Llegó con un poco de retraso. Unos minutos. Lo justo, vestido
con vaqueros y un suéter azul casi celeste. Tiene aspecto juvenil. Y el pelo,
cano. El móvil en la mano. Utilizando terminología histórica, las entrevistas
asedian al escritor con fama. Juan Gómez-Jurado se encuentra en plena promoción
de su última novela, ‘La leyenda del ladrón’, editada por planeta. Además se ha
convertido en uno de los twiteros más activos del país. Su lista de seguidores,
más de ciento cuarenta mil, crece día tras día. “En promoción esto del twiter me obliga a no tener ni un solo minuto de
calma”. El autor madrileño, afincado en Galicia, con su exitosa y
galardonada carrera literaria a cuestas, no se abruma ante la presión de un
nuevo libro. Se lo toma con calma. “No sé
cómo responder a eso. Creo que no es más que una etiqueta. Escribo para mí, que
soy mi primer cliente, y luego para mi mujer. Si a ella le gusta, ya estoy
feliz. Escribo lo que a mí me gustaría leer. No puedes preocuparte de si a los
demás les va a gustar o no”. Sea como sea, en esta ocasión Gómez-Jurado formula
una nueva propuesta, brinda una pirueta y se pasa al género de aventuras con
trasfondo histórico.
‘LA LEYENDA DEL
LADRÓN’: EL ARGUMENTO
En 1587, Sevilla era la ciudad más importante del mundo. Con ciento cincuenta mil almas y la peste que se había llevado por delante miles de vidas, era lugar idóneo para la picaresca, el hampa, el trapicheo y la corrupción. Mendigos, prostitutas, nobles, comerciantes, ladrones y espadachines pululaban por sus callejuelas. En aquellos días, a una venta de Écija llega una partida comandada por el comisario de abastos del rey, Miguel de Cervantes. Llevado por la compasión, Miguel salvará de la peste a un niño que posteriormente será clave en su vida: Sancho de Écija. Admirado por la valentía del chaval, Miguel se juega el cuello y decide llevarlo para su cuidado y educación en el orfanato de Sevilla. Ya de adulto, la vida de Sancho cambiará precipitadamente el día en que un extraño caballero inglés, vagabundo, autor y poeta, de nombre Guillermo de Shakespeare, le meta en un lío con el dueño de la taberna donde trabaja. En el contexto histórico que actúa de telón de fondo, trabaremos conocimiento con Isabel I de Inglaterra, con Felipe II, con la Armada Invencible y con Monipodio, el rey de los ladrones, entre otros muchos.
En 1587, Sevilla era la ciudad más importante del mundo. Con ciento cincuenta mil almas y la peste que se había llevado por delante miles de vidas, era lugar idóneo para la picaresca, el hampa, el trapicheo y la corrupción. Mendigos, prostitutas, nobles, comerciantes, ladrones y espadachines pululaban por sus callejuelas. En aquellos días, a una venta de Écija llega una partida comandada por el comisario de abastos del rey, Miguel de Cervantes. Llevado por la compasión, Miguel salvará de la peste a un niño que posteriormente será clave en su vida: Sancho de Écija. Admirado por la valentía del chaval, Miguel se juega el cuello y decide llevarlo para su cuidado y educación en el orfanato de Sevilla. Ya de adulto, la vida de Sancho cambiará precipitadamente el día en que un extraño caballero inglés, vagabundo, autor y poeta, de nombre Guillermo de Shakespeare, le meta en un lío con el dueño de la taberna donde trabaja. En el contexto histórico que actúa de telón de fondo, trabaremos conocimiento con Isabel I de Inglaterra, con Felipe II, con la Armada Invencible y con Monipodio, el rey de los ladrones, entre otros muchos.
Cuatro años le ha llevado escribir ‘La
leyenda del ladrón’ a Juan Gómez-Jurado. “En
los cuatro años que me ha costado construir este libro hubiera podido escribir
tres thrillers enteros, pero yo quería contar esta historia y de este modo. Han
sido tres años de documentación y uno de escritura“. Incluso ha llegado a
vestirse como un personaje del siglo XVI. “Bueno,
eso fue para el reportaje de una revista. Quería saber qué se sentía vestido de
aquel modo y lo peor de todo es lo incómoda que resulta de poner. Una vez la
llevas, te manejas mejor”. Durante ese periodo tan prolongado no le ha
resultado fácil continuar con la escritura. “Ha sido mucho tiempo. Cada día me planteaba la idea de arrojar el libro
por la ventana, pero la he combatido con la resistencia de la perseverancia. Al
concluirla tuve una intensa sensación de paz”. El género de aventuras no
está demasiado lejos del thriller, al que tan acostumbrado está Gómez Jurado. Y
sus lectores. Además, en el fondo no son géneros tan diferentes. “Los dos sirven a propósitos similares, pero se
diferencian especialmente por el modo de narrar. La novela de aventuras tiene
una dimensión más humana, menos tecnológica. El thriller presenta un
protagonista que ha de responder a un peligro físico con un reloj en contra, lo
que te permite ser más concreto y no profundizar demasiado en los personajes”.
