«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

viernes, 28 de junio de 2019

Edurne Portela: «La violencia es un tema inagotable, consustancial con la realidad»


Nº 580.- Adentrarse en el universo de Edurne Portela (Santurce, Vizcaya, 1974) ha constituido una de las mejores sorpresas literarias de lo que va de 2019. Había escuchado buenas opiniones sobre sus novelas, incluso había visto alguna crítica al respecto, pero hasta hace unos pocos días, no había tenido la oportunidad de leer nada suyo. Ni siquiera una columna o un artículo. Fue a primeros de junio, cuando pasó por la librería Bartleby de València, que tomé contacto directo con su obra. Edurne vino a presentar su nuevo título, ‘Formas de estar lejos’ (Galaxia Gutenberg), el segundo de su carrera como escritora de ficción, iniciada en 2017 con ‘Mejor la ausencia’ (Galaxia Gutenberg).  Decidí romper el orden secuencial de sus publicaciones y, de este modo, me asomé  directamente a ‘Formas de estar lejos’, cuyos protagonistas, Alicia y Matty, se conocieron en un pueblo sureño de los Estados Unidos, se enamoraron y decidieron construir una vida en común o, al menos, intentarlo. Alicia procedía de Euskadi. Abandonó su tierra en pos de una intensa carrera universitaria, mientras que Matty, cuyos padres nunca fueron un modelo de convivencia, había alcanzado esa forma de felicidad estable que crean las rutinas. Poco a poco, como si fueran recortes, manchas, flashes, la narración desvelará las mentiras y perversiones que se esconden detrás de una aparente vida perfecta. Matty y Alicia se mueven en un mundo de soledades compartidas, donde violencia y abuso se disimulan con el silencio y los espacios de seguridad vienen dados por la casa y la universidad.

jueves, 20 de junio de 2019

Sophie Hannah: «Tengo el gran honor de haber trabajado con Poirot, el mejor personaje creado por la literatura de misterio»

Fotografía cedida por Editorial Planeta.
Nº 579.- Desde la publicación de su primera obra en 1920, Agatha Christie escribió Treinta y tres novelas, dos obras de teatro y más de cincuenta historias breves con el personaje de Hércules Poirot como protagonista. En 2014, los albaceas de su legado, aprobaron la preparación de nuevas novelas del investigador de bigotes almidonados y exquisitos gestos. Fue así como la británica Sophie Hannah, autora experta en literatura policiaca, resultó elegida para escribir ‘Los crímenes del monograma’, primer título de la nueva serie protagonizada por el detective belga. En 2019, Hannah acaba de publicar la tercera entrega, que lleva por título ‘El misterio de las cuatro cartas’, editado por Espasa, en la que Poirot se ve involucrado en el envío de unas cartas firmadas por él a diversas personas, en las que se les acusa de haber cometido el asesinato de Barnabas Pandy, un sujeto a quien el detective no conoce y del que se ignoraba que hubiera muerto asesinado. El misterio está servido y las preguntas sobre quién puede ser el autor, o la autora, de las cartas y sobre quién pudo eliminar al señor Pandy brotan solas. Inevitablemente, Poirot tendrá que poner en funcionamiento su «materia gris» para averiguar qué entramado criminal se esconde detrás de esas cartas.


Desde siempre, Sophie Hannah (Manchester, 1971) ha sido una escritora apasionada por la obra de Agatha Christie. Alojada en la tranquilidad de su domicilio, en un interludio de la promoción de ‘El misterio de las cuatro cartas’ y mientras prepara la siguiente novela, que ya será la cuarta, tuvo la amabilidad de contestar un puñado de preguntas formuladas desde esta orilla del Mediterráneo. Lo que viene a continuación son precisamente sus respuestas.

¿Por qué escribe Sophie Hannah?
Escribir es mi pasión y mi «hobby». Es algo que he hecho desde siempre. Ya de pequeña sentía un deseo irrefrenable de contar historias. No puedo imaginar mi existencia sin hacerlo, porque escribir es mi manera de dar sentido a la vida.

