«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 1 de julio de 2025

Santiago Díaz: «Me gusta, escribir sin tener limitaciones de ningún tipo y eso lo consigo con la novela».

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Nº 703. Cuando hablo con Santiago Díaz, al que conocí en València Negra 2025, lo encuentro satisfecho con
su presencia en la Feria del Libro de Madrid, donde ha cosechado una gran afluencia de lectores, ávidos por conseguir su firma y compartir unos minutos con él. Ha sido «una verdadera locura, un lleno absoluto, no me puedo quejar», me explica al otro lado del hilo telefónico. Tras cerrar la trilogía policiaca, protagonizada por la inspectora Indira Ramos, y escribir ‘Los nueve reinos’, una más que interesante incursión en el género de la novela histórica, Santiago regresa ahora al territorio negro con ‘Jotadé’, publicada por Alfaguara, donde nos presenta la azarosa existencia del subinspector Jotadé Cortés, el único policía gitano de su comisaría, un sujeto imprevisible, dotado de una certera habilidad para resolver los casos que surgen y que esquiva las normas como le conviene. El libro presenta un arranque muy potente, en el que dos hombres son destripados y arrojados al vacío desde un puente de la M-30, al más puro estilo de los ajustes de cuentas entre clanes del mundo de la droga. Discurre la media tarde de un lunes de junio, caluroso, cuando conecto la grabadora, despliego las preguntas que llevo preparadas y comenzamos nuestra conversación. El piloto rojo, atento vigilante,
  luce encendido, siempre encendido. Siempre vigilante.

Santiago, en ocasiones voces envidiosas dicen de algún escritor que «escribe dolorosamente bien». Si yo te digo eso mismo referido a ti, a qué te suena?

Me lo tomo como un halago, porque para mí esto es un premio. Mi carrera como escritor, igual que la de guionista, comenzó por casualidad. Yo era profesor de Educación Física y una vez escribí un guion como podía haber construido una maqueta de barco. Se me dio bien, me contrataron y todo comenzó ahí. Y lo mismo me ocurrió con mi carrera de escritor: hice una prueba, a la gente le gustó, he ido aprendiendo y ahora disfruto de una profesión que no conocía de nada, hasta que se me plantó delante. Y los halagos los agradezco, pero con los pies en el suelo, sin creérmelo demasiado.