A pesar de los siglos transcurridos, la realidad hispana que describe ‘La
leyenda del ladrón’ no dista mucho de la actual: comerciantes, corrupción,
banqueros, mala administración, endeudamiento de la monarquía… “Mientras leemos el libro somos conscientes
de que estamos inmersos en una época que no es la nuestra, pero sin embargo
comprobamos que está muy cerca porque detectamos muchos paralelismos con la
actualidad”. Sin embargo, Gómez-Jurado no buscaba estos paralelismos en el
momento de sentarse a escribir. Se los tropezó. “No, no fui consciente mientras escribía. Me di cuenta a medida que
acumulaba lecturas sobre el siglo XVI. Teníamos un estado en bancarrota,
endeudado con países extranjeros, con recursos despilfarrados por los
gobernantes, existía una gran fractura entre ellos y el pueblo llano“. Como
también se tropezó con la relación que se establece entre el ser humano y el
poder. “Durante toda la novela hay un
leitmotiv acerca de la capacidad del poder para explotar al ser humano hasta
extraerle su último gramo de fuerza”. Ha escrito ‘La leyenda del ladrón’
utilizando un lenguaje actual, alejado de los modos antiguos del habla. “Si
escribiera una novela sobre samuráis no lo haría en japonés. Ni siquiera
‘Gladiator’ está rodada en latín. Yo planteo un relato e intento contarlo. El
escritor no es más que un obstáculo entre el lector y la historia que se le
narra. Quien crea otra cosa se equivoca. Hay que eliminar todos los obstáculos
posibles. Y por esa misma razón trato de que el lenguaje sea lo más sencillo
posible para que puedan disfrutar del libro tanto un niño como una persona mayor.
El mayor éxito es ver que el lector pasa las hojas lo más rápido posible. Eso quiere decir que se entiende,
entretiene y divierte”. Claro que los escritores también tienen otras
obligaciones para con sus coetáneos. “Creo
que un escritor es una persona que tiene el arma de la mentira para contar una
verdad. La ficción, bien tramada, puede decir más cosas que un hecho real”.
La existencia de Sancho de Écija,
protagonista de ‘La leyenda del ladrón’, es la de un superviviente. “Se puede interpretar que es un
superviviente, que lo es, pero creo que hay algo más que eso. La novela admite
muchas lecturas, tiene varios estratos y esconde muchos juegos literarios que el
lector más avezado descubrirá poco a poco. El personaje de Sancho, además,
encierra el mensaje de que siempre busca la mejor versión de sí mismo, es
decir, trata de actuar de la manera más correcta”. Desde ese punto de
vista, Sancho se nos ofrece casi como un modelo de comportamiento. “Al escribir esta novela, he aprendido que
hay otra manera posible de hacer las cosas, distinta a la establecida por los
de arriba”. Y también como un rebelde. “Él
manifiesta su rebeldía desde el inicio, desde que se enfrenta al guardia en la
primera escena por una moneda. Es su carácter”. Desfilan por las páginas de
la novela y por el tiempo que les tocó vivir dos personajes ilustres, famosos y
reales. Miguel (de Cervantes Saavedra) y Guillermo (Shakespeare). Ambos
aparecen en el escenario escogido por el escritor madrileño para ubicar su
narración: Sevilla. “Esto es como las
muñecas rusas, que van unas dentro de las otras y que todas juntas forman un
solo cuerpo. Veo a Cervantes y a Shakespeare como dos hombres que están a punto
de convertirse en leyendas, que se encuentran en Sevilla, que es el único
escenario donde podía ocurrir eso”. Las causas de su presencia en el libro
no las tiene claras ni siquiera él. “No me
preguntes por qué lo hago porque no lo puedo explicar”. A Cervantes le
conoce todo el mundo porque escribió El Quijote, pero su figura oculta una
biografía contundente, épica, desconocida. “Cervantes
escribió la Primera Parte del Quijote, la mayor obra literaria escrita jamás
por nadie, en tan solo tres semanas. Pero, ¿quién fue durante el resto de sus
días? Esa era una cuestión que a mí me interesaba mucho. Fue uno de los más
grandes aventureros de todos los tiempos. Participó en la batalla de Lepanto,
donde perdió un brazo; fue esclavo durante cinco años; capitaneó varias
evasiones y le perdonaron la vida cuatro veces. Estos aspectos nos los conocen
los españoles y por eso quería que estuviera presente en estas páginas, que no
son otra cosa que una reivindicación de la condición humana, como debe ser toda
novela”.
SOBRE JUAN GÓMEZ-JURADO
Nacido en Madrid (1977), licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad San Pablo CEU. Como periodista, su carrera profesional ha pasado por las redacciones de Canal Plus, Cadena SER, diario ABC, TVE y La Voz de Galicia. Colabora con las revistas Qué Leer, JotDown Magazine y New York Times Book Review y participa en programas de radio y televisión. Hasta ahora ha publicado ‘Espía de Dios’, ‘Contrato con Dios’ y ‘El emblema del traidor’ (Premio Novela Ciudad de Torrevieja, 2008). Su obra ha sido editada en más de cuarenta países, alcanzando en muchos de ellos (Alemania, Italia, Reino Unido, Holanda, Finlandia y Serbia) los primeros puestos de la lista de libros con mayor índice de ventas.