De todos los géneros literarios que existen se decantó por la novela policiaca o de misterio, ¿lo hizo por algún motivo en particular?
He amado las historias de misterio desde que puedo recordar, desde que tengo memoria. A los seis años, leía a Enid Blyton; a los doce descubrí a Agatha Christie; y al cumplir los diecinueve, a Ruth Rendell. Devoré las novelas de estas autoras compulsivamente. No tengo ninguna duda de que el misterio es mi género favorito para leer y también para escribir.

miércoles, 19 de junio de 2019

Manuel Jabois: «Quiero llegar a los lectores con mis propias armas, con mi estilo»


Nº 578.- Ha adquirido relevancia por sus apariciones en prensa. Diario de Pontevedra, El Mundo y El País han publicado y publican sus artículos desde hace tiempo. Tiene una colaboración diaria, breve pero jugosa, en la Cadena Ser, dentro del programa Hoy por Hoy, donde se pueden escuchar sus comentarios sobre temas de actualidad. Ahora, Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978) se descuelga con su primera incursión en el territorio de la ficción. Y lo hace con una novela, ‘Malaherba’, editada por Alfaguara, una narración fronteriza entre la última infancia y la pubertad, la de Tambu, Elvis, Rebe y Claudia. ‘Malaherba’ es un libro de iniciación, de descubrimientos, de peligros, de asombros y perplejidades. Una prosa fresca, con retranca, pulida, bien engrasada, que se lee con pasmosa rapidez y deja un poso agridulce en el lector, es su mejor tarjeta de presentación.

Manuel, es la primera vez que te entrevisto, por tanto, esta pregunta es casi obligatoria: ¿qué significa para ti escribir?
Básicamente, escribir para mí significa ser bastante feliz. Me cuesta mucho ponerme a escribir y me cuesta mucho dejar de hacerlo y digo que soy bastante feliz porque se me ocurren muchas cosas que, aquí y ahora, no pasan por mi cabeza. Muchas veces vivo mejor en la escritura que fuera de casa. No puedo decir que los momentos de bajón, de tristeza o de preocupación se curen con la escritura, pero sí es verdad que después de escribir me siento bastante mejor. También me sienta muy bien escuchar lo que la gente opina de lo que escribo, porque yo escribo para los demás.

¿‘Malaherba’, por ser tu primera novela, es muy autobiográfica?
En realidad, no es la primera, ya que escribí una novela en gallego hace quince años. Sobre su carácter autobiográfico, no creo que tenga que cumplirse siempre esa norma. No sé cuál será la segunda, la tercera o la cuarta novela que escriba, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que decidí utilizar la primera persona para contar una historia más o menos lineal, concentrada en un tiempo y un espacio autobiográficos concretos, en los que el protagonista, un niño con la misma edad que un día tuve yo, vive y estudia en un entorno parecido al mío. A partir de ahí, la familia y los compañeros son completamente inventados. El protagonista tiene obsesiones, inseguridades, dudas y miedos que sí son míos, igual que su mirada. Si no lo fueran, resultaría muy complicado para un escritor novato como yo haber inventado todo eso. He escrito la novela desde el punto de vista de la humildad.

¿Has escogido precisamente la primera persona para narrar por esos rasgos tuyos a los que aludes?
A la tercera persona le tengo mucho respecto. Creo que no sabría manejar bien la omnisciencia y que enseñaría demasiado al lector. Hay que poseer un dominio narrativo muy grande para utilizarla. Además, como provengo de la crónica y del reportaje, tal vez me hubiera podido más la pulsión periodística que la literaria a la hora de escribir. Con la primera persona, el problema radicaba en localizar la voz narrativa de un crío de esa edad. Pero como  todavía conservo bastante de adolescente, me parece que no me ha quedado mal.

jueves, 13 de junio de 2019

Rafel Nadal, Premi Ramon Llull 2019: «A mí los lectores me importan mucho»

Nº 577.- Mateu crece en una familia rota que no siente como suya. Desde niño lucha por dejar atrás los gritos, las peleas y las miserias de la Mina, su hogar, la casa más pobre de Caldes de Malavella, la población donde él vive. Para ayudar a su madre a sacar la familia adelante y labrarse su propio futuro, acepta cualquier trabajo, por modesto que sea. Pronto descubrirá que sus orígenes se ocultan detrás de un secreto del que nadie habla, pero que todos conocen. La historia se complica con un hecho real: la llegada a Caldes en 1944 de mil marinos italianos, procedentes del hundimiento del acorazado Roma de la Marina Italiana, bombardeado por la aviación del III Reich. Un día, a sus setenta años, Mateu decidirá averiguar quién es realmente su padre y visitarle para conocerlo. Con esta materia prima, Rafel Nadal (Girona, 1954) ha escrito ‘El hijo del italiano’, editada por Planeta, novela con la que ha obtenido el Premi Ramon Llull 2019.

