Editorial Cátedra, dentro de su Colección
Letras Universales, acaba de editar una de las novelas no tan conocidas del
escritor Wilkie Collins: ‘La sotana negra’, obra que vio la luz como un solo
volumen en el año 1881, aunque antes y de acuerdo con la costumbre de la época
había sido publicada por entregas en la revista ‘All the Year Round’, cuyo
propietario era Charles Dickens. Aunque aparentemente se trata de un libro que
arremete contra la religión, en realidad la utilización del tema religioso le
sirve a Collins para crear un malvado personaje, el padre Benwell, y enfrentar
el poder manipulador de la religión contra el poder del amor. La presente
edición es obra de Damià Alou, autor igualmente de la traducción, y la portada
es una reproducción de la edición original.
‘La
sotana negra’ está dividida en tres partes (‘Antes de la historia’; ‘La
historia’; y ‘Después de la historia’) y redactada en capítulos breves, que
tienen vida propia y explotan para enlazar unos con otros mediante la conocida
técnica utilizada en las publicaciones por entregas. Siguiendo la práctica
habitual de Collins, la narración parte de diferentes voces, aunque una de
ellas, la del comandante Hynd, se revela como omnisciente y superior a las
demás al tiempo que les sirve como soporte. Los personajes fundamentales son Lewis Romayne, Stella y el padre Benwell,
que constituyen el triángulo sobre el que se asienta la narración. Stella y
Benwell pugnarán por atraerse a Romayne, un personaje presentado como un tanto
ambiguo e indefenso. Stella lo hará con las armas del amor, mientras que el religioso
utilizará las propias de un soldado de Dios, las de un jesuita tratando incluso
de que el joven ingrese en el sacerdocio. Sin embargo, el desarrollo de la
acción aportará nuevos matices a la novela, sugiriendo la posible inclinación homosexual
de Romayne. Desde este punto de vista, Collins trata el tema de la
homosexualidad, un asunto delicado en la Inglaterra de la época, cuya práctica
se penaba con la cárcel e, incluso en alguna ocasión, con la pena de muerte. Si
bien a lo largo de la novela se observa su poca simpatía hacia la Compañía de
Jesús, especialmente por sus labores proselitistas, el gran mérito de Collins
es que permite que los personajes hablen como lo que son y defiendan sus ideas
propias. Este valor, junto con su minuciosidad estructural, la viveza de los
diálogos y el entramado de entresijos que cruzan la narración, convierten ‘La
sotana negra’ en una de las novelas más interesantes de este escritor inglés.
En 1859 publicó su primer gran éxito, ‘La
Dama de Blanco’, obra que el crítico Harry Quilter calificó como “un texto pionero […] que señalaba una nueva época en el mundo de
la novela”. Unos años antes Collins conoció a Carolina Graves con la que
mantuvo una relación que, salvo una breve interrupción, duraría hasta su
muerte, si bien los tres hijos que dejó como descendencia los tuvo con Martha
Rudd, compatibilizando ambas relaciones con absoluta normalidad. Su salud no
fue demasiado buena y padeció enfermedades del hígado, gota, casi con toda
seguridad estrés y también alguna enfermedad venérea, probablemente procedente
de sus correrías con Dickens. Julian Hawthorne lo describió como “fofo, rollizo y pálido, atacado por
diversas dolencias con el hígado estropeado, el corazón débil, los pulmones
flojos y el estómago averiado”.
A ‘La Dama de Blanco’ le siguieron ‘Sin
nombre’, ‘Armadale’ y ‘La piedra lunar’, en la que aparece el sargento Cuff,
primer policía que utilizó la lupa como herramienta de investigación en obras
policiales de ficción. ‘La piedra lunar’ fue publicada en un momento en el que
la criminalidad había aumentado en Inglaterra y los lectores demandaban la
aparición de un detective justiciero que restituyese el orden establecido. El
máximo exponente de esta tendencia sería Sherlock Holmes, personaje creado por
Sir Arthur Conan Doyle. Al igual que hizo en su momento su amigo Dickens,
Wilkie Collins viajó a Estados Unidos para presentar sus novelas, aunque no
alcanzó la repercusión obtenida por el primero. Poco a poco su salud fue resquebrajándose.
Después de publicar algunas obras más, entre ellas ‘La sotana negra’, Wilkie
Collins expiró el 23 de septiembre de 1889.
A Collins le tocó vivir un tiempo cambiante
en la sociedad inglesa. La revolución industrial proporcionó más tiempo libre a
los obreros que trabajaban en las fábricas, un tiempo que no todos querían invertir
trasegando licor en las tabernas. Unido esto a que la tasa de alfabetismo en
Inglaterra a lo largo del siglo XIX ascendió casi al noventa por ciento, es
fácil explicar la expansión de la
literatura de la que Collins, igual que otros autores, logró beneficiarse.
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 08/09/2014
‘La sotana negra’ de Wilkie Collins. Edición
de Damià Alou. Ediciones Cátedra, colección Letras Universales, año 2014.
Formato bolsillo, tapa blanda y 473 páginas. Precio: 20 euros.