Herme Cerezo/SIGLO XXI, 09/05/2011
Pau Gómez (Valencia, 1978), periodista que actualmente trabaja en Ràdio 9, termina de publicar su opera prima: ‘La estirpe del mal’, editada por Carena Editores, toda una proeza en una ciudad como Valencia donde este tipo de fenómenos, un valenciano publicando en su tierra, no se da muy a menudo. ‘La estirpe del mal’ es una novela que se desarrolla en la Argentina de los años sesenta donde un rico terrateniente agoniza en su cama. Su salud empeora en extrañas circunstancias y a ningún trabajador de la finca se le permite acceder a la habitación y, mucho menos, mirarle a la cara. Por ello, cuando el joven Sebastián decide incumplir esta extraña prohibición, pierde la vida. Pero este no es sino el inicio un trepidante thriller donde las sorpresas y los giros insospechados se suceden para atrapar al lector desde la primera página hasta su vibrante desenlace.
Pau, siempre has estado al otro lado de la barrera, manejándote como preguntador, como director de la conversación, ¿cómo te sientes hoy en el papel inverso?
La verdad es que me siento extraño. Echo de menos ser la persona que lleva la iniciativa, el conductor de la conversación. Y me doy cuenta de que promocionar una obra artística requiere mucho trabajo y dedicación.
Acabas de pasar de la palabra hablada a la escrita, ¿qué te ha motivado a realizar ese cambio?
Fue un paso en absoluto premeditado. Un día tuve una idea y como me gustaba mucho escribir me puse a ello y, poco a poco, fui narrando la historia. Pensé en primer lugar en el prólogo y lo escribí sin saber cómo continuaría. El resto se fue desarrollando por sí mismo.
¿Te ha resultado fácil vencer el temor a la primera obra?
Me daba cierto miedo que mi libro estuviera al alcance de todos, porque contiene mi propio mundo y me preguntaba qué pensarían los lectores sobre él. Pero una vez superado ese temor y como la obra, afortunadamente, está gustando, pues la idea que se me ha quedado al final es que la novela engancha, gusta y que se recomienda por el boca a oreja.
‘La estirpe del mal’ es un thriller esotérico. Ese tipo de novela no surge sin unas lecturas previas, ¿qué escritores han influido en tu modo de narrar?
Por el comentario que el escritor Santiago Posteguillo incluyó en la contraportada del libro, todo el mundo piensa en Dan Brown como mi referente. A Brown hay que reconocerle el mérito de abrir la puerta a un montón de literatos que han entrado de golpe por ella. Pero, aunque alguna influencia suya sí que la hay, todo eso para mí es anecdótico. Creo que mi escritura fluye de un montón de autores, desde Oscar Wilde o Tolkien hasta Thomas Harris, pasando por la novela negra o la trilogía del sueco Stieg Larsson.
¿Por qué crees que este tipo de libros tiene tanto gancho entre el público lector?
Incluyendo mi novela, se trata de una literatura de consumo muy fácil y rápido, una evasión. El mundo esotérico ofrece suficiente margen para jugar con la imaginación y proponer cosas que otros no han propuesto antes, es un terreno muy amplio que permite experimentar. Si, además, lo mezclas con la religión y conspiraciones internacionales, todavía da para mucho más, porque la gente, cuando encuentra un elemento sobrenatural en un libro, se engancha y le da la oportunidad al escritor de ver a dónde le quiere llevar.
Hablabas antes de la novela como reflejo de tu mundo personal, ¿hay mucho de Pau Gómez en ‘La estirpe del mal’?
Sí que hay elementos muy míos en el libro. No es que el protagonista sea un alter ego, pero sí que posee cosas extraídas de mi propia personalidad y, además, hay referencias de la cultura que he podido consumir a lo largo de toda mi vida: desde las películas de Truffaut hasta la música de Clapton o Springsteen, sin olvidar el mundo del cómic. La novela no habla de mí, pero los personajes se comportan de una manera muy parecida a como yo lo hago en ocasiones.
¿La novela está basada en hechos reales?
No, no, en ningún momento pretendía hacer un libro histórico, es pura ficción. Creo que en los relatos trepidantes cuando planteas un malo muy malo y un bueno muy bueno, el malo ha de ser el personaje clave. Sencillamente me pregunté quién podría ser el peor malo para una novela y pensé en Hitler. Además, como murió en circunstancias tan extrañas, me dio por elucubrar sobre qué habría pasado si no hubiera muerto, hubiera tenido un hijo y hubiera podido aleccionarlo para que rematase la obra que él dejó inconclusa.
¿El título de la novela no suena como muy clásico?
El título se me ocurrió cuando pensé que Hitler podía perpetuar su estirpe a través de un hijo. Yo quería hacer una reflexión sobre el peligro del totalitarismo y de los abusos de poder. Y la verdad es que la estirpe del mal no se acaba nunca. Cuando piensas que la has erradicado, sigue ahí.
En las primeras veinte páginas hay tres asesinatos, esto no es casualidad, ¿no?
Sabía que en las primeras páginas había que asesinar a alguien, porque esa es una de las características inherentes al thriller, el modo de transmitirle al lector qué tipo de obra tiene entre manos. Luego el ritmo de muertos desciende y la historia se desarrolla poco a poco.
Argentina aparece como un refugio de nazis, en los años cincuenta y sesenta, ¿su presencia en aquel país era sabida y consentida?
Se sabía eso y también sus nombres auténticos y el lugar dónde residían. Si todos los asesinos más sanguinarios acaban en un mismo país, los servicios de inteligencia norteamericanos deben saberlo. No lo reconocerán nunca, pero creo que lo mantuvieron oculto durante los años de la Guerra Fría como un recurso para tener un aliado de peso en la lucha contra los comunistas. Como compensación a este silencio, los nazis suministraban científicos, porque ellos, desde el punto de vista experimental y dejando a un lado sus aberraciones, estaban muy avanzados.
Los escritores de tu generación son muy visuales, a la hora de plantearte la escritura de la novela, ¿qué ha pesado más: la estructura literaria o la cinematográfica?
A mí me pesa más la opción cinematográfica porque, aunque he leído bastante como decía antes, he visto mucho más cine y, entonces, resulta inevitable ese planteamiento, aunque no lo he hecho adrede. Al comenzar a escribir cada capítulo, yo tenía la visión como si fuera a rodarlo en lugar de escribirlo. Y creo que eso les ocurre también a los lectores de hoy.
La última, que enlaza con la primera: como presentador y entrevistador eres capaz de mantener el interés de la audiencia, ¿te ha resultado fácil conseguir lo mismo en el terreno literario?
Cuando remataba cada capítulo, siempre me obligaba a escribir una frase que incitase al lector a leer un poco más. No he pedido consejos a nadie y me he arriesgado a seguir este criterio porque pensaba que si a mí me enganchaba la novela, al público también le pasaría igual.
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