro sobre algo a lo que ha dedicado el tiempo de su vida? Desde ese punto de vista, todo es autobiográfico: la historiografía, la novela, la literatura confesional… En definitiva, aunque a veces se adopten otras personas para narrar, todo está construido desde el yo.

‘Nunca fuimos más felices’ es un libro que versa sobre el fútbol, aunque no solo. ¿Quedaron atrás ya los tiempos en los que los escritores que escribían sobre fútbol estaban mal vistos?

Han pasado los tiempos en los que los escritores, a los que les gustaba el fútbol, no lo confesaban. Sin embargo, sigue habiendo prejuicios con respecto al universo del fútbol desde el mundo de la alta cultura, que considera que hay formas de la cultura popular que no son dignas ni de estudio, ni de ser tratadas. Y a mí me ocurre lo contrario. Pienso que no hay grandes temas, temas excelsos de por sí, sino que hay talento o falta de talento en los artistas, en los escritores en este caso, para tratar de ver las cosas de una manera u otra. En principio, los conflictos entre ganaderos y agricultores en Wisconsin no tienen por qué interesarme demasiado, pero muchas veces ese es el origen de un western. Me gusta que los escritores me lleven al huerto, me seduzcan con un universo que, en principio, me es ajeno o desconocido.  

martes, 2 de noviembre de 2021

III edición GOLEM FEST VALÈNCIA

GOLEM FEST VALENCIA CRECE TRAS LA PANDEMIA

Golem Fest Valencia (Festival de Fantasía, Terror y Ciencia Ficción) se ha presentado a los medios de comunicación en el Monasterio de Miguel de los Reyes.


En la rueda de prensa se ha contado con la presencia de Carmen Amoraga (directora general de Cultura y Patrimonio), con Maite Ibáñez (concejala de Acció Cultural), así como con Susana Alfonso (directora del Golem Fest, agente literario, editora y promotora de autores y eventos culturales) y con José Luis Rodríguez-Núñez (director de marketing del Golem Fest, fundador de Bibliocáfe, profesor de escritura y promotor de eventos culturales).

Golem Fest Valencia reaparece en su 3ª edición, con más fuerza si cabe tras la pandemia, del 5 al 14 de noviembre. Dos fines de semana llenos de actos donde la fantasía, el terror y la ciencia ficción llenarán este año el auditorio Joan Plaça del Jardín Botánico (C/Quart, 80). Un Festival que va creciendo y asentándose gracias al esfuerzo de su organización, de los patrocinadores y de la entusiasta colaboración de editoriales y escritores.