SOBRE LA PROMOCIÓN

Hace unos días, Rafel Nadal anduvo por Valencia para presentar ‘El hijo del italiano’, porque desde siempre – Charles Dickens ya lo hacía – los escritores también promocionan sus libros, aunque algunos eso no lo llevan muy bien. «Es verdad, los escritores no debemos renunciar a ello, no podemos decir que estamos al margen y que nuestro trabajo concluye con la escritura. Al final, las librerías son un milagro, igual que las editoriales. Se lo debemos todo a libreros y editores y hay que ayudarles. Tampoco hay que olvidar a los clubes de lectura a donde acudimos para hablar de nuestras novelas. Son muy importantes. Los miembros de los clubes son personas que llevan muchos años leyendo, saben muy bien lo que buscan en un libro y lo que quieren preguntarle a su autor». En ocasiones, los mismos clubes le han facilitado su tarea a Rafel Nadal, aunque sea de modo involuntario. «A lo largo de mi carrera literaria, los lectores me han proporcionado muchas historias. No soy uno de esos escritores que dicen que no les importa el público. Yo no me escondo, a mí los lectores me importan mucho. Me encanta que se introduzcan en la historia y se sientan interpelados por lo que escribo. Sin ellos escribiría igual, porque es algo que no puedo evitar, pero mientras trabajo pienso que hay personas que se pueden emocionar con lo que les cuento y eso me produce un gran placer». 

Décimo aniversario de 'El tiempo entre costuras' de María Dueñas

10 AÑOS





EL TIEMPO ENTRE COSTURAS

de



MARÍA DUEÑAS





Más de 5 millones de ejemplares, 42 traducciones y una gran adaptación audiovisual





Para celebrar estos 10 años de éxito, Editorial Planeta ha viajado con la autora a los maravillosos escenarios de la novela en Tetuán y ha recorrido los vestigios del antiguo Protectorado español.



«Mi Tetuán es el legado que he recibido, toda una herencia de conocimiento y de corazón. »

María Dueñas



martes, 11 de junio de 2019

Carlos Hernández de Miguel: «La verdad se acaba abriendo camino, aunque en España los obstáculos son mayores que en el resto del mundo democrático»

Imagen cedida por la editorial.

Nº 576.- ‘Los campos de concentración de Franco’ de Carlos Hernández de Miguel (Madrid, 1969), publicado por Penguin Random House, es una obra que se echaba de menos dentro del panorama historiográfico de la Guerra Civil y la posguerra. Su aparición viene a rellenar un hueco solo parcialmente cubierto hasta ahora por obras monográficas y específicas, que han carecido de la suficiente difusión entre los especialistas y el público lector.  Hernández de Miguel ha escrito un volumen exhaustivo, intenso, que abarca desde el listado de los campos de concentración existentes en España, clasificados en provisionales, estables y de larga duración, hasta el testimonio personal de muchas de las personas que vivieron el horror entre sus muros, sus barracones o sus alambradas. Conventos, plazas de toros, campos de fútbol, naves industriales, cuarteles… todo sirvió para hacinar a miles de prisioneros procedentes del derrotado ejército de la República. Quizá para entender un poco lo que allí se vivió, valga la pena reproducir aquí la frase de uno de los reclusos, Eduardo de Guzmán, que el propio Carlos Hernández de Miguel  incluye en los comienzos del libro: «Pronto envidiaremos a los muertos».

Carlos, Vd. ha sido y es corresponsal, periodista y escritor, ¿qué significa la escritura para usted?
En mi caso es la herramienta para contar historias y describir la realidad.

¿Por qué publicar ahora este libro sobre los horrores de los campos de concentración? ¿Fue sólo a petición de los lectores, como indica en el propio texto, o le movía algún otro motivo a hacerlo?
Realmente fue una petición que recibí mientras realizaba mi anterior investigación sobre los españoles y españolas que fueron deportados a los campos de concentración nazis. Algunos de los supervivientes a los que entrevisté y sus familiares me pidieron que, cuando publicara ese libro, me centrara en los campos de concentración franquistas que eran mucho menos conocidos que los abiertos por Hitler.

¿A su juicio por qué nadie hasta ahora se había interesado en publicar nada sobre este asunto?
Ha habido algunos trabajos sobre el tema como el que realizó el historiador Javier Rodrigo en 2005. También hay media docena de monografías sobre campos específicos, muy destacadas. Sin embargo todos estos trabajos se habían quedado en el ámbito académico o local y no habían llegado al gran público. El que nadie lo hiciera antes yo lo atribuyo a esa anomalía en la que vive nuestro país. Una anomalía donde nos robaron la memoria y falsearon la Historia. Lo hizo Franco, durante 40 años de dictadura, con el objetivo de ocultar sus crímenes y blanquear su represión. El problema es que no corrigió el error nuestra democracia. Aquí no ha habido una política estatal encaminada a sacar a la luz nuestro pasado. Lo hicieron Alemania, Japón o Austria. Lo hizo mucho después Rusia, Argentina o Chile… pero aquí seguimos viviendo en las mentiras, el silencio y las medias verdades.

