Vicent Torrent |
No es fácil para mí hablar de la despedida de los escenarios del grupo valenciano Al Tall. Y no lo es porque significa cerrar la ventana de una de las épocas más entrañables de mi vida, la que comenzó a los veinte años, la de la universidad, la de los viajes, la de los pubs, la de muchos recuerdos que, de repente, se apretujan a las puertas de la memoria y que el tiempo ha intentado diluir con paso silencioso, lento y firme. Pero todo llega, los ciclos se cumplen y hay que cerrarlos. Y eso ha hecho Al Tall, que comenzó a dar conciertos allá por el año 1975 en el Camp d’Esports de la Pobla Vallbona y terminó de hacerlo el pasado viernes 18 de octubre de 2013, en el Palacio de Congresos de Valencia, en una despedida multitudinaria a la que acudieron una treintena de artistas invitados, los cuales, de este modo, rindieron un merecido y caluroso homenaje a la banda. Treinta y ocho años y dieciocho trabajos discográficos les contemplan. Ahí es nada. Se dice pronto pero son el fruto de muchas horas de esfuerzo, de estudio y de ensayo en su andana de Massanassa. Desde el mítico ‘Cançó popular al País Valencià’ hasta ‘Vergonya, cavallers, vergonya’, el cedé dedicado al rey Jaume I en el año 2009 y que, a la postre, ha significado su despedida de los estudios de grabación. De todo esto y también del futuro conversé hace unas fechas, cuando ya todo había acabado, con el alma mater del grupo, Vicent Torrent, fundador del mismo junto a Miquel Gil, Manuel Lledó, que nunca llegó a actuar en directo, y Manolo Miralles. Este último, precisamente, también ha aguantado el tirón desde el primer día hasta el final.
Vicent, algunos cantantes en lengua valenciana abandonaron su tierra para vivir de la profesión, vosotros, sin embargo, habéis resistido y os habéis quedado en Valencia.
Pues sí y no creas que ha sido fácil. Desde luego somos de aquí, tenemos aquí a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestra gente, a nuestra casa, ¿a dónde tendríamos que ir? A ninguna parte. En Valencia estamos de maravilla.