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Nº 679.- La verdad es que acudo a la cita con
Paco Roca con el propósito de hablar con él acerca de su nuevo cómic, ‘El
abismo del olvido’ (Astiberri), publicado conjuntamente con Rodrigo Terrasa. Sin
embargo, apenas ha transcurrido una semana desde que Radio Televisión Española
le dedicase uno de los programas de la serie ‘Imprescindibles’. Así que el dilema está
servido. ¿De qué le pregunto? Pero la disyuntiva se disipa con rapidez. Lo
mejor que se puede hacer con Paco Roca es hablar sobre Paco Roca, a quien
conocí a comienzos del año 2008, cuando recién había publicado su ya eterno
álbum ‘Arrugas’, con el que empezaba a derribar barreras y eliminar prejuicios
sobre la capacidad del cómic como medio de expresión artística. Ya en aquella
primera entrevista, el artista valenciano se mostraba absolutamente convencido
de que todo, absolutamente todo, se puede contar mediante el lenguaje del
cómic. Y a demostrarlo se ha dedicado a lo largo de sus sucesivas entregas. En
ese sentido, Álvaro Pons, otro monstruo del mundo del cómic, hablaba en Babelia
de «la magistral perfección a la que ha llegado Roca para crear imágenes que se
clavan directamente en nuestras retinas y nos revuelven la conciencia». Paco ha
conseguido convertir en realidad su ilusión de siempre: contarnos la vida, con
sus memorias y desmemorias, en dibujos hablados. Con sus rotuladores y lápices
es capaz de trasladar al papel cualquier cosa que se le venga a la cabeza. Y su
trabajo ha elevado más aún, si cabe, la categoría del arte de la historieta. Galardonado
con el Nacional de Cómic y el Premio Eisner, entre otros muchos reconocimientos,
Paco Roca necesita poca presentación. Y desde hace un tiempo se ha salido de la
viñeta de papel para extender su actividad a otros territorios, como los murales
urbanos. Ha bajado el cómic a la calle, lo ha puesto en circulación, lo ha
incorporado a nuestras vidas como una parte más de la existencia. De todo ello,
por supuesto también de ‘El abismo del olvido’, cuya autoría comparte con
Rodrigo Terrasa, y de otras muchas cosas hablamos el primer viernes de febrero
en una cafetería del barrio de Patraix. Por la calle pasaba el frío, aunque no
mucho. Este año el invierno nos lo ha dosificado a cuentagotas. Al fondo de
nuestra conversación soplidos cansados
de la cafetera, tráfico de croissants y tostadas y el deambular de otras
personas que, junto a nosotros, desayunaban o bebían café. Paco hablaba sobre detalles
del mundo de la edición. Conecté la grabadora. Justo entonces. In medias res.
Piloto rojo encendido. Y lo que sigue es lo que registró durante nuestra
charla.
PR.- …Acabamos de vender los
derechos de ‘La casa’ para Sudamérica. El sudamericano es un mercado
complicado. Allí los cómics resultan muy caros, porque veinte euros, que aquí
es un precio más o menos razonable, los convierten casi en un producto de lujo
para países como Argentina o México. Además, hemos tenido también algunos
problemas en la distribución. No sé lo que ocurre, pero siempre hay algo que
hace que la cosa no termine de funcionar. Y es una verdadera pena, porque es un
mercado con un potencial enorme.
HC.- Paco, me sabe mal que te hayas
tenido que quitar el pijama para acudir a esta entrevista, aunque a estas horas
tan tempranas no sé si quedaría demasiado bien venir vestido así…
PR.- Cada vez lo
llevo menos tiempo. Hoy tengo un día de locos: una firma, unas reuniones, una
tertulia y la inauguración de la exposición de ‘Regreso al Edén’ en Riba-roja. Ya
no me quedan días tranquilos. En el ‘Imprescindibles’ del otro día, Elvira
Lindo decía que, cuando las cosas te van bien, se produce una especie de
conspiración para que no sigas trabajando. Y es cierto. Durante este año he
conseguido seguir produciendo al mismo nivel, pero al precio de no disponer de
tiempo para nada más. Y por ahora he de seguir así.