Señala Vd. que este libro no hubiera sido posible sin el trabajo de tantos y tantos archiveros anónimos que hay en este país, ¿la sociedad española es realmente consciente de la importancia del cometido que ellos desarrollan?
En absoluto. Este país nunca ha cuidado esos templos de nuestra Historia que son los archivos y mucho menos al personal que trabaja en ellos. No es casual. Obedece al mismo problema que he mencionado en la pregunta anterior. Aquí se ha tratado de que no miráramos hacia el pasado, de que no conociéramos lo que sucedió durante la guerra y la dictadura. Y una de las estrategias que han utilizado los poderes públicos para conseguirlo es no realizar una política archivística que permitiera analizar la documentación existente para ponerla a disposición de investigadores y ciudadanos. Los archiveros luchan muchas veces contra esa dinámica y realizan un esfuerzo extra para facilitar el trabajo a personas como yo. Por eso quise dedicarles este libro. 

miércoles, 5 de junio de 2019

Ramon Solsona: «Recordar a las víctimas de las dictaduras es una forma de evitar su repetición»

Foto cedida por Proa

Nº 575.- Conocí la literatura de Ramon Solsona por casualidad pura. Fue uno de esos rebotes de la curiosidad humana. Ocurrió hace dos años, una tarde de invierno, saboreando un paseo. El escaparate de una librería, Tres i quatre, de la calle San Fernando de València, exhibía un surtido de buenos libros. Generoso. Interesante. Diverso. La portada de uno de ellos atrajo mi atención: un hombre y una mujer bailando en una cocina. Blanco y negro. No había música, pero sonaba una melodía. Su título: ‘Allò que va pasar a Cardós’ (‘Todo lo que sucedió en el valle’, en su versión castellana). Lo compré. No lo leí, lo devoré. A partir de aquel momento, decidí seguir, dentro de lo posible, la trayectoria literaria de su autor, Ramon Solsona (Barcelona, 1950). Otro de sus títulos, ‘L’home de la maleta’ (‘El hombre de la maleta’), cayó en mis manos después. Me gustó. Mucho. En 2019, ahora, es cuando termina de publicar ‘Disset pianos’ (‘Diecisiete pianos’), editada por Proa, una novela que parte de un encargo: «No malvendas los pianos», las últimas palabras que el restaurador rumano Peter le dijo a la Mei, su pareja, una mujer que trabaja en una agencia y que no sabe nada de pianos. Y de venderlos, menos. A partir de ahí, la peripecia de la venta y las nuevas relaciones que la Mei establecerá con otras personas constituyen la primera parte del libro. La segunda, que transcurre en Bucarest, desvela un enigma vital: la cara B de Peter y su familia, al tiempo que traza un retrato de la Rumanía de la postdictadura, del capitalismo, de las cicatrices malcuradas. Son las cinco de la tarde cuando comienzo a conversar con Ramon Solsona. Por teléfono. En catalán. La grabadora graba todos los idiomas. Es la suerte que tenemos los que nacimos asomados al Mediterráneo y hablamos más de una lengua. Es la suerte de compartir un territorio lingüístico común. Es la suerte de poseer la capacidad para leer libros en su versión original, sin doblajes.  

Ramon, después de una trayectoria tan larga y provechosa como la suya, ¿qué significa para usted escribir?
Bueno, la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: escribo porque no lo puedo evitar. Se me presentan delante de mí una serie de temas y no soy capaz de negarme a escribir sobre ellos, dedicándoles todo mi esfuerzo y trabajo durante un tiempo.
¿Algo parecido a una enfermedad?
Digamos que es un impulso irresistible.
¿Cómo surgió la idea para escribir ‘Disset pianos’?
A diferencia de ocasiones anteriores, esta historia me la encontré un poco hecha. Conocí a una mujer que había perdido a su pareja, que había sido afinador y restaurador de pianos. De pronto, ella se vio inmersa en el compromiso de vender diecisiete pianos. El piano es un instrumento muy bonito, pero es un trasto que pesa entre doscientos y trescientos kilos y, si no tienes ni idea de cómo hacerlo, la tarea resulta harto complicada. A partir de este hecho real, aproveché otras cosas, también sucedidas en la realidad, y comencé a escribir la novela, cuya segunda parte discurre en Bucarest y tiene poco que ver con